Hola a todos, ¿Cómo va todo?

Bueno, algunos ya habrán leídos trabajos anteriores míos, sino, ¡Bienvenidos sean! Estoy encantada de tener gente por aquí :)

Este es un nuevo proyecto que no tendrá una duración muy larga y es un ITASAKU. Este es el segundo fic con el que me arriesgo a crear una continuación, así que espero que disfruten.

** Dato sobre el fic: Algunas escenas y personalidades de algunos personajes están basados en hechos y personas reales.

Derechos de personajes y bla, bla, bla a Kishimoto (¡él la lleva!)


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NO ME DEJES RECORDAR

No te enamores dos veces de la misma persona porque la segunda vez

solo te enamoras del recuerdo...

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Hacía frío… eso sentía…

El cuerpo le pesaba y algo semejante a un martilleo atacaba sus sienes, dándole dolor en cada célula de su organismo. Con algo de voluntad se incorporó sobre el colchón donde yacía, mirando a todas direcciones en busca de algo o alguien, cualquier cosa, y a la vez, no buscando nada.

No tenía sentido.

Su visión estaba nublada, pero no fue suficiente para cegarla del asombroso espectáculo que le brindaba la luna llena en lo alto del cielo a través de la ventana a unos metros de ella. Era hermoso.

… Pero ella no sabía cómo se llamaba eso… no lo reconocía, solo lo observaba.

El pitido de una maquina a su lado la distrajo un momento y de a poco fue uniendo los hilos de lo que estaba sucediendo.

Una máquina, la cama donde estaba, los muros blancos… ella no había estado ahí antes, ¿Qué era todo eso? ¿Qué nombre tenían los objetos que la rodeaban? ¿Por qué un tubo se incrustaba en su brazo?

El miedo ante lo desconocido hizo que comenzara a llorar, pero ni siquiera eso era capaz de comprender ¿Por qué sus ojos derramaban gotas saladas? ¿Qué eran?

De un estremecimiento se puso de pie y arrancó los cables y tubos intravenosos que estaban unidos a su cuerpo, haciendo que gimiera de dolor. Perdió el equilibrio y sus piernas se doblaron, provocando que cayera al suelo. Todo era blanco, y eso si podía distinguirlo pese a estar a oscuras, iluminada solamente por el resplandor lunar.

Los colores. Ella recordaba los colores…

Se arrastró por el suelo hasta llegar a una puerta, de la cual intentó sujetarse por el pomo, pero que grande fue su sorpresa al notar que ésta se abría por el movimiento perpendicular que ella había ejercido, dándole acceso a un baño, el cual ella no reconocía en lo absoluto.

Sus piernas estaban dormidas, pero aún así se obligó a sí misma a ponerse de pie de una u otra manera. Cuando logró estabilizarse gracias al apoyo sobre el lavabo, sus ojos se abrieron desmesuradamente al ver a una persona frente a ella.

No, no había nadie enfrente. Era ella misma frente al espejo, nadie más.

El cabello rosa se esparcía en todas direcciones, y además se notaba sucio y grasoso, como si no lo hubieran lavado en mucho tiempo. Sus ojos estaban demasiado opacos y unas espantosas bolsas descansaban bajo sus parpados, dándole un toque enfermizo y débil. Su cuerpo – o lo que podía apreciar de él – estaba delgado y pálido, recalcando sus huesos, en especial los de los hombros y las costillas.

No se reconocía a sí misma en esa bata blanca y ese cuerpo deteriorado. Simplemente no podía darle crédito a lo que veía, y si no hubiese sido por sus colores definitivamente no se habría encontrado.

Si, sus colores: rosa y verde.

Caían lágrimas sin detenerse, una tras otra.

Tenía un miedo incomprensible. No sabía dónde estaba, cómo había llegado ahí, cuánto tiempo llevaba en ese lugar o la razón de su estancia…

No sabía ni siquiera su nombre…

Presa del pánico, ella comenzó a andar a la salida del baño con la mayor velocidad que podía, y una vez de vuelta en el dormitorio se dirigió a la otra puerta que estaba al costado del dormitorio, a los pies de la cama y contraria a la enorme ventana con la luna llena.

Giró el pomo y un baño de luz cayó sobre ella, haciendo que le dolieran los ojos. Todo estaba iluminado y reluciente, de colores muy claros. No había nadie, y no sabía si eso le alegraba o le asustaba, pero aún así comenzó a recorrer el camino que tenía de frente con una mano apoyada del muro para darse estabilidad.

Puertas, puertas y más puertas. Eso era todo lo que tenía el pasillo, además de relucientes luces que venían del techo.

Ella subía escaleras y también las bajaba. Giraba a la izquierda, y luego a la derecha, entraba a dormitorios oscuros y otros luminosos, pero aún así no sabía que buscaba.

Llegó a un piso donde las luces del pasillo estaban menos brillantes y donde las puertas tenían una ventanilla por la cual podía ver al otro lado de éstas. Un sonido la alertó por detrás y pudo apreciar que venía de un dormitorio con la puerta abierta. Lentamente se acercó y asomó la cabeza para ver la razón por la cual se oían sollozos y gemidos.

Una mujer yacía acostada sobre la cama con la vista perdida en un bulto que estaba entre sus brazos. Ese pequeño manojo de frazadas era lo que producía el llanto, y ella no podía dejar de sentirse atraída por él.

- Buenas noches

Ella desvió su mirada del bebé que lloriqueaba y miró a la madre de la cría, quien le sonreía cálidamente. Ella no sabía si responder o adentrarse a la habitación, por lo que simplemente se limitó a sonreír de vuelta y se giró para marcharse, cerrando la puerta a sus espaldas.

Una calidez baño su corazón y con una sonrisa en los labios decidió seguir recorriendo el pasillo. Revisó otras cuantas puertas, encontrándose con ancianos, niños, hombres y mujeres de distintas edad y características, quienes se encontraban durmiendo. El que más había llamado su atención había sido un pequeño niño con la cabeza rapada y una serie de tubos incrustados en sus brazos y su pecho, pero quien aún así mantenía una bella sonrisa en los labios, de seguro estaba teniendo unos sueños muy bonitos.

Una punzada de dolor había golpeado su cabeza, provocando que se sujetara el sector afectado.

Había recordado algo más: los sueños.

Ella había estado soñando antes, estaba segura, pues aún algunas imágenes se reproducían en su mente como rollos de películas. Pero había algo más… ese sueño era triste, doloroso… eterno ¿De verdad solo había sido un sueño? ¿Por qué se sentía tan… real?

Otra punzada atacó sus sienes, haciéndole fruncir las facciones. Ahora todo era más nítido…

Estaba en un hospital.

Apoyó su espalda contra el muro y miró el techo. Estaba justo en una escalera, por lo que apenas llegaba luz, lo cual agradecía. Había reconocido el camino, y si no se equivocaba, si bajaba y doblaba en algunos pasillos iba a regresar a la habitación donde había despertado. Se propuso regresar, pero entonces vio los escalones que llevaban al piso superior, y no pudo resistir la curiosidad.

Con mucha delicadeza fue levantando los pies, avanzando de uno en uno por los peldaños. Una vez arriba apreció la oscuridad total del pasillo, a excepción de unas cuantas habitaciones, las cuales tenían las puertas levemente abiertas.

Debía regresar, lo sabía, pero quería seguir viendo el tipo de persona que estaba en ese lugar al igual que ella. Niños, ancianos, bebes, madres, todo. Algo la invitaba a seguir recorriendo ese pasillo, y no tenía lógica.

Nada tenía coherencia en realidad.

Se detuvo para observar la luna en lo alto, y poco a poco las imágenes comenzaban a llegar a su mente. Si, definitivamente ella estaba en un hospital, y además no era la primera vez que estaba ahí, entonces, ¿Por qué no podía recordar cómo llegó ahí? Los muros blancos la invitaban a recordar, los sonidos y murmullos entre los pasillos se le hacían cómodos, como si fueran parte de ella, y la luna… esa luna le quería decir algo, ¿Qué era? El dolor de cabeza le dio una punzada horrible en toda la zona parietal, haciendo que gimiera y se lanzara al suelo mientras se tironeaba los rosados cabellos. El dolor era horrible y tan agudo que le distorsionó la vista y le hizo escuchar un desagradable pitido en los oídos.

Se sentó en el frío suelo y apoyo la espalda contra el muro, regulando la respiración e intentando convencerse de que la jaqueca ya se iba a pasar. Abrió los ojos después de un rato y fue como si cientos de imágenes pasaran frente a ella. Ella de niña con sus amigos, sus padres, la escuela, cuando consiguió su licencia de conducir, cuando su novio la dejó, cuando tuvo uno nuevo, cuando terminó con este último, la reunión en casa de un vecino, cumpleaños, fiestas, juegos, risas y lágrimas, todo pasaba demasiado deprisa, golpeándola mentalmente.

- ¿Qué mierda me ocurre? – se preguntó afligida. Recordó a su familia, a ella misma, a sus amigos y a toda la gente con la que se había relacionado, más o menos, ¿pero porque no pudo recordarlos hasta hace unos momentos? ¿Por qué los había olvidado?

Se levantó claramente confundida y se apoyó del muro para no caer. De alguna forma llegó hasta ahí, pues ella no tenía el don de la tele-transportación, pero la pregunta era cómo, por qué.

Decidió regresar a su habitación, ya se lo preguntaría a una enfermera más tarde o a sus padres… o a quien fuera, daba lo mismo.

Avanzó dos pasos y miró a los alrededores para asegurarse de que ninguna enfermera estuviera por ahí, pero realmente lo dudaba ya que la luz del pasillo estaba apagada.

- Debería estar encendida – se dijo. Los hospitales siempre debían tener iluminado los pasillos, ¿Por qué justo este estaba particularmente a oscuras?

A la izquierda del pasillo se extendía un muro con largos ventanales, los cuales exponían la luna, y a la derecha se encontraban las habitaciones. Ella tuvo que agudizar la vista para percatarse que al final del pasillo no había salida, pero si había una puerta que de seguro daba a una habitación. Entonces comprendió en que parte del hospital se encontraba; era el sector privado, en el cual la gente más adinerada podía pagar su exclusividad, aunque no por eso mejor trato, no era un lugar corrupto.

Sabía que no debía, pero la puerta de al final estaba entreabierta y no pudo controlar su curiosidad, ¿Qué tal si un artista estaba ahí? Bueno, ya estaba bien perdida de todas formas, y si había alguien ahí le pediría ayuda.

Antes de esa habitación había otras tres por el costado derecho, pero esas tenían la puerta cerrada y solo una de ellas tenía la luz encendida, pero le daba vergüenza tocar y adentrarse, así que continuó hasta el final.

Asomó la cabeza con cuidado de no ser vista, y como no había escuchado ruido alguno no se preocupó demasiado en encontrar a alguien. Tan solo quería ver si las dichosas habitaciones eran más amplias y cómodas como se las imaginaba.

Las cortinas estaban cerradas, así que su visión era nula, pero con la luz de la luna que se filtraba detrás de ella por el pasillo pudo apreciar la puerta del baño y una pequeña mesita típica de cada habitación. Quiso ver más, pero para eso tenía que mover la puerta y eso la ponía nerviosa, ¿Qué tal si había alguien? ¿Y si llamaba a una enfermera y la metía en problemas? No gracias, ya suficiente tenía con la amnesia.

- Para la próxima entonces… - susurró inconscientemente, sujetando el pomo dispuesta a retirarse.

- ¿Quién está ahí?

Ella no pudo evitar llevarse ambas manos a la boca y cubrirse los labios por haber sido escuchada, ¿Qué diablos estaba pensando?

- ¡Bravo!, ¡Muy bien hecho! ¡En vez de amnesia debo tener estupiditis! – se reñía internamente por su falta de juicio – Tal vez si no hago ruido me puedo ir sin que me note…

- Sal de ahí, ya te he escuchado.

Mierda.

- L-Lo siento… - se disculpó ella sin atreverse a entrar, pegada a la puerta y al pomo – Estaba perdida, solo buscaba a alguien…

- Hm, ya veo… - habló la persona desde la habitación. Era hombre, pero ella desconocía por completo que edad podía tener, su voz sonaba demasiado madura y ronca para ser adolescente, pero no creía que fuera viejo, algo le hacía creer que no.

- Me disculpo de nuevo, ya me voy. Lamento haber molestado.

- ¿Y a dónde iras si estas perdida? Entra, te diré como volver – dijo el extraño. Sonaba a una orden, pero era demasiado cordial para ser interpretada de esa forma.

- No se preocupe, ya me las arreglaré – dijo ella. No es que le molestara entrar, sino que le avergonzaba molestar.

- Entra, no te voy a hacer nada – habló nuevamente él.

Bien, en las películas esta es la parte en la que la niña boba entra y es asesinada o violada, ¿Se regía esto también en los hospitales? Es decir, esas escenas solo se daban en bosques o lugares abandonados… ¡¿Qué tenía que hacer?

La puerta rechinó debido a la fuerza que aplicó, causando que se moviera. La oscuridad era absoluta, pero no le provocó miedo, ni siquiera por el hecho de no poder distinguir nada nítidamente y saber que había alguien más ahí dentro.

- El interruptor está en la misma pared por si quieres encender la luz – le dijo el hombre con indiferencia, casi como un susurro.

- Le podría molestar los ojos – comentó ella más para sí misma que para su acompañante - ¿Prefiere que corra las cortinas?... hay luna llena.

- Hm, a tu gusto – contestó y ella pudo percibir el movimiento de las sábanas y el crujir de la cama. De seguro se estaba sentando ya que no parecía el sonido de alguien poniéndose de pie.

Se acercó hasta las ventanas – las cuales eran sin duda más amplias que en su habitación - y corrió las cortinas, dejando que la luz lunar los iluminara. Se giró para hablar con el hombre, pero las palabras se quedaron en su boca al verlo.

La luminosidad era baja, pero como los ojos de ella se habían acostumbrado a las penumbras no le costó diferenciar sus rasgos. Era muy joven, pero sin duda mayor que ella. La piel clara y el sector de brazos y hombros – los cuales no estaban cubiertos por las frazadas de la cama – estaban tonificados y se veían gruesos. La nariz recta y el mentón cuadrado terminado en punta, con las orejas no muy grandes y en esos momentos cubiertas en su mayoría por mechones de cabello negro, el cual estaba siendo recogido en una coleta baja por su dueño. Era guapo, y mucho, pero no era eso lo que descolocó a la chica, sino el recuerdo que él evocaba en ella, como si lo conociera de antes, quizás de siempre, y a la vez no dejaba de ser un completo extraño, ¿Se conocían? Ese cabello, esa esencia…

Y esos ojos negros.

- ¿En qué habitación te quedas? – preguntó con la voz ronca y los ojos puestos en los suyos.

- Yo… n-no lo recuerdo – respondió aún pasmada por la presencia del chico, pero con completa sinceridad.

- ¿De verdad no recuerdas como volver? – indagó él. Mierda, por supuesto que sabía cómo regresar, pero mintió para no verse tan idiota y por los nervios del momento, ¿Cómo le iba a decir que entró ahí por curiosidad? Diablos…

- No, lo siento… desperté hace poco y no recuerdo nada. Ni siquiera… ni siquiera recuerdo mi nombre.

- Vaya… -al parecer eso si había impresionado al chico. Cuando la escuchó en la puerta pensó que era una de las tantas enfermeras que lo habían estado acosando, pero al notar que no era ninguna de ellas le habló. Algo en la voz de esa desconocida se le hacía familiar, pero no sabía que podía ser.

- No se preocupe, ya me iré e intentaré buscar a alguna enfermera – dijo con una sonrisa la chica, aunque por desgracia él no la pudo percibir.

- No, tranquila – habló él con amabilidad – Intenta explicarme el camino que tomaste y veré si puedo ayudarte, sino, yo mismo llamo a una enfermera con el botón ¿Te parece?

- ¿Esta seguro?... De verdad no quiero causar molestias.

- Sí, estoy seguro. Me llamo Itachi, por cierto – aseguró el chico antes de presentarse – lamento no poder conocer tu nombre…

- Si, yo también.

Eso hizo que Itachi riera suavemente, sin exagerar y con un toque de elegancia que provocó en ella un sonrojo. Reía de manera bonita.

- Tendremos que hacer algo con eso – comentó él mientras apoyaba la espalda en la mullida almohada y cerraba los ojos, ajeno a la vergüenza que invadió a la chica por su tonto comentario.

- Debo dejar de pensar con los pies y reconectar las neuronas ¡Shanaroo! – se decía ella, mordiéndose el labio para olvidar la escena anterior.

- ¿Tu apellido tampoco, o sí? – preguntó él de la nada, sacando a la chica de su ensimismamiento.

- No, tampoco Itachi-san…

- Solo dime Itachi, no creo ser tan mayor que tú – dijo él mientras volvía a mirarla.

- Si, está bien, Itachi… ¿Qué edad tiene?

- Tengo veintitrés – contestó él – así que siéntete libre de tutearme.

- Si, está bien.

- ¿Y cómo es que has llegado hasta aquí? – le preguntó él con serenidad mientras volvía a abrir los ojos y perdía las pupilas en un punto muerto en la pared de enfrente.

- Verás Itachi… es que cuando desperté no reconocí nada y me asusté. Los tubos entrando por mi piel, no ver a nadie a mi alrededor… no sabía qué hacer – ella comenzó a bajar la mirada hasta sus pies sintiéndose apenada por decirle la verdad, pero no sentía valor para continuar con su mentira.

- Así que saliste de ahí, ¿o me equivoco?

- S-Si…

- Y entonces te perdiste…

- Pues…

Se sentía demasiado avergonzada, ¿Qué iba a pensar de ella? Odiaba mentir porque nunca fue buena simulando u ocultando cosas, y además sus manos temblaban con facilidad y sus mejillas se ponían demasiado rosadas, sin mencionar que comenzaba a tartamudear y no era capaz de sostenerle la mirada a nadie.

-… deambulaste hasta llegar aquí, el segundo piso del hospital en el ala este, y luego entraste a esta habitación para pedir ayuda, ¿Me falta algo?

- ¡Se que suena mal, de verdad lo lamento! – explotó ella por la verdad que estaba por escapar de los carnosos labios del moreno, quien se vio un poco impresionado por la actitud de la chica.

- Hm, por tu reacción deduzco que no estás perdida, ¿verdad?

- Lo siento tanto… lamento haberte despertado y haber molestado – gimoteó ella nerviosa y muy apenada.

- Yo estaba despierto – dijo él un poco ansioso por calmar a la chica – no tienes por qué preocuparte.

- De verdad intenté ser silenciosa… solo quería conocer las habitaciones de este sector, lo juro.

- Pequeña, no me debes ninguna explicación. No estoy molesto.

- Pero…

- Enserio, tranquila… Al principio creí que eras una enfermera, pero tus pisadas eran demasiado suaves y tranquilas para ser una de ellas, por eso te hablé.

- ¿Mis pisadas? – ella se había calmado por las palabras de Itachi, pero habían surgido nuevas incógnitas en ella, ¿de qué estaba hablando?

- Si, tus pasos. Los escuché desde mi cama – explicó él tranquilamente.

- Pero si evité hacer ruido… de hecho ni siquiera yo misma me escuché.

- Hm, ven acércate – pidió Itachi mientras le tendía una mano a la confundida chica, quien dudo en tomarla pero finalmente cedió.

- ¿Qué… qué haces? – preguntó ella completamente sonrojada por las caricias que el moreno le daba en la mano.

- Eres una chica joven, no más de veinte y mayor de quince. Tienes las uñas relativamente largas y no son blandas, por lo que no eres una de esas personas ansiosas que se las muerde frente al nerviosismo, sino de las que juegan con su cabello o se muerden el labio.

Ella liberó su labio de inmediato cuando él dijo eso, ¿Cómo lo había sabido? Itachi no la había mirado en ningún momento ya que tenía los parpados cerrados… ¿Cómo?

Itachi le hizo una señal para que se sentara a su lado, de manera que quedara de frente a él y ella lo hizo por mera curiosidad por lo que iba a proseguir. Sus recuerdos iban y venían, pero casi podía estar segura de que jamás nadie le había mirado de la forma en que lo hizo él. Cuando el moreno abrió los ojos ella no sintió que la mirara, sino que veía algo más, algo… dentro de ella. Sus ojos no se movían de los de ella, por lo que no pudo soportar la increíblemente profunda mirada de Itachi y tuvo que apartar los ojos.

- Eres realmente adorable – dijo él, haciendo que ella abriera los ojos sorprendida pero incapaz de voltear el rostro a mirarlo, con el corazón a punto de salírsele del pecho – ¿Aún no te has dado cuenta?

- ¿Darme cuenta de qué? – inquirió ella mientras observaba las flores dentro del florero en la mesita al lado de la cama.

- De esto – respondió él, tomando el mentón de ella con la mano derecha y girando su rostro para ponerlo frente al de él – observa bien.

- ¿Observar… qué? – preguntó ella demasiado nerviosa por la cercanía, la cual extrañamente no resultaba incomoda.

- Lo que yo no puedo.

- ¿Eh?

Ella divagó por su rostro como un niño en un dibujo. Era tan guapo que no parecía real. Todo en él era simétrico; sus labios, su nariz, su mentón e incluso sus manos. Lo miró directo a sus ojos, perdiéndose en la noche que se ocultaba en ellos… tan profundos, tan misteriosos…

tan lejanos.

- No me puedes ver – dijo ella con la voz hecha un hilo. Itachi no la estaba mirando, y de hecho nunca lo hizo.

- Me encantaría poder hacerlo – dijo él con esa carisma que ella había comenzado a disfrutar – perdí la vista hace una semana. Estoy esperando un trasplante ocular.

- Pensé que me habías estado mirando - habló ella, sin poder creer que Itachi era ciego. Él soltó su rostro y ella de inmediato tomó su muñeca para levantar su mano nuevamente – creí… creí que me conocías.

- ¿Debería? – preguntó él asombrado. Es cierto que la voz de ella le sonaba familiar, tal vez en efecto ellos ya se conocían.

- No lo sé. No le estas preguntando a la persona correcta je, je – rió suavemente la chica.

- Lo siento – le acompañó él en la risa. Ella había tomado su mano y puso entre los dedos de él algunos de sus cabellos rosados - ¿Qué haces?

- No me preguntes por qué, pero creo que ya nos conocemos… algo en ti se me hace muy familiar, Itachi-kun. Quizás tú puedas decirme quién soy.

- Tu voz también se me hace conocida, pequeña, pero eso no explica porque tengo tu cabello entre mis dedos – dijo él mientras acariciaba el mechón que ella había puesto en sus manos.

- Es que si nos conocemos tal vez alguna vez hayas tocado mi cabello o mis manos, pero eso último no hizo ningún efecto… Tengo el cabello rosa y los ojos verdes, ¿Me recuerdas?

- Es poco común en verdad, pero no, lo lamento… espera, creo que…

- ¿Recordaste algo? – preguntó ella de inmediato al ver que las facciones de él se contraían.

- Dime, ¿Alguna vez has usado el cabello largo?

- ¿Largo? Pero si me llega por debajo de los hombros…

- Más largo, hasta la cintura quizás – dijo Itachi ansioso. Se estaba volviendo divertido descubrir quién era esta niña.

- Pues no lo recuerdo… las imágenes llegan a mi mente de manera extraña y solo me recuerdo de niña, y en esos momentos tenía el cabello corto, hasta los hombros, ¿Por qué?

- Creo que mi hermano tiene una fotografía con una chica así. Es algo antigua, de cuando él tenía trece años, creo – contestó Itachi pensativo, intentando hacer memoria.

- ¿Trece? ¿Y qué edad tiene tu hermano ahora? ¿Cuál es su nombre? – ella estaba entusiasmada pues sentía que cada vez estaba más cerca de la verdad.

- Ahora mismo tiene dieciocho, próximo a los diecinueve. Se llama Sasuke Uchiha…

- ¿Sasuke… Uchiha? – repitió ella sintiendo como el corazón se le oprimía. Decirlo le había dolido, la había entristecido, ¿Por qué? En su memoria había distintos niños, pero no podía darle un nombre a cada uno pues no los recordaba. Con suerte recordaba el nombre de sus padres.

- Si – continuó Itachi – va al instituto Konoha y está en su último año, ¿Te suena?

- Yo… - no sabía cuando, pero las lágrimas se juntaron en su ojos y cayeron cálidamente por sus mejillas. Ese chico… ¿Por qué le dolía pensar en él? ¿Quién era?

- Estas llorando, ¿Te encuentras bien? – Itachi se alarmó al sentir la lágrima sobre su palma y no supo lo que era hasta llevársela a los labios. Sujetó el rostro de ella y limpió las gotas desde su nacimiento.

- No sé porque, pero creo… creo que si lo conocí. Su nombre me quema por dentro – contestó ella en un susurro, mirando a Itachi.

- Entonces es posible que seas la chica de la fotografía. Nunca le pregunté tu nombre, pero creo que ambos eran amigos.

- ¿Amigos? – cuestionó ella con la voz rota, disfrutando de la caricia que el moreno le daba.

- Si… mi hermano no es muy hablador, y de hecho no deja que casi nadie se le acerque a excepción de algunas personas. Creo que tú eras una de ellas, bueno, tu y Naruto…

- ¡Naruto!

Fue como si un balde de agua fría hubiese caído sobre ella, bañándola con el recuerdo de un rubio chillón y alegre que disfrutaba hacerles bromas y, y…

-… Es mi mejor amigo –dijo ella incrédula ante el nuevo descubrimiento.

- ¿Naruto? Hm, entonces si eres tú. En la fotografía que te mencioné él también aparece junto con Kakashi, ¿Lo recuerdas a él?

- No, lo siento… - contestó aún pasmada por haber recordado a Naruto.

- De seguro tenías una amistad muy profunda con Naruto y por eso lo recordaste de inmediato… ¿Por qué no puedes recordar a Sasuke? Me resulta curioso…

- A mí también – dijo ella.

Itachi le hizo más preguntas sobre su pasado para averiguar algo, pero fue completamente inútil. Ella no recordaba nada.

- Sasuke nunca habla de nada conmigo, no sé cómo ayudarte, pequeña…

- Has hecho más de lo que imaginas, Itachi-kun, gracias… pero aún me queda una duda.

- ¿de qué se trata? – preguntó él mientras bostezaba. Llevaban cerca de dos horas hablando y el sueño de no haber dormido en todo el día le estaba afectando.

- Dices que solo me has visto en una fotografía pero que has escuchado mi voz antes, ¿Cómo es eso?

- Hm, tampoco lo sé – dijo él. No estaba acostumbrado a responder con esa frase, pero no veía lógica en su relación, ¿de dónde se conocían?

- … Se ha hecho tarde, Itachi-kun, deberías dormir – comentó la peli rosa mientras se fregaba los ojos. Ella también estaba cansada.

- Tu también, cerezo…

- ¿C-Cerezo? – el apodó le llamó la atención e hizo que se sonrojara. Sonaba bonito si él lo decía.

- Tu cabello es rosa, como los árboles de cerezo en primavera, ¿Te molestó que te llamara así?

- ¡No!, es decir, no, no me molesta Itachi-kun… me gusta – confesó ella con una cálida sonrisa

- Entonces así te diré hasta que descubra tu verdadero nombre.

- Esta bien, Itachi-kun – dijo alegremente ella mientras se levantaba de la cama – ¿crees… crees que pueda venir mañana por la noche también? Me gustaría volver a verte…

- Te estaré esperando – contestó Itachi. Su cuerpo se sintió cálido con la presencia de ella y mucho más con lo último que dijo. En lo profundo, él también quería volver a verla.

- ¡Es una promesa! – dijo la peli rosa con determinación junto a la puerta – duerme bien… te veo mañana, Itachi-kun.

- Buenas noches, cerezo.


Esto es algo así como una introducción. Se que el final fue algo rápido y pareció que Sakura quería salir corriendo, peor no crean eso xD de hecho no quería irse jajaja

Quizás el próximo sea más largo, no sé :B todo depende. Estará en dos semanas yo creo, es que debo terminar mi otro fic y estoy trabajando en otro más además de estos dos. Como sea, los dejo y espero volver a tener lectores por aqui... ¡Viva el itasaku!

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Domingo 1 de Julio / 2012.-

22:12 p.m

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