Redención

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Lo miré directo a sus ojos, sentí el miedo más aterrador y profundo que cualquier persona pudiera sentir. Se me heló la sangre y pequeñas convulsiones me recorrieron de la cabeza a los pies, un sudor frio recorrió mi piel pálida y helada como el mármol.

Su inmaculada piel estaba manchada de sangre y rencor, sus facciones destrozadas por una mueca demente le daban el aspecto del mismo infierno vuelto carne humana. No supe en que momento mis rodillas cedieron y caí al piso.

Era la única con vida. El suelo estaba atestado de cadáveres, al menos unos sesenta cuerpos sin vida yacían en el piso, todos pertenecientes a shinobis de las cinco naciones ninja.

¿Qué hacer? ¿Correr? ¿Escapar? ¿Morir?

Sasuke…

Él caminó hasta mi encuentro, con su espada firmemente sujeta en su mano derecha. Miró a su próxima victima, arrodillada en sobre la tierra, lista para cortarle el cuello. Yo lo miraba con los ojos desorbitados, la boca ligeramente entreabierta y mis brazos colgando inertes a los costados de mi cuerpo.

No podía parar de llorar, con sollozos ahogados y el nudo de mi garganta me dificultaba la respiración. Alcé la mirada y una vez más nuestros ojos hicieron contacto. En ese momento lo supe.

Sasuke nos odiaba. Nos odiaba a todos. Su furia le había cegado hace tiempo, lo había llevado a un lugar de donde nunca podría ser rescatado y la ira reflejada en su mirada consumía todo a su alrededor, como si fueran las llamas negras del Amaterasu.

Supe que iba a morir. Y lloré, mas no por mi cruel destino sino por él. ¿Qué tenía preparado el destino para Sasuke? Sólo más dolor y venganza. No había manera de salvarlo, no había perdón, no había felicidad. ¿Cómo había pensado que podía ayudarle? Nadie podía.

Me sentí más pequeña e inútil que nunca.

Lentamente me puse de pie, sintiendo que la cabeza me pesaba toneladas. Iba a ser asesinada por un miembro de mi propia villa, un compañero de Konoha. Porque Sasuke nunca sería un traidor a mis ojos. Elegí no transitar el camino del odio, el tiempo me había purificado los recuerdos dejando solo paz.

En el momento final no temblé, no lloré, no grité ni me quejé. Un suave suspiro escapó de mis labios cuando sentí la espada de Uchiha Sasuke atravesándome. Él me miró sonriente y en sus ojos divisé algo más. Desesperación. La soledad desesperada.

Con mi último aliento, avancé. La espada se hundía más y más en mí, la sangre corría por la comisura de mis labios. Cuando estuve lo más cerca posible, estiré mis brazos hacía él y lo abracé.

No podía salvarlo, ayudarlo. No había un camino que mostrarle y no podía ser tan fuerte para levantarlo.

Lo único que quería era que, aunque solo fuera un instante, Sasuke tuviera paz y encontrara redención. Yo no lo odiaba, lo quería.

—Por favor, sé feliz Sasuke-kun.

Me correspondió el abrazo mientras susurraba un "Gracias". Entonces cerré los ojos y descansé.


Esto es el producto definitivo de mi mal humor y mi tristeza... La vida no me sonrie, se me caga de la risa ¬¬ En fin, al menos escribir esto me hizo sentir un poco mejor.

Aclaración: Los protagonistas de este fic son Sasuke Uchiha y la kunoichi que asesina. Decidí dejar a la protagonista "en suspenso" para que ustedes puedan imaginarlo con quien quieran. Quizá, logicamente hablando, se trate de Sakura, aunque debo admitir que no me gusta el SasuSaku. En fin, ustedes pueden imaginarlo con cualquier kunoichi de Konoha.

Disclaimer: El mundo de Naruto y todo lo que lo integra es propiedad de Masashi Kishimoto. Si fuera mio... ufff, estarían perdidos...