CAPITULO 1
Mi nombre es Leah Clearwater y hoy es el peor día de mi vida.
Como cada día caminaba desde mi trabajo en el Pub, a la parada del bus para encontrarme que una vez más lo perdí. Ahora tenía que esperar durante tres cuartos de hora a que pasara el siguiente. Podría soportarlo con paciencia poniéndome los cascos y la música bien alta pero mala suerte la mía hoy tuvo que llover. Consecuencia los tres cuartos de horas se me iban a hacer eternos, con la maldita lluvia mojándome porque no traje un paraguas. Lo que me faltaba ya era encontrarme con algún cliente borracho que se quisiera propasar lo cual no seria extraño, teniendo en cuenta que todos los hombres que se acercaban a la barra a pedir algo querían acostarse conmigo y lo demostraban pasando su numero entre los billetes, a la hora de cobrarles.
Ya de lejos podía ver como un borracho se acercaba tambaleándose y cliente o no, me puse a caminar hasta la siguiente parada, no quería problemas a las cinco de la mañana.
Me puse a caminar cuando un coche pasó a mi lado y para acabar con la noche, o el día dependiendo del punto de vista me mojo entera. ¿Alguna otra cosa más que me pudiera suceder?
Terriblemente enfadada seguí caminando, esta vez para despejarme. Al mirar atrás para comprobar si el borracho seguía mi camino pude ver a lo lejos un coche venir a una alta velocidad, rápidamente me aparte lo más posible de la carretera y así no volverme a mojar cuando el auto redujo velocidad al llegar a mi, y el dueño bajo la ventanilla.
Mierda, esto era lo ultimo que me podía suceder ya, que cualquier viejo me secuestrara.
- Hola, ¿Podía indicarme como llegar un lugar?- pregunto la voz de un chico joven.
Un tanto aliviada me pare completamente y me acerque al auto, su conductor era un joven casi de mi edad, de ojos increíblemente dorados, con un pelo desordenado cobrizo y un traje impecable de marca echo a medida.
- Si por supuesto- dije inmediatamente antes de perderme en sus ojos dorados- ¿Dónde quieres ir?
- Quería ir a un restaurante italiano, creo que se llamaba algo así como… Marcus o… algo parecido.
- Se cual dices, pero en estos momentos esta cerrado- comente con educación- Creo que lo vendieron hace poco y ahora tiene nuevo dueño.
- Ya, lo se pero me han citado allí.
- Esta bien, te indico.
Comencé a indicarle como llegar pero tuve que parar ante su cara de confusión.
-Para un momento porque no me entero de nada- dijo- Espero que no te suene a mal pero como te veo en apuros, yo te dejo cerca de tu casa y tú me indicas desde allí.
- Mi madre me dijo que no montara en el coche de extraños- conteste.
- Eso tiene solución mi nombre es Edward Cullen, ¿Y Tú?
Que chico, no solo estaba bueno si no que era educado.
- Señorita desconocida.
- Muy bien señorita desconocida suba al auto y considéreme su taxi gratis de hoy.
Hoy no era mi gran día pero subir al coche del tal Edward no podía arruinarlo más y estaba deseosa de llegar a casa para acostarme, por que mañana tenía clase.
Así que subí al auto de chico y le indique como llegar a mi casa.
- Señor Cullen le estoy enormemente agradecida por llevarme en su coche, pero sepa que no me fio de usted ni lo más mínimo- comente admirando el interior del caro auto.
- ¿Y quien me dice a mi que me he de fiar de usted?- salto él- A lo mejor es una sicópata que engatusa a los hombres para después matarlos en su casa
- ¡Estoy en tu auto!
- ¡Y tu me indicas como llegar a tu casa!
Ambos guardamos silencio salvo por un par de indicaciones más, dentro del auto estaba bien calentita, así que cuando llegamos a mi casa no quise salir de allí por culpa del frio que hacia fuera.
- Gracias por traerme- dije sonriendo.
- De nada, ahora solo me tienes que decir como llegar al restaurante.
- Justo a dos calles en paralelo de esta.
- Vaya, menos mal que se me ocurrió traerte.
- Gracias Edward Cullen y adiós.
Salí del auto y me fui directa a la puerta del bloque de apartamentos donde vivía con mi hermano y nuestro primo.
Mire hacia atrás observando como el coche se marchaba y después entre. Internamente, al llegar al recibidor del apartamento agradecí que aquel extraño me hubiera traído a casa, pero tenía que haber sido más cuidadosa por que podría haberme pasado algo, sin embargo algo me dijo todo el tiempo que el joven no iba a hacerme nada.
Por fin estaba en casa y en mi cuarto, así que aproveche el poco tiempo que me quedaba para cambiarme de ropa y acostarme un poco antes de ir a clase horas más tarde.
Días más tarde.
Hoy hacia un precioso día, casi caluroso para el lugar en el que vivía, entusiasmada me puse una camiseta de mangas cortas mis vaqueros y un jersey de punto fino por si refrescaba. Iba perfecta para ir a clase.
Salí de mi cuarto y me encontré desayunando a mi hermano y nuestro primo, Seth y Jacob.
- Buenos días- salude besándoles en la mejilla.
Ambos eran jóvenes fuertes y altos, mi hermano Seth un poco menos que Jacob pero daba igual, yo siempre le vería perfecto. Ellos iban conmigo a la universidad, acaban de entrar en primer año mientras que yo iba tercero y era la mejor alumna de mi curso.
- ¿Cuándo viene mama?- pregunto Seth.
Nuestra madre vivía en Forks junto a nuestro padrastro y su hija que era casualmente mi mejor amiga/ hermanastra y la novia de mi primo. En estos momentos ella vivía allí por que a la muy torpe se le paso el plazo de matriculación.
- No lo se, tiene que solucionar una vez más el desastre de Bella- comente preparándome una tostada.
- Hey no te metas con mi novia- salto Jacob.
- Te recuerdo que es mi hermanastra- conteste pacientemente.
- Si pero ella tiene razón, Bella se olvido de nuevo de echar matricula en la universidad y eso que entre los tres se lo recordamos como un millón de veces.
- Si bueno, ella es algo despistada pero al menos no se monta en el coche de un desconocido
Y de nuevo salto el tema, el mismo día que conocía a Edward se lo conté a Bella y tonta de nosotras no sabíamos que los dos estúpidos nos espiarían.
- No era un desconocido- salte enfadada.
- Hermanita no sirve de nada que nos digas su nombre- comento Seth sirviéndose más zumo- Saberlo solo nos ayuda para investigar sus antecedentes penales.
- ¿Y que pasaría si no fuera un delincuente?
- Prima, dices que llevaba un coche caro y tenía mas o menos tu edad, ten por seguro que es un delincuente o un niño pijo- siguió Jacob- El caso es que es lo mismo, no le conocemos.
Seguimos con el mismo tema un poco más hasta que me harte, de tal manera que les deje con la palabra en la boca para ir a coger la mochila. Para un maldito chico guapo que hay en este dichoso lugar, que es Alaska y me tienen que fastidiar la fantasía.
Agarre la mochila y algo de dinero y baje de nuevo para irme a clase.
- ¿Comes hoy con nosotros?- pregunto Seth antes de verla marchar.
- ¡Si, a la hora de siempre en el sitio de siempre!- grite antes de salir corriendo hacia la parada del bus.
¿Por qué me pasaba la mitad del día metida en autobús? Definitivamente tenía que comprarme un coche, no uno caro como el de Edward, si no algo más… acorde a mi economía. También podía esperar a Bella y pedirle prestado su camioneta para ir de un lugar a otro, éramos hermanastras después de todo.
Al llegar al campus me fui directa a mi clase, iba distraída de todo lo que había a mí alrededor pensando en cuanto me costaría un coche cuando le vi.
Edward Cullen se hallaba parado apoyado en su magnifico Volvo rodeado de un pequeño grupo de personas compuesto por cuatro estudiantes más. Todos ellos magníficamente vestidos con ropas muy caras.
Pensaba acercarme a saludar a Edward hasta que note como discutían, no ha gritos por supuesto, sino con tensas voces y expresiones de frías. Solo por eso decidí alejarme y pasar desapercibida, sin embargo no pude. Edward me reconoció al instante, no se exactamente como, porque la noche que nos conocimos era oscura y las luces no iluminaban los suficiente.
- ¡Hey chica desconocida!- grito llamando mi atención mientras corría hacia mi- ¿Qué tal?
Oh dios mio, a la luz del día era aun más hermoso y ahora que le podía observar mejor comprobé que era alto, a su lado podría ponerme tacones de infarto y seguir siendo bajita. Sus músculos no estaban excesivamente trabajados pero se notaba que era fibroso, y su pelo… demonios era cobrizo y suave con un aire despeinado.
- Muy bien- conteste rápidamente temiendo perderme en sus ojos dorados- ¿Y tú? ¿Llegaste al restaurante?
- Oh si, y estoy bien- respondió- ¿Estudias aquí?
- Si, o al menos lo intento.
- Graciosa- dijo- Esa es una cualidad que me gusta en una mujer.
- También tengo otras cualidades.
- Y espero poder descubrirlas más tranquilamente-su mirada se dirigió hacia sus amigos- Te tengo que dejar, otros asuntos requieren mi atención pero espero poder quedar contigo algún día y conocernos mejor.
- Por supuesto, cuando tu quieras.
Un momento, ¿cuando se puso a ligar conmigo? Pero que digo, ¿Cuándo empecé a seguirle el juego?
Sus amigos le gritaron algo que no entendí y el volvió nuevamente la vista hacia ellos lanzándoles toscas miradas.
- Al parecer tus amigos necesitan tu ayuda- dije siguiendo su mirada.
- Si, mis hermanos y sus parejas necesitan toda atención y ayuda que yo pueda prestarles- comento un tanto fastidiado- Te dejo señorita desconocida.
Edward me cogió la mano y el beso caballerosamente, yo solo pude sonrojarme. Me gustaba, podía llegar a ser un chico encantador al que tener como amigo.
- Me llamo Leah- salte de improviso cuando le vi darse la vuelta- Leah Clearwater.
- Hasta luego Leah Clearwater.
