N/A: ¡Hola! Aquí les traigo lo que es el primer la primer viñeta de este "Dizionario d'amore". La idea surgió porque descargue una app en mi celular que al entrar en ella te muestra una palabra por día y te da su definición. Se me hizo una idea muy cool meterme al menos una o dos veces por semana a la app y de acuerdo a la palabra que me arroje en esos días crear ya fuera un drable, una viñeta o un oneshot, además de que de esta manera podría hacer uso de varias palabras que tengo anotadas en un cuaderno que me llamaron la atención en diversos momentos de mi vida por equis o ye razón.

Bueno mejor corto mi rollo, y los dejo leer a gusto. Nos leemos más abajito UwU.

Dedicado al grupo en Facebook "La Hermandad RivaMika"

Disclaimer: Todos los personajes utilizados son propiedad de Hajime Isayama, yo sólo los uso para darles vidas que quisiera tuvieran.


Embobamiento.

Estado de ánimo del que se encuentra tan embelesado o admirado que parece bobo. Admiración que somete a todos los sentidos.

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La había estado observando justo como en ese momento se encontraba haciéndolo en el comedor del cuartel. Se había convertido en su pasatiempo favorito. Si le preguntaran desde cuando había comenzado a tener esa fijación por ella, él simplemente no sabría que responder a ciencia cierta.

Simplemente hacía unos meses se había percatado de su nuevo hábito. Y a partir de ese momento comenzó a estar detrás de ella de manera consciente.

Reuniones en su oficina. Entrenamientos personales –odiaba admitirlo, pero sentía celos de que ella entrenara con alguien que no fuera él–, miradas furtivas en reuniones importantes de la Legión, ligeros apretones de manos cuando la veía decaída, sabias palabras para amortiguar la feroz ira que de ella surgía en momentos poco oportunos. Se limitaba a dar un paso más allá del permitido entre ambos.

Ella era hermosa, nadie lo podría negar. Nunca. Quería ser él quien fuera el receptor de sus caricias, sus miradas… quería ser la persona en la que depositara ese afecto íntimo de los amantes. Pero era realista, en un mundo como en el que vivían, y a pesar de que ahora ambos tenían una relación muy estrecha de camaradería, esos deseos jamás se cumplirían, ni aunque ella le correspondiera sus sentimientos.

Lo único que él podía hacer era sumergirse en un mar de sentimientos al admirar sus sinuosas caderas, sus turgentes pechos; nadar en esos pozos de mercurio líquido que tenía por ojos, saborear aunque fuera en sus sueños de aquel capullo sonrosado que era su boca, deleitarse con la suavidad de su cremosa piel cuando retiraba con las yemas de sus dedos las lágrimas que surcaban su rostro frente a él, su confidente; su admirador secreto. El que le dejaba pequeños obsequios en su mesita de noche como una forma de hacerle ver que todo podía estar yéndose a la mierda, el mundo podría conspirar en su contra, ella podría haber cometido miles de errores, pero que había alguien en ese mundo que la amaba con todo y sus errores, y que estaría para ella cuando lo necesitara aunque fuera en las sombras.

No podía hacer más, pese a que quisiera gritar frente a todos; frente a ella que estaba irremediablemente enamorado de Mikasa Ackerman, que podría dejar toda su carrera militar a un lado y huir con ella –si es que ella lo aprobaba– a tierras lejanas y empezar de cero. Que podría parecer un bobo ante esas declaraciones, pero que sería el bobo más feliz del mundo si eso se cumpliera.

Sin embargo eran soldados que cargaban un peso sobrehumano sobre sus lánguidos cuerpos que los demás enaltecían y llamaban "los más fuertes de la humanidad", pero eso no quería decir que no se jugaran su vida día a día; batalla tras batalla. Ellos sólo habían sido premiados con genes de mayor resistencia física, pero seguían siendo humanos frágiles ante las garras de la muerte.

Todos esos pensamientos fueron interrumpidos cuando Hanji comenzó a sacudirlo, para sacarlo del embobamiento en el que se encontraba al estar observando cada acción que Mikasa estaba haciendo.

—¡Oh vamos Levi! ¿No me digas que aún no te le has declarado?

—Cierra el pico Cuatro Ojos de mierda, ni si quiera sé de qué estás hablando.

Una risa mal contenida salió de los labios de la castaña.

—Puedes decirle eso a quien quieras enano, pero a mí no me engañas ¿te doy mi opinión?— dijo mientras levantaba su vaso para darle un sorbo al agua.

—¡Tch! ¿Tengo alguna otra opción?— ella meneó su cabeza negando.

—Lo que necesitas hacer es expresarle todo lo que sientes por ella, y también lo que te mortifica entorno a eso—. Un pesado suspiro salió de sus labios— Créeme, es lo mejor que puedes hacer, no hay nada peor que callar, no sabes cuándo puede ser tú último día o el de ella—. Su voz quebrada no la permitió seguir.

Levi observó cómo los ojos de Hanji se empañaban, y no pudo evitar sentirse bastante apesadumbrado ante el gran dolor que ella había sufrido con la muerte de Erwin y sus silentes sentimientos hacia él.

Tal vez… sólo tal vez, él podría ser afortunado al hacerlo.

—No te preocupes, ella siente lo mismo. La intuición de una mujer nunca falla—. Regalándole un guiño, la Comandante se levantó de su asiento y su silueta se perdió en el corredor que conectaba el comedor con las demás habitaciones del cuartel.

Con energías renovadas, y un poco de nerviosismo, se levantó de su asiento y dirigió una orden hacia la muchacha azabache.

—¡Ackerman!— ella dirigió su penetrante mirada hacia su Capitán— Necesito que te presentes en mi oficina en cuanto termines.

Nadie alrededor de ellos se inmutó ante dicha orden, pero Mikasa presentía, que esa reunión desencadenaría algo que ella tanto había anhelado.


¿Qué tal? ¿Les gustó? Espero que sí. Ya saben, cualquier comentario, tomatazo, etc. será bienvenido.

~Judith