Disclaimer:Todo el universo de Harry Potter pertenece a J. K. Rowling.
Este fic participa a "La sala de los castigos" del foro "El triángulo donde tres están unidos".
Ahuyentar la oscuridad
Sirius tiene miedo, porque la guerra está próxima, porque su hermano anda en malos pasos y porque sus padres piensan echarlo de la casa. Y durante las noches todos sus miedos se vuelven más tangibles, más reales; lo atormentan.
Hace mucho que sufre de insomnio por culpa de los pensamientos que rondan su mente, así que este momento no es diferente. Ya tiene una rutina.
Se levanta de la cama, se coloca una bata gruesa y coge el mapa del Merodeador de su mesita de noche (que está escondido debajo del telefóno muggle que usa como pisapapeles). Sin importarle si alguien está despierto sale de la habitación, con pasos lentos deja atrás los dormitorios, la sala común, la Torre de Gryffindor, acercándose a la Torre de Astronomía. Donde acostumbra a pasar su insomnio.
Llega y se sienta en el suelo, teniendo una vista completa del firmamento. No puede mirar nada más, su mente acaba dando vueltas a sus problemas; las lágrimas que nunca se atrevería a soltar con alguien mirándole aparecen. Tan sumergido está en sus pensamientos que no nota el resonar de los pasos al subir, ni la nueva presencia en la estancia.
—¿Sirius? —pregunta una voz a sus espaldas.
El aludido da un respingo, se seca las las lágrimas con la manga del pijama y se gira a mirarlo con toda la dignidad que puede poseer un Black. Ahí, mirándolo con las mejillas húmedas, los ojos irritados y los labios apretados en una fina línea, a James se le antoja adorable. Más hermoso que nunca.
—¿Qué haces aquí? —pregunta cortante.
Potter sabe que aquello es una farsa, que sólo intenta alejarlo de sí ocultando lo que siente, al fin y al cabo las viejas mañas nunca mueren. Se acerca sin decir nada y lo atrapa en un abrazo, puede que Sirius no le diga qué le preocupa, sin embargo, es su mejor amigo y lo conoce como a la palma de su mano. Black se tensa, pero, transcurridos unos segundos, se relaja y le devuelve el abrazo. Se aferra a él como si fuera la única cosa que lo mantendrá con vida.
—No tienes que estar solo en esto, Sirius —dice con suavidad y atrapa entre sus dedos unos mechones del cabello de su amigo.
—Lo sé, no quería preocuparte.
—Si actúas de esta manera lo único que logras es que me preocupe y que crea que no confías lo suficiente en mí.
—No seas idiota, yo te confiaría mi vida.
—Y yo te confiaría la mía.
—Eso también lo sé.
Ambos se quedan un momento así y luego se separan. Sirius termina de secarse las lágrimas antes de mirarlo y regalarle la sonrisa más resplandeciente que puede formar en un momento como ése. James no puede evitarlo, le coge del rostro suavemente y le besa, con un cariño desbordante que logra que el corazón de Black de un vuelco.
El beso ha ahuyentado la oscuridad de sus pensamientos, sonríe de nuevo cuando se separan
—Tal vez debería ocupar tus besos como terapia.
—Soy un buen terapeuta.
Y Sirius no puede evitar pensar que tal vez además de los besos pueden llevar a cabo otras actividades menos inocentes.
