Inuyasha no es mío... y por tanto niego total participación en a verlo creado.

Bueno antes de leer esta historia tienen que saber alguna cosas

Primero que nada que esta no es exactamente una nueva historia sino que yo ya la había escrito antes muchos, muchos años atrás, algunos la conocerán como "tu, yo y el mundo" historia que por tiempo no pude terminar pero siempre que me llegaba un mensaje nuevo de aquí quería hacerlo, de esa forma fue que esta semana me puse a escribir de nuevo como tampoco había hecho en años, tengo que decir que me encano hacerlo, había olvidado lo bueno era crear algo. ¿por qué no lo hice en la otra cuenta? Bueno digamos que no quería tocarlo en parte por que quiero que se quede así como recuerdo de lo que un día fui en otra etapa de mi vida siendo testigo de esa época y por otra parte por que ahora soy diferente y quiero escribir pero siendo la que soy ahora.

Segundo pues notaran que no es tampoco la misma historia que antes tiene el esqueleto y los eventos importantes que siempre se quedaron en mi memoria sobre todo para los futuros capítulos pero casi todo lo demás como leerán es diferente, sobre todo creo que es por que ya estoy en otra etapa de mi vida y además también hace años aprendí a dos que tres manejar mi dislexia y no tener tantos errores de ortografía jajaja leo ahora la otra y casi muero de vergüenza pero espero mejorar mucho por eso en esta.

Tercero esta historia también comenzara diez años antes de cierta forma distinta.

Eso es básicamente todo lo que tengo que decir por ahora espero sinceramente que la disfruten tanto como yo lo hice al escribirla y me den sus opiniones a respecto

Ely1313 antes conocida como InuCat (sigo sin tener imaginación para los nombres)


Prefacio

Esa tarde ya moría con rapidez y el calor del día se iba con ella, el parque era todo lo que un parque debía de ser, era boscoso y tenia bellos prados de puro pasto verde claro siendo un lugar preferido por muchos para tomar una buena siesta. Debajo de los árboles las personas hablaban o novios se besaban, las familias comían a sus alrededores y los niños jugaban, por todas partes se respiraba tranquilidad y paz.

Esa tarde como muchas otras antes una pequeña figura esperaba silenciosa junto a un gran árbol. Tenia frente a esta una gran variedad de comida de todo tipo, arroz, pollo y verduras las cuales llevaban un gran olor a cual pasara. Ella levanto sus ojos y miro a su alrededor, buscando a alguien pero no realmente esperando encontrarlo. Ese día como tantos otros días sus padres no llegaban por ella, pero esto no la desanimaba realmente estaba acostumbrada a estar sola, sobre todo a no estar con sus padres no es que no los amara, todo lo contrario es solo que había aprendido que en cuanto a ellos la gran mayoría de las veces menos era más.

Comía lentamente esta segura que aun tardarían un rato mas en darse cuenta de que les faltaba algo, en ese caso ella, nunca le dejaba de sorprender como sus padres resguardaban celosamente sus pertenencias, fura este objeto o persona.

No tenia mucho tiempo que se habían mudado a Japón a vivir solo unas semanas pero le gustaba mucho vivir en el, ella cerro los ojos y pensó en todos los otros lugares, casas y amigos que había tenido y dejado ya en su corta pero cambiante vida. Esta vez esperaba que su padre cumpliera su promesa de que se quedarían muchos años en ese país, deseaba intensamente poder echar raíces por una vez en su vida, tener sitios y caras conocidas, formar rutinas y hasta llegar a aburrirse por siempre hacer lo mismo.

Después de un rato de estar sentada en la manta sobre el pasto se fue a caminar llevándose la caja de arroz que le quedaba. Camino sin rumbo fijo solo disfrutando del paisaje y de cómo el viento jugaba de vez en cuando con su cabello, el cual era frecuentemente criticado por su madre ya que solía tenerlo largo y algo desalineado.

Sin ver por donde iba de repente se tropezó cayendo al suelo y desde el volteo a ver que era lo que había provocado su caída, ella se encontró sorprendida al darse cuenta de que no era un "que" sino un "quien". Era un niño pequeño que dormía junto a un árbol caído, él parecía que solo era un poco mas grande que ella, pero a diferencia , él se veía sucio, con ropa vieja y usada, su pelo estaba maltratado pero era un bello color plata, pero lo que mas la sorprendió fue que sobre esta cabellera estaban 2 pequeñas orejas, parecidas a las de un gato, nunca en su vida había visto algo parecido, supuso que mucha gente en su lugar tendría miedo o quizás hasta saliera despavorida corriendo pero lo que ella realmente sintió fue extrema curiosidad, nunca había sido buena en esperar sorpresas o dejar envueltos los regalos hasta navidad, no podía con el suspenso.

Pero además de esa emoción predominante de su carácter, ella al verlo no sintió miedo por que se había entrenado hace mucho a reconocer a las personas malvadas o crueles que aun que quizás no tuvieran un aspecto amenazante, ella podía ver su naturaleza oscura y perversa, esa necesidad que no podían cubrir de tener que hacer daño. Pero examinando a ese niño, ella no detectaba malicia en él y mas bien le creaba cierto sentimiento de ternura al verlo.

De repente el viento soplo fuerte de nuevo y observo como las pequeñas orejas del niño se movían con el, ella sonrío, que lindo pensó y así que sin pararse a pensar mucho en lo que hacia o en las consecuencias de sus actos, lentamente levanto las manos para acariciar las dos rejitas, se sentían suaves y calidas al tacto, se dio cuenta que podía pasar el día haciendo eso, de la nada escucho un ronroneo y miro sorprendida que venia de él, otra cosa linda pensó y con ese pensamiento volteo a ver su rostro y se encontró con él abriendo sus ojos y dejando a relucir dos bellos ojos dorados.

Él no entendía como es que se había metido en esa situación, lo ultimo que recordaba era haberse quedado dormido, por estar tan cansado, tenia días que no dormía y muchos mas que no probaba mucho mas que migajas en cuanto alimento. Desde que tenia recuerdos, el dolor de heridas, el frío o el hambre, eran siempre lo que lo despertaban pero eso no era lo que había pasado hoy, se encontraba en un vacío oscuro y lejano cuando sin ver de donde un sentimiento de calidez lo llenaba y lo sacaba de ese lugar inhóspito.

Ahora que se daba cuenta de que ese sentimiento provenía de esa niña frente a el, tenia grandes y hermosos ojos azul cielo, cabello negro y largo con una cara bellamente proporcionada, blanca y con aspecto de porcelana como si fuera una muñeca y por lo que podía ver también se vestía como una, pero lo mas particular de toda ella era ese dulce aroma que tenia, como una tarde de verano. Al ver sus manos se dio cuenta de que esta estaba sobre él acariciando sus orejas, eso debió de ser lo que lo despertó, ese sentimiento de ser acariciado, era algo ya tan ajeno a él desde hace mucho tiempo que casi ni lo recordaba, existió una época donde era parte de su vida pero eso había muerto junto con muchas otras cosas ya tan largamente enterradas en el pasado que muchas veces se preguntaba si realmente fueron reales en si alguna vez. Se sentía tan bien ser tocado dulcemente, no con crueldad, desden o incluso odio y mas aun al ver sus ojos y notar que ella lo miraba solo expectativamente sin nada de rechazo o desprecio por él y… lo que era. Encontrando su voz pregunto.

"¿qué haces?" – dijo rompiendo el contacto con ella y sus orejas.

"lo siento, ¿te lastime?" – dijo con sincera preocupación en sus ojos.

"no, solo me sorprendiste, no estoy acostumbrado a que la gente haga eso" – dijo también con sinceridad, sus orejas nunca habían sido objeto de ternura alguna todo lo contrario eran constantemente las victimas de ataques y agresión.

"si me imagino que no todos se atreven, disculpa, es solo que caminaba y sin querer me tropecé contigo, me llamo Kagome Higurashi" – dijo ella.

"yo… yo soy Inuyasha" – dijo él no recordando la ultima vez que a alguien le había importado.

"Mucho gusto Inuyasha, ¿vives por aquí?, yo soy nueva en la ciudad" – dijo Kagome, aun se sentía apenada por lo que había echo pero le agrada mucho Inuyasha así que dejo su vergüenza a un lado.

"mas o menos, no tengo un hogar precisamente, mis padres murieron hace muchos años así que desde entonces vivo día a día, duermo donde encuentre un lugar seguro para la noche o descansar como vez ahora, puedo conseguir el trabajo ocasional que me alimenta por unas semanas, después de eso puedo logro encontrar comida aquí y aya la gente la deja donde quiera, no es tan malo como te imaginas o… quizás si, no se, no conozco otra forma de vida. " – dijo Inuyasha, sin saber muy bien por que se lo decía, después de todo era una extraña.

"¿eso hacías aquí? ¿buscabas comida?– pregunto Kagome, no pudiéndose imaginar la vida que ese niño había tenido que llevar, la vida de ella era una de lujo y comodidad, nunca había tenido que preocuparse por la comida o por si iba a tener un lugar para dormir esa noche.

"si, con la crisis económica no e podido conseguir dinero al igual que muchos otros, así que vengo aquí cuando eso ocurre pero en los últimos días no he tenido mucha suerte" – dijo Inuyasha, por alguna razón que no llagaba a entender, encontró que hablar con ella era fácil, no le costaba trabajo contarle cosas de su vida, ya que no se sentía juzgado o condenado de ninguna manera.

Kagome se sorprendió al escuchar la resignación en su voz y fue cuando le vino una idea a la cabeza, volteo al suelo y encontró lo que buscaba.

"ten, no es mucho pero esta rico" – dijo Kagome dándole su caja de arroz, él la miro extrañado.

"no quiero caridad, ni mucho menos tu lástima" – dijo Inuyasha, volteando su cabeza, la cual le decía que era el mas grande de los tontos, no había comido en días y ahora rechazaba comida, ¡comida!, todo por su gran y molesto orgullo, el cual le recordó no lo iba a alimentar.

"mmm... pues yo creo que en ese caso si no lo quieres lo dejare aquí, en el suelo, a tu lado, como tu dices la gente deja comida por todas partes ¿no?, esta es una de esas veces" – dijo Kagome.

Inuyasha volteo a verla y ella lo miraba de igual forma, cualquier otro se hubiera enojado o se hubiera marchado del lugar, pero no deslumbraba en esos ojos azules tal enojo y no parecía inclinada a moverse en ningún futuro cercano, agradeció con toda su alma ese gesto de generosidad y la paciencia que ella mostraba. Lentamente tomo la caja de arroz y la abrió inmediatamente llego a el olor de la comida, la devoro como el niño medio muerto de hambre que era, aun que a la vez quería hacerlo mas lento ya que no creía volver a comer algo tan delicioso jamás.

Ella lo miraba sonriendo, no conocía a mucha gente que disfrutara comer tanto algo y le daba alegría poder el goce que Inuyasha sentía en ese momento por un acto de ella muy pequeño.

Poco tiempo después Kagome estaba sentada junto a el contándole de todos las ciudades en las que había vivido, los lugares que aun quería visitar y donde quería tener grandes aventuras, Inuyasha por su parte se dio cuenta de que no podía evitar sentirse fascinado por ella, la escuchaba hablar pendiente de cada palabra, le hablaba de cosas que nunca se había atrevido a imaginar o siquiera soñar con llegar a vivir, se dio cuenta en ese momento que había mucho mas en este mundo que solo lo que el conocía y eso le dio como nada en mucho tiempo esperanza, esperanza de que algún día podía llegar a cambiar su vida si resistía lo suficiente, existían muchas cosas buenas por las que luchar. Después de un rato ella se callo.

"lo siento, ¿te estoy aburriendo?" – dijo Kagome, "mis padres siempre se quejan de que no digo mas que tonterías y que los canso con mis fantasías que son cosas tontas de pensar"

"yo no creo que sea así, además me gusta escucharte contarme de todos esos lugares que ni sabia que existían" – dijo Inuyasha, y era verdad ella abría su mundo con cada palabra.

En ese momento Kagome escucho su nombre desde lo lejos, sus padres finalmente habían llegado por ella ahora que ya casi caía la noche y se asomaban las primeras estrellas en el firmamento.

"Inuyasha llegaron por mi, me tengo que ir" – dijo Kagome.

había sido bueno mientras duro pensó tristemente Inuyasha viéndola levantarse para irse, nunca la volvería a ver y no podía evitar sentirse triste por eso. Pero antes de que se fuera tenia que saber algo.

"¿no te dio miedo o asco tocar mis orejas, estar conmigo?" – dijo Inuyasha mirando el suelo en vez de a ella.

"¿por qué debería? Son bonitas y claro que no me das miedo Inuyasha y mucho menos asco, que tonterías dices, mejor dime si vas a estar aquí mañana, quisiera verte, te traeré el doble de comida, mi nana hace el mejor almuerzo del mundo" – dijo Kagome, sin entender de donde venia la pregunta.

"¿por qué arias todo eso?" – dijo Inuyasha.

"pues me gustaría que fuéramos amigos, no conozco a nadie mas y tu me agradas mucho Inuyasha" – dijo Kagome.

Por un momento Inuyasha se quedo sin habla alguna no podía creer que una persona, una persona cuerda para eso lo tratara de esa forma como… como si él le importara, siendo lo que él era, o quizás era eso la había juzgado mal y realmente esta demente, pero luego lo pensó mejor quizás con la vida tan resguardada tenia por lo poco que había escuchado de ella, no entendía o comprendía las diferencias entre los dos que todo el resto del universo parecía conocer y aceptar.

"¿sabes lo que es un hibrido?" – dijo Inuyasha, si lo labia seguramente ya no querría verlo mañana o para eso nunca mas.

"¿no entiendo a que te refieres?, mejor dime si vas a estar aquí mañana" – dijo Kagome.

No sabia lo que él era por eso se portaba así con él, era refrescante ser tratado como una persona normal , como un niño normal.

"pregúntaselo a tu padre esta noche, estaré esperándote aquí mañana pero si después de saberlo no vienes y no quieres ser mi amiga entonces lo entenderé" – dijo Inuyasha.

Kagome se fue no muy segura de lo que él había estado hablando, sus padres estaban en la entrada cada uno con traje, celular en las manos y con la usual impaciencia en sus rostros.

"Kagome llegas tarde, te hemos dicho que no juegues lejos en el bosque, es peligroso" – dijo su madre mientras colgaba de una llamada y luego contestaba otra.

Los tres subieron a la limosina para luego dirigirse a la mansión Higurashi.

Los padres de Kagome eran importantes empresarios y políticos en el mundo, en dueños de muchas multinacionales y tenían un increíble poder. Sesshomaru el padre de ella se había levantado del anonimato solo poco tiempo después de que Kagome naciera, era despiadado a la hora de hacer negocios y no había nada que amara mas que destruir compañías pequeñas y aumentar sus ganancias con eso.

Kikyo su madre por otro lado era de dinero viejo habiendo heredado todo cuando su padre murió y la abuela de Kagome Kaede había enfermado repentinamente teniendo que pasar la mayor parte de su tiempo en cama. Kagome miro a su padre y vio que este finalmente había colgado de su llamada de negocios así que decidió tomar su oportunidad.

"padre ¿puedo hacerte una pregunta?" – dijo Kagome, no muy segura de la recepción de su petición todo dependía si la transacción de su padre había sido satisfactorio o no y por ende este seria su estado de humor.

"¿qué es lo que deseas saber?" – dijo Sesshomaru.

"¿padre ¿qué es un hibrido?" – dijo Kagome, viendo de inmediato en la cara de su padre.

"¿quién te hablo de eso?"- exigió Sesshomaru.

"lo escuche en la escuela" – dijo Kagome rápido no queriendo revelar aun la existencia de Inuyasha.

"bueno, supongo que tarde o temprano tiene que saber que son, como tu bien sabes este mundo es controlado por básicamente dos partidos políticos muy poderosos de dos razas muy distintas, los demonios, espíritus y demás y al que yo pertenezco el de los humanos, veras los demonios son poderosos y despiadados pero mantienen la paz con nosotros para evitar guerras ya que igual que quieren poder de otras formas y cada quien de estos dos bandos conocemos nuestro lugar, quienes somos y a donde pertenecemos y respetamos sobre todas las cosas esa regla de no mezclar la sangre, así que para responder a tu pregunta un hibrido es precisamente la ruptura de esa regla, son una aberración que no debió nacer nunca" - dijo Sesshomaru.

"entonces quiere decir que un niño así tendría un padre o madre humana y el otro seria un demonio?" – pregunto Kagome.

"así es, es una vergüenza que exista gente que se atreva a hacer eso" – dijo Sesshomaru.

"pero padre ¿qué pasa si una humana ama a un demonio?¿no cuenta el amor? ¿No debería no importar lo que fueran si se amaran realmente?" – dijo Kagome.

"no digas tonterías Kagome, y no quiero escucharte repetirlas mucho menos ,tu madre se desmayaría si lo hicieras, ellos son lo que son y nosotros somos lo que somos no puede existir tal cosa como el amor entre los dos" – dijo Sesshomaru.

Después de eso al llegar a la mansión Kagome fue despedida por sus padres, los cuales se dirigieron rumbo a sus respectivos cuartos en partes diferentes de la casa. A ella le gustaba su nueva casa, quizás por razones extrañas de entender era excesivamente grande, vieja de un estilo victoriano y si se la veía de noche de cierta forma podía llegar a ser aterradora pero ella aun así la ama, le gustaba encontrar tantas cosas diferentes cada vez que la recorría, siempre había sorpresas y parecía que había una historia detrás de cada esquina, su abuela Kaede había vivido hay de niña al igual que su madre pero tenia muchos años desabitada, Kagome amaba las cosas viejas y antiguas siempre le gustaba ponerse a pensar en todas las cosas que pudieron a ver vivido o visto y como fue que tarde o temprano llegaron a ella, pero esa noche todo eso no era lo que mantenía su mente ocupada.

Todo lo que su padre le había dicho revoloteaba en la cabeza de Kagome, sabia que era aun una niña pequeña que no entendía mucho de la vida, ni mucho menos de cómo funcionaba este o las reglas bajo las que se regia, pero simplemente no podía entender por que si dos personas no pueden estar juntas, ni mucho menos por que ser diferente como lo era Inuyasha tenia que ser visto como una aberración, ya que sino tenia mas que horas de conocerlo, ella pudo ver que Inuyasha tenia bondad y nobleza en él, muy a diferencia de una gran cantidad de personas o demonios.

Embargada por tantos pensamientos se fue a uno de sus lugares favoritos, camino por los largos pasillos en la oscuridad sin prender las luces ya que la oscuridad no le molestaba todo para llegar a la gran biblioteca de la mansión. Esta era grande y espaciosa como todo lo demás en la casa, tenia libros por todas partes llenando las estanterías y libreros hasta llegar al techo, sofás cómodos se encontraban distribuidos esporádicamente sobre la gran variedad de alfombras en el suelo, una de las cosas que mas se notaba inmediatamente al entrar era la gran chimenea en el centro de la habitación que iluminaba pálidamente el lugar.

Entrando por entre las pesadas puertas de madera, Kagome se dirigió a buscar el libro que necesitaba, su abuela y bisabuela todas había sido grandes lectoras durante sus vidas y tenia una impresionante colección de libros sobre casi todos los tema imaginables, con eso en mente tomo una de las escaleras y llego hasta el libro que buscaba para luego sentarse en un sofá. Este era uno de os muchos libros sobre demonios que existía en la casa, ya que la familia de su madre desde generaciones atrás todas las mujeres eran entrenadas para ser sacerdotisas, poseedoras todas de un gran poder espiritual. Su madre había renunciado a eso tenia tiempo ya, en parte por que a pesar de tener un inmenso poder no tenia el don que por ejemplo su abuela y bisabuela habían tenido, Kagome técnicamente no debía de saber todo esto pero un días había sobre escuchado a su abuela y madre hablar de ello, ya que Kaede quería que Kagome tuviera también su entrenamiento en las artes de la familia, pero recibió un rotundo no por parte de Kikyo su madre, alegando que Kagome no tenia por que saber de esas cosas ya pasadas de moda, por su parte Kagome si quería prender sobre todas las cosas que había leído que se podía llegar a hacer una vez desarrollado sus poderes sobre todo quería poder llegar a sanar con ellos.

Kagome comenzó a leer, en el explicaba sobre los híbridos y por que estos debían de ser rechazados por no ser de raza pura, siendo estos solo la mitad de dos cosas pero no siendo realmente una. Ella busco y leyó en muchos libros, la mayoría no hacia ni mención de ellos pero los que si lo hacían con dureza.

Después de un rato cerro los libros y se quedo pensado, habiendo escuchado a su padre y leído los diferentes libros, aun así no comprendía por que eran tan rechazados, ¿qué acaso la gene no se da cuenta que también son personas?, pensó Kagome en la casi oscuridad, miro hacia la ventana y vio como esta era bañada por el haz de luz proveniente de la luna que era casi llena esa noche, observando lo plateado de ella, recordó el como era el cabello de Inuyasha de casi el mismo color, así lo miro en su mente, como lo había encontrado hoy casi desmayado de tanta hambre y con esa ropa vieja y manchada por el uso, pensó en sus orejas juguetonas, en la forma gustosa en la que había comido el arroz que ella le dio, pero sobre todo recordó lo bello y triste que eran sus ojos llenos de sabiduría mas aya de sus años, habiendo visto y vivido cosas que un niño no debía, pero inspeccionando esto Kagome llego a la conclusión de que Inuyasha era precisamente eso, un niño aun, tal y como lo era ella, todo esto sin importar las condiciones de su nacimiento. Así que Kagome decidió que no le importaba ni le importaría, nada eso y lo trataría como a cualquier niño normal por que para su pensar…. él lo era.

Inuyasha se encontraba sobre el árbol donde él y Kagome habían hablado ayer, se preguntaba donde estaría, si ya sabia lo que era y mas importante si en estos momento lo detestaba por ello, era extraño pero a pesar de que para ahora estaba mas que acostumbrado al rechazo por alguna razón le lastimaba pensar que ella lo hiciera, no estaba muy seguro del por que estaba hay después de todo probablemente no vendría, ¿qué niña pequeña se atrevería?, pero después de tener ayer el primer buen recuerdo de en mucho tiempo no podía evitar querer mas.

Así que la espero fielmente junto al árbol después de un rato un soplido del viento lo hizo voltear y a lo lejos vio la pequeña figura de Kagome, estaba a gran distancia aun pero el aroma que había recibido era definitivamente de ella. Bajo con gracia de la rama del árbol, no muy seguro de que hacer, las interacciones sociales definitivamente no eran su fuerte.

"Inuyasha, te he estado buscando por todas partes, ven corre que la comida se enfría" – dijo Kagome tomando su mano y dirigiéndolo hacia el otro lado del bosque.

Él se sobre salto de cierta forma al sentir su mano pequeña ser tomaba tan dulcemente por ella, pero la siguió de todas formas, al llegar al lugar vio que ella lo tenia ya todo preparado para la comida, todo estaba puesto como cuando veía a lo lejos a los niños y sus familias el los días de campo. Nunca espero realmente llegar a ser parte de uno.

"Inuyasha parece que el arroz de ayer te gusto así que empezaremos con el y luego pasaremos al pollo y el postre" – dijo Kagome.

"Kagome, ¿le preguntaste a tu padre lo que te pedí?" – dijo Inuyasha, no queriendo darse a si mismo falsas esperanzas.

"si Inuyasha, pero eso no cambio mi manera de pensar, aun quiero ser tu amiga, claro si tu así también lo quieres" – dijo Kagome.

Él la miro a los ojos, a lo mas profundo de su ser y vio tanta luz y bondad que se le nublo la vista por pequeñas lagrimas, nunca había tenido un amigo en su vida y ahora gracias a ella finalmente podía saber lo que era eso.

"si Kagome me gustaría" - dijo Inuyasha firmemente.

De esa forma pasaron lo días, convirtiéndose en semanas y los dos se volvieron inseparables, Kagome pasaba todo su tiempo fuera de casa con él, compartiendo todo los aspectos de su vida. Ella se comenzó a preguntar si no seria el destino el que los cruzo ese día, era extraño de pensar la forma tan fácil en la que los dos se relacionaban, se entendían de una forma elemental.

Pero a pesar de que ambos estaban extasiados por la nueva amistad no todo era tan sencillo, ya que aun que los dos siempre existía la armonía no era de la misma forma como los trata el resto del mundo, les lanzaban miradas oscuras llenas de desapruebo y hacían comentarios horribles acerca de los dos. Inuyasha secretamente tenia miedo por dentro, temía que Kagome se hartara de todo eso y se fuera de su lado, pero como poco a poco iba aprendiendo de su nueva amiga, Kagome poseía un gran corazón y una fuerte lealtad que lo acompañaba.

Esa tarde como muchas otras ya en su memoria Inuyasha se encontraba esperando a Kagome, de cierta forma sentía como si siempre lo hubiera lo hubiera hecho, en esa ocasión la esperaba ya que ella fue a comprar helados para los dos, existían ocasiones cuando se sentía mal por todas las cosas que Kagome le daba por el hecho de no tener nada con que devolverlo. Pero se prometió así mismo que algún podría, de alguna manera como fuera se lo de volvería.

Camino hacia donde estaba el puesto de helados cuando vio a un chico mayor acercándose a Kagome, eso no le gusto, lo conocía era un bueno para nada que solo le gustaba molestar a personas mas pequeñas que él. Se acerco mas cuando vio que este comenzó a forcejear con Kagome tratando de tomar los helados de sus manos, en ese momento Inuyasha enfureció, nunca dejaría que nadie la lastimara, la protegería con su vida de ser así necesario.

Sin pensarlo dos veces se lanzo contra él dándole un fuerte puñetazo en la cara, este era considerablemente mas grande y fuerte que él mismo, pero todo eso no le importo solo sabia que había tratado de lastimar a Kagome y eso seria algo que nunca le perdonaría, pero después de la sorpresa inicial este lo golpeo de regreso ferozmente hiriendo su nariz, pero Inuyasha no le dio importancia, lo habían golpeado bastante mas fuerte y salvajemente.

"¿qué crees que haces tonto?" – dijo el matón de poca monta.

"aléjate de ella Toguro, ahora" – dijo Inuyasha puntualizando la ultima palabra.

"¿ y si no que sucio hibrido? ¿qué piensas hacer al respecto?" – dijo Toguro.

"acabare contigo" – dijo Inuyasha sin dudarlo dos veces.

Toguro lo miro, era cierto que solo era un hibrido carente del verdadero poder de un demonio y que este era mucho mas pequeño que él pero al dirigir su mirada a sus ojos vio tal determinación que dudo un segundo, entendió en ese momento que él aria lo que fuera por esa niña, sin importar la sangre que tuviera que derramar, siendo esta la suya o la de otros, por ese motivo sintió cierto respeto por él, protegía algo que aparentemente amaba con habido fervor, por ese motivo decidió retirarse además de que el golpe que le había dado realmente había dolido y a pesar de sus ventajas debido a eso no estaba muy seguro si saldría victorioso o no o lo que le costaría serlo.

"esta bien niño, como tu quieras, no están importante de todas maneras" – dijo Toguro retirándose del lugar.

Kagome respiro aliviada al ver que ese chico llamado Toguro se marchaba, corrió rápidamente hacia donde estaba Inuyasha, estaba sangrando de la nariz pero esta no parecía estar rota. Se había asustado tanto cuando lo vio sangrando y tratando de enfrentarse a ese bravucón pero a la vez lo veía con aun mas admiración que antes si eso era posible, nunca había conocido a alguien con tanto valor como Inuyasha, además de que la había hecho sentirse protegía al saber que él estaba hay para ella.

"!Inuyasha! ¿estas bien?" – pregunto Kagome, inspeccionándolo mas de cerca.

"si no te preocupes, he tenido peores" – dijo Inuyasha, y otra cosa que disminuía su dolor era que lo hacia sentirse bien saber que tenia a alguien que lo cuidaba.

"ven déjame curarte, esto solo lo he leído en libros y no ara gran cosa pero creo que podrá mejorar algo por lo menos" – dijo Kagome, mientras frotaba sus manos rápidamente una con la otra y luego las ponía delicadamente sobre la nariz herida.

"¿tienes poderes espirituales?" – dijo Inuyasha sorprendido.

"si, pero no son gran cosa, nunca me han entrenado y esto es casi todo lo que puedo hacer, te digo es casi insignificante" – dijo Kagome.

Inuyasha no lo vio así, sus manos transmitían su calidez, tomaban el dolor y regresaban solo bienestar, solo había conocido a otra persona capaz de hacer eso.

"mi madre también tenia grandes poderes espirituales, aun recuerdo como curaba mis rasguños sin me lastimaba al jugar" – dijo Inuyasha, era la primera vez que le hablaba de su madre, era algo que le dolía mucho.

"debió de ser magnifica, ese es uno de mis sueños llegar a poder curar de esa manera" – dijo Kagome sonriéndole.

Inuyasha la acompaño a su casa después de eso no queriendo arriesgarse a esperar a sus padres hasta la noche. Cuando llegaron Inuyasha vio la casa y se dio cuenta de cuan tan diferentes eran sus mundos, deseando mas que nunca ser algo mejor, mucho mejor de lo que era para así merecer verdaderamente estar con ella.

"te veo mañana Inu, cuídate" – dijo Kagome despidiéndose.

"y tú" – dijo Inuyasha a lo lejos.

Pero sin darse cuanta eran observados por una figura en la oscuridad. Al entrar a su casa Kagome llego casi hasta su cuarto cuando su madre la detuvo.

"Kagome tu padre y yo queremos verte en el estudio" – dijo Kikyo fríamente.

Kagome la siguió preguntándose de que se trababa todo eso ahora, al entrar en la oficina vio a su madre cerrar la puerta detrás de ella, y ahora observando la gélida mirada de su padre sabia que estaba en problemas.

"Kagome tu madre me dice terribles cosas de ti, dice que te vio llegar a la casa con un asqueroso hibrido, ¿es eso cierto?" – dijo Sesshomaru.

"si…" – dijo Kagome, ahora entendió a donde iba todo.

"¿quién era y que hacia contigo Kagome?" – dijo Sesshomaru con furia a penas contenida.

"se llama Inuyasha y es mi amigo" – dijo Kagome sacando valor de no sabia donde.

La reacción de sus dos padres fue casi instantánea, Sesshomaru se paro tirando su silla en su enojo y Kikyo por su parte recorrió la distancia entre las dos y tomo fuertemente del brazo.

"¿qué estupideces dices niña?" – dijo Kikyo.

"Inuyasha y yo somos amigos" – dijo Kagome de nuevo, sintiendo el dolor en su brazo.

"te das cuenta de la insensatez que estas cometiendo, si mis enemigos se enteraran de esto lo aprovecharían para hundirme, mi carrera va en acenso y quizás en unos años pueda llegar a ser primer ministro, pero nada de eso se dará si tu haces estupideces de ese tamaño" – dijo Sesshomaru.

"pero padre, entiende, no quiero dejarlo, no me importa lo que sea para los demás, ya que para mi es mi mejor amigo solamente" – dijo Kagome con lagrimas en los ojos.

"no seas tonta Kagome, tu y él no pueden ser amigos, son demasiado diferentes" – dijo Kikyo.

"quiero que en este momento termines esa relación, no voy a permitir que vuelvas a verlo" – dijo Sesshomaru.

"pero no es justo padre" – dijo Kagome, pero en ese momento Kikyo la tira al suelo fuertemente.

"cállate niña necia, vas a hacerle caso a tu padre y eso esto todo, ahora lárgate a tu habitación que no puedo verte mas" – dijo Kikyo.

Kagome salio corriendo sin ver bien por donde iba debido a la las lagrimas, su madre nunca había sido muy afectiva con ella pero jamás la había tratado con tanta frialdad como hoy, y su padre, ¿qué podía decir de él?, había ignorado sus sentimiento completamente, sin importarle lo que ella quisiera o deseara, solo había pensado en sus negocios, le dolía tanto muchísimo mas que las heridas físicas serian las que realmente tardarían en sanar.

Al día siguiente le platico a Inuyasha todo lo sucedió, sintiendo ya solo de esa manera cierto alivio a su pena, le gustaba tanto poder tener a alguien al que pudiera decirle cualquier cosa.

Inuyasha por su parte estaba horrorizado por la forma en la que la habían tratado, sabia que no era ninguna autoridad en cuanto a familias, pero estaba seguro que eso no era normal ni correcto, pero también no pudo evitar el sentimiento de pánico al pensar que la alejaran de él para siempre o que llegaran a lastimarla seriamente por su culpa. Mientras esos pensamientos invadían perversamente su cerebro fueron rodeados por tres hombre de negro.

"señorita Kagome tiene que venir con nosotros en este momento" – dijo uno de ellos tomando el brazo aun lastimado de Kagome y tirando de él, Inuyasha vio el dolor en la cara de Kagome y se lanzo contra él.

"maldito niño, pero recibirás tu merecido" – dijo el mientras los otros dos rodeaban a Inuyasha y lo atacaban.

"¡no!" – grito Kagome al ver la brutal manera en que los dos hombre de negro lo golpeaban, aprovechándose injustamente de su mayor numero y tamaño.

"denle su merecido," – dijo él gozando de la escena.

"¡por favor no mas!, ¡Deténganse!, ¡no lo lastimen ya!" – dijo Kagome desesperada.

"es hora de irse a casa señorita" – dijo el hombre acercándose a ella y levantándola para llevarla al carro.

"¡no bájame! ¡Inuyasha!" – grito Kagome.

"suéltala" – grito Inuyasha, trato de soltarse de los brazos del que lo sostenía, pero era imposible, sintió el dolor invadir de nuevo su pequeño cuerpo cuando otro golpe llego a él, como se odio así mismo por no poder ayudarla, por tener que verla sufrir y llorar y no ser lo suficientemente fuerte para hacer desaparecer todo aquello que le hacia daño, ser solo capaz de simplemente mirar impotente mitras ese hombre la metía al carro y la alejaba de él. Sintió otro golpe y finalmente se desmorono al suelo, aun así trato de arrastrarse hacia ella mientras la escuchaba gritar desconsolada su nombre al tiempo que golpeaba la ventana, seria una imagen que nunca podría borrar de su memoria, pero sus intentos fueron frustrados prontamente cuando sintió las patadas inclementes sobre su cuerpo ya gravemente herido, su mundo se oscureció en ese momento quedando inconsciente.

Al llegar a su casa, Kagome entro corriendo y llego a la parte de la casa que estaba totalmente prohibida para ella, aquí vivía su abuela Kaede, la cual no podía ver por que sus padres lo consideraban malo para la enfermedad de ella, Kagome no queriendo lastimarla por ese motivo no la molestaba pero no tenia a quien mas recurrir.

Viendo que no había nadie a su alrededor Kagome entro en la habitación de su abuela, la encontró sentada sobre un escritorio escribiendo una carta, ella volteo y la miro sorprendida.

"¿Kagome, esa eres tu pequeña?" – dijo Kaede.

"si abuela soy yo, perdóname por molestarte pero no se a quien mas acudir" – dijo Kagome.

Kaede la miro mejor y vio el pobre estado en el que se encontraba su nieta, con una cara de tristeza que no pertenecía a alguien de tan corta edad.

"¿qué paso criatura?" – dijo Kaede, fue en ese momento cuando Kagome le relato brevemente toda su historia con Inuyasha y lo que ese terrible día había pasado.

"por favor abuela ayúdalo, te juro que es una buena persona, es el mejor amigo que alguien pueda desear" – dijo Kagome con nuevas lagrimas en sus ojos azules.

"te creo pequeña, ya, ya no te preocupes, todo estará bien" – dijo Kaede, no podía negar que se encontraba profundamente sorprendida por la historia de su nieta, pero siendo que ella misma nunca había comprendido todos esos prejuicios podía entender como era que alguien con el corazón tan grande como el de Kagome era capaz de ver mas aya de ello, así el alma, algo que le tomaba a la mayoría de la gente todo una vida aprender.

Minutos mas tarde Kagome y su abuela se encontraban dentro del coche de ella siendo llevadas por su fiel conductor de toda la vida, él jamás las traicionaría había sido toda una odisea poder subirse al carro sin ser vista, pero no podía quedarse en casa como su abuela lo había sugerido sin saber que era lo que pasaba con Inuyasha.

Al llegar al bosque empezó a buscar desesperada por todas partes, sin ningún existo a la hora de encontrarlo, sintió como un temblor invadía su cuerpo, si no encontraba a Inuyasha nunca se lo perdonaría. Cuando pensó que se volvería loca por el temor lo distinguió a lo lejos gracias a su pelo plateado.

"¡Inuyasha!" – grito Kagome, ella corrió hacia él, estaba bastante mal herido pero parecía estable por el momento, no podía creer la forma en la que esos dos brutos lo habían dejado, él abrió sus ojos y sonrío aun que dolía, pero claro todo lo demás también lo hacia en ese punto.

"Inuyasha, tonto ¿por qué te escondiste?, me costo mucho trabajo encontrarte, me tenia preocupada" – dijo Kagome.

"lo siento Kagome" – dijo Inuyasha con voz apenas audible, la verdad era que ese era el árbol donde la había conocido y llego a el por que quería sentirse mas cerca de ella de alguna manera.

"no Inuyasha yo soy la que lo siente, te han lastimado tanto por mi culpa" – dijo Kagome.

"eso no me importa, aria lo que fuera por ti" – dijo Inuyasha, y era así, lo decía de corazón.

Esa noche Kagome y su abuela llevaron a Inuyasha a casa de un viejo amigo de ella, donde le aseguro iba a ser bien atendido. Él lugar al que llegaron parecía ser un viejo dojo pero bien mantenido, en el fueron recibidas por un hombre extremadamente pequeño, de pelo ya blanco y nariz puntiaguda.

"Kagome, el es mi buen amigo el señor Mioga" – dijo Kaede.

"pasen, pasen son bienvenidos" – dijo Mioga.

Colocaron a Inuyasha sobre una cama ya preparada para él, donde Kagome vio como el pequeño hombre comenzó a examinarlo, después de un rato dio su conclusión.

"fue herido gravemente pero sus heridas sanaran pronto, la sangre de demonio en el ya esta haciendo un estupendo trabajo para curarlo, pero será mejor que se quede aquí uno días hasta que sane completamente, no te preocupes pequeña tu amigo va a estar bien" – dijo Mioga, Kagome y su abuela dejaron a Inuyasha con él y se fueron a la mansión antes de que alguien notara que no estaban.

Inuyasha se despertó poco a poco sintiendo el ahora familiar dolor en todo su cuerpo, de verdad que le habían dado una paliza, pero sus heridas no lastimaban tanto como el saber que no pudo proteger a la persona mas importante en su vida de nuevo, como a su madre, Inuyasha no había podido ayudar a su amiga.

Mioga entro en la habitación y miro al aun pequeño niño, este se encontraba ya despierto, lo cual lo sorprendía de gran manera después de los golpes que había recibido por todo el cuerpo, conocía a muchos luchadores que después de algo así no se pararían en meses, pero sospechaba que las heridas que realmente eran graves las llevaba por dentro, observando los ojos serios que miraban a la hacia la ventana como tratando de resolver un gran misterio.

"hola, Inuyasha yo soy Mioga, ¿cómo te sientes? Le diste a tu amiga un gran susto" – dijo Mioga, tomando una de las sillas de la habitación para sentarse al lado de Inuyasha.

"¿dónde estoy?" – pregunto Inuyasha.

"este es mi dojo, Kagome y su abuela Kaede una gran amiga mía te trajeron aquí para curar tus heridas" – dijo Mioga

"¿qué paso con Kagome?" – dijo Inuyasha.

"esta bien no te preocupes pero sus padres la tienen castigada en su cuarto y no creo que pueda salir de su casa sin autorización en mucho tiempo, eso lo a tenido frenética ya que no puede venir a ver como estas, pero ha llamado todos los días" – dijo Mioga.

"¿cuánto tiempo llevo aquí?" – pregunto Inuyasha

"casi una semana" – dijo Mioga.

Una semana pensó Inuyasha, ahora se daba cuenta de que definitivamente esos malditos lo hacían lastimado esta vez, todo por que no era mas fuerte, si fuera un demonio nada de eso hubiera ocurrido.

"¿en que piensas Inuyasha, que es lo que altera tus pensamientos?" – dijo Mioga.

"no pude protegerla, lo intente y no pude, quisiera…quisiera ser mas fuerte, poderoso, para que así nada ni nadie me separe de aquello que es importante para mi" – dijo Inuyasha mas para si mismo que para Mioga.

"¿te gustaría ser mas fuerte?" – dijo Mioga.

"si" – dijo simplemente Inuyasha, quería ser fuerte por ella.

Mioga miro los ojos dorados de Inuyasha vio tal profundidad de sentimientos en ellos que se quedo atónito al ver el nivel de necesidad con el que expresaba en ellos ese deseo y con ello tomo una decisión.

"se como te sientes Inuyasha, pero lo primero es curar esas heridas tuyas, tienes que estar bien para poder mejorar tus habilidades, además de que no quieres preocupar a es bella niña, pero te prometo que al final te ayudare a desarrollar bien tus poderes, si te quedas aquí conmigo te entrenare para que llegues a ser mas fuerte de lo que jamás soñaste ser, ¿qué dices Inuyasha?" – pregunto al final Mioga, tenia muchos años que no tomaba un pupilo pero viendo a Inuyasha sabia que podía llegar a ser grande.

"¿quieres que me quede? ¿aquí? ¿para entrenar?" – dijo Inuyasha.

"si, quiero que te vuelvas mi aprendiz, he entrenado a los mas fuertes del Japón, y tengo una corazonada de que tu también puedes llegar a ser uno de ellos" – dijo Mioga.

Inuyasha no sabia que decir ante tal propuesta.

"¿estas seguro? ¿no te importa lo que soy?" – dijo Inuyasha.

"lo que tú eres es un niño con gran potencial, por eso quiero entrenarte, ¿entonces que dices? ¿te gustaría quedarte?" – dijo Mioga.

"si… y te prometo entrenar muy fuerte mas que nadie antes" – dijo Inuyasha.

Mioga sonrío ante tal muestra de espíritu de juventud.

"no lo dudo Inuyasha" – dijo Mioga.

Poco después esa tarde Inuyasha recibió una llamada de Kagome.

"Inuyasha, ¿estas bien? ¿cómo te encuentras?" – pregunto Kagome exaltada.

"tranquila todo esta bien, me encuentro mucho mejor" – dijo Inuyasha.

"oh Inuyasha que bueno que estas bien, lo siento tanto Inu, todo es mi culpa, mi padre me dijo que me alejara de ti pero no lo escuche perdóname, debes de odiarme en estos momentos" – dijo Kagome.

"Kagome no te preocupes, lo que tu padre hizo no tiene nada que ver contigo, además no seas tonta Kagome nunca podría odiarte" – dijo Inuyasha.

"gracias Inu, de verdad. Mioga me dijo que vas a quedarte con él a entrenar, me da tanto gusto por ti y en parte también por él creo se sentía solo en ese lugar después de no entrenar a nadie en tanto tiempo" – dijo Kagome, estaba muy feliz por que Inuyasha había aceptad la proposición de Mioga, saber que tenia un lugar seguro donde dormir y comer era un gran alivio para ella.

"ya lo veras Kagome, te prometo entrenar duramente para ser el mejor" – dijo Inuyasha.

Mientras que sus padres no estaban Kagome paso sus días con su abuela era fantástico estar con ella, le contaba grandes historias de todos los lugares a los que había ido en su juventud y de sus grandes aventuras, pero no solo eso lo que también le fascinaba era el echo de que después de lo ocurrido su abuela le estaba enseñando las artes espirituales y sobre todo como sanar con ellas.

Era algo que Kagome amaba tanto que se entregaba de lleno a ello y disfrutaba inmensamente. Kaede por su parte estaba totalmente sorprendida por el poder que veía desarrollándose a un nivel espectacular dentro de su nieta, Kagome al igual que ella tenia el verdadero don, una cosa increíble cuando su madre Kikyo había sido toda una decepción, nunca terminaría de entender donde es que había fallado con Kikyo de esa manera, pero viendo a su pequeña nieta sintió grandes esperanza en ella, quizás ella si podría llegar a ser todo lo que una vez soñó para su madre o quizás mucho mas ya que tenia la corazonada que entrenada de la manera correcta podía llegar a ser muchísimo mas fuerte que ella.

Kagome se despidió de su abuela felizmente y camino rumbo a su habitación, dentro de ella se puso su ropa de dormir y tomo un buen libro para leer un poco antes de dormir, depuse de eso se tumbo sobre su alfombra para comenzar a leerlo, solo que no tubo la oportunidad ya que un golpe la hizo voltear a la ventana y en ella vio a su amigo de pelo plateado sonriendo felizmente.

"¡Inuyasha!" – grito Kagome, mientras se paraba y corría a abrirle la ventana, "¿qué haces aquí?"

"vine a verte claro esta" – dijo Inuyasha sonriéndole de nuevo, mientras Kagome lo abrazaba fuertemente, "mas despacio Kagome aun estoy herido ¿recuerdas?"

"lo siento Inu, es que estoy muy contenta de verte, pero aun así no debiste venir, es muy peligroso, ¿no pensaste que pasaría si te vuelven a atrapar?" – dijo Kagome enojada.

"vamos Kagome, no te enojes, solo quería verte eso es todo, te extrañe" – dijo Inuyasha, viéndola a lo ojos tratando de hacerla entender.

"oh Inuyasha, yo también quería verte pero no soporto la idea de que te vuelva a pasar algo por mi culpa, no quiero decir esto pero quizás sea mejor que ya no nos veamos mas" – dijo Kagome con lagrimas en la cara.

"no Kagome, no digas eso, mira tengo un plan, nos veremos en secreto solo tu y yo aquí todas las noches, nadie mas tiene por que saberlo" – dijo Inuyasha.

"no lo se, es muy arriesgado" – dijo Kagome, ella de verdad quería seguir viéndolo pero nunca lo pondría en peligro deliberado.

"te prometo tomar todas las precauciones posibles ya veras que nadie me descubrirá, nos veremos en las noches y podrás platicarme de todas las cosas que hiciste y aprendiste durante el día y yo vendré y te contare de mis entrenamientos y de lo fuerte que me estoy volviendo, lo veras Kagome todo saldrá bien" – dijo Inuyasha.

"eso me gustaría mucho Inuyasha" – dijo Kagome.

De esa manera pronto se estableció una rutina, Inuyasha todas las noches entraba por la ventana a la habitación de Kagome, donde pronto los dos amigos comenzaron a platicar de un millón de cosas, los temas no parecía nunca acabar, Kagome también le empezó a prestar libros para que se llevara con él, ella sabia que le encantaban aun que él pretendía que eso lo hacia como un favor para ella ya que esas cosas eran para los débiles, él también comenzó a ayudarla con sus tareas de la escuela y con diferentes proyectos que le dejaba su abuela Kaede, por su parte Inuyasha le enseñaba dos que tres movidas de defensa a ella, aun que se quejaba de que no sabia para que lo hacia siendo que él siempre estaría para protegerla y no lo necesitaría, pero también en gran parte lo hacia por que sabia que a su amiga le gustaba aprender de todo, aun que estaba descubriendo que a el también.

Tranquilamente pasaron los días, como pasaron los meses y todo era paz en sus vidas pero había una espina en la recién adquirida felicidad de Inuyasha, sabia por Mioga que el cumpleaños de Kagome se acercaba y deseaba darle tanto un regalo si tan solo poseyera algo que ofrecerle. Pasaron mas días y se encontraba mas desesperado, ¿qué iba a hacer? Pensó frenéticamente, fue cuando le pido ayuda a Mioga.

"mmm...… si tienes un problema grave Inuyasha pero creo tener justo lo necesario" – dijo Mioga, "te are un trato, ve todos los días después de entrenar con un amigo mío que necesita ayuda en su negocio y te pagara cada semana de esa forma podrás ahorrar para comprarle algo a Kagome"

De esa manera, Inuyasha trabaja incansablemente mañana, tarde y noche con un hombre llamado Toya, era una buena persona y lo trataba bien aun que prácticamente lo esclavizaba desde que llegaba hasta que salía pero pagaba bien y eso era lo importante lo malo era que Kagome empezaba a sospechar de algo, ya que él llegaba casi exhausto todas las noches, prácticamente quedándose dormido casa vez.

"Inuyasha, ¿qué es lo que pasa? ¿por qué llegas tan cansado todos los días?" – dijo Kagome preocupada.

"no es nada, no te preocupes" – dijo Inuyasha.

El tiempo transcurrió y el cumpleaños de Kagome era el viernes, de esa forma ese día el cobro su ultimo pago y se fue a la ciudad en busca de algo bonito que comprarle, busco todo el día pero no encontró nada, tenia que ser perfecto para ella, era ya entraba la noche cuando estaba a punto de rendirse que a lo lejos vio una tienda de antigüedades que ya estaba casi por cerrar y entro en ella por curiosidad. Dentro había toda clase de baratijas, de todos los gustos y tamaños, algún día traería a Kagome aquí le encantaría, miro en una de las repisas y dentro vio un hermoso anillo con una piedra azul en incrustado en el, le pidió a un ayudante que se lo mostrar, era muy bello y observándolo de cerca vio que tenia dos palabras escritas en el por dentro, las leyó y fue todo lo que necesito para ser convencido que ese era lo que tanto había buscado.

El anillo costaba casi todo lo que había ahorrado sobrando solo un par de billetes pero Inuyasha los entrego sin pensarlo dos veces, el dinero era algo que solo le interesaba para poder darle a Kagome su regalo. Salio casi corriendo del lugar era tarde ya y ella debía de estarse preguntando donde estaba.

Kagome no sabia que pensar, Inuyasha no llegaba, ¿seria que se le había olvidado su cumpleaños? No podía ser, estaba a punto de echarse a llorar cuando lo escucho tocar por la ventana.

"¿Inu! Al fin llegas, pensé que no vendrías" – dijo Kagome emocionada.

"no Degas tonterías Kagome, no me perdería tu cumpleaños por nada del mundo" – dijo Inuyasha.

Él le dio un abrazo de feliz cumpleaños y emocionada empezó a platicarle todo sobre su día y sobre la mejor noticia, que era que su abuela Kaede había podido convencer a su madre para que fuera entrenada en las artes espirituales, Inuyasha sonrío ante esto estaba feliz por ella, sabia lo importante que era para su persona. Después de un rato los dos amigos se dispusieron a comer el pastel de helado con galleta, el favorito de los dos, Inuyasha lo tomo de la mesa y lo llevo hasta donde estaba Kagome, prendió las 7 velas y espero a que ella apagara al pedir su deseo.

"pide un deseo Kagome, pero que sea bueno, no se cumple siete todos los días" – dijo Inuyasha riendo.

Kagome no tenia mucho que pensar ya sabia que era lo que su corazón deseaba, con ese pensamiento en mente soplo cada una de sus velas, partieron el pastel después de eso y comenzaron a comer.

"Kagome esta fantástico" – dijo Inuyasha entre mordidas.

"mi abuela lo mando a hacer especialmente para los dos" – dijo Kagome, mientras ella también disfrutaba de su rebanada de pastel.

Inuyasha deseaba darle su regalo a Kagome así que después de lo que pareció una eternidad la convenció de subir con él al techo a través de la ventana.

"vamos Kagome no voy a soltarte, te lo prometo" – dijo Inuyasha antes de sostenerla y subirla con el al techo. Ella se aferro a él fuertemente, le tenia miedo a las alturas lo cual era curioso siendo que le encantaban las vistas desde lo alto, pero no podía negar su pánico al mirar la gran distancia que la separaba ahora del suelo.

"mira las estrellas, ¿no se ven fantásticas desde aquí?" – dijo Inuyasha a la vez que la mantenía cerca de él ya que no pensaba dejarla ir ni por un momento.

Kagome miro arriba y a su alrededor y deslumbro cientos de millones de estrellas rodeándolos, era tan hermoso que le quitaba la respiración.

"es maravilloso" – dijo sonriendo Kagome.

Los dos se quedaron en silencio mientras contemplaban el gran manto negro a su alrededor. Viendo esas estrellas ahora al lado de Kagome así reflexionar a Inuyasha de cuanto había cambiado su vida, se sentía profundamente agradecido con ella por eso, era mas de lo que probablemente él merecía pero se lo agradecía de todas formas.

"Kagome quiero darte algo, no es mucho no pude ahorrar la gran cosa trabajando para el amigo de Mioga" – dijo Inuyasha mientras le dada la pequeña cajita.

"Inuyasha ¿es por eso que siempre estabas tan cansado? ¿trabajaste todo este tiempo?"– dijo Kagome.

"si pero te digo no es la gran cosa, no como los regalos que tus padres probablemente pueden darte, pero aun así espero que te guste" – dijo Inuyasha.

Kagome abrió la caja y dentro vio el mas hermoso anillo que jamás había visto estaba hecho en plata, garigoleado por todas partes y tenia la mas bella piedra azul cielo incrustado en el, se quedo muda ante tal, regalo sobre todo al saber que él había trabajado tan duro para conseguir el dinero y poder comprarle algo, nadie nunca en su vida le había dado algo con mas valor sentimental que eso, el acto había tocado profundamente su corazón.

Inuyasha por su parte tomo su silencio como un mal indicativo.

"si no te gusta lo entiendo, no te preocupes, se que es una tontería pero es que cuando vi el color de la piedra me gusto ya que me hizo pensar en tus ojos, son casi del mismo color" – dijo Inuyasha sonrojado al decir algo tan cursi.

"no digas bobadas Inuyasha me lo amo, es solo que no me esperaba algo así de maravilloso" – dijo Kagome.

"¿te gusta de verdad?" – pregunto Inuyasha aliviado.

"por supuesto" – dijo Kagome al tiempo que lo examinaba mas de cerca cuando vio que tenia algo escrito dentro. Dos simples palabras "para siempre". Kagome miro a Inuyasha sin saber que decir de nuevo, el rompió el silencio otra vez

"cuando lo leí sabia que debía ser tuyo, quería decirte que eso es lo que somos lo dos, un "para siempre", sin importar que, ni cuando, ni como, tu y yo seres amigos toda al vida Kagome" – dijo Inuyasha, vio dos pequeñas lagrimas de felicidad escaparse de los ojos de Kagome.

"si Inuyasha, siempre seremos amigos" – dijo Kagome sonriéndole.

Después de un rato los dos se recostaron y empezaron a formar figuras con las estrellas, mientras que él le mostraba una le dijo.

"sabes Kagome cuando miro las estrellas y veo toda esa grandes a nuestro alrededor siento unas ganas de salir y ver que mas hay al otro lado del horizonte, mucha gente al ver su inmensidad se siente insignificante pero yo en cambio lo veo y no puedo evitar llenarme de entusiasmo al punto en que siento que voy a reventar al ponerme a pensar en todas las posibilidades que ofrece el mundo" – dijo Inuyasha.

"se a lo que te refieres, yo me siente de la misma forma, es mas ¿sabes lo que pedí como deseo?... que podamos experimentar todo este mundo juntos, ver, tocar, sentir, descubrir y vivir mil y una aventuras por doquier"

"ya veras que será así Kagome, tu y yo recorreremos este mundo algún día y cumpliremos nuestro sueño" – dijo Inuyasha.

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bueno eso es el final del primer capitulo

espero que les aya gustado

quiero empezar el primer capitulo de inmediato pero tengo un montón de tarea acumulada ya por escribir este pero espero terminarlo pronto para subirlo….

Ely1313