Abismo
-No llores.
Mis lágrimas caían por mis mejillas sin motivo aparente.
-Por favor, no puedo verte así - dijo ella, llena de preocupación, sujetando mi cara con sus delicadas manos - ¿Qué te pasa, cariño?
A mi alrededor todo era confuso, apenas lograba oír el alboroto que se había formado en la sala. Estaban desconcertados por mi repentino llanto.
Todo se desmoronó en mi mundo al darme cuenta de ese detalle que había dejado pasar y que ahora me desgarraba el alma. Había sido tan rápido…
Sentía que debía correr, alejarme de aquel lugar maldito, pero no podía, mi cuerpo no me respondía.
Lo único que pude hacer fue encoger mis piernas y dejarme consumir por el dolor, dejarme morir. La oscuridad cada vez se hacía más espesa, no tenía una concepción del tiempo, hasta que con el último aliento que me quedaba susurré:
-Gracias…
Y sentí como mi corazón caía en un abismo del que sabía que no volvería a salir.
