Furia y Pasión

La tenía entre sus brazos, pequeña e indefensa acorralada contra un árbol. Estaba lejos de quien pudiera defenderla, y el se había convertido en su verdugo y dios. Sólo dependía de Gale el perdón o la entera destrucción.

No recordaba cómo habían llegado hasta allí. En su mente, reinaba la confusión y la furia chispeaba furiosa en los impetuosos ojos grises del muchacho.

Y Madge sin escapatoria.

Gale quería odiarla. Deseaba romper esa superioridad que emanaba ella, tan altiva e indiferente. No la golpearía, porque con las mujeres no se metía. Pero la Undersee… bueno, su caso era una excepción.

La chica no intentaba zafarse. Sabía que eso sería empeorar las cosas. Era la presa, Gale el cazador. Podía matarla o dejarla con vida. En ese momento, la joven deseaba vivir.

Entonces, él se fijo en su vestido. De un blanco pulcro, que serviría para alimentar una familia…¿diez meses, un año quizás? Aquello le colmo la paciencia. No pudo soportarlo más. Rasgo la tela superior de este.

¡Que gloria mas divina humillar a la hija del alcalde! Fue como burlarse en la cara del Capitolio. Un pobre muerto de hambre sobre otro ricachón.

—¡Déjame!- gritó la aludida, dándole golpes en el pecho. No la soltó. Algo en su interior llameó y, en un arranque inexplicado de pasión la besó.

Jamás se le paso por la cabeza que los labios de la niña fuesen tan dulces. La otra ya no oponía resistencia.

El Capitolio se doblegaba ante la pobreza.

Y ocurrió que, entre el odio desatado se escondía un frenesí intenso. Gale se dejo arrastrar urdido por el deseo. Madge también.

Y allí, escondidos del mundo en la espesura del bosque descubrieron uno el cuerpo del otro.

Finalizado el acto, Gale la dejó sin decir palabra alguna y se marcho. Porque en el fondo, la venganza era más fuerte.

N/a: Lo se, es una porquería. Pero era algo que quería hacer hace tiempo. Ojala lo hayan disfrutado.