A la luz

Capítulo 1: una canción olvidada

Bueno, lo prometido es deuda, aquí una pequeña historia de Naruto y la princesa Sãra. En un principio iba a ser un oneshot, pero me he sentido inspirado, así que será un año historia cortar cuatro episodios seguramente. Intento respetar a los máximo la película De la Torre perdida, añadiendo pequeños detalles y sobre todo metiéndome en la forma de pensar de los personajes. Mi intención es que combine con Kitsune no Kibo, así que disfrutad.

pd: si, ya sé que la canción no es asi, pero es que sólo encontré el nombre de la misma, no la letra, y me parecía que encajaba mejor esta. Es una vieja canción española, con un pequeño cambio al final.


-aaaaaaa- personaje hablando

-aaaaaaa- personaje pensando

-aaaaaaa- invocacion hablando

-aaaaaaa- invocación pensando

Obviamente, la historia y los personajes están basados en la obra de kishimoto, yo no hago más que escribir sin ánimo de lucro. Y no autorizo el plagio de la misma, hecha a volar tu imaginación y sorprende al mundo.


Naruto sintió el frío suelo de piedra bajo sus manos. Se hallaba tirado de costado, inmóvil, intentando recordar que había pasado. Recordaba cómo había llegado con el equipo del capitán Yamato a las criptas de las ruinas de una ciudad antigua, persiguiendo a un titiritero conocido como Anrokuzan, que tenía planeado liberar nosequé energía maldijo internamente su estupidez, si hubiese prestado más atención a la abuela Tsunade en lugar de jugar con su flamante espada de chakra, quizás, y sólo quizás, no habría terminado cagándola. Como siempre. Pero, lo hecho, hecho esta, y el uzumaki, como buen cabezahueca imprudente decidió lanzarse como un loco a por el enemigo sin medir las consecuencias. Concretamente, sin caer en la cuenta de que estaba liberando el flujo de esa extraña energía escarlata. Tras ver un inmenso pilar de energía avanzando hacia el, intentó huir, sin éxito. Incluso Yamato taichou intentó rescatarle con su mokuton, pero no lo logró. Lo último que oyó fue el grito de Sakura diciendo su nombre, ese grito que odiaba oír porque sabía que venía acompañado de lágrimas.

Quizás estuviese muerto, quién sabe. Pero el tacto de esa fría piedra era real. Se giró, aún tumbado, quedando boca arriba, y un tenue rayo de luz iluminó su rostro. Abrió sus orbes azules, acostumbrando su vista a la penumbra del sótano. Se trataba de una galería inmensa de techo ovalado, con cinco huecos en el techo por donde se colaba la luz. El lugar estaba en ruinas, y era frío y solitario, pero Naruto se sentía extrañamente bien. Y comenzó a caer en la cuenta del porqué. A sus oídos llegaba una melodía cantada por una voz femenina.

Puede ser que la vida, te guíe hasta el sol

Puede ser que el mar te lleve en sus olas

Naruto se levantó y busco el origen de esa voz. No por saber dónde estaba, o por miedo. Lo hacía por saber quién podía tener una voz tan preciosa. Era suave, armoniosa, y el rubio ahora sólo quería saber más de su portadora. Llegó a un pequeño claro entre las ruinas, donde, encima de un pilar a medio derruir, estaba ella. Definitivamente, debía de estar muerto. Y esa mujer de ahí era un ángel. Era una chica de su edad aproximadamente, vestida con un pantalón holgado negro y una camiseta escarlata de mangas largas rosas, una bella mujer se encontraba cantando. Su piel era nívea, sin imperfecciones. Su pelo rojo apagado, con dos grandes mechones cayendo alrededor de su rostro, combinando a la perfección con esos ojos violeta de iris más oscuro. Era esbelta, al menos eso pudo deducir un hipnotizado uzumaki, atendiendo a sus rasgos finos. Y parecía triste, melancólica.

O que toda tu risa, le gane ese pulso al dolor

Puede ser, que vuelvas a la luz

Por unos segundos, la joven mujer dejó de cantar y contempló el horizonte, con su mirada perdida, vagando seguramente en aquellos recuerdos que la dolían tanto como para no regalarle una sonrisa al mundo, una que estaba seguro el uzumaki que sería preciosa. No podía irse sin verla sonreír.

-Em, disculpa.- intervino el rubio, intentando sacar un tema de conversación, mientras la mujer sobresaltaba y le miraba con duda.- ¿Sabes dónde est…?- no pudo terminar la pregunta, puesto que la mujer descendió rápidamente del pilar y huyó en dirección a la salida.- ¡Espera!

Naruto la persiguió con presteza, viéndola abandonar la cripta por una puerta lateral. Nada más prepararse para cruzarla, vio como dos figuras de gran envergadura se interponían en su camino y le lanzaban cuatro kunai. Por puro instinto se agachó, cubriendo su cabeza, pero las armas impactaron contra una extraña barrera de color escarlata y se deshicieron al traspasarla. Naruto se levantó con duda y vio como esas dos figuras corrían hacía el para atacarlo. Sacó dos kunai y se preparó para el combate como pudo, pero volvió a suceder lo mismo, y, tras traspasar esa barrera escarlata, se deshicieron en mil pedazos. Naruto examinó confuso los restos, y llegó rápidamente a una conclusión: eran marionetas. Y unas muy similares a las que usaba ese malnacido de Anrokuzan. Miró de nuevo al pasillo que había detrás del pórtico, pero la mujer ya no estaba allí. Si eran marionetas de ese maniaco, puede que ella estuviese en peligro. Debía de encontrarla y protegerla. Además, así podría averiguar más de dónde estaba, o que había sido de su equipo.

Iba a entrar en ese pasillo, cuando las paredes se movieron y lo cerraron completamente, quitándole cualquier opción de seguir esa vía. Bueno, siempre podía emplear los huecos del techo… Saltó por las paredes y pilares a medio derruir usando su chakra hasta que llegó a uno de esos agujeros, y con un fuerte golpe rompió la cristalera que le impedía salir. Aterrizó en un mullido césped, en un día soleado. Contempló con admiración alrededor: una gran ciudad se encontraba a su alrededor, con trabajados caminos y altos e inmensos edificios de puntiagudos tejados que se comunicaban entre sí por puentes de fina escultura, dominando el color marrón suave las paredes de los mismos y haciendo un bello contraste con los elaborados ventanales de vidrio multicolor. Habría estado más tiempo contemplando la ciudad, pero no estaba allí de turismo se dijo. Iba a comenzar a rastrear cuando tres extrañas marionetas aparecieron. Median cerca de dos metros y medio de altura, con cuchillas en sus manos. A Naruto le extrañó tanto que no hubiese ningún titiritero cerca, como la energía que las impulsaba, una energía de color escarlata que no dejaba de ver tras el incidente que le había llevado ahí. Saltó de edificio en edificio, perseguido por sus nuevos enemigos, hasta que aparecieron más. A pesar de cortar sus hilos, fue impactado por sus ataques, y habría muerto de no ser por la ayuda de tres anbu misteriosos de máscaras anacrónicas que le ayudaron y se identificaron como ninja de Konoha.

Sin darle más respuestas tras librarle de sus enemigos, le dejaron solo, y el rubio continuó su búsqueda de aquella misteriosa mujer hasta que unos fuegos artificiales llamaron su atención. Acudió al lugar y se encontró con una gran aglomeración de gente: cientos de personas aclamaban a alguien, entre cientos de carrozas enormes, en un claro ambiente festivo. Como excepción, la prudencia del uzumaki se hizo con el control y el rubio decidió observar todo desde lejos, intentando reunir información. Todos parecían aclamar a alguien en concreto, a alguien que parecía ser "su princesa". Naruto se preguntaba quién podría ser cuando la vio. Desde el balcón de una gran torre, una mujer hizo acto de presencia, ganándose las exclamaciones de alegría del público. A pesar de su extraño sombrero con un velo blanco cubriendo esos mechones de pelo rojo, y haberse cambiado a un vestido color escarlata y vino muchísimo más elaborado, Naruto la reconoció al instante. La mujer de la cripta. La mujer que cantaba como un ángel. Se aproximó para asegurarse de su identidad, cuando vio una mano salir de entre sus guardaespaldas y empujarla. La mujer, entre un grito de terror, cayó al vacío desde decenas de metros de altura.

A Naruto le extrañó que la gente ni se inmutase y siguiesen aclamándola como si nada, pero había algo más importante que hacer. Debía de rescatarla. Impulsándose con su chakra, saltó hacia ella, interceptándola en la caída y tomándola entre sus fuertes brazos. El impulso que llevaba fue tal que necesito muchísimo chakra para frenarlo adhiriéndose a la pared, y luego para impulsarse lejos de aquella plaza en busca de un lugar seguro. Aterrizó en una zona tranquila, sintiendo de inmediato el dolor de pies consecuencia de su esfuerzo, y tuvo que posarse en una columna cercana para descansar. Contempló, ahora con calma, a la mujer de nuevo: había perdido su sombrero, dejando ondear al viento su bello pelo escarlata. Ahora de cerca pudo reparar en unas pequeñas pecas que adornaban sus pómulos y nariz, unas marcas que le parecieron un bellísimo complemento para ese bello rostro. Se fijó en esos labios carnosos de color rojo, que se encontraban entreabiertos. La mujer, todavía aferrada a él con fuerza, abrió los ojos lentamente, fijando sus violetas orbes en los azules del uzumaki mientras se sonrojaba levemente. Se contemplaron unos segundos a escasos centímetros de distancia, como si se hubiesen perdido en los orbes del otro. Pero entonces la mujer recordó dónde estaba y qué había pasado. Abrió los ojos como platos, asustando al uzumaki.

-Veo que estás a salvo…- intentó calmar el ambiente el rubio, pero de inmediato la chica gritó y le dio cuatro sonoras bofetadas en la cara. Naruto iba a pedir una explicación cuando la mujer le dio un fuerte codazo en la boca, logrando apartarlo entre improperios e insultos como "advenedizo" o "insolente".- "Joder, ¿me acaba de dar un codazo? me recuerda a Sakura chan con ese carácter… ¿Por qué todas las mujeres guapas me pegan entre sonrojos? ¿Y que es un advenedizo?"- pensó un confundido uzumaki.- Oye, acabo de salvar tu vida, por si no te acuerdas…- dijo Naruto, sobándose su ardiente mejilla derecha tras esa cadena de tortazos.

-Ah si.- contestó la chica, reponiéndose de la impresión y recobrando su regia compostura.- Gracias.- declaró con sequedad, como si hubiese sido el deber del uzumaki.

-"Parece una estirada…"- pensó con algo de rencor el uzumaki.- "Pero no veas cómo pega…"

-"Que maleducado, tratar así a una reina…"- pensó la pelirroja, para luego revisar disimuladamente a ese gritón insolente.- "Aunque es muy fuerte… y esos ojos azules son preciosos… aggghh Sara, no te despistes"

-tú debes de ser la reina de este lugar… ¿no?- comentó con dejadez el rubio, ganándose el enojo de la fémina. Tal y como lo decía, podría sustituirse lo de reina por "panadera" o "vigía" y sonaría igual.

-Alta reina de este lugar para ti…- contestó con resquemor la ojivioleta, intentando recalcar lo regio y carismático de su título para que ese plebeyo entendiese con quien estaba hablando y mostrase el debido respeto.- Me llamó Sãra, Alta reina de Rōran.