Título: Everybody's broken
Fandom: Twilight/The Host
Claim: Leah/Ian
Disclaimer: ¿Saben quién es esa tal Stephenie Meyer? ¿No? Yo tampoco(?), pero me dijeron que esos dos libros, son de ella, se los juro.
Summary: Y llora. Porque aunque nunca vaya a admitirlo en voz alta, en este punto, todo sólo hace que sus heridas (todas y cada una de ellas) duelan como en el principio. —Drabble, Ian/Leah.
Nota: Ni siquiera me gusta cómo quedó u.u; gracias a Analu por betearlo, teamoespo:D.
«It's ok, to be a little broken,
everybody´s broken, in this life.»
:-:
Ni siquiera tiene una idea (creíble) de cómo es que llegó a esa cueva llena de gente.
Ni siquiera tiene la certeza de en serio estar ahí.
Ni siquiera ha hecho el esfuerzo por hacer que su cabeza lo crea. Su cuerpo se ha adaptado con una increíble velocidad, pero a ella realmente no le importa. Leah cree que hubiera preferido morir de deshidratación en el desierto o algo así, en lugar de estar en ese lugar lleno de gente que ella no conoce y que sólo la hace extrañar más a su familia (a él).
(Él.
Él es Sam.
El que la amó.
El que le rompió el corazón.
El que ella nunca podrá olvidar)
Pero no, no pasó.
(Ella recuerda esos días en los que se sintió perdida y no hizo nada para intentar encontrar algún lugar para quedarse.
Recuerda unas manos tocar su frente y unos ojos azules (tan azules que Leah no ha podido dejar de pensar en ellos, pero sólo en esos ojos) verla con preocupación mientras ella estaba recostada contra una roca mientras deliraba tal vez un poco.
Recuerda oscuridad a su alrededor después de eso.
Recuerda la humedad de las cuevas colarse por su delgada ropa, entumiendo sus extremidades y dándole una molesta picazón en la piel expuesta.
Recuerda...)
(Una mano recorriendo su frente. Unos ojos preocupados observándola siempre. Un pequeño amago de sonrisa cuando camina fuera de la oscuridad de los túneles.)
Y en días como esos, se siente tan vacía y exahusta realmente de todo. Por eso desaparece varias horas, se esconde en los huecos más oscuros que puede encontrar o sale la superficie.
Y llora.
Porque aunque nunca vaya a admitirlo en voz alta, en este punto, todo sólo hace que sus heridas (todas y cada una de ellas) duelan como en el principio.
(Y todas esas veces una mano acaricia su cabello, unos labios susurran que «Está bien. Está bien estar rota.» y besan sus mejillas. Y unos ojos azules, esos ojos, la observan con preocupación y algo más.)
