Orenji


Summary: Y solo sé que en la próxima vida iré a buscarte al principio.


Disclaimer: Naruto es propiedad de Kishimoto. La historia a continuación es mía.


La primera vez que sus caminos se cruzaron supo que estaría perdida. Sakura jamás renegó su situación, pues había sido la suerte que le había tocado en esa vida. Su madre era una cortesana y Sakura tuvo la desdicha de nacer bajo el techo del burdel en la que su madre pasó gran parte de su juventud y adultez.

Las oiran eran cortesanas de alto rango vendidas desde pequeñas por sus padres a los burdeles y eran entrenadas de manera estricta y severa, tanto en el arte sexual como en el del entretenimiento y al nivel intelectual.

Sakura nació un veintiocho de marzo, cuando las flores del cerezo aún pululaban por el viento y el sol asomaba tímido en el cielo. Sus pulmones permitieron que su llanto llamara a los Dioses, brindándole la suerte de la belleza a cambio de la libertad en su vida. Su madre solía decir que los Dioses lo habían querido así, que ella naciera bajo esas circunstancias y Sakura no lo discutió ni se rebeló a ello. Aceptó que esa sería su vida y que tendría que seguir los pasos de su madre por coacción de sus proxenetas.

Su extraordinaria y extraña belleza y su gran talento le permitieron escalar al rango jerárquico más alto entre las oiran, convirtiéndose en una tayuu, cortesana de aquellos que tenían un gran poder en la sociedad, los daimyou. Su intelecto había logrado desviar sus actividades sexuales a un campo más neutro en el que jugaba con insinuaciones y juegos que no llegaban a consumarse. Además de su talento en el baile y en el canto que mantenía a sus clientes satisfechos y capturados bajo la palma de su mano.

Eso tampoco significaba que no hubiera entregado su cuerpo alguna vez; algunos clientes no se conformaban con solo mirar, entonces debía ceder a lo que sus servicios incluían. Sabía que su madre sufría cuando la veía entrar en alguna habitación para consumar el acto y ella trataba de aliviar ese dolor sonriéndole como si nada pasara.

Pero no era así. Sí pasaba. Le disgustaba. Le molestaba muy en el fondo tener que dejar que cuerpos más grandes y desagradables tocaran el suyo. Era repulsivo.

Su vida en el burdel no era malo durante el día, pues se dedicaba a entrenar y pasar tiempo con su madre. Pero ya por la tarde debía comenzar a prepararse para a la noche atender a los clientes y la noche era una lucha constante por mantenerse serena, bonita y agradable para ellos.

Aquel día era el cumpleaños número dieciocho del hijo de un importante señor feudal y ella sería la entretención del muchacho. Ella había sido presentada por su madre al señor feudal que iba acompañado de dos muchachos. Uno de ellos rondaría los veinticinco años – como ella – y el más pequeño quien sería su cliente por un tiempo.

Ella sabía por qué la habían elegido. No fue el señor Feudal Uchiha Fugaku el que le eligió para eso, sino el destino que tenía algo en contra suya para que empezara a ser conciente de su realidad de una forma más dura y negativa posible. Ella sabía que su situación era una mierda, algo por lo que tenía que llorar y preguntar al cielo por qué a ella. Pero no lo hizo porque por más que lo hiciera, las cosas no cambiarían. Aunque ahora lo reconsideraba un poco.

Fue amable. Hizo lo de siempre. Intentar entretenerlo para desviar su atención hacia otros terrenos… pero algo había cambiado, ya no lo intentaba con el mismo entusiasmo por evitar tener que entregar su cuerpo por dinero que ni siquiera tenía el gusto de tenerlo. No. Realmente buscaba la manera de interesar al joven de manera sexual y puso todo de ella en eso. Cuánto se arrepentía ahora.

Su nombre era Uchiha Sasuke. Era tan hermoso y sereno como las noches de luna llena. Su tacto era suave y tímido sobre su cuerpo, parecía temer romperla si la tocaba de forma brusca a pesar de querer devorársela como un niño a un dulce. No sabía si realmente era porque le gustaba o porque quería dejar de ser virgen, pero no le importó en absoluto. De buen gusto lo ayudó a deshacerse de su ropa y de la suya para poder sentir su cuerpo joven, puro y caliente sobre el de ella.

Sintió culpa por ser la primera en enseñarle las artes maritales; su cuerpo estaba manchado y sucio por otras manos que cada noche intentaba borrar con largos baños que dejaban su piel roja por el frote de la tela en su carne. Odiaba ensuciar su pureza, tomar ese pedacito de cielo que parecía una tabla de salvación para ella. Lloró cuando supo que lo amaba cuando comenzó a añorarlo.

Se veían varias veces a la semana. Se encontraban a escondidas sabiendo que podría perjudicarla. Pero ella lo amaba y Sasuke parecía sentir lo mismo por ella aunque se mostrara reacio y parco, por dentro era todo un cúmulo de sentimientos puros que no dudaba en demostrarle con sus besos, sus caricias y su cuerpo.

Maldita fuera su suerte de haber nacido como una cortesana. Maldita fuera su suerte que nunca pudiera salir de esa zona y aunque pudiera, sería aislada por la sociedad porque una oiran era una vil prostituta que entregaba su cuerpo a los hombres sin pizca de sentimiento alguno y por dinero. Y por más que Sasuke dijera que él haría que su vida cambiara, que no tendría que padecer por ello, no podía permitirle hacer eso. Él era un buen chico, aún era joven y no sabía nada de la vida. Era un pichoncito que estaba desplegando sus alas. Ella ya era un ave vieja a pesar de estar en la veintena.

Miró al cielo porque no había más nada que pudiera hacer y rezó para que Sasuke la perdonara. Las últimas noticias de que contraería matrimonio habían hecho que pusiera los pies sobre la tierra. Había volado muy alto, soñado por un rato en sus brazos y deseado una vida a su lado. Si bien sabía que podría estar con él aunque estuviera casado, no sería ella la que despertaría todos los días a su lado ni sería la madre de sus hijos. Ella no sería la que iría con él a su lado sin avergonzarse de su vida ni de su pasado. No serían, simplemente. Y el dolor que le dio llegar a esa conclusión que pululó mucho tiempo en su mente le estaba desgarrando el alma.

No quería ensuciar su bello uchikake de flores de cerezo ni el obi rojo como el fuego, por lo que se los quitó y los dejó sobre su futon. Tomó la hoja filosa que usaba para cortar su cabello y dibujó sendas roja verticales en sus pálidas y venosas muñecas. El alivio que sintió en su corazón fue inmenso. No podía creer que al fin lo hubiera hecho. Lágrimas saltaron de sus ojos y mientras veía el sol naranja apagarse en el horizonte, el brillo de sus ojos fueron extinguiéndose, siendo arrastrada a un mundo frío y silencioso como la impasible noche que festejaba la unión del hijo menor del señor feudal con la hija de un noble.

Te estaré esperando en la siguiente vida, Sasuke…

1605-


N/A: Hola, nueva historia :P

No iba a publicarla, pero hoy es el cumpleaños de mi madre que descansa en paz y quería dedicarle toda la historia entera porque si(?

Espero que les guste y no teman en dejar comentarios :B

Y quiero agradecer a Hikari, a quien volví loca con esta historia y haciéndola llorar con este capítulo xD te quiero *cora*

Bye!