Meimi y su novio entraron tomados de la mano al nuevo local recién abierto, cerca del centro de Seika. Apenas llevaban algunos meses de noviazgo, y era seguro que Saint Tail no aparecería más. Sin el estar presionada por ejercer sus deberes como la ladrona Siniestra, la chica se relajaba y vivía la vida de una adolescente de su edad. Las últimas semanas habían sido de ensueño y los chicos, aunque peleaban ocasionalmente, siempre se reconciliaban. Meimi iba a cumplir quince años en pocos días. La adolescente se sentía muy feliz y satisfecha con su vida. Ella y sus amigos ahora cursaban el noveno grado.

Era una fuente de sodas al estilo de los años cincuenta, con piso de azulejos de ajedrez, una rocola, letreros de neón y turquesa en el recubrimiento de los asientos y la barra. Como era obvio, la especialidad de la casa eran las malteadas de sabores y las hamburguesas con papas fritas. Una serie de fotografías gigantes enmarcadas de famosos ídolos del cine y la música del decenio de los cincuenta adornaba la pared, además de una vieja guitarra eléctrica. Daiki y su novia se sentaron a una de las mesas.

-Qué curioso lugar, nunca había entrado a un sitio como este- habló alegremente Meimi-

- Sawatari me habló de él- Es un obsesivo por todo lo que tenga que ver con los cincuenta. Me está cansado un poco, no habla de otra cosa.- masculló el chico.- pero el lugar se ve agradable. ¿Qué vas a ordenar, linda?-

Meimi ordenó su comida. Mientras Daiki se dirigió a la rocola para examinar la música que había en ella, no se percató de que Manato entraba por la puerta, vestido con una chaqueta de cuero.

-Asuka, viejo! Al fin te decidiste venir! – lo abrazó alegremente el joven.- ¿A que es genial este lugar?

-Sí , me gusta- contestó Daiki, sin darle mucha importancia- Que ocurre? Que te trae por aquí?

-Algo fabuloso! – gritó Sawatari- Verás…- continuó mientras arrastraba a Daiki de vuelta a la mesa donde Meimi los miraba mientras esperaba la comida- El famoso cantante Brandon Hill vendrá la ciudad…va a dar dos conciertos en dos semanas! No te parece estupendo?- los ojos del chico de pelo rubio brillaron.

-Eh…bah!- refunfuño Asuka.- Las chicas en la escuela no paran de hablar de ese tipo. A mí no me gusta nada.- Todas hablan de lo guapo que es y blablablá…-

-Dijeron, que vendrá Brandon?- Meimi saltó extasiada…Oh, le diré a mis padres…no me lo puedo perder…es tan guapo! Y canta muy bien!-Oh!- la pelirroja gimió, sobrecogida

-Bah. No lo puedo creer Meimi- gruño Daiki- Tu también estás prendada con ese tipo? – Yo no sé que le ven ustedes las chicas…tiene cara de imbécil…-Y parece un maricón moviéndose así y usando esos trajes de colores chillones…- concluyó amargamente.

Meimi se pusó roja de inmediato. Soltando chispas, murmuró:

Ah claro…yo no puedo tener un cantante que me guste, pero yo si puedo encontrar esas revistas para viejos pervertidos en tu mochila, eh?-

-No…no..yo-y-…o . Esto es un error! Manato me la prestó!- se voltéó hacia el rubio, completamente colorado. Sawatari lo miraba con sorna- Daiki tenía la cara cubierta de gotas de sudor.

-Que yo recuerde, Daiki, tú fuiste quien la compró. Y fuiste tú quien me la prestó. Me dijiste que te gustaba esa modelo de la portada y que habías usado esa revista para…- replicó Manato sarcásticamente

-Callaté ya! – interrumpiéndolo, Daiki le lanzó un golpe cómicamente, mismo que el rubio esquivó. Meimi había roto a reír desenfadadamente…- Estamos delante de Meimi y me estas humillando! – gimoteó el chico de pelo azabache.

-Ay, estos chicos…que tontos son a veces…- mumuró la pelirroja sin que su novio la escuchara. Estaba demasiado ocupado reclamándole y discutiendo con su amigo Sawatari.

Ninguno noto que el clamor áspero y seco de las motocicletas se acercaba al restaurante. Y tampoco se dieron cuenta cuando un nutrido grupo de hombres y mujeres jóvenes, todos vestidos de negro entraron al lugar…-

Uno de ellos, se acercó a la barra del local, mientras la mujer obesa de pelo castaño claro lo miraba con aprensión…-

-Sirvenos ya señora. Somos veinte. Queremos comer y beber algo decente. Más vale que este lugar sea bueno, a diferencia del resto de basureros que hay por aquí…- rugió el tipo con voz áspera y baja, quizás resultado de una adicción al cigarro. El hombre, con lentes oscuros parecía ser el líder de los motociclistas. Llevaba el pelo peinado en tupé por delante, al estilo de los cantantes de los cincuenta, sin embargo en la nuca llevaba una cola de caballo muy larga. Usaba lentes oscuros y su piel estaba llena de cicatrices profundas y desagradables.

-Tienes para pagarme jovencito? –Replicó valientemente la mujer.- Porque sé que ustedes motociclistas andan siempre sin un duro.

Que nos sirvas ya, vieja bruja!- rugió el sujeto. Algunos de sus acompañantes sacudieron amenazadoramente las cadenas que llevaban como armas.-

-Que rayos?- musitó Daiki mientras contemplaba la escena. Manato y Meimi, quédense allí. Voy a ver que está pasando con estos tipos.-

La pandilla ya estaba ocupando los asientos. Daiki se dirigió al líder que lo miró con desprecio a través de sus gafas.

-Y tú qué quieres niño?- Más vale que te largues. No estoy de humor para jugar- gruñó el sujeto-

-De verdad tienen para pagar o solamente vienen a robarse la comida?- espetó Daiki- Más vale que se porten bien, porque podemos detenerlos…-

Tu y quienes más, mocoso?- farfulló el gañán.-

-Mi padre es un miembro de la policía de esta ciudad…Puedo llamarlo de inmediato si no pagan o si causan problemas…-

-Bah! El pequeño policía no nos deja estar en paz…- rugió el hombre. Mira, chiquillo, no te metas en nuestros asuntos. Si pagamos o no, es problema nuestro. Vete a jugar a los policías y ladrones. Fuera de aquí!- lo apartó con un golpe.

Daiki esquivó el bofetón. Lo miró con seriedad y aprensión. Se dio la vuelta hacia el comedor, donde Meimi lo miraba, comiéndose las uñas de horror. No había notado que uno de los motoristas había puesto la pierna extendida, ocasionando que Daiki se diera de bruces contra el suelo.

Los sujetos se burlaron estruendosamente. El líder parecía indiferente, sin embargo. Al mirar al tipo que había hecho tropezar a Daiki, lo tomó por la camiseta, haciendo una mueca de ira.

-Que pretendías hacer, idiota?- Daiki se levantaba furioso, sin embargo Manato ya se había levantado y le ponía una mano en el hombro, para evitar que respondiera a la agresión.

-Fred…no me pegues, yo solo quería castigar a ese mocoso creído…- farfulló el tipo rapado mientras su jefe sacaba su navaja y se la ponía cerca del rostro.-

-Quizás sea un niñito estúpido, pero de ser cierto que su padre es policía… no quiero que se acabe nuestra diversión por él. – borboteó. Ahora ve y discúlpate a menos que quieras que te haga una nueva cara.-

El tipo fue hasta la mesa de los tres chicos, donde se disculpó balbuceando. Daiki lo miraba con desprecio. Se dio la vuelta y se sentó en otra mesa, lejos de su líder.

Los tres chicos no dejaban de observar aprensivamente a los motociclistas mientras estos reían y charlaban en sus mesas. Daiki no se sentía seguro. Quizás sería mejor que se fueran, pensaba, cuando la mesera llegó, entregando los alimentos que los chicos habían encargado.