Disclaimers: Descendientes no me pertenece sino a Disney, sólo uso los personajes para mi fanfic, escrito totalmente por diversión y sin esperar una paga que no fueran sólo sus reviews y sus lecturas. Para los que reconozcan varias cosas en mi fic con la película original, aclaro desde el vamos que es una versión propia de los eventos de la película, con algunos OC y cosas así, ojala les guste.
Vidas Descendientes
Capítulo Uno: Partida a Auradon
Había una Vez, bueno hace más o menos hacía veinte años, tras su matrimonio, el Rey Bestia y la Reina Bella decidieron unir los distintos reinos de la región en los Estados Unidos de Auradon, y naturalmente por su iniciativa fueron elegidos los gobernantes de dicho país. En cuanto a los villanos y sus secuaces, algunos traídos de la muerte, debido a sus crímenes habían sido enviados a la Isla de los Perdidos, una isla en medio del mar de Auradon, escudada con una barrera mágica que evitaba que los moradores pudieran escapar ni hacer daño a la gente de Auradon, sin magia, sin Wi-Fi, y sin forma de escapar, hasta ahora…
Era un día precioso en Auradon, los pájaros cantaban, el sol brillaba y el cielo se mostraba limpio como casi siempre en el idílico Reino de los Héroes. En el Castillo Bestial, el que pertenecía a los gobernantes de Auradon, el Príncipe Ben, hijo de la Reina Bella y el Rey Bestia, y futuro gobernante de Auradon, se encontraba con su sastre ajustando su traje para su próxima coronación, que sería en tan sólo mes y medio. Ben era un joven apuesto de piel clara, ojos verdes y cabello miel despeinado heredados de sus dos padres. En ese momento tocaron la puerta y él dio permiso a su visitante de entrar
El muchacho no pudo evitar sonreír cuando vio a sus padres entrar en la habitación. A pesar de los años, su madre, Bella seguía siendo hermosa, con su cabello castaño y ojos cafés, y su padre, con sus lentes de montura gruesa y todo, seguía siendo apuesto con su cabello castaño claro y sus ojos azules. Ambos vestían elegantemente, ella con un vestido amarillo sin mangas, y él con camisa blanca, pantalón y zapatos negros y saco azul con dorado, además de sus respectivas coronas.
-Mírate, querido, estas tan apuesto-declaró su madre orgullosa al verlo en su traje.
-Gracias, mamá-agradeció Ben con una sonrisa.
-¿Nervioso por tu coronación? Aún no puedo creer que sea en menos de dos meses, apenas eres un bebé-dijo su padre, dando a entender que aún no asimilaba que su hijo ya estuviera por sucederlo en el trono.
-No seas dramático, amor, va a cumplir dieciséis-le recordó su mujer
-¿Sólo dieciséis? Yo no tomé mi primera buena decisión hasta los cuarenta-declaró el rey Bestia.
-A los veintiuno querías que nos casáramos-le recordó la reina, mirando acusadora a su marido.
-Eras tú o una tetera, querida-declaró el rey con humor, ganándose un golpe en el estomago de su, fingidamente claro, enfadada mujer-no es cierto-declaró el monarca divertido a modo de disculpa.
-La verdad estoy emocionado, y de hecho ya se me ocurrió mi primer decreto real-declaró el muchacho orgulloso. Al oírlo, sus padres se emocionaron aún más.
-No nos tengas en suspenso, ¿cuál será?-preguntó el Rey Bestia ansioso. Al oír a su padre animarlo a contarles su idea, el muchacho respiró hondo antes de empezar.
-Quiero darles a los chicos de la Isla, la oportunidad de estudiar aquí-explicó el muchacho, emocionado. Pero era evidente que ni el rey ni la reina compartían la emoción de su hijo, pues al oír su idea sus sonrisas se desvanecieron.
-Disculpa… Querido… ¿qué?-fue lo primero que la confundida reina pudo articular.
-He estado pensando-empezó a decir el muchacho mientras se bajaba de la pequeña plataforma en la que había estado parado mientras el sastre trabajaba, y se dirigía a la ventana, que tenía vista principalmente a la Isla-los hemos dejado abandonados, y merecen una mejor vida que la que tienen ahí-explicó el muchacho, mientras veía el lugar donde los villanos, y sus respectivos hijos, se encontraban retenidos.
-Los hijos de nuestros enemigos… entre nosotros…-empezó a decir el rey, intentando contener su enfado ante la estrafalaria idea que quería implementar su hijo.
-Sólo serán algunos para empezar, los que opino que más necesitan nuestra ayuda-atajó el muchacho-ya fueron elegidos-agregó, queriéndose mostrar firme sobre su idea ante sus progenitores.
-¿Quiénes son sus padres?-quiso saber la reina. Quería confiar en su hijo pero tampoco quería arriesgar el reino trayendo a la prole de cualquier villano.
-La Reina Malvada, Cruella De Vil, Jafar, el Doctor Facilier, Oogie Boogie, la Reina de Corazones…-empezó a decir Ben, deteniéndose por unos instantes, que a sus padres se les hicieron eternos, pero ellos no entendían que a su hijo no se le hacía fácil decir los últimos dos nombres-Gastón…-reanudó, sacándoles expresiones de shock idénticas a sus padres-y Maléfica-dijo finalmente.
Si oír el nombre del archienemigo de sus padres, el arrogante cazador que intentó asesinar a su padre para obligar a su madre a casarse con él, enfadó a sus progenitores, oír el nombre de la líder de los villanos, de posiblemente la reina de la maldad en Auradon y sus alrededores, debió ser lo bastante grave para que, apenas oyeron al príncipe mencionarla, tanto el sastre, quien no era otro más que el siempre carismático Lumiere, como sus asistentes emprendieron al graciosa huida. Cabe decir que el rey no estaba contento, pues empezó a respirar pesadamente.
-A los hijos de Gastón los acepto…-empezó a decir el rey con enfado.
-En realidad, sólo elegí a una, a la hija-le corrigió su hijo-según nuestros registros de la Isla, Gastón tuvo tres hijos, dos de ellos gemelos, y una hija-le recordó el adolescente con una sonrisa tímida. Su padre resopló con enfado por ser corregido.
-Muy bien, acepto A LA HIJA de Gastón la acepto-se corrigió el rey-¡¿pero a la hija de Maléfica?! ¡Ella es la peor villana del reino!-empezó a decir, antes de, para su aparente enfado, ser detenido por su hijo nuevamente.
-Papá, ellos no son sus padres, como dije son totalmente inocentes de los crímenes de sus padres-declaró el muchacho. Fue cuando la Reina Bella, intentando ayudar a su hijo, vio que era momento de intervenir.
-Querido, a mí tampoco me… entusiasma… pues primero que nada es la seguridad del reino-empezó a decir, enfatizando la parte del entusiasmo dando a entender que hablaba de la hija de Gastón y la de Maléfica-pero Ben tiene un buen punto, a esos chicos se les debe dar una segunda oportunidad-empezó a decir la reina, mientras ponía sus mano en el brazo de su marido para calmarlo-yo lo hice contigo-agregó con una sonrisa, haciendo que su marido sonriera con algo de ternura, admitiendo silenciosamente que su mujer tenía razón.
-Está bien, creo que tienes razón, los hijos son inocentes… confiaremos en ti-declaró el rey con una sonrisa, demostrando que, aunque no le hacía gracia invitar a los hijos de los villanos del reino, especial de villanos como Gastón o Maléfica, estaba dispuesto a confiar en su hijo y en su buen juicio, dándole junto a su esposa una sonrisa de ánimo al muchacho.
Ben sonrió contento de que sus padres apoyaran, antes de volver a fijarse en la Isla de los Perdidos, ligeramente borrosa por la barrera mágica que la rodeaba e impedía que los villanos residentes pudieran escapar. No se sentía capaz de confesarle a sus padres que había otro motivo para querer invitar a los hijos de los villanos a unirse a ellos en Auradon, y era que desde hacía un par de semanas había estado soñando que algo lo llamaba desde la Isla, un sueño que terminaba en que veía a un chico que no podía evitar encontrar lindo, uno de cabellos monocromáticos y lindos ojos marrones.
Mientras tanto, en la Isla de los Perdidos, aquel sombrío lugar a donde los villanos de Auradon, sus secuaces y sus respectivos descendientes habían sido enviados para evitar que causaran daño a la gente del reino, los hijos de los que eran considerados los líderes, los ocho villanos más crueles de la Isla, se encontraban guiando a un numeroso grupo de otros jóvenes en lo que mejor sabían hacer: causar caos y fastidiar a los demás habitantes del lugar.
Primero estaba Marguerite, hija de Gastón, una bella muchacha de piel morena, cabello rubio en ondas, recogido en una coleta alta, y ojos azules como su padre, vestida con una blusa blanca a botones de mangas tres cuartos, jeans negros ajustados, botas cafés de tacón de aguja, muñequeras de cuero café, y una chaqueta de cuero sin mangas color ocre con detalles en rojo, con el dibujo en la espalda de la silueta de una cabeza de ciervo con astas como ramas de un árbol.
Después estaba Oscar Boogie, hijo de Oogie, un muchacho flacucho y larguirucho de piel pálida, ojos negros con profundas ojeras, cabello negro con un mechón tapándole un ojo, vestido con una camiseta de manga larga toscamente cosida del pecho con telas pergamino, verdes y negras, jeans ajustados color negro, botas cafés desgastadas, guantes sin dedos de cuero negro, un gorro de lana color pergamino también cosido con tosquedad y una chamarra sin mangas de cuero negro, con el dibujo de un circulo de color verde, emulando una luna llena, y con la siniestramente sonriente silueta de su padre, en la espalda.
Siguiendo estaba Delphine Facilier, hija del Doctor Facilier, una muchacha de piel morena, cabello castaño claro enchinado, y ojos verdes, vestida con una camiseta negra con lo que parecían brochazos de pintura color vino en el frente, pantalones pescador de mezclilla, zapatos de tacón de terciopelo vino burdeos, guantes de cuero negro, y una chamarra sin mangas de cuero vino tinto con negro, en cuya espalda se hallaba el dibujo de una muñeca vudú con agujas clavadas y un sombrero de copa como el de su padre.
Luego estaba Corey, hijo de la Reina de Corazones, un muchacho delgado de piel morena, cabello hasta los hombros negro con reflejos rojos, destacando dos mechones rojos peinados para formar un corazón, y ojos cafés, además de un lunar con forma de corazón bajo el ojo izquierdo, vestía jeans blancos ajustados, botas rojas, camisa negra a botones, con las mangas remangadas hasta los codos, un corsé rojo, anteojos con cristales en forma de medio corazón, guantes sin dedos de red rojos, una pequeña corona de oro parecida a la de su madre, una sortija de rosa roja en la mano izquierda, y una chamarra sin mangas de cuero rojo de arriba y blanco de abajo, con el dibujo de tres rosas blancas, abiertas en forma de corazón y goteando a medio pintar de rojo, en la espalda.
Después seguía Evie, hija de la Reina Malvada, una bella muchacha de piel clara, ojos azul oscuro y cabello azul océano que le llegaba a los hombros en ondas, ella vestía con una blusa azul oscuro de manga larga, bajo una chamarra de cuero azul de mangas anchas, una falda negra con estampados en rojo, azul y blanco, leggins de telaraña, guantes de cuero negro sin dedos, botas negras, una tiara azul en su cabello y un collar de rubí. En la espalda de su chamarra llevaba el dibujo de una corona agrietada de la parte inferior.
El siguiente era Jay, hijo de Jafar, un muchacho musculoso de piel morena, cabello negro hasta los hombros, ojos color chocolate, vestido con unos jeans azules con varios zippers, botas negras de combate, brazaletes y guantes sin dedos de cuero, una camiseta negra sin mangas bajo una chaqueta de cuero color marrón con amarillo y detalles azules, con una cinta naranja a modo de cinturón. El dibujo en la espalda de su chamarra era el de una cobra con expresión malévola.
Luego estaba Carlos De Vil, hijo de Cruella y el más joven del grupo, un muchacho bajo y delgado de piel clara con pecas, ojos marrones y cabello blanco con raíces negras, el vestía una camisa negra con manchas blancas como de brochazos, pantalones pirata blancos de un lado y negros del otro sobre pantalones de compresión negros, con una cola de perro falsa colgando de una cadena, botas cafés con calcetas negras, guantes sin dedos de cuero rojo, y una chamarra de cuero blanca de un lado y negra del otro, con peluche de iguales colores en el cuello, mangas rojas, algunos cierres y el dibujo de dos huesos cruzados, blancos de un lado y negros del otro, en la espalda.
Y finalmente estaba Mal, la líder de la pandilla e hija de Maléfica, si Evie, Delphine y Marguerite eran bellas Mal era preciosa, de piel pálida, cabello de un curioso tono de púrpura, y ojos verde brillante. Ella vestía una camiseta negra, jeans morado oscuro, botas negras, guantes sin dedos de cuero, y una chamarra de cuero morado con detalles en rosa y verde. En la espalda de su chamarra ostentaba el dibujo de dos dragones, uno negro y el otro verde, ambos enrollados y encorvados en forma de corazón.
La diversión de los ocho adolescentes y sus "seguidores", en la que destacó que Mal le robara su paleta a un niño que pasaba en un carrito hecho a partir de una caja jalado por su madre, quedó cortada cuando un grupo de matones, todos con cara de jabalí y aspecto amenazador, arribó, más que nada por que sabían quién se encontraba detrás, cosa que hizo correr a la gran mayoría, dejando sólo a los ocho muchachos. Y de detrás de la cortina de mastodontes salió nada más ni nada menos que la villanía en persona, la más malvada de los villanos presos en la Isla de los Perdidos: Maléfica.
-Hola, mamá-saludó Mal a su madre.
-¿Robando dulces, Mal? Estoy muy desilusionada-dijo Maléfica, con evidentemente falsa decepción.
-Se lo robé a un bebé-se defendió la de pelo purpura, ofreciéndole la paleta robada a su progenitora.
-Esa es mi chiquita cruel-declaró Maléfica con orgullo mientras tomaba la paleta, antes de escupirla y ponerla unos segundos bajo su axila-devuélvesela al horrible niño-le dijo a uno de sus servidores.
-Ma…-se quejó su hija.
-Los detalles, cariño, son la diferencia entre malvada y ¡diabólica!-explicó el hada malvada con mucho dramatismo-¿qué he estado haciendo los últimos dieciséis años? Volverte una copia de mí-le recordó a su hija-y tú aquí robando dulces, yo a tu edad ya estaba…-empezó a decir.
-Destruyendo reinos y causando caos-recitó Mal junto a su madre-seré mejor, te lo aseguro-agregó, hablando ella sola y sonriéndole a su progenitora.
-Oh, novedades-empezó a decir Maléfica, recordando por qué había buscado a su hija para empezar-los ocho fueron elegidos para ir a una nueva escuela, ¡en Auradon!-declaró el hada malvada con aparente entusiasmo, el cual al parecer no fue compartida ni por su hija ni por sus amigos, quienes de no ser por que los matones de Maléfica hubieran emprendido la retirada.
-¿Qué? Yo no iré a un internado lleno de princesitas primorosas-declaró Mal con desagrado.
-Y príncipes…-empezó a decir Evie emocionada.
-Todos seguro apuestos…-secundó Marguerite, al parecer tan emocionada por la idea como Evie, cuando la mirada venenosa de Mal las hizo poner rostros entre serios y decepcionados.
-Yo no uso "uniformes" si no son de cuero real-declaró Jay sonriendo con arrogancia, usando comillas aéreas para al mencionar los uniformes.
-Y seguro ni saben divertirse-mencionó Oscar, cruzándose de brazos.
-Yo leí en alguna parte que en Auradon hay perros… mamá dice que son animales crueles que atacan a los niños que no se comportan-mencionó Carlos con algo de timidez y miedo, avanzando hasta estar junto a sus amigas, mientras Maléfica pedía en silencio paciencia con el cobarde hijo de Cruella De Vil. Jay, por mera diversión, aprovechó haber quedado detrás del de pelo blanco y negro para espantarlo haciendo sonidos de ladridos, haciendo saltar del susto a Carlos y sacándoles risas a los demás, aún cuando el De Vil le pegó en el hombro por la broma.
-Yo creo que en un par de horas ya estaría dominando el lugar-declaró Corey con arrogancia y desdén, pero Evie, como una broma, alargó el brazo y le arrebato los lentes-¡oye, mis lentes!-reclamó el muchacho molesto.
-Ahora no eres tan rudo, ¿o si, Corey?-preguntó Delphine con ironía y burla, haciendo reír los demás.
-¡Te voy a matar, Evie!-amenazó el muchacho furioso, cerrando sus manos alrededor del cuello más cercano, que para mala suerte de Oscar resultó ser el suyo.
-¡Oye, oye!-empezó a decir el hijo de Oogie Boogie, quitando las manos del otro chico de su garganta-cuello equivocado, Evie está atrás de ti-le dijo a su amigo, quien tras localizar a la chica peliazul le arrebató sus lentes y se los volvió a poner, matando a la muchacha con la mirada. Maléfica miró todo el espectáculo en silencio, sintiendo ganas de matar al grupo de adolescentes si estos no se comportaban.
-Lamento cortar su diversión, pero nunca dije que tuvieran alternativa ¡Ignorantes!-declaró, y sus matones empezaron a escoltar, o mejor dicho empujar, a los ocho hijos de villanos.
En el Castillo de las Gangas, la casa, o mejor dicho choza, de Maléfica, los padres de los ocho jóvenes ya se encontraban reunidos, y ahí el hada malvada les explicó el plan que sus progenitores habían trazado: aceptarían la oferta de ir a la Preparatoria Auradon, buscarían y robarían la varita del Hada Madrina, y usarían su magia para romper la Barrera, dándoles a los villanos la oportunidad de escapar y finalmente tomar Auradon. Naturalmente hubo algunas objeciones de los padres, aunque muchas eran más por sus propios motivos egoístas que por miedo a que se llevaran a sus hijos.
-No se llevarán a mi Carlos porque lo extrañaría mucho-declaró Cruella con decisión.
-¿Lo harías, mamá?-preguntó el muchacho, sorprendido de oír eso de su madre.
-Claro, ¿quién teñirá mi cabello, cepillará mis abrigos o raspará las durezas de mis pies?-preguntó la caída diva de las pieles, como si la pregunta de su hijo fuera ridícula. Eso hizo que ni la advertencia de su madre sobre los perros en Auradon cambiaran la opinión de Carlos sobre que irse lejos no sería tan malo.
-Yo estoy segura de que mi Corinto será incapaz de decepcionarme-declaró la Reina de Corazones, mientras tomaba con suavidad el rostro de Corey.
-¿Lo dices enserio, mi Reina?-preguntó el pusilánime Rey de Corazones ante la afirmación de su esposa.
-Claro, después de todo él sabe que si falla le costará la cabeza-declaró la mujer, apretando los dientes conforme hablaba y apretaba el agarre del rostro de su hijo, al grado incluso de lastimarlo, quien se puso tenso ante la sutil amenaza.
-Te garantizo, Madre, que no pienso decepcionarte si me dan la oportunidad-declaró Corey con seriedad. Su madre sonrió más con malicia que con ternura ante la garantía de su hijo.
-Jay tampoco irá, lo necesito para llenar mis estantes-declaró Jafar, abrazando a su hijo con orgullo-ahora muéstrame qué robaste-pidió a su hijo, viendo orgulloso las cosas que Jay había robado a lo largo del día, casi poniéndose loco al ver que había robado una lámpara, la cual empezó a frotar en cuanto la tuvo en sus manos.
-Papá, ya lo intenté-dijo seriamente el pelinegro para detener a su padre, atrapando la lámpara cuando Jafar la tiró con desdén.
-¡Mi hija no irá a juntarse con el hijo de ese monstruo y de esa zorra traidora de Bella!-declaró Gastón con rabia, señalando que era del grupo de padres al que menos le hacia gracia la cosa, dado que fue el hijo de sus enemigos quien los había invitado./p
-Ni mi Petite Étoile se acercará a los hijos de ese par de sapos-declaró el Doctor Facilier ofendido.
Tanto Marguerite como Delphine se miraron con expresiones aburridas ante el pequeño arranque de berrinche de sus padres, pues era obvio que no compartían los mismos motivos de estos para no ir a Auradon. Marguerite sabía que su padre aún les guardaba rencor a la Reina Bella por rechazarlo y al Rey Bestia por ganarle a la que veía como su esposa ideal, mientras que Delphine sabía que el Rey Naveen y la Reina Tiana eran los únicos a los que su padre odiaba más que a Lawrence por frustrar su plan.
-Yo la verdad estaría feliz que mi muchacho esté en Auradon-declaró Oogie Boogie, sorprendiendo a su hijo./p
-¿Lo estarías, viejo?-preguntó Oscar, arqueando una ceja. Estaba casi seguro de que su padre lo decía porque quería tener la casa para él solo.
-Claro, todo un reino de crédulos a los que podrías estafar con todo lo que te enseñé-dijo el fantasma abrazando a su hijo por los hombros, sacándole risas al pelinegro.
-Pues Evie no irá a ninguna parte sin antes deshacernos de esa uniceja-declaró la Reina Malvada, quien estaba sentada delante de su hija, haciéndose la una a la otra su acostumbrado tratamiento de belleza.
Había comentarios a favor o en contra sobre enviar a sus hijos o no a Auradon, pero fueron las palabras motivacionales de Maléfica sobre la gran oportunidad que estaban teniendo de vengarse de los héroes por haberlos enviado a esa isla a pudrirse, en los casos de la Reina Malvada y la de Corazones haciéndolas perder sus reinos en el proceso, lo que acabó de convencerlos de enviar a los jóvenes a Auradon a conseguir la varita mágica. Maléfica le entregó a Mal su libro de hechizos, el cual tenía guardado en la "caja fuerte" (entiéndase el refrigerador), la Reina Malvada le dio a Evie su Espejo Mágico, la Reina de Corazones le dio a Corey un librito marron con un corazon de rubí en la cubierta, e incluso el Doctor Facilier le dio a Delphine su amuleto, reparado tras mucho esfuerzo, por si necesitaban un Plan B para poder robar la varita.
En menos de quince minutos había llegado la limosina que los llevaría a Auradon, y tras unas "afectuosas" despedidas entre padres e hijos, o en el caso de Carlos meter su equipaje en el maletero y entrar al auto antes de que su madre lo alcanzara, los ocho jóvenes hijos de villanos se encontraban camino a Auradon, aprovechando el pequeño viaje para curiosear entre las cosas en la limosina, siendo interrumpidos por el pequeño susto de ver como la limo se dirigía al puente caído, sólo para ver que el conductor podía abrir un puente que conectaba brevemente la Isla con Auradon.
Luego de que el conductor "amablemente" subiera la ventana que separaba la cabina con la parte de atrás del vehículo, los ocho jóvenes se optaron por disfrutar los lujos que les ofrecía la limosina, desde los dulces, de los cuales Carlos, Oscar y Jay sintieron una gran pasión por el "chocolate", Corey y se dedicara a charlar con Delphine y Mal sobre el plan, y Marguerite e Evie se pusieran a hablar sobre cómo lucir atractivas para los príncipes que hallarían en Auradon.
Cabía agregar que, si bien seguía disfrutando de comer dulces con Oscar y Jay, Carlos estaba medio ensimismado en ver el lugar al que se dirigían, Auradon. Nunca se lo comentó a nadie, ni siquiera a sus amigos, pero desde hacía mucho tiempo soñaba con pisar tierra firme, pero sus sueños siempre se iban más allá, se iban a un hermoso lago con lo que parecían unas ruinas en la orilla, y la visión de un chico realmente apuesto, uno de ojos verdes y pelo de un color café dorado, y la sensación en Carlos de que era ahí, junto a ese chico, donde él pertenecía…
Continuará…
Mi primer fanfic de Descendientes, la verdad me gustó la película, la historia se me hizo interesante, digo no es la película del año pero si deja en qué pensar sobre que los pecados de los padres no deben seguir a los hijos y todo. Ojalá les guste, lo recomienden a sus amistades y dejen reviews que saben que me motivan a seguir escribiendo esto.
