Bueno este es mi primer fic… acepto saludos, criticas, chocolates, tomatazos, un review…. Espero poder mejor mi visualización de las ideas

En un pueblo algo alejado de ciudad del Este, se encontraba un joven de no más de 15 años, cabello y ojos del color de la sombra, negros como la misma oscuridad, su nombre, Roy Mustang, hijo de padres fallecidos, criado por su tía Madame Christmas en un bar de la ciudad del Este. Pero que hacia este chico en un pueblo, no tan habitado como esperaba, la razón era simple, deseaba aprender alquimia.

Hace unas semanas le dijo a su tía si podría buscarle un maestro para cumplir su objetivo, la mujer no muy convencida por la decisión de su sobrino, busco ayuda en viejos amigos, consiguiendo así a Berthold Hawkeye, alquimista el cual residía en aquel pueblo donde se encontraba parado sin saber a donde dirigirse. Camino y camino sin rumbo alguno hasta llegar la cual parecía ser, la calle principal de ese pueblo, se aproximó hacia un señor dispuesto a preguntarle sobre la residencia del alquimista.

-Disculpe…-titubeó al principio- ¿Sabe usted donde reside el alquimista Berthold Hawkeye?

La cara del hombre cambió de una neutral a una de completo disgusto- No te recomendaría visitar a ese loco- le aconsejo algo molesto.

-¿Perdón?-preguntó algo asombrado el muchacho.

-Ese hombre no hace más que encerrarse en su casa…¿En serio quieres que te diga donde vive?

-Si, por favor necesito hablar con é.l- contestó con confianza el joven Mustang

-Bien, ese loco vive al final de ese camino, sigue derecho y llegaras, es la última casa, así que dudo que te pierdas.

-Muchas gracias señor… si me disculpa-y con eso último se dio por finalizada la conversación.

Camino por varios minutos hasta por fin encontrarse frente a la casa, su aspecto, si bien eran una casa de gran tamaño, lucía en deplorables condiciones, aún así no le tomo mucha importancia y continuó hasta la puerta, dudo en un principio si debía tocar, se armó de valor y tocó la puerta con los nudillos. Esperó… nada, volvió a tocar y en esos instantes una niña de pequeña contextura, de no más de 12 años, abría la puerta, lo primero que notó de ella eran sus grandes y expresivos ojos marrones con cierto tinte rojizo, luego, que quizá se habría equivocado de vivienda.

-Ah… lo lamento creo que esta no es la casa de Berthold Hawkeye-dijo el joven algo desilusionado.

-No, no se equivoca, en efecto aquí vive mi padre-replicó la pequeña con voz calmada.

-¡¿P-Padre?! ¿Berthold Hawkeye es tu padre?-dijo asombrado mirando a la niña.

-Así es, pero supongo que no vino aquí a preguntar quien es mi padre-espetó la niña con cierto tono de molestia.

-L-Lo siento…-dijo apenas él mientras la seguía observando.

-Por favor, pase, mi padre se encuentra en el piso superior

-Roy Mustang- dijo él mientras extendía su mano en señal de saludo

-Riza Hawkeye- dijo ella mientras tomaba la mano con desconfianza

-Bien, llego la hora-susurró para si mismo mientras avanzaba por las escaleras, se detuvo frente a la puerta que le indicaron, tragó saliva y tocó.

-Adelante- se escuchó de una voz ronca la cual le hizo dudar sobre lo que estaba haciendo,.

-Buenos días señor Hawkeye, mi nombre es Roy Mustang es un placer poder conocerlo- decía nervioso mientras volvía a estirar su mano.

-A que vienes aquí chico- decía el hombre frente suyo el cual no respondió al gesto de Roy.

-A-ah quisiera saber si podría ser su discípulo, que usted me instruyera con la alquimia-dijo lleno de determinación.

-¿Y por qué quieres aprender alquimia?

-Para proteger a la gente, quisiera poder protegerlos a todos con estas manos, hacer algún cambio en este mundo, así sea un grano de arena, seré feliz si puedo hacer al menos eso…

-Mmm…-titubeo el hombre observando la mirada llena de determinación que poseía Roy- No será nada fácil chico.

-¿Eso es un sí?-preguntó emocionado.

-Si, eso es un si, pero recuerda esto no va a ser color de rosas, tendrás que ayudar en la casa y todo, comienzas mañana luego del mediodía.

-Si señor le prometo que no fallaré-decía Roy mientras trataba de ocultar la sonrisa de niño pequeño que tenía pegada en la cara.

- Por favor cuando salgas dile a mi hija que te prepare una habitación

-Si… de nuevo muchas gracias por esta oportunidad, no le fallaré

Bajo las escaleras orgulloso de lo que acababa de lograr, lo habían aceptado en esa casa, aprendería alquimia, nada podía ser mejor, termino de bajar las escaleras y volvió a sentir esos expresivos ojos marrones observándolo.

-Tu padre me ha aceptado como su discípulo, supongo que ahora tendremos que convivir- le dijo él con una sonrisa triunfante

-Pues lo felicito Mustang-san, espero que logre lo que se propuso, iré a preparar su habitación, con su permiso- y sin decir más la pequeña desapareció por las escaleras.

Si se sentía incomoda por lo que estaba sucediendo, no lo sabía, no podía decir nada al respecto, su padre había aceptado a ese muchacho y ella se tendría que acostumbrar a aquello, lo que más le causaba curiosidad del joven era porque quería aprender alquimia, pero no se lo preguntaría, ella no era más que la hija de su nuevo maestro, y él el discípulo de su padre, así serían las cosas de ahora en adelante, si, podría vivir con ello.

Ya era la hora del almuerzo, Roy ya había desempacado sus cosas y ahora se encontraba leyendo el libro que le regalo su tía antes de que partiera, Riza por su parte estaba aún cocinando lo que por su aroma parecía ser estofado. A Roy ya le dolían los ojos por tanto leer así que paro su lectura para caer en la cuenta de que tenía hambre y estaba aburrido.

-Mmm… eso huele delicioso- decía para llamar la atención de la pequeña. Si bien lo habían criado para ser un caballero, también lo habían criado para saber cuando debía cumplimentar a una mujer, ya sea por como cocina o por como se mueve, Roy Mustang era del tipo adulador.

-La comida estará lista dentro de poco, por favor Mustang-san podría subir a preguntarle a mi padre si comerá con nosotros.-dijo ella haciendo caso omiso al cumplido de él.

-A-ah si claro vuelvo en un segundo.- y con esto dicho subió las escaleras para volver dentro de poco.

-Tu padre dice que comerá luego…

-Ah…-suspiró pesadamente- debí de suponerlo…

-Perdón por entrometerme pero, ¿acaso últimamente tu padre no está comiendo contigo?.

-Así es…-le respondió ella con la voz cargada de tristeza- hace unos días se ha encerrado en su despacho y solo sale para comer o asearse…

El silencio reino en la habitación, Roy sentía que había metido la pata por haber preguntado siquiera un tema de índole tan privado. Por su parte ella no le daba muchas vueltas asunto, su vida cada vez se hacía más solitaria a causa del distanciamiento de su padre, en su escuela no tenía amigas con quien compartir luego del período escolar, su única amiga venía periódicamente al pueblo, ya que vivía con su madre en otra ciudad, así que todo se remontaba a ella y su padre, quien en ese habito de no salir del despacho a menos que sea estrictamente necesario, había dejado la situación como ella y su "padre".

Pero ahora las cosas cambiarían ahora este joven llamado Roy Mustang entraba en su vida, sería imposible ignorarlo todo el tiempo ya que probablemente pasaría una buena cantidad de tiempo en la casa, tal vez uno años, antes de finalmente irse y solo quizá desaparecer para siempre… pero el destino planeó algo distinto él no desaparecería tan fácilmente.

-Riza-chan…¿puedo llamarte así?- pregunto cual niño pequeño temeroso de hacer o no lo correcto.

-Si quiere llamarme de esa manera no tengo ningún problema Mustan-san.-replicó ella, voz calmada, neutral, sin ningún rastro de emoción.

-Bien… Riza-chan, me gustaría que me contaras algo más de ti-.

La petición de él la tomo desprevenida, ¿por qué este joven se interesaría en saber algo de ella, si su meta era aprender alquimia?.- Que le gustaría saber Mustang-san.

-Me gustaría saber que haces aquí para entretenerte.-

-Bien… bueno no hay mucho que hacer en esta casa pero si baja al pueblo encontrara una cantidad de jóvenes de su edad con los que podría conversar.

-Gracias por el dato pero me gustaría saber que hacer aquí en tu casa.

-No sabría cómo responderle, a menos que le guste la lectura no veo panorama más interesante, lamento no poder satisfacer sus dudas.

-No te preocupes, creo que tengo la respuesta que quería… ¿Y… Riza-chan cuando es tu cumpleaños?

Ahora esta nueva pregunta la hizo sorprenderse aun mas, por que el chico estaba tan interesado en su vida,-Es el 19 de abril… ¿Y cuándo es el suyo Mustang-san?-. Se sintió realmente tonta por seguir el cuestionamiento, si bien no le molestaba hablar con este chico, no quería encariñarse de él sabiendo que algún día se iría para siempre.

-Es el 21 de agosto…

El silencio otra vez llegó a la habitación, no sabía cuál era la razón de por qué no podía hablar naturalmente con Riza, si bien solo la conocía unas 3 horas, le costaba poder empezar un tema de conversación, sacándolo de sus pensamientos, la voz de la niña rompió el silencio sepulcral.

-¿Le sucede algo Mustang-san, acaso no le gustó la comida?.

-No-no es eso, solo estaba pensando algo, tu comida como dije huele y sabe excelente-

-Me alegra saber que le guste- ¿acaso era un leve sonrojo el que adornaba las mejillas de la menor? Quizás solo lo estaba imaginando…

Los meses que pasrían sin duda serían largos sin embargo, presentía que iban a ser los mejores de su vida, tal vez estaba en lo correcto o no, pero aún así quería saber todo de ella, si, por ahora quería saber algo más de su vida…

Continuará…

Dhkdjhfdfjfdfhihk prometo que algún dia esta historia continuara… -.-