Disclaimer: Los personajes le pertenecen a S. Meyer y la trama está basada en una historia creada por Idea Factory, Reject y Zexcs.
Hola a todos, ha pasado bastante tiempo desde que publico una historia. Esta en especial, aún no la termino de escribir pero sentí que era el momento correcto para compartirla con ustedes.
Esta nueva historia esta basada en la trama de un anime que lleva el mismo nombre, aunque van a haber algunos cambios con respecto a la actitud de los personajes, en especial de la protagonista, y también le voy a agregar algunos detalles para hacer que la trama tenga más sentido. Va a ser un fanfic relativamente largo, unos 48 capítulos mas o menos.
Así que sin más detalles, espero que disfruten de la lectura y comenten que les parece o si tienen alguna sugerencia.
CAPÍTULO UNO
Dentro de una iglesia polvorienta y destrozada por el paso de los años, las únicas voces que se escuchaban era la de mi padre junto con la mía.
—¡¿Qué dijiste?! ¿Fuiste convocado por una iglesia extrajera? —grité sin poder controlar mi rabia.
—No grites dentro de la iglesia, Bella —me susurró papá, con su voz sorprendentemente tranquila —Cálmate un poco, por favor.
—Que me calme, dices. Creo que cualquier persona reaccionaría así… ¡Después de escuchar semejante locura!
En respuesta, mi padre me lanzó una severa mirada, eso hizo que bajara la cabeza avergonzada. Pasaron varios minutos antes que me tranquilizara y me atreviera a hablar de nuevo:
—Esa misión en el extranjero… ¿Dónde dijiste que es?
—Hmm. Al parecer es en… Europa Oriental.
—¿E-Europa Oriental? ¿El este de Europa?
—Así es, Bella. De hecho, tú no lo sabes pero cuando era joven viví un tiempo allí.
—Pero… ¿Qué pasará con esta iglesia?
—No te preocupes por ello, esta iglesia pasará a manos de mi sucesor inmediatamente. Además… Si algo sale mal en Europa, tú estarás a salvo, aquí en Estados Unidos.
—¡¿Qué?!
No podía creer lo que estaba escuchando. Sentí que mis ojos se humedecían y mi respiración se aceleraba, mis manos se cerraron en puños. Padre, quizás notado mi rabia, posó sus manos sobre mis hombros.
—Bella, escúchame con atención… Yo estaba pensando en… Ir solo a Europa, entiende que es demasiado peligroso como para llevarte conmigo.
—Pero… No puedes, papá… Déjame ir contigo, por favor.
No puede retenerlo más, sentí como gruesas lágrimas corrían por mis mejillas, mi mirada se nubló rápidamente y no pude ver la expresión de mi padre.
—Bella, vivir alejado de ti… También es doloroso para mí. Por favor, entiende que es por tu bien.
Estaba enojada, dolida y, por sobre todo, triste. Sabía que el trabajo era importante para mi padre pero no podía creer que era más importante que yo.
—¿Por mi bien? ¿Te parece bien dejar a tu única hija viviendo sola? ¿Acaso no puedes rechazar la petición?
—He pensado en eso miles de veces pero… Esta es una misión que… Sólo papá puede cumplir.
—¿Que sólo tú puedes cumplir? ¿Qué clase de misión es?
Papá se estaba comportando raro, en todo este tiempo no me había mirado a los ojos ni una sola vez.
—Eh… D-De cualquier manera, quédate tranquila, hice los arreglos necesarios para que sigas con tu vida normalmente. Me iré mañana por la noche y mientras dure mi viaje, podrás quedarte con la familia que vive en esta dirección.
La mano de mi padre temblaba ligeramente mientras sacaba un papel del bolsillo de sus pantalones y me lo extendía.
—¿Hmm? ¿Quiénes viven allí? —pregunté bastante confundida.
—Nunca te hablé acerca de ellos, ya que, son… Familiares muy lejanos. Pero tienen lazos con la iglesia, así que, ellos entienden la situación.
No tenía otra opción más que hacerle caso a mi padre, de todos modos no creo que sea por mucho tiempo. Así que, con ese pensamiento, me resigné y guardé el papel en mi bolso.
—Vale, como sea.
Verde, verde y más verde. Eso era todo lo que podía ver a través de la ventana del taxi que mi padre llamó para que me llevara a la casa de mis parientes lejanos.
Sentí como mis manos sudaban y las ganas de vomitar se intensificaban. Estaba muy nerviosa, no conocían a ninguna de las personas con las que iba a vivir, tampoco sabía nada de ellos, ni siquiera sus nombres. Además, me aterraba pensar que quizás no les agrade…
—¡Señorita! —Me sobresalté al escuchar un furioso grito masculino.
Mi vista se dirigió hasta aquel molesto ruido para encontrarme con el taxista, sus abundantes mejillas estaban rojas y me miraba como si quisiera lazarme por la ventana.
De repente, caí en cuenta sobre lo que estaba sucediendo y le devolví la mirada sintiéndome bastante culpable. En todo el recorrido había estado tan absorta con el paisaje y con mis propios pensamientos que seguramente el pobre hombre ha de haber tenido que hablarme por mucho tiempo y yo sin prestarle una mínima atención.
Miraba como la boca del taxista articulaba unas cuantas palabras mientras movía sus brazos exageradamente hacia mí.
—¿Eh? —dije tontamente al darme cuenta que, nuevamente, no le estaba prestando la suficiente atención.
—Lle-ga-mos. —repitió el hombre con voz cansina.
¿Llegamos? ¿Tan rápido?
Miré por la ventana pero todo seguía verde, cientos de árboles se alzaban construyendo lo que parecía un infinito sendero. Volví mi vista hacia el taxista quien, con un brusco movimiento de cabeza, me indicó hacia el otro lado.
Me giré sintiéndome un poco avergonzada y lo que vi fue sorprendente. Allí había un inmenso jardín de rosas, por un lado estaban cientos de rosas rojas y por el otro habían pálidas rosas blancas. Todo protegido por un alto portón de rejas negras que se perdían entre los árboles que rodeaban el lugar.
Y no sólo eso, lentamente me bajé del taxi para admirar mejor la gigante mansión que se encontraba al centro del hermoso jardín. Tuve que alzar mi vista para contemplarla por completo, era impetuosa, el sólo mirarla te robaba el aliento.
—No puede ser, debe haber algún error con la dirección… —susurré hacia el taxista.
Pero no había rastros de él. A mi lado sólo quedaba mi solitario equipaje, miré hacia ambos lados pero el taxi definitivamente ya había desaparecido.
Vaya, pero que impaciente resultó ser el taxista, pensé un poco enojada.
Aún así me armé de valor para caminar hasta el portón y empujarlo con todas mis fuerzas. Este cedió un poco, lo suficiente para poder pasar junto con mi maleta, y así, seguí avanzando recto por un pequeño camino de piedras que separaba por color a las hermosas rosas.
Maravillada, caminé un poco más lento por ese sendero hasta que llegué a una gran puerta doble. Suspiré fuertemente antes de tocar la puerta.
Nada.
Volví a tocar esta vez con más fuerza y más insistentemente pero, de nuevo, no hubo ninguna respuesta. Esperé unos minutos y estaba dispuesta a tocar nuevamente cuando, de repente, la puerta se abrió de par en par, mostrando a un señor de edad quien tenía una expresión de absoluta seriedad.
Grité asustada, no había escuchado sus pasos acercándose ni nada y además, él era realmente intimidante. Volví a mirarlo para fijarme en que iba vestido con un uniforme de mayordomo.
—Eh.. Hola, mucho g-gusto, soy… —comencé a presentarme pero el señor repentinamente tomó mi maleta y se dio vuelta, caminando dentro de la mansión.
Sentí como escalofríos corrían por mi cuerpo, eso fue bastante extraño. En contra de mis deseos pero sabiendo muy bien que no tenía otra opción, entré a la mansión siguiendo al señor de uniforme.
Lo primero en que me fijé fue en la casi absoluta falta de iluminación, sin mencionar que era bastante tarde y el sol ya comenzaba a ocultarse. Seguí caminando por una alfombra de color rojo oscuro hasta que llegué al principio de unas grandes escaleras, me detuve sintiéndome absorta en el exuberante lujo que adornaba el vestíbulo.
Aterrada, me fijé en que el señor había desaparecido silenciosamente. Miré a mi alrededor y, además de las escaleras sólo había una puerta abierta a mi izquierda.
Sin tener idea de donde me llevaría pero sintiéndome incontrolablemente curiosa, entré por la dichosa puerta.
