jummmm hehehehehe alfin de mil años entendí como subirla! jajajajaja

sii, pueden reírse antes de empezar, llavaba taaanttttttoooo intentado y al fin jajajjajajajajaja! eh bueno esto lo llevo escribiendo desde hace ya muchoo rato, no es tan bueno, no lo hubiera subido si no hubiera sido por arthemisa (gracias, te mereces el cielo, de verdad). Y bueno, hay cosas que como que dejan fuera de onda jajaja pero ehh buno, sean buenos conmigo, :P.

"El que ama, se siente casi un dios en su influyente plenitud, y todo cobra sentido a través del amor. La infinita pasión, la vehemencia del temperamento, enriquece al ser humano"

Goethe

Prefacio

Muchos cuentos de hadas nos venden la idea del príncipe azul –si eres hombre tu damisela en apuros-, tú sabes en el fondo que es mentira, pero te agrada la idea –aunque la gente te diga que eso es un comportamiento patológico, eso de idealizar al amor-. Creces y olvidas esa antigua magia del amor a primera vista; pero ¿qué tal si es verdad? ¿Qué tal si cuando hayas perdido toda la fe en el amor llega a ti? De la manera más insospechada, desapercibido ¿crees que es posible? Puede pasar cuando menos te lo esperes, aunque este oculto por negras intenciones…

cap 1 cruce de caminos

Iba caminando de regreso a mi casa, porque el taxi se había negado a subir la colina donde quedaba mi casa –a las afueras de la cuidad. Por desgracia el barrio más exclusivo de Bogotá-había ido a la librería. Estaba absorta en mis pensamientos de repente; algo me saco de mi sopor, a tan solo tres cuadras de llegar a mi casa; vi a un gato. Era un gato bastante bonito, su pelo era blanco; se me antojo a nieve. Traté de acercarme lentamente, para no ahuyentar al gato; al haberme acercado más a él me di cuenta de una cosa, el gato no se movía. Intenté tocarlo; pero, aquel gato estaba manchado de algo rojo, que contrastaba con la blancura de su pelo. Con mucho cuidado toqué esa sustancia roja, olía a cobre y a sal probablemente sería… ¿sangre? Me llene de pavor, aquel gato probablemente estaría muerto. Me arrodillé en la fría acera cerca de donde él yacía. Temiendo lo peor; lo toqué, estaba frío.

-pobrecito- murmuré.

Algo había en ese gato que me hacía sentir gran pesar; así que, decidí que iba a darle "cristiana sepultura". Intenté levantarlo a pesar del escalofrío que me hizo estremecer; pero, de repente aquel gato se movió. Quedé petrificada del susto; aquel gato que parecía no mostrar signos de vida, se movió sin dificultad como si hace poco se hubiera echado allí en la acera, lo observé con curiosidad, tenía los ojos pardos; y, aunque parecía extraño pensar en eso, tenía una mirada confusa, casi parecía humana. Me puse de pie con dificultad, seguía paralizada del susto; contemplé al gato, casi parecía tan confundida como él. Intenté acercarme, pero él me lanzó una mirada hostil, chasqueó y mostró los colmillos, lo luego recordé lo que había leído en un libro: "los gatos son criaturas un poco salvajes; para que te acepte debes presentarte…"; Me sentí un poco ridícula al pensar en hacer eso; pero tenía que hacerlo, Lo hice exactamente como decía en el libro, extendí la mano derecha frente al gato, esperando a que el me olfateara. Me sentía como cuando Harry Potter tenía que hacer reverencia para montarse en el hipogrifo, solté una débil risita al pensar en eso. El gato aún me miraba con recelo, pero parecía relajarse lentamente. Finalmente después de diez minutos –bastante largos e incómodos-, el gato se acercó a mí y se sobó contra mi pierna –como suelen hacer los gatos- profirió un ronroneo amigable. Le dediqué una sonrisa, él pareció corresponderme con la mirada.

-¿Puedo llevarte a mi casa?- le extendí mis brazos; me sentí estúpida por preguntarle eso a un gato, seguramente no me entendería.

Me dio la impresión de que el asintió con la cabeza, probablemente me había entendido. Lo alcé y él no se opuso. Ya en mis brazos contemple al gato con más detenimiento, él parecía hacer lo mismo conmigo. Podría haberme quedado allí toda la tarde; pero noté que ya había oscurecido, me asusté, mi mamá probablemente me mataría; salí corriendo para llegar a casa tan rápido como mis piernas me permitieran. Llegué a casa jadeante por el esfuerzo. El gato parecía divertido, jugueteaba con mi cabello –que por cierto estaba bastante largo-. El notó que lo miraba, me observó con una mirada poco usual en un gato –a decir verdad poco usual en cualquier animal-, tenía la mirada expectante, ávida; parecía fascinado, pero ¿por qué? Él simplemente era un gato.

Cuando golpeé la puerta, está se abrió de inmediato; era mi mamá. Tenía los ojos abiertos como platos, supuse que era porque ella había llegado antes que yo.

-Hola…

- ¿Quién es este amiguito tan simpático?

-lo encontré en la calle, parece que está herido.

El gato me miró de soslayo y luego lanzó una mirada asesina a mi mamá –aunque no estuve segura del porque-.

-será que… -Dudé un momento. -¿se puede quedar aquí?

Mi mamá frunció el ceño

-no se.

Intenté poner la cara de suplica mas patética que podía hacer. Mi mamá pareció pensarlo un poco y finalmente me respondió:

-bueno puedes quedártelo- dijo ella.

Sonreí, el gato parecía inquieto; subí a mi habitación a toda prisa, me encerré en la habitación y puse al gato encima de mi cama. Empecé a estudiarlo con más detenimiento, él mantenía los ojos fijos en mí, intenté evadir su mirada pero no pude; él había ganado, me senté a su lado.

-eres un gato raro.

Él me miro con desdén, estaba segura que él me entendía a la perfección; pero ¿qué clase de gato mira con desdén? Me abalance sobre él para atraparlo, pero fue en vano, él huyó de mi, pavoneándose al frente mío.

- que gracioso eres- exclamé con acritud.

De nuevo se acercó a mí y se sentó sobre mis piernas, probablemente buscando mi perdón.

Le sonreí.

-eres muy tierno como para enojarme contigo.

El gato ronroneo; yo hubiera jurado que parecía una risita, seguro era impresión mía. Sentí un olor dulce; como a lirios y cartuchos, me acerqué al gato; El olor provenía de él.

-no eres un gato común por lo general todos los animales huelen a… bueno a animal, tú hueles muy bien como para ser un gato callejero.

Él me miro con suficiencia, como jactándose de mi comentario. De repente escuché a mi mamá llamándome.

-¿señora?-exclamé asomada en la puerta de mi habitación.

-¿quieres comer?

-no, mamá tengo sueño- mentí, el solo pensar en comida me hacia revolver el estómago.

-bueno

-hasta mañana me voy a dormir.

Volví a cerrar la puerta de mi cuarto, esta vez con seguro, empecé a desvestirme para ponerme el pijama; observé al gato, él se veía un poco incómodo, eso me causó gracia y le puse mi sabana color rosa de Hello Kitty encima.

-es para que no me veas mientras me visto- comenté con sarcasmo.

Cuando hube terminado le quite la sábana de encima; él se veía ansioso, me acerqué a él y le acaricié la cabeza, pareció relajarse porque soltó un ronroneo dulce; luego empezó a lamerse el dorso limpiándose, yo no pude apartar la mirada de él. Me quedé observándolo por varias horas, luego él se echó sobre mi cama probablemente estaba cansado; decidí irme a dormir, apagué la luz y me recosté boca arriba, mirando el techo de madera; luego cerré lo ojos intentando apartar mis pensamientos de ese anormal gato.

Cuando empezaba a dormirme, una sensación extraña hizo que se me erizaran los vellos de la nuca, sentí una exhalación gélida sobre mi rostro, tenía un aroma idéntico al del gato. Abrí los ojos; y, contemplé un par de ojos pardos que me miraban con avidez; tenía a escasos centímetros de mi cara el rostro de un Joven; por mucho tendría dieciocho años, pude verlo gracias a la luz de la luna que se filtraba por la ventana, tenía facciones finas, tenía tez pálida, tenia el cabello de un color peculiar; era como un plateado cenizo. Si no estuviera tan asustada hubiera jurado que ese era el muchacho más hermoso que había visto en mi vida.

-hola- exclamó el chico con una voz extrañamente seductora.

Estaba petrificada, intenté gritar pero mi garganta estaba seca; así que solo emití un débil sonido. Él pareció notar mis intenciones de gritar y me tapo la boca, su mano estaba fría como el hielo.

-bueno, tenías razón de que era un gato muy extraño –curvó levemente sus labios perfectos dejando al descubierto sus dientes blancos- la verdad es que no soy un gato.

De repente todo me pareció más claro; con razón el gato era tan expresivo.

-se me hizo extraño que alguien cayera en mi trampa, puesto que ya llevaba varias horas esperando y parecía que nadie me notaba ahí echado –hizo una pausa, esbozó una sonrisa malévola- pero luego apareciste tú, quien cortésmente me invito a su casa.

Su voz era aterciopelada y musical; pronto mi miedo desapareció, lo reemplazó la incertidumbre. El muchacho parecía estar bastante impaciente.

-bueno no le demos mas vueltas al asunto- exclamó con encantadora parsimonia.

Cerré mis ojos con fuerza, tenia miedo de ver que era lo que pretendía ese muchacho, traté de convencerme de que solo era una pesadilla, además su historia era demasiado inverosímil ¿un muchacho que se transforma en gato? Por favor; eso solo era mentira, tal vez eso solo era un sueño.

-¿por qué cierras los ojos?

La seductora voz del chico me sacó de mis cavilaciones, tenía que mirarlo de nuevo; pero, me resistí al impulso.

-Mírame por favor- imploró

No pude resistir más y lo mire de nuevo.

- Gracias.

- ahora que ya estamos listos prométeme una cosa- pidió él- prométeme que cuando destape tu boca no vas a gritar.

Asentí con la cabeza. Él levantó su helada mano de mi cara muy lentamente, yo me quedé en silencio como lo había prometido.

-Bien hecho- me felicito él.

Sus ojos me condujeron a un agradable sopor, apenas consciente me di cuenta que mis labios estaban muy cerca a los de él. Debería estar asustada pero no, estaba extrañamente feliz.

- ¿Qué eres tu?-le susurré.

- solo digamos que soy… ¿como lo llamarías tú? Un vampiro.

- ah… es bueno saberlo-murmuré.

Eso fue lo último que dije antes de sentir los fríos labios de aquel chico, sobre mi cuello; luego, la oscuridad se cernió sobre mí.

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que tal? pueden reirse snif snif les doy permiso