Claim: Hyuuga Junpei/Aida Riko.
Notas: Sin línea de tiempo.
Rating: T.
Género: Romance/Humor.
Tabla de retos: Random 6.
Tema: 02. Especial.


La emoción al ganar un partido se construye poco a poco, durante cada uno de los minutos en la cancha, los recesos, puntos y tiros fallidos. Riko supone que nadie lo sabe mejor que los jugadores, sus chicos de Seirin, que salen a jugarse el todo por el todo en cada encuentro, aún si eso implica lágrimas de frustración y largos días de exhaustivos entrenamientos. Pero ella también puede sentirla, aunque se escude tras un rostro de piedra, impasible e inmisericorde, esa tensión que crece en su cuerpo conforme el reloj va avanzando y los cuartos también, pues aunque no es ella quien anota los puntos ni hace los pases, siempre termina sintiéndose tan ansiosa como los que estuvieron en la cancha, así como también comparte la embriagante sensación de felicidad tras una victoria.

Es diferente para ella, sin embargo. Puede notarlo cuando el reloj expira y los gritos de los jugadores cortan el aire, cuando los puños se alzan al compás de las ovaciones y las felicitaciones, así como los abrazos, no se hacen esperar. Kagami y Kuroko chocan los puños para demostrar su alianza, Teppei y Hyuuga también, Izuki siempre se abalanza sobre los que están en la banca y éstos, a su vez, se reunen con los jugadores para darles palmaditas en la espalda, gritos que sin duda lastimarán más de un tímpano y enérgicos apretones de mano. Riko no recibe nada, aunque la desbordante felicidad debería de ser suficiente. Se limita a observar desde lejos, como si fueran sus hijos, incluso sus hermanos, divertida al ver cómo celebran, siempre con los brazos cruzados y una sonrisa orgullosa en los labios.

Aunque a veces le gustaría un poco de reconocimiento, claro que sí, sacar un poco de esa euforia que ella comparte, pero que nadie parece notar. Ser parte de ello, no sólo la temible "entrenadora". Pero así de bobos son los chicos, ¿verdad? Suspira, mientras espera a que los festejos disminuyan, para así poder ir a los vestidores. Además, puede desquitarse en los entrenamientos.

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En un mero acto de suerte, Hyuuga se zafa del abrazo de Kiyoshi, que parece querer estrangularlo antes de que acabe la tarde y mientras avanza por la cancha, desorientado y esquivando a sus compañeros de equipo, por si algún otro tiene la grandiosa idea de atormentarlo un poco más, sus ojos captan la figura de Riko en la banca, observándolos con una expresión que no sabría describir del todo.

Es un rostro que él conoce muy bien y que ve todos los días frente al espejo, sobretodo antes de partidos importantes o después de horribles derrotas. Un rostro lleno de doloroso anhelo y resignación. Pero, ¿por qué será? Sus ojos buscan algún objetivo, porque por un momento, la posibilidad de que Riko esté viendo a alguien lo asalta súbitamente, pero ella los mira a todos y a nadie a la vez, así que debe de ser otra cosa.

A Hyuuga le tiemblan las piernas y le duelen un poco los hombros tras el abrazo de oso de Kiyoshi, pero es al primera vez que ve a la entrenadora así. Es, más bien, la primera vez que ve a la entrenadora tras una victoria, por supuesto, sin que se cuente para nada la charla motivacional en los vestidores después del juego.

Está a punto de preguntarle qué sucede cuando Izuki se acerca a él para chocar las manos y dirigirle una sonrisa, agradeciéndole un poco por la victoria que han conseguido y los ojos de Riko se quedan clavados en ese gesto, que parece tan natural entre ellos pero que a la joven nunca le ha tocado vivenciar.

—¡Entrenadora! —dice el capitán de Seirin, haciendo un último esfuerzo para correr hasta donde se encuentra, dispuesto a empezar a reconocerla un poco más, a pesar de las futuras burlas de todos.

—¿Hyuuga-kun? —su tono está lleno de sorpresa cuando Hyuuga la alcanza, la mano en alto para recibir la suya y una sonrisa en el rostro. Pero Riko se sobrepone a la sorpresa fácilmente y choca esos cinco con alegría, recobrando al instante su semblante habitual—. Eso ha estado muy bien, Hyuuga-kun. Pero todavía hay que seguir preparándonos. ¿Me ayudarás a planear el siguiente entrenamiento?

—Sí —responde él, medio sonriendo y medio suspirando. Luego obedientemente y sin siquiera notarlo, la sigue hacia los vestidores, ante la atenta mirada de sus compañeros de Seirin que, como ya vaticinó, no tardarán mucho en empezar a burlarse de él.