Mi gemela, 3R, es una maniática, ¿qué porqué hace estas cosas?... ¿a mi qué me cuentas? Pregúntale, en fin...
Estaba atascada, no sabía cómo seguir y me lo ha pasado a mi, eso significa que a partir del capítulo VI las cosas van a cambiar un poco para el sastquatch y el rubito :P
Yo no soy tan regular como ella, colgaré los primeros capítulos uno al día hasta el sexto y después, pues... ya veremos, dependerá si os parece bien el nuevo rumbo o de lo que tarde en escribir lo que falta.
Nuestra beta sigue siendo Nem (Nora29) que es la persona más fabulosa del mundo (ains si no nos separara un océano (^_^)
Lo que odio de estas cosas es la ficha, pero en fin, creo que haré un copypaste de la suya en el Supernatural_foro:
"Se trata de que tengo en marcha un fic a medias que no se cómo voy a terminar (pero que terminaré), se trata de que tenemos por delante tres semanas sin los niños y hay que superarlas de algún modo, y se trata de que últimamente me he leído unos cuantos libros de los Dark hunters de Sherrilyn Kenyon (nunca me acuerdo como se escribe) y si habéis leído alguno, pues sabréis que la imaginación suele activarse un poquillo...
Y si no habéis leído ninguno, pues son entretenidos y muy fáciles de leer , os los recomiendo, pero no es necesario para este fic, porque intentaré explicar quien es cada personaje... aún a riesgo de ser repetitiva.
Os sitúo: empecé a escribir ésto antes de Navidad, por lo que la historia arranca con Sam y Dean cada uno por su lado y no tengo planes, de momento, de que Castiel aparezca.
Protagonistas: Los niños, y un grupo bastante extenso de personajes de las novelas que iré presentando poco a poco.
Título: DE AMOR Y VENGANZA
Autora: Yo y puede que el gemelo también meta mano... ya veremos (Ya he metido mano, jeje...)
Tema: Pues amor, venganza, sacrificio, algo de acción... son los Winchester: esas cosillas que suelen ir tras ellos...
Calificación: NR-13, avisaré si algún capítulo se sube de tono (Como va a cambiar lo pondré en adultos...)
Estado: WIP
Descargo de responsabilidades: tendré que asumir que después de ésta me meten en la cárcel por escribir algo tan malo , así que ya sabéis cada uno de su padre y de su madre
Ya está, empezamos:"
NOTA DE 3R:
Me da rabia por los comentarios de Green y de los demás, pero tuve un problema con la cuenta y se me borró esta historia mientras intentaba configurar lo de las fotos (Sí, soy así de torpe) y al cambiar el rumbo de la historia, de ser un OB a ser algo más, pensé que era mejor que se hiciera cargo el gemelo...
Pues eso, vamos a empezar,
De Amor y venganza
Prologo:
El último cazador oscuro
Los dioses lo saben, siempre lo supieron. No se deben mezclar panteones pues peligrará el equilibrio del Universo y no se deben mezclar realidades paralelas pues entonces lo que peligrará no será ese equilibrio, sino el Universo en su conjunto.
Cuando los dioses antiguos crearon las leyes del Mundo no contaron con los humanos y su libre albedrío. Sus rígidas normas que las criaturas de sus PROPIOS panteones no osaban cuestionar, se volverían en su contra cuando Artemisa, la diosa de la caza y creadora de los Dark Hunters, eligió a su último cazador.
Nueva Orleans, hace siete meses.
Sam Winchester llevaba un tiempo sin ver a su hermano, la única familia que le quedaba en el mundo. Con su metro noventa y seis y su cuerpo de atleta, el menor de los hermanos Winchester no parecía en absoluto el cerebrito empollón que Dean afirmó toda la vida que era.
Él sabía que no era tan inteligente como el mayor creía, si lo hubiera sido habría sabido lo que todos intuyeron a la vuelta del cazador desde el Purgatorio: su hermano estaba demasiado dañado para continuar recibiendo golpes. (Hasta el condenado vampiro que se había convertido en el confidente de Dean lo sabía)
Los ojos rasgados de Sam, de un color oliváceo que podía cambiar de un matiz azul grisáceo al verde, pasando por tonalidades doradas o plateadas, escudriñaban el lugar buscando alguna trampa o algo que no encajara en la información que tenía. Se retiró el cabello largo y castaño del rostro endurecido por la experiencia y se dirigió decidido al almacén abandonado junto a los muelles del noroeste de la ciudad criolla de Nueva Orleans.
Según Garth, esa era la última ubicación que tenía del cazador más veterano. Dean Winchester se había metido solo en un nido de vampiros. Sam había tenido la secreta esperanza de que Benny (el vampiro que ayudó a su hermano a escapar del Purgatorio y que había provocado la mayor pelea entre ambos desde que empezaron a cazar en solitario) estuviera con él. Pero había localizado al antiguo pirata en Miami y aunque no llegaba a confiar en él estaba claro que no conocía el paradero del mayor de los Winchester. Incluso se había ofrecido a acompañarle. Pero no había aceptado su ayuda.
Sam subió sigilosamente a las oficinas de la nave industrial, tan abandonadas como el resto. El polvo, la humedad, la pintura desconchada, hacían creer que no había pasado nada por allí en más de veinte años. Sin embargo, el zumbido de uno de los intercomunicadores indicaba que la electricidad funcionaba.
Despacio descolgó el auricular, tapó el micrófono y escuchó:
"Seguro, subió a la planta superior"
"Tal como predijo el jefe"
Colgó lentamente, convencido de que hablaban de él y de que se había metido de cabeza en la boca del lobo. Pero eso no le aclaraba si tenían a Dean y en qué condiciones. Debería capturar a alguno de ellos e interrogarlo.
Bajó a los almacenes con el mismo cuidado. Con todos los sentidos a flor de piel se dirigió a una puerta que permanecía abierta. Dentro no había luz.
- Sabía que acabarías apareciendo Sam – la voz de su hermano tenía un cierto deje burlón, aunque sonaba descorazonadoramente vacía.
- ¿Dónde estás? ¿Por qué desapareciste así? – el cazador retrocedió unos pasos hacia la puerta, la oscuridad no le dejaba ver el rostro de su interlocutor – Dean
- Ahora soy uno de ellos
Escuchó unos pasos en la oscuridad y consiguió entrever la silueta de su hermano. No podía creerlo. Dean no se habría convertido en vampiro y si lo hubiera hecho no le habría tendido una emboscada. ¿O sí?
Estaba rodeado. También envueltos en la profunda oscuridad del almacén podía percibir la presencia de más criaturas. Criaturas que parecían emitir una frialdad y una oscuridad que no había apreciado anteriormente en nada de lo que habían cazado. Intentó forzar la vista, pero la única silueta distinguible era la de su hermano.
- Dean, te conozco, sé que no me harías daño… - musitó sin tenerlas todas consigo
- Eso fue antes de que te deshicieras de mí como de una mierda – replicó la figura en la oscuridad sin ninguna emoción.
- Dean, tú ya has luchado contra esto y sabes que podemos pararlo…
- Demasiado tarde Sam.
Tenía razón, no había nada que le hicieran reconocer a Dean Winchester en la imperturbable criatura que tenía frente a él. No le quedó más remedio que defenderse, pero el mayor había sido quien le enseñó a luchar y la desolación por haberlo perdido definitivamente lo distraía en un momento en el que necesitaba toda su concentración para permanecer vivo.
Salió del almacén y en la puerta había tres vampiros más que parecían sacados de una de esas novelas del estilo de las que escribía Carver Endlund. Auténticos clones de modelos de pasarela, ojos azul hielo, pelo rubio platino y tan altos como el mismo cazador. Los que le siguieron por la puerta, otra media docena, eran como salidos de la planta de producción en cadena de los primeros. El Winchester sacudió la cabeza preparándose para decapitar "Vampiros arios", estos tipos podrían haber sido perfectamente el sueño de Hitler.
El último en salir fue Dean. Se apoyó indolentemente en el marco de la puerta y sonrió de una forma extraña dejando ver un par de colmillos cerca de las comisuras de los labios. Sam no lo entendía, ¿Se estaba riendo de él?, ¿Por qué mostraba sólo un par de colmillos? El resto imitó a Dean y mostraron tan sólo dos colmillos.
- No lo matéis, Stryker quiere éste para él – Advirtió Dean a los otros vampiros – ni se os ocurra tomarlo vosotros.
Hasta el último instante, Sam Winchester creyó que su hermano lo ayudaría. Perdió la esperanza cuando le vio inmóvil mientras los otros vampiros saltaban sobre él. Eran bastante torpes para el tipo de criaturas a las que se había enfrentado anteriormente, cortó un par de cabezas antes de que aquellos tipos tomaran precauciones para acercarse.
Se quedó horrorizado cuando vio que dos de ellos se bebían la sangre de los decapitados haciendo que los cadáveres estallasen en una nube de polvo. ¿Qué clase de vampiros eran éstos?
Un susurro nervioso recorrió a sus asaltantes "¡Urian!". A primera vista el tal Urian era un clon rubio platino de casi dos metros de altura, igual que los vampiros que se enfrentaban a él. Pero había algo más, en la forma de moverse, como si fuera algo tan antiguo como un alfa. Y sus ojos, azules, de un tono que helaba la sangre de quien los contemplaba. Dean entró al almacén huyendo del recién llegado.
Urian se deshizo del resto de clones clavándoles un puñal en mitad del pecho y volatilizándolos en una nube de polvo y algo más que Sam identificó como almas humanas. El cazador se volvió al recién llegado en guardia, este tipo era bastante más duro que los otros; hasta Dean había huido al escuchar su nombre.
- Tranquilo humano, estoy aquí para protegerte – dijo aquel ser con una voz que parecía sacada de un desván
-Si claro, pero quédate donde estás.
- Aún tengo que rescatar al otro humano.
- ¿Perdona?
El tipo creó algo en el aire, una especie de bola de plasma que lo absorbió dejando a Sam Winchester intentando racionalizar lo que había visto. Y no se podía decir que el cazador no hubiera visto cosas extrañas durante toda su vida. Entonces recordó por dónde había huido su hermano y lo siguió.
Después de tanto rato, sus ojos se habían acostumbrado a la oscuridad que ya no era tan densa. Oyó voces al fondo, una de ellas era la de Dean. Aunque no podía escuchar qué decían, parecía estar pasándolo mal, lo oyó gritar. Algo se movió dentro de él, puede que fuera un vampiro, y que le hubiese tendido una emboscada, pero seguía siendo su hermano y si tenían que obligarle a cazarle, quizás aún hubiera una forma de recuperarlo.
Las voces se volvían más claras, y el joven cazador estaba casi convencido de que Dean le necesitaba. Parecía que se negaba a algo y que su interlocutor le estaba torturando a juzgar por los alaridos de dolor. Abrió la puerta y parpadeó al volver a verse rodeado, esta vez sólo eran dos de esos vampiros rubios y Dean, que le recibió con unos ojos tan vacíos que comprendió que sólo había fingido para atraparle.
Los dos tipos lo sujetaron de los brazos con una fuerza más acorde con la de un demonio que con la de un vampiro. Ambos lucían el tatuaje de un sol amarillo con un dragón negro en la mano derecha.
- Estos son Spathi, Sam, son Daimons mucho más duros que los que se ha cargado Urian – Explicó el Winchester traidor - ellos te llevarán con Stryker
- ¿Quién coño es Stryker? – gritó tratando de soltarse – Dean, por favor.
Una bola de luz se formó en la habitación y una hermosa mujer contempló a Sam con aspecto asqueado.
- Mi reina – saludó Dean teatralmente inclinando la cabeza
- Mátalo, no podemos permitir que Stryker consuma su alma
- ¡Pero! ¿Estáis segura mi reina?
- Esta vez el Rey tendrá que conformarse, mátalo – tal como había llegado la mujer desapareció.
Dean cogió el puñal mata demonios y se acercó a él. "Ya la has oído" El puñal se clavó sin vacilación en su estómago subiendo hasta su pecho. El dolor terrible no se podía comparar a la amargura de comprobar con qué facilidad, sin dudas, sin remordimientos, Dean cumplía la orden de su supuesta reina. El "¿Por qué?" se quedó en la mente de Sam sin llegar a salir.
El mundo se esfumó y supo que estaba muerto. Su alma gritó angustiada, no quería irse, quería quedarse, quería saber, quería venganza.
- ¿Estás seguro humano?
Sam creyó que alucinaba, frente a él en mitad de un vacío sin paredes o suelo o techo. Flotando suspendida en medio de la nada había una figura asombrosa. Sus ojos verdes, como hojas tiernas de un almendro, su cabello rojo de un tono anaranjado que caía largo y grácil en tirabuzones sobre sus hombros desnudos y el escote de un vestido de gasa blanco, plisado a su alrededor cómo la representación de una diosa de la Grecia clásica.
- ¿Eres Afrodita?
Para cualquier diosa del Olimpo, compararla con la que se consideraba la más bella criatura del universo, posiblemente se habría sentido halagada por la confusión. Pero Artemisa no era cualquier diosa y su ego sólo era comparable al de su hermano Apolo o al de su propio padre, Zeus.
- No, humano, soy la diosa de la Luna y de la vida y he escuchado tu grito de venganza – el desconcierto del espíritu que tenía frente a ella la obligó a ser más clara – Soy Artemisa y te ofrezco veinticuatro horas para cumplir tu venganza a cambio de tu servicio por toda la eternidad.
- Un precio demasiado alto, no gracias.
- Eres un cazador de lo sobrenatural Samuel Winchester, te ofrezco serlo por toda la eternidad. Sin remordimientos, podrás salvar muchas vidas humanas y tendrás un hogar y gente que cuidará de ti. Eso que para ti ya es un premio sería el pago que tú tendrías que hacerme para poder vengarte. ¿Sigues pensando que es demasiado alto?
Nunca había querido ser cazador, siempre había querido ser el chico de al lado. Sin destacar, viviendo una vida tranquila. Pero, por otro lado, Dean le había traicionado, le había matado sin dudar como si nunca hubiera significado nada para él y Sam necesitaba saber por qué. No sólo eso, si realmente se había convertido en un vampiro sin corazón, el más joven de los Winchester no podía permitir que continuara con vida, porque su hermano, el auténtico Dean, la persona que lo había criado y lo había cuidado durante toda su vida, hubiera preferido mil veces la muerte antes de convertirse en algo así.
- Es un precio muy alto, pero también es justo – musitó Sam aceptando la oferta – seré uno de tus cazadores.
Nueva Orleans, en la actualidad.
La vieja camioneta gimió como un animal moribundo cuando su conductor aparcó junto al Santuario. Era un bar-restaurante de moteros y los clientes habituales miraron de mala manera al conductor de ojos azules y ropa de marino de los años cincuenta que bajó indeciso y se acercó a la entrada.
Un tipo enorme, de más de dos metros de altura y cuadrado como un armario ropero le miró de arriba abajo recitándole el lema del negocio "Entras por tu propia voluntad, así que entra en paz o vete en pedazos". Respondiendo con un "No hay problema, sólo vengo a buscar a un amigo" Benny Lafitte entró en el ruidoso local, lleno hasta los topes, buscando con la mirada hasta que lo encontró en una esquina de la barra, desplomado sobre sus brazos.
No sabía cómo lo había hecho. No había nada en el Universo que pudiera indicar a Dean Winchester que su hermano seguía en este mundo y que este lugar era uno de los sitios por dónde empezar a buscarle. Y ahí estaba, cierto que no sobrio o capacitado para investigar, pero había sido capaz de llegar ahí después de los meses de coma, de la costosa recuperación. Aunque cualquiera diría que estaba recuperado.
Uno de los gigantescos camareros, casi un calco del portero, le miró de mala manera. Ellos sabían lo que era, como sabían que no era el único ente sobrenatural dentro del bar. De hecho, los humanos podían contarse con los dedos de las manos. Y un humano dio muestras de volver a la vida al levantar la cabeza para pedir otro whisky.
- No hace falta amigo – intervino el vampiro reteniendo el brazo de Dean Winchester
- Déjame en paz, Benny – gruñó el humano con los ojos inyectados en sangre y un aspecto más propio de un vagabundo que de un cazador.
- Venga hermano, déjalo por hoy.
- Sí, hermano – se rio con una carcajada grotesca levantándose y tirando el taburete
- Llévate a tu bolsita de sangre de aquí – una mujer altísima con unos ojos que podían partir por la mitad a quien la mirara de frente le indicó la puerta al vampiro
- No dará problemas, ¿De acuerdo? Me lo llevo ya – El vampiro se echó a Dean casi a cuestas y arrugó la nariz por el olor a alcohol.
- No quiero irme – gruñó el humano sobre su espalda totalmente ebrio – aún soy capaz de hablar sin morderme la lengua
Con una paciencia infinita Benjamin Lafitte sujetó a su amigo para salir sin más encontronazos con los habituales del local o sus empleados. No tuvo mucha suerte, mientras lo retenía en pie para pagar la abultada cuenta (parecía mentira que pudiera beber de esa manera sin reventar) Dean se enderezó como si le hubieran inyectado anfetaminas en vena y escudriñó el bar como un depredador.
Siguió su mirada, la música había cambiado abruptamente de un potente tema de "The Killers" al clásico "Sweet Home Alabama". Casi la mitad de los clientes del bar se apresuraban a salir mientras dos hombres y una chica hacían su espectacular entrada. Realmente sólo te fijabas en el más alto (Con bastante más de dos metros como para no fijarse).
Como si estuviese hechizado Benny se encontró repasando al recién llegado, aparte de su absurda altura, aquel muchacho (no aparentaba más de veintidós o veintitrés años) vestía de una forma que hubiera atraído cualquier mirada. Cabello negro, con un par de mechones de color turquesa en el flequillo, largo hasta los hombros, unas gafas de sol totalmente opacas e innecesarias en la penumbra del bar. Chaqueta de motorista negra, con tachuelas, pantalón de cuero negro con cadenas y unas enormes botas con la suela de metal y hebillas con forma de calaveras. Mentalmente, el vampiro llamó payaso al chico y siguió ocupándose de su amigo.
- Vamos hermano – musitó el vampiro palmeándole el hombro. Pero Dean había visto algo en lo que él no se había fijado.
- ¡Sam! – gritó de repente el borracho - ¡Sammy!
Trastabillando y chocando con un par de clientes del Santuario a los que derramó las bebidas, Dean corrió hacia la puerta por dónde sólo pasaba el personal del bar y por dónde había desaparecido el trío de recién llegados. Automáticamente los dos tipos que había arrollado se plantaron frente a él impidiéndole el paso.
- Le has tirado la bebida a mi amigo – Fury Kattalakis se interpuso entre el sucio humano y la puerta que protegía el oculto mundo de los Peltier.
- Déjame pasar – gruñó el cazador desesperado, intentando alcanzar la puerta por dónde había visto desaparecer a su hermano – quítate de mi camino.
- Tendrás que ser más amable amigo – Remi Peltier había dejado de lavar vasos, sujetó los brazos del humano y empezó a arrastrarlo a la salida, no usó demasiada fuerza, no era el primer humano borracho al que rompía algún hueso por sacarlo "suavemente" del Santuario – te advertimos que no se toleran peleas aquí dentro.
No había mucha gente que pudiera resistirse al were-oso. Incluso sus cuatrillizos debían unir fuerzas cuando estaba alterado para poder reducirlo. Pero ese humano era escurridizo, y aunque parecía escuálido comparado con Remi logró zafarse y alcanzar la puerta de servicio.
Se encontró con una atractiva mujer, que guardaba bastante parecido con el mastodonte del que acababa de huir, la acompañaba otra belleza tan alta como ella y de aspecto peligroso. Frenó en seco, desconcertado, pero ellas le bloqueaban el paso así que apartó a la que tenía más cerca.
Al tocarla, la mujer gritó como si la hubiera golpeado desconcertándolo aún más. Murmurando un hosco "lo siento", Dean se detuvo a comprobar qué le ocurría pero ella gritaba más aún, como si tenerlo cerca le doliera.
- ¡Sam! – gritó el rubio enorme que le había intentado sacar antes… no, espera, no era ese, era el portero - ¡Suéltala!
Lo apartó de un fuerte empujón, no lo había lanzado por los aires pero Dean perdió el aliento al chocar contra la pared. Podía llevar un tiempo fuera de juego, pero si eres un cazador reconoces lo antinatural cuando te patea el culo. Todo rastro de ebriedad desapareció. El portero no era humano, estaba completamente seguro.
- ¿Qué mierda sobrenatural eres tú? – lo enfrentó sin miedo
El que sí lo había sujetado antes y otros dos más, idénticos (sólo se diferenciaban en la ropa y lo largo que llevaban el cabello) lo habían acorralado en el vestíbulo que comunicaba el Grill-Bar de moteros con las habitaciones exteriores.
- Se lo explicaré a tus huesos fuera – Dev Peltier se aseguró de que su pareja se recuperaba del toque del humano. Ese tipo debía ser un auténtico monstruo – Aims avisa a Ash, dile que Samia lo necesita.
- Joder, vaya nombrecitos…
El vampiro que acompañaba al humano se acercó a ellos. Benjamin sabía que su amigo lo tenía muy crudo para salir de ahí con vida. Aquellos seres parecían muy protectores con los suyos y muy orgullosos y nadie se preocuparía por el humano maloliente y descerebrado que los había provocado. Nadie salvo él, por supuesto, ese idiota le había enseñado lo que significaban las palabras amistad y lealtad.
- ¿Qué haces Benny? – murmuró Dean Winchester consciente del movimiento del vampiro
- No rehúyo una buena pelea hermano – sonrió el no muerto entornando sus azules ojos
- Esto está jodido, lárgate – ordenó el cazador controlando a los tipos con los que chocó en el bar – no son humanos, tío.
- Lo sé.
El que había lanzado a Dean contra la pared volvió a atacarle, esquivó un puñetazo pero no un arañazo que, a juzgar cómo quedó su camisa, parecía más un zarpazo de oso. Benny retuvo a los dos del bar, uno se convirtió en lobo blanco y el otro también se convirtió en lobo en un destello y casi alcanza su yugular si el humano no lo hubiera apartado de una patada.
El arañazo del pecho del cazador sangraba, y el olor aturdió al vampiro que ahora debía luchar también contra sí mismo y su sed de sangre. Las dos mujeres ahogaron un grito al ver cómo brotaban los colmillos del monstruo que a duras penas se contenía.
Sólo empeoró la situación. Los lobos lo acorralaron y Dean tenía bastante con los cuatro tíos enormes e idénticos que no tardarían en atraparlo de una manera u otra. El cazador aún se defendía bien, a pesar de todo. Y Benny sonrió esquivando por los pelos uno de los lobos y golpeando al otro antes de que lograra morderle.
- ¡Basta Dev! – gritó la mujer que habían llamado Samia - ¡Parad!
- ¡Tú también Fury! – intervino la que habían llamado Aims
Aceptando las órdenes de ambas, los lobos recuperaron la forma humana, pero el que llamaban Remi logró alcanzar a Dean, golpeándolo y dejándolo sin sentido. El vampiro se inclinó sobre el cazador comprobando que aún respiraba y protegiéndolo, aunque ahora tenía muy pocas posibilidades de salvarlo y salvarse a sí mismo.
- Basta Remi – el tío de antes, el de los dos metros y pico, y el traje de motero gótico estaba allí como por un condenado arte de magia – dejadlos, pueden irse.
- Ash, me parece muy bien que vengas, que traigas a tus amigos, pero no voy a consentir que un humano lastime a mi mujer – gruñó Dev
- ¿Quieres discutirlo Deveraux? – aunque su aspecto era de un joven en los primeros veinte años, el recién llegado desprendía una autoridad inapelable.
- Si no vuelvo a verlo por aquí, su amigo monstruo puede llevárselo – gruñó el oso arcadiano – pero si le vuelvo a ver lo destrozo.
- Si tocas un solo pelo de su cabeza seré yo quien te destroce – Advirtió el nuevo Dark hunter.
Benjamin Lafitte miró a los ojos negros como la noche de quien había sido Sam Winchester. La última vez que se vieron el vampiro se hizo cargo de un inconsciente y destrozado Dean que creía que su hermano había muerto. Durante meses había intentado ayudar a un amigo que no hablaba, no comía, no se movía…
Benny había conseguido a base de paciencia y falsa rudeza que empezara a reaccionar. Esta había sido la primera vez que había salido solo por la ciudad y tenía que haberse dado la puta casualidad de ir a parar al único sitio dónde podía encontrar a Sam.
El Winchester más joven miró con furia al vampiro. Todo lo que había aprendido a lo largo de su vida y todo lo que había aprendido junto a Acheron le impulsaba a cortar la cabeza del antiguo pirata, lo único que lo retenía era el hombre tirado en el suelo.
- Llévatelo Benny – ordenó con desprecio
- No, lo dejo – lo retó entrecerrando sus azules ojos, estaba cansado de recoger los despojos de su amigo – si quieres matarme te lo pondré fácil cazador, incluso te daré la espalda.
- No puede quedarse aquí
- No voy a seguir torturándolo Winchester, Dean es mi amigo – intentó explicar a aquel enorme bloque de hielo, Benny no comprendía cómo Sam castigaba de esa manera su hermano – merece saber que estás vivo, si no quieres que siga buscándote díselo, o mejor, mátalo, será más rápido y más piadoso.
Con esas palabras el vampiro salió del local. Le dolía dejar ahí a Dean pero toda esta locura debía acabar alguna vez.
- ¿Qué vas a hacer Sam? – preguntó Ash intentando vislumbrar algo sobre el destino de ambos Winchester, como siempre, el futuro de los hermanos era ilegible para él, lo que significaba que estaba ligado al suyo
- Según vuestras reglas, él no puede saber qué soy
- Según nuestras Reglas tú nunca tenías que haber sido convertido – el joven de más de dos metros se agachó tomando las constantes del hombre inconsciente – podría convertirse en escudero.
- ¡No me jodas Acheron! – masculló enfurecido el Dark Hunter novato
- Se puede quedar aquí un tiempo – ofreció Aimèe Peltier consultando con la mirada a su cuñada que se mostró de acuerdo ante la sorpresa de los Ursulan cuatrillizos y de los dos lobos
- Me haríais un favor – Sam reprimió las ganas de asegurarse por sí mismo de que su hermano estaría bien, no podía evitar la preocupación por él. Por quien le había rajado brutalmente y sin compasión.
Ninguno de los cuatrillizos puso inconveniente a la decisión de su hermana. Aimèe era la cabeza del clan Peltier y ninguno de sus hermanos incumpliría sus órdenes, aunque no estuvieran felices con ellas. Cogieron al cazador inconsciente y lo llevaron a uno de los dormitorios. El Winchester más joven se quedó un rato más, mirando cómo dormía el mayor.
Esos siete meses habían sido extraños. A veces lo había echado de menos, había sentido ese vacío que conoció antes un par de veces, esa soledad. El hombre que yacía desparramado sobre la cama había sido más que su hermano, más que su amigo, prácticamente lo había criado y protegido toda su vida. Por ello, cuando creyó que lo había traicionado, que lo había matado a sangre fría, aceptó la oferta de Artemisa. ¡Qué idiota! Como si no supiera cómo acaban los tratos con seres sobrenaturales. Como si no hubiera sabido que Dean jamás lo traicionaría a menos que fuera poseído.
- ¿Estás seguro Sam? – Acheron se quedó a su lado, empequeñeciéndolo, ya estaba acostumbrándose a no ser el más alto del lugar
- Sí, no quiero hacerle más daño, pero si supiera qué me ocurrió pondría todo patas arriba hasta conseguir que Artemisa me devolviera el alma – los rasgados ojos del cazador, antaño oliváceos, hoy negros como la noche, sonrieron por los recuerdos – y cuando se le mete algo en la cabeza ni la Muerte puede pararlo.
- Es terco ¿No? – se rio el jefe de los Dark Hunters
- Como no te puedes hacer una idea… - Suspiró – esto lo complica todo, considera que es responsable de la gente, que tiene que protegerlos, ahora que ha visto a Sasha y Fury convertirse intentará ir por ellos. Alguien debería contarle qué ocurre, quizás así sí podría convertirse en un escudero bastante decente.
- Pero no en el tuyo.
- Te repito que si llegara a saber qué soy podría volver patas arriba el Olimpo sólo para volverme humano de nuevo y si existe una sola posibilidad, lo hará y después pensará en las consecuencias - Dean se revolvió en la cama y su hermano cerró lentamente la puerta. Marchándose
La casa de dos plantas y bodega subterránea no eran tan espectacular como podría esperarse del sueldo que le habían asignado. Sam Winchester fue directo a su habitación, un búnker en la bodega fabricado a imagen y semejanza del que un viejo amigo había tenido en su casa.
Las paredes de hierro forjado con sal, circulares, se elevaban cinco metros, pero el ventilador que renovaba el aire de la habitación de treinta metros cuadrados no se abría al cielo como el de Bobby Singer, aunque sí estaba enmarcado por una trampa demoníaca. No permitía la entrada de nadie ahí. Ni siquiera Erika, aunque su escudera se había mostrado partícipe de revivir una antigua tradición en la que (según ella, claro) los Dark Hunters se emparejaban con sus escuderos.
Sonrió amargamente. Hace unos años hubiera pensado que Dean encajaba más en un mundo así, pero hace unos años también pensaba que su hermano era indestructible, una especie de superhéroe capaz de enfrentarse a los monstruos más terribles para salvar a las personas. Poco a poco ese mito se había ido derrumbando hasta que le había demostrado que sólo era una persona, con los miedos, errores e injusticias que eso significaba.
Y sin embargo…
Nueva Orleans, hace siete meses.
Artemisa lo tocó en el pecho, sobre el tatuaje de protección anti demoníaca, El dolor fue instantáneo y le dejó un regusto a sangre en la boca. Pero Sam había recuperado su cuerpo, y se sentía bien, poderoso, como después de un chute de sangre de demonio.
Ella le envió a cumplir su venganza, y visualizó a su hermano en su mente para ser enviado junto a él. Esperaba verlo sorprendido y aterrado, rodeado de esos vampiros descafeinados con los que ya se había enfrentado. No esperaba encontrarlo encadenado y medio desangrado, colgado por los brazos del techo de una jaula.
No podía tenerlo más fácil, descubrió que podía volver a mover cosas con la mente cuando contemplo el cuchillo con el que le había matado en el suelo, a sus pies. Con sólo desearlo estaba en su mano. Si hubiera querido le habría devuelto "el favor" en ese mismo instante, pero necesitaba respuestas, no sangre.
Levantó la cara macilenta, llena de moratones, y los ojos de Dean se abrieron con dificultad clavándose en él horrorizados. Intentó decir algo pero era ininteligible. Sam lo descolgó y lo sacó de la jaula. Inspeccionándolo en busca de los colmillos de los que había presumido.
Dean se hizo con la daga y él se lo permitió, ahora era inmortal, su hermano no podía hacerle más daño del que ya le había hecho. Pero el mayor no tenía intención de herirle, sólo miraba el arma y lo miraba a él sin comprender cómo estaba vivo aún.
- ¿Por qué Dean? – preguntó - ¿No pudiste resistir más? Ni siquiera parpadeaste
Su hermano intentó decir algo, pero de su garganta no surgió ningún sonido. Le devolvió la daga y le abrió la camisa buscando las heridas que lo habían matado, sólo había una fina cicatriz que dividía su torso desde el ombligo hasta el pecho. Al verla un gemido gutural brotó de Dean que sacudió la cabeza, loco de dolor.
Esa reacción le aliviaba de alguna manera, pero también le enfurecía. Porque aunque entendía que el mayor no quería creer que lo que hizo hubiera ocurrido de verdad también le llevaba a la conclusión de que había sido poseído de algún modo y era inocente, por lo que su trato había sido un tremendo error.
Entonces su hermano se fijó en la quemadura con forma de doble arco atravesado por una flecha que rompía la simetría del tatuaje de protección y comenzó a convulsionar. Dean tenía mucha fiebre y perdió enseguida el conocimiento. Sam aún necesitaba saber qué ocurría, quien era ese Stryker de quien habían hablado y porqué había ido tras ellos. Pero todo desaparecía ante la posibilidad de que el rubio muriera entre sus brazos en ese momento.
Lo sacó a la calle, faltaban unas horas para el amanecer e intuía que no sería buena idea quedarse a ver salir el sol. Le sorprendía que no le hubieran atacado o que hubiera encontrado a Dean sin vigilancia en el almacén. Pero así era. Estaban solos hasta que lo vio salir de una bola de plasma que surgió de la nada. Urian le contempló en silencio. El Dark Hunter- Daimon, único en su especie, no se acercó demasiado.
- ¿Puedes ayudarle? – pidió el cazador señalando con la cabeza al hombre que había sacado de su jaula - ¿Puedes decirme cómo salvarlo?
- No, lo mejor es que lo dejes morir – replicó lacónicamente el tipo tan alto como él mismo.
- No, Dean no va a morir, no hoy – Estaba fuerte, podía llevarlo a un hospital, podía…
"Él te mató" Era su propia voz dentro de su propia mente, recordándole que ahora era lo que era: un cazador que había entregado su libertad y su alma por veinticuatro horas para cumplir su venganza. Y no se iba a vengar. El cuerpo del mayor ardía, pero había dejado de moverse.
- Si no vas a ayudarme y no quieres morir, apártate de mi camino – sugirió al vampiro de ojos negros
- He venido a ayudarlo a él.
- Has dicho que lo deje morir
- Es la mejor ayuda que puedo ofrecerle ahora – Urian murmuró con indiferencia – No pude llegar a tiempo, le torturaron cómo lo hacen cuando capturan un Arcadiano o un Katagaria, y es sólo humano, no sé cómo respira aún, pero créeme, si sale de esta noche sólo será un vegetal.
- No le conoces, Dean Winchester no se rinde – Sam consiguió llegar al Impala
Otro vampiro estaba allí, bajando de una Pick up destartalada, que parecía dar su último paseo, Benny Lafitte dejó su espada caza monstruos en la caja trasera y se acercó a los hermanos.
- ¿Le han herido? – preguntó antes de mirar a Sam y dar dos pasos atrás - ¿Qué eres tú?
- Soy Sam, Benny – intentó calmarlo, entonces, por primera vez desde que lo conocía decidió que el vampiro era lo bastante leal a Dean para confiarle su vida – he tenido un contratiempo y no puedo cuidar de él, estoy muerto vampiro, pero mi hermano aún no y si eres su amigo intentarás ayudarle.
- ¿Qué ha ocurrido?
- Te lo contará cuando recupere la cosciencia
El vampiro subió a la caja de su camioneta e improvisó una cama con unas mantas. No se sorprendió de que Sam pudiera subir de un salto para dejar a Dean acostado.
- Si… - iba a amenazar al ser de ojos azules que acababa de quitarse su larga chaqueta de marino para cubrir a su hermano, pero no lo hizo, supo que era la mejor opción que tenía – No te preocupes si necesitas algo, dinero, lo que sea… me ocuparé de que lo tengas
- No es necesario
- De todas formas – los ojos negros del cazador sin alma se clavaron en los del vampiro.
- Está bien – admitió Benny - ¿Si me pregunta por ti?
- Estoy muerto
Los recuerdos le dolían por lo vívidos. Después de dejar a Dean al cuidado de Benny se había ocupado de que la red de escuderos proporcionase todo lo que necesitaba su hermano. Pero nunca preguntó si había sobrevivido, nunca quiso saber dónde estaba, o lo que hacía o si estaba bien. Era demasiado difícil apartarse y seguir teniendo noticias de él.
Había pasado los últimos meses entrenando junto a Acheron. Descubriendo que las cosas rara vez son lo que parecen. Sintiéndose un enano debilucho junto a su mentor del que descubrió que era bastante más viejo de lo que podía haber imaginado. Y había decidido aceptar la plaza vacante en Nueva Orleans porque Dean estaba aún en Luisiana. No se le había ocurrido que volvería a verle, al menos no tan pronto.
Sam se sentó en una de las camas gemelas. En la suya, en el lado más lejano a la puerta. Se mesó los cabellos llamándose imbécil por milmillonésima vez. No tenía opciones, no podía dar marcha atrás y no podía volver a arrastrar a Dean. Esto se lo había buscado sólo y ahora que sabía la verdad tendría que sufrir sus consecuencias por toda la eternidad.
Continuará_
