Cuando un Héroe Nace.
Capítulo 1 "Regreso a casa"

San Fransokyo

Tadashi se arreglaba para ir a la Universidad, colocó sus libros dentro de su mochila y se preparó para bajar a desayunar, la tía Cass había gritado su nombre y el de Hiro anunciando que ya tenía el desayuno listo.

-Buenos días, tía Cass.

- ¡Tadashi!, Mi chico genio. Toma asiento, los genios necesitan un buen desayuno para comenzar el día- La tía Cass seguía en la cocina sirviendo café, luego pasó a sentarse junto a Tadashi. Tomó el control y encendió la pequeña tele en su cocina para ver el noticiero matutino.

-Tía Cass, Hiro...

-Aquí estoy, buenos días. - Hiro bajaba con cara de desvelado.

-Parece que alguien tuvo una larga noche. Toma cariño, tus hot cakes. Tadashi, ¿cómo va tu nuevo proyecto?

-Realmente voy avanzando, pero falta mucho por hacer. Prometo mostrarles cuando quede listo.

-Suena muy interesante, ¿Qué dices Hiro? – Hiro no ponía atención a ninguno de los dos y sólo permanecía en su celular buscando nuevas peleas callejeras. Hace unas semanas que había terminado su primer prototipo.

- Am, sí. Suena fabuloso. -Seguía con la mirada en el teléfono.

Tadashi miraba a su hermano con desaprobación, pero intentaba entender y en que podría hacer para que optará por seguir con sus estudios. Cuatro meses atrás había terminado con sus estudios de preparatoria, y Tadashi sabía que su hermano podría hacer más con ese cerebro tan brillante.

De igual forma la tía Cass miraba a su sobrino y compartió una mirada con el hermano mayor.

-Hiro... cariño, sé que nos pediste tiempo para pensar en lo que quieres estudiar, pero sólo pedimos que no distraigas tu mente en otras cosas. Es decir, hay muchas actividades para hacer aparte de los robots... quizá puedas encontrar otra pasión...- En ese momento los tres miembros de la familia giraron su cabeza hacía el televisor al ver que la imagen de los noticiarios había cambiado y una cara muy familiar apareció en la pantalla.

Tadashi se pintó algo pálido y abrió los ojos de par en par. Hiro abrió la boca y la tía Cass subió el volumen.

"Mérida DunBroch, esta con vida. Un barco pescador la encontró en una isla cerca de las costas de Asia el pasado Mártes, isla donde se presume la chica naufragó cuando logró escapar de los secuestradores.

La hija del magnate Fergus, sobrevivió al secuestro manifestado hace cinco años atrás. Lamentablemente nos han confirmado que su padre, el dueño de empresas DunBroch ha fallecido durante el incidente"

La imagen de Fergus y Mérida aparecían de fondo en la pantalla.

"Nuestros reporteros trataron de establecer dialogo con su madre, la señora Elinor DunBroch."

Un video mostraba como una decena de paparazis y reporteros se acercaban a Elinor, o al menos eso trataban, pues sus guardaespaldas evitaban el contacto.

"Por el momento se ha abstenido a dar una respuesta. Pero a futuro le daremos más detalles sobre el caso.

En otras noticias, la ley anti-héroes podría ser eliminada gracias a los hechos recientes con Elastigirl, Mister Increible, Frozono y nuevos superhéroes tras derrotar al villano Rapta-Pantallas mejor conocida como Evelyn..."

-Tadashi...-La tía Cass tomó su brazo.

-Ella... está viva... ¡está viva! -Tadashi saltó de la silla y dio un par de vueltas. - ¡Esto es genial!, bueno, no por la parte del secuestro, ¡pero está viva!

-Oh cariño, no sabes cómo me alegra esa chica tiene toda una vida por delante.

-Deberías intentar comunicarte con su familia. ¿Aún tienes a sus hermanos en las redes sociales? -Hiro animó a su hermano pues sabía lo que esa chica fue en su vida.

-De inmediato lo haré. -Y subió rápidamente al ordenador de su cuarto

Hiro se quedó ayudando a su tía con los platos del desayuno y para cuando regreso a su habitación encontró a Tadashi viendo fijamente a la pantalla y una foto de él junto a Mérida.

- ¿Qué pasa hermano?

- No sé qué escribir, ni si quiera sé a quién de sus hermanos debo dirigirme, o a su madre o a la misma Mérida.

- Sólo di lo que sientes.

- Es tan sencillo para ti.

- No debe ser difícil, aparte ustedes no terminaron peleados ni nada.

- Lo sé, pero Hiro, vivió años lejos de la civilización, en una isla, Dios sabe por lo que ha pasado. ¿Y si esa chica que conocí cambio?

- Entonces sería muy tonto de su parte que te olvidará, ¡vamos!, ella fue tu novia por dos años de preparatoria, estoy seguro de que tiene buena imagen de ti. Es decir, su relación fue bonita, la tía Cass la adoraba y hasta me agradaba cuando me retaba en los videojuegos. Como sea, hermano, estoy seguro de que las palabras de un viejo amigo le darán ánimos.

- Gracias Hiro, pero eso no te libera de nuestra charla sobre las peleas callejeras con robots.

-Ahí vamos de nuevo. Voy tarde para un concurso de videojuegos, al menos no hay reglas en contra de estos.

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Ciudad Diswork. Hospital Central.

Elinor miraba tras la pequeña ventana de una puerta a su primogénita.

-Tiene múltiples cicatrices en todo el cuerpo, ya le hemos hecho los estudios adecuados para saber más de su estado; le hemos transferido suero para que su cuerpo reciba las vitaminas que le hacen falta.

- ¿Algo más? -Preguntó Elinor al doctor.

- No ha dicho ni una sola palabra desde que llegó, Elinor, la chica que está en esa habitación... prepárate, ya no es Mérida. -Decía el doctor.

Elinor se armó de valor para abrir lentamente la puerta de la sala del hospital, y ahí estaba Mérida, parada frente al gran ventanal aún en bata de hospital. Encontró que la postura de su hija era firme y decidida, que su largo cabello rizado ahora apenas llegaba por debajo de sus hombros. Logró divisar también algunas marcas en su antebrazo derecho.

Camino unos pasos a ella, con miedo a la persona que encontraría a continuación. Respiro profundo y tomó a su hija por los hombros.

-Mérida...

-Mamá...-La chica giró su cabeza y de inmediato ambas se abrazaron, Mérida se sentía tan bien al contacto de su madre, como lo había extrañado durante ese tiempo. Necesitaba ese amor maternal, esa seguridad que sólo ellas sabían dar.

- Tranquila amor, ya todo pasó, estaremos bien. - Mérida sólo supo soltar unas cuantas lágrimas.

- Te extrañé demasiado. -Mérida abrazó con más fuerza. Elinor se separó para sostener su rostro con ambas manos.

- Ya estás en casa, mi pequeña valiente. -Elinor depositó un beso en la frente de su hija.

Momentos más tarde Mérida estaba preparada para salir del hospital, desde luego una oleada de paparazzis y reporteros la esperaban fuera.

-Cúbrete con esto cariño. -Elinor le colocó una manta en su cabeza para que Mérida se tapase tanto del frío como de las molestas luces de las cámaras.

- Mérida ¿Cómo murió tu padre?

- ¿Cómo lograste sobrevivir en esa isla?

- ¿Tienes información de los secuestradores?

- ¿Qué paso durante todo ese tiempo?

- ¿Intentaste algo para salir de la isla?

- ¿Cómo escapaste de tus captores?

- Por el momento mi hija no responderá a ninguna de sus preguntas, ella necesita descansar. -Elinor decía mientras su piloto abría la puerta del auto. Mérida entró primero y su madre seguido de ella.

-Dios, que gente tan insensata. -Elinor abrazó a su hija.

Llegando a la mansión de los DunBroch, el chofer estaba a punto de bajar una pequeña maleta de madera, la única posesión de Mérida durante el viaje, pero la dueña lo detuvó.

-Yo me encargo, gracias.

Entrando a la mansión Mérida miraba cada detalle de su antiguo hogar, años que pasó jugando y corriendo por aquellos pasillos y ahora parecía ser la casa de unos extraños. Era tan enorme que no lo recordaba así. Se acercó a una pintura en medio de la sala principal, en donde estaba retratada toda su familia, cuando Mérida aún contaba con 13 años. Al ver de nuevo el rostro de su padre, ella quedó como hipnotizada.

-Tu habitación esta tal como la dejaste, no quise mover nada. - Elinor notaba ese comportamiento de su hija y aparte del abrazo en el hospital no había vuelto a tener intercambió de palabras con ella.

-Bienvenida, señorita Mérida. -Moudie, su nana y ahora cocinera entraba a la sala. Ella dedicó apenas una sonrisa notable.

- Un gusto volver a verte. -Una voz masculina que reconocía. Era Estoico Haddock. ¿Qué hacía él en su casa?

Mérida lo vio con disgusto. Seguía sin decir una palabra.

-Mer, ¿Recuerdas a Estoico? Era el amigo de tu padre.

Mérida seguía viéndolos atentamente a ambos, en su mente pasaban muchas teorías, y esperaba que no fuese lo que estaba pensando. Se escuchó una puerta abrirse y muchos pasos bajando las escaleras. Reconoció la voz de Hubert.

- ¡Mérida!

- Aquí están, pequeños. -Mérida abrazó a los tres, y se dio cuenta lo mucho que habían crecido. Ya no podría levantarlos para jugar con ellos al avión nunca más.

-Sabía... yo sabía que tú no podías estar muerta. -Dijo Hamish.

-Debemos recuperar el tiempo perdido, te has perdido de mucho estos años. -Dijo Harris. Mérida sólo no dejaba de abrazarlos. De sentir como ahora podía tenerlos cerca.

Moudie se dirigió a los adultos de la habitación.

-El joven Hiccup llamó, vendrá a cenar esta noche.

-Excelente. Prepararé todo para que te sientas como en casa de nuevo. -Elinor se acercó a su niña.

-Si me permiten, quisiera ir a mi habitación. -Mérida tomó de nuevo su improvisada maleta y subió por las escaleras. Dejó a muchas personas con preocupación, pero todos entendían que era cuestión de tiempo.

Mérida se paró frente a la gran puerta de madera, giró la perilla y empujó un poco la puerta. Y ahí estaba, la habitación que la vio crecer, desde que era una niña y soñaba con tener grandes aventuras. Luego su adolescencia, donde debe reconocer que se volvió una chica muy rebelde y caprichosa hasta cierto punto. Caminó hacía su escritorio, viendo viejas fotos pegadas por todas partes. Como cuando fue con su mejor amiga a vacacionar en Hawuai, o como olvidar la primera clase de equitación con su padre, la foto de ella con toda su familia en un evento social creado por la familia Arendelle. Bien que las fotos contaban su historia. ¿Qué habrá pasado con las hermanas Arendelle? Nada. Ellas no se alejaron de la civilización durante cinco años.

Mérida decidió tomar un buen baño antes de bajar a cenar. Mientras el agua golpeaba su rostro, intentaba olvidar todas las cosas por las que había pasado, aquel infierno sin duda sería muy difícil de olvidar.

Salió aún con la toalla puesta y se miró al espejo, no reconocía más a la chica del reflejo, sin duda su mirar cambio, ya no era la niña ingenua y millonaria, ahora mostraba ser una chica demasiado seria y observadora.

Se colocó la ropa interior y miraba cada detalle de su piel, cicatrices por todas partes, en especial su espalda, también había tatuajes, como una triqueta en su omoplato izquierdo. La figura de un dragón debajo de su ombligo.

Volteo a su cama, donde había ropa para ella. Cogió la nota que se encontraba encima.

"Creí que no te gustaría vestir de gala, así que busque lo más cómodo para esta noche. Mamá"

Mérida tomo un par de jeans color azul oscuro, junto a una blusa blanca y blazer azul marino, para el calzado su madre optó por unos botines cafés oscuro. Menos mal que no fue un vestido con tacones. Además, sería todo un problema para ocultar sus nuevas marcas. Lo último que faltaba era arreglar su cabello, extrañaba tenerlo largo. Mérida sólo lo ató a una coleta dejando unos cabos de cabello fuera sobre su rostro. Al terminar con todo su aseo personal no pudo evitar sentirse endemoniadamente bien, ¿hace cuánto se había privado de ciertas necesidades?, un baño caliente, el sabor de la pasta en su boca, ropa con agradable olor y hasta su maquillaje.

Su madre llamó a la puerta.

-Mérida, corazón. Te estamos esperando abajo.

Mérida abrió la puerta y trató de sonreír. Debía dar todo de su parte para dejar de preocupar a sus seres queridos, después de todo ya estaba con ellos. Bajaron las escaleras hasta que se reveló de nuevo la imagen de Estoico parado al pie de la escalera, y sus tres hermanos, todos vestidos para la ocasión. Cuando una quinta persona apareció tras Estoico: Hiccup... de no ser por la presencia de su padre, Mérida no habría sido capaz de reconocerlo. El tiempo pasó sobre todos.

Estoico se apresuró para recibir a Elinor y llevarla al comedor, y los trillizos los seguían detrás. De la misma forma Hiccup se acercó a Mérida.

No podía creerlo, ¿enserio ese muchacho era Hiccup?, la última vez que lo vio tenía su edad y era más bajo y flacucho. Ahora se veía muy guapo en ese traje de gala y con su cuerpo perfectamente moldeado, ahora más alto que ella.

-Bienvenida Mer. -Dijo mientras le daba a Mérida un ramo de rosas blancas. Hiccup hizo un ademan con su brazo en señal de que Mérida colocara su mano. Mérida colocó su mano para ser guiada por Hiccup.

- Te ves... cambiada.

Ella lo vio con una mirada un tanto desconcertada.

-Es decir, es obvio que has crecido, pero me refiero a que has madurado y yo...-Hiccup definitivamente no arreglaba las cosas, nadie sabe que decirle a un náufrago.

-Tranquilo Hiccup, lo entiendo. También tú te transformaste por completo. A propósito, lindo detalle, gracias.

-Oh, permíteme dulzura. Las pondré en un jarrón con agua -Moudie sostuvo el ramo de rosas.

Hiccup tomó una silla para permitir que Mérida se sentará. La cena comenzó bien, primero era hablar sobre las cosas que Mérida no sabía. Pues no querían tocar nada sobre recuerdos ni mencionar a Fergus para darle a Mérida tiempo y espacio para procesar todo. Hablaron de temas como la llegada de Ladybug, la lucha de los Increíbles. Las nuevas bandas musicales, etc.

- Así es, todo parece indicar que tendremos superhumanos patrullando las calles como cuando tu madre y yo éramos jóvenes. -decía Estoico.

- Yo pienso que sería fantástico tener poderes como ellos. -Decía Hamish.

- Entonces, ¿puede haber más villanos como Síndrome o Hawkmoth? -Preguntaba Harris.

- Ni te imaginas. Pienso que puede ser peligroso para personas normales como nosotros. -decía Hiccup tras darle un trago a su copa de vino.

- Hiccup tiene razón, es decir, si en esta ciudad hubiese Akumas sería un caos. - Su madre concordó.

- Elinor, estamos a salvo aquí...Estoico y Elinor se apartaron un poco de la convcersación.

-Y díganme chicos, ¿cómo les ha ido en sus estudios?

- Apenas comenzaremos la preparatoria en unos meses, Mer. Pero ¿qué hay de ti? -Su hermano dijo algo obvio, pues Mérida nunca comenzó la universidad gracias a su desaparición.

-Harris, no la presiones.

-No, está bien Hamish, tiene razón. Debo escoger algo para mi futuro y trabajar con la empresa de papá... por cierto ¿cómo se encuentra?, ¿podría pasarme por allá mañana?

-Me sorprendes, Mer. ¿Estás segura de que...?

-Mamá, creo que ya perdí muchos años sin hacer nada. Quiero ponerme al día con todo. Y no quiero que nadie me oculté nada, como su relación. -Tanto Estoico como Elinor estaban a punto de ahogarse con la comida.

-Oh no mamá. A nosotros no nos veas, no dijimos nada.

Elinor tomó la mano de Estoico.

-Es cierto Mérida, Estoico y yo nos hemos casado. Pero quiero que sepas que ninguno de los dos le faltó el respeto a tu padre.

Un silencio incómodo entro en la habitación, pero el celular de Hiccup interrumpió.

-Disculpen. -el castaño se retiró un momento

-Está bien. - Mérida intentó mostrar una sonrisa ente todo. Pero la idea no le agradaba. Estoico era su padrastro ahora e Hiccup su hermanastro.

- ¿Todo bien hijo?

-Sí, sólo era Astrid, llegará en unos días.

- ¿Por qué no te quedas a dormir esta noche?, hace mal tiempo y Astrid seguirá fuera.

-Gracias Elinor, y acepto tu propuesta.

El resto de la noche había transcurrido normal, pasaron a la sala de estar para seguir comentando datos de los superhéroes, sobre las nuevas bandas de rock, sobre Jagger Stone, las nuevas películas merecedoras de un Oscar, la nueva colección de Gabriel Agreste y el regreso de Edna para diseñar trajes especiales. De un momento a otro se encontraba hablando únicamente con Hiccup.

- Entonces la madre de Adrien desapareció...

- Lo siento, no debí mencionarlo. -Hiccup se regañaba mentalmente ante su imprudencia.

- Debería ponerme en contactó con él. Si es que no se ha eliminado mi perfil de Facebook.

- Me sorprende como has tomado todo con calma.

-Hiccup, estoy con ellos, no quiero perder ni un solo momento. Pero ¿qué hay de ti?, lo último que supe es que entraste a la escuela militar gracias a tu padre. Cuéntame de tu vida, yo no puedo decir mucho de los últimos cinco años.

-Oh si, no fueron mis mejores épocas, pero terminé el entrenamiento militar y ahora trabajo para seguridad nacional. Hago de todo, soy agente, guardaespaldas, en fin, depende lo que se requiere que sea.

- ¿Eres feliz con eso?

-Muy feliz, me gusta ayudar a las personas a mi manera. Ahora vivo en un departamento en el centro de la ciudad. Quién lo diría.

-Si, quien lo diría. Hiccup, debo dejarte, estoy comenzando a sentir sueño.

-Desde luego Mer, ve. Te excusaré con los demás. Descansa.

Mérida ya en su habitación con ropa para dormir se sentó en un sillón. Encendió su laptop, para su sorpresa seguía ahí intacta. Tomo un segundo para presionar el botón de "inicio" para su perfil en la red social. Sólo se dirigió a la sección de mensajes, pues no quería abrumarse aún al ver la vida de sus amigos y conocidos. Sus notificaciones eran miles. Pero ella sólo esperaba ver a una persona en el chat... ¡Vingo!

Primer mensaje y probablemente el que no debía faltar: Moana Motunui.

Vio un segundo mensaje... Tadashi Hamada. Mérida se reincorporó un poco, no podía creerlo, Tadashi, su primer y único novio...

Por último, un mensaje de Adrien Agreste.

Mérida dejó a un lado la computadora. El sólo hecho de mirar las fotos de perfil indicaba lo más obvio, ellos crecieron, ellos continuaron con su vida... sin ella. Era lo más normal ante la pérdida de un ser querido, se debe seguir adelante y ella estaba orgullosa por ellos. Pero no podía evitar sentir un gran vació.

Hiccup era un agente ahora, Tadashi estaba por graduarse de la Universidad de Robótica, Moana era toda una bióloga marina. Adrien estudiaba la preparatoria sólo un par de años por delante de sus hermanos. Su madre se había casado con el amigo de su padre.

Miró la tormenta afuera y como si de un zombi se tratará bajo sin hacer ruido y salió caminando por el jardín, en donde se acurrucó bajo un gran roble. A este punto ella estaba completamente empapada. Se recostó en posición fetal y se quedó dormida entre sus recuerdos en el purgatorio. Su cuerpo temblaba incontroladamente.

Sangre. Cuchillo. Pelea. Muerte. Torturas. Miedo. Sangre. Suicidio. Todo eso pasaba por la mente de Mérida. La imagen de su padre muerto, y ella haciendo su tumba. Sangre nuevamente. Ojos y cabello negros. Ojos verdes. Muerte. Otros ojos azules. Paz momentánea.

- ¡Mér despierta! -Hiccup se había asomado desde su alcoba y logró ver a la peli roja salir de la mansión. No dudo en seguirla, usando solamente su saco encima. Llegó a donde Mérida y la chica pronunciaba palabras sin sentido, su cuerpo se sacudía violentamente. Hiccup la tomó por los hombros para intentar cargarla. Pero sintió la mano firme de Mérida sobre su muñeca y la otra en su brazo. Una maniobra rápida hizo que Hiccup viera los escenarios dar vuelta. Ahora Mérida se encontraba sobre su espalda torciendo su brazo y con sus dos dedos sobre su garganta. ¿En dónde demonios había aprendido eso?

- ¡Mérida, despierta! ¡soy yo, Hiccup! -Mérida reaccionó y se quitó de su espalda.

- Hiccup, yo... lo siento, lo siento mucho, no quise hacerte daño. -Mérida se apartó aún más.

-Mer, tranquila. No paso nada. - Hiccup corrió a abrazar a la chica. Sintió su piel fría. El la ayudo a levantarse. Ella lo miro y simplemente salió corriendo de regreso a su habitación.

Obviamente el castaño la siguió, llamó a la puerta un par de veces tratando de no hacer mucho ruido para no despertar a los demás. Pero nada... recordó el estado en que la encontró anteriormente y se decidió a abrir la puerta.

-Mérida, ¿estas...? ¡Wow! - colocó las manos en su rostro y adquirió un tono rojizo.

Mérida alcanzó a cubrirse con su toalla y le lanzó a Hiccup un par de cojines.

- ¿Qué no te enseñaron a respetar el espacio de una dama, Haddock?

- Lo siento, no respondías y pensé que podrías haberte desmayado o algo peor. -Hiccup retrocedía con una mano evitando el contacto visual y la otra protegiéndose de los proyectiles.

Una vez afuera recargo su espalda con la puerta y tragó un poco para procesar lo ocurrido. La puerta se movió y Mérida salió ahora con toda la ropa puesta.

-Escucha, gracias por preocuparte por mí, pero estaré bien.

-Mer, no soy quien para decirte que hacer, pero si necesitas ayuda profesional o sólo un amigo para hablar, estaré aquí.

-Gracias nuevamente...-Mérida jaló a Hiccup de un brazo para hacerlo entrar a su habitación cuando escucharon unos pasos por el corredor y querían evitar dar explicaciones.

Ambos sabían que no podían salir cuando escucharon las voces de sus padres yendo a la cocina y conversando.

-Oye, tú sigues empapado. -Mérida lo miró de arriba hacia abajo. -Entra a mi baño y sécate con unas toallas.

Hiccup accedió pues comenzaba a sentir su garganta algo inflamada. Ya dentro del baño procedió con secarse el cuerpo y tomo la secadora para intentar hacer algo con sus ropas.

-Cielos Haddock, ¿no podrías hacer menos ruido?

-Si vienen podrías salir y decir que sólo eres tú.

-Secando mi cabello a las 3 am porque decidí dar un paseo en la tormenta.

-A propósito, ¿qué pasaba por tu mente?, parecías como sonámbula. -No hubo respuesta. Hiccup sintió su ropa interior que ya estaba algo seca y se colocó una bata encima. Miro apenas por la puerta del baño para encontrar a la roja sobre la cama completamente dormida.

Hiccup admiró a la chica, esa niña que solía ser su compañera de algunos juegos ahora era toda una señorita. Hiccup sólo destendió la cama de un lado para acomodar a Mérida dentro de las sábanas. Movió un mechón de su rostro.

-Nada va a pasarte ahora. Hiccup se recostó en el sillón tomando una cobija de la cama. Debía esperar a que el pasillo se despejará para regresar. Sin embargo, entre sus pensamientos el sueño lo venció.