CAP. 1 "ASÍ COMENZO TODO"

Era un hermoso día, el 7 de mayo de ese año marcaría no sólo uno de los días más bellos, sino también el nacimiento de una niña, una niña que era inocente de todo aquello a lo que se le culpaba, despreciada por su familia, pero a final de cuentas una Andley, alguien que debían de mantener en el anonimato.

-Fue una niña señor, una niña muy hermosa, digna de ser una Andley… (Mencionó la partera al mostrar a la niña al patriarca de la familia).

-Esto ha sido el peor error que has cometido, el nacimiento de esa niña jamás debió de haber sucedido (horas después del nacimiento de la pequeña se llevaba a cabo una calurosa discusión en el despacho de la mansión)

-Ella no tiene la culpa de nada, por favor papá déjame conservarla…

-La podrás conservar bajo mis condiciones, harás exactamente lo que yo te diga, sino lo haces nunca la volverás a ver…

Un año antes

En la cocina de una de las mansiones más hermosas de toda américa.

-Hola Bridget, ya te enteraste…

-¿De qué? (contesto despreocupada)

-El señor llega mañana con el joven…

-¡Es en serio! (dejando sus labores) No me estas mintiendo ¿verdad?

-¡Claro que no!

-¡Que alegría! No he visto al joven desde hace mucho tiempo…

Bridget, era una jovencita de tan sólo 14 años de edad, su padre había sido uno de los trabajadores de esa hermosa mansión hasta su muerte 4 años atrás, pues desde niño inició trabajando para esa adinerada familia; se casó con su esposa Amelia y procrearon a una hermosa niña de cabello castaño, la cual poseía unos hermosos ojos verdes y a su cuerpo lo cubrían pequeñas pecas que la hacían lucir más hermosa, cuyo nombre era Bridget Amelia Evans.

Desde niña, ella y el joven (único hijo varón y por ende el próximo patriarca de la familia) habían iniciado una hermosa amistad, todo el día jugaban por los alrededores de la mansión. Él por ser el pequeño hijo del respetado y gran señor William Andley, era consentido por toda la familia, tanto él como sus hermanas, eran el verdadero tesoro que poseía su padre, después de la muerte de su esposa.

William Albert Andley era el nombre de ese hermoso joven. Su padre había insistido en que lo acompañara en su viaje de negocios, aunque esto le resultaba fastidioso, pues lo que a él realmente amaba era pasear por los alrededores de la mansión, observando sus hermosos jardines, pasando un rato agradable a lado de la chica que desde niño él amaba secretamente. Pero su tortura había terminado, después de tres largos meses de no verla, él estaba a punto de regresar, pues lo que más anhelaba era tener el valor de decirle frente a frente lo que sentía por ella, aunque esto ocasionará el descontento de su padre.

-Por fin hemos llegado a casa, ¿cómo está todo por aquí George? (cuestionando a quien más que su trabajador lo veía como su hombre de confianza y un gran amigo)

-Todo bien señor…

Albert como siempre, después de un largo viaje, lo primero que hacía era salir corriendo del coche de su padre para ir a encontrarse con la chica de sus sueños, la que siempre lo esperaba en el mismo lugar y de quien siempre recibía la más hermosa de las sonrisas.

-¡Hola! (grito tatando de asustarla)

-Hola joven Albert… (Aparentando seriedad)

-¿Joven? Después de todos estos años y tú me sales con JOVEN… eso es realmente decepcionante viniendo de ti…

-(Regalándole la hermosa sonrisa que tenía sólo para él y lanzándose a sus brazos) ¡Qué bueno que regresaste, no te imaginas cuanto te extrañe!

-Tan sólo me fui por tres meses, ¿qué pasaría si me voy por un año entero?

-¿Un año entero? Admítelo no podrías vivir sin mi (riéndose a todo pulmón y deshaciendo el abrazo)

-(Tomándola de las manos) Brid (llamándola cariñosamente) durante el viaje me prometí que al regresar hablaría contigo, sobre algo muy importante…

-¿Qué es eso tan importante que me tienes que decir?

-Brid… yo… es decir… tú…

-(Imaginando lo que se aproximaba) ¡No lo digas! Por favor Albert no lo digas (soltando sus manos y volteándose rápidamente)

-¿Por qué no? (rodeándola con sus brazos por la cintura)

-Por qué esto es imposible, esto jamás puede suceder, tu eres el joven de la casa, el príncipe con el cual toda plebeya como yo sueñan, pero que son conscientes que jamás podrán tener (conteniendo las lágrimas)

-Lo único que sé es que te amo, escuchaste bien, te amo y sé que tú también me amas. Desde que éramos niños nos hemos amado (volteándola hacia él)

-(Llorando) No me hagas esto, por favor, no me hagas esto…

-Sé que somos muy jóvenes, que muchas pensaran que esto es sólo pasajero, pero con el paso de los años la única que ha permanecido en mi corazón eres tú…

-Tu padre jamás lo aceptará…

-Mi padre no manda en mi corazón, sólo yo… (Abrazándola fuertemente y regalándole el primero y más tierno beso en sus jóvenes labios)

-Te amo Albert, te amo…

Las semanas iban pasando, en la mansión se ocultaba un secreto, dos jóvenes de distintas clases sociales se amaban; todos los días después de las labores de ella, se encontraban en el mismo sitio una pequeña cabaña que se encontraba a las afueras de la mansión, simple y sencillamente su amor era inquebrantable, al menos eso creían ellos.

-¿A dónde vas todas las tardes?

-Simplemente voy a pasear por los alrededores…

Una tarde de agosto, como de costumbre se había quedado de ver en dicha cabaña, ese día inesperadamente los alcanzó una tormenta, tomándolos por sorpresa y obligándolos a permanecer ahí.

-Tal parece que tendremos que quedarnos aquí por un largo tiempo

-Eso parece (contesto la chica un tanto preocupada)

-¿Qué te sucede? ¿Estás bien?

-Estoy preocupada, ya está obscureciendo y esta tormenta parece no tener fin

-No te preocupes todo estará bien… (Tomándola de los hombros)

-Mi mamá ha de estar preocupada…

Inesperadamente él le da un beso en los labios, pero era un beso diferente a los demás, era un beso pasional, aspecto que sobresalto a la chica, cuya reacción fue arrempujarlo hacia atrás para que la soltara.

-Lo siento no quise asustarte… Perdóname Brid, es sólo que te amo demasiado y deseo que estemos juntos…

-Yo también te amo Albert, pero la verdad es que, tengo miedo…

-(Acortando la distancia) No tienes por qué temer…

-¿Crees que esto esté bien? ¿Crees que sea correcto?

-No lo sé… (Besándola inmediatamente)

Poco a poco se fueron deshaciendo se sus prendas, ambos eran muy jóvenes pero su amor sobre pasaba la edad que ambos compartían; sabían que después de ese día no volverían a ser los mismos.

-Te amo Brid, te amo

-Yo también te amo Albert

Era la primera vez que ambos se entregaban mutuamente, dejaban de ser niños para convertirse en hombre y mujer, sólo la lluvia y esa pequeña cabaña eran los únicos testigos que tenían de su encuentro amoroso.

Albert observaba cada espacio del cuerpo de la mujer que amaba, su piel era blanca como la nieve, con unas singulares y tiernas pecas que la adornaban. Una de sus manos se adueñó del joven seno de ella mientras que el otro era succionado por los labios del rubio.

Todo lo que estaban viviendo era completamente nuevo para los dos. Esa sensación que resultaba placentera mientras lo observaba sobre ella apoderándose lentamente de su cuerpo, la hacía estremecer. Mientras tanto el recorría el abdomen, el ombligo y las piernas dejando un rastro húmedo mientras deslizaba sus labios.

Ella lentamente tomaba la espalda del chico que amaba, esa espalda desnuda y ancha a pesar de la corta edad de ambos, él era el hombre al que amaba, sólo él la podía hacer sentir todo aquello que la estremecía de la cabeza hasta los pies.

Por fin sus rostros volvieron a encontrarse, él la miro fijamente mientras sus labios se apoderaban de los labios de ella, mientras que lentamente la penetraba causándole un poco de dolor, pero sabiendo que eso indicaba que ella era completamente suya. Sus movimientos pasaron de ser lentos a rápidos, fuertes gemidos tanto femeninos como masculinos se escuchaban por el lugar mientras que él se movía rápidamente dentro de ella dejándola prácticamente sin poder respirar.

La intensidad del momento bajo, quedando él recostado sobre los pechos de su amada, ¿qué sucedería mañana? Ambos lo desconocían, pero de lo que estaban seguros es que lucharían por su amor, lucharían por ser felices.