El cielo en una noche que parecía apagada, triste, pues no había grillos ni sonido de viento. Peor si millones de estrellas multicolor llenándolo. Dos personas en específico miraban al cielo. Uno, es Eren, que tras su barrotes, y en ese momento, su mirada tan afilada donde uno parecía poder cortarse con ella. Ahora era triste, melancólica, como la de un niño. Aprieta firmemente esos barrotes que lo retienen. Ve una estrella fugaz que apunta en dirección al campo y más allá. Entonces él joven estira su mano como si quisiera alcanzar ese punto, como si interpretase que la estrella le marcó el camino. Pues la otra persona que miraba las estrellas, era la reina de Paradis, Historia Reiss. Incapaz de alcanzar el sueño, por causa de un deseo, un llanto reprimido en su pecho. Estira su mano inconscientemente hacia esas mismas estrellas, y puede sentirlo. Como si a la distancia, en esa misma dirección estuviese Eren. Él lo siente de la misma extraña manera, conectados por un vínculo que no pueden explicar. Cierran los ojos, pero entonces se ven el uno al otro, las manos que tenían estiradas, ahora se hallaban entrelazadas. Al verse, no se reprimen ni un segundo en abrazarse con todas sus fuerzas. Historia llora como una niña, Eren solo deja salir un par de lágrimas, las cuales aumentaron cuando volvió en su realidad. Su fría y oscura celda, e Historia, en la soledad de un mundo ahora atormentado. Las lágrimas no dejaron de caer, mientras se acaricia el vientre. De pronto, sus lágrimas y todos sus pensamientos se paralizan por un repentino espasmo, una sensación de escalofrió, acompañado de dolor en el vientre.
Un minuto más tarde, desde el bosque donde Levi y Zeke bebían té en completo silencio. Ven una bengala a lo lejos, una de color blanco como una estrella. Desde la granja de los Brauss, donde Gabi y Falco se encontraban, fingiendo su papel de víctimas. Sentados alrededor de una fogata escuchando las historias y canciones del padre de Sasha. Entonces también ven la bengala, e inmediatamente se movilizan apuradamente.
—Señor Brauss… ¿Qué significa eso? ¿Por qué todos se pusieron como locos? —Preguntó Falco siguiendo muy de cerca al hombre.
—Eso es la señal niños… Cercas de aquí, una cabaña en el bosque, la reina de Paradis fue ahí para esperar el nacimiento de su hijo. La bengala fue hecha para anunciar que ya está por nacer. Iremos a esperar el nacimiento de nuestro nuevo príncipe, o princesa. —Falco y Gabi se miraron seriamente. ¿Sería esa la oportunidad que esperaban para escapar? Su oportunidad se les fue cuando vieron con desilusión que preparaban todos los caballos. Mas no dejarían a los niños solos, los llevarían en una carreta con todos los demás.
Mientras tanto, en los cuarteles militares, donde Hange estaba viendo unos documentos. Un solado entra de golpe a entregarle el mensaje que le llegó en un telegrama. Cuando se enteró de lo que pasaba, fue de inmediato a tomar un caballo para salir lo más pronto posible. Con ella se fueron Armin, Mikasa y compañía como la escolta de Hange. No tardaron mucho en llegar a la ubicación de Historia. El lugar ya estaba repleto de gente que se había congregado afuera para esperar lo mejor. Adentro solo había mujeres ayudando, y un doctor. Gabi y Falco al ver que llegaron Mikasa y los demás, sabiendo que los reconocerían, rápidamente se escondieron entre la gente. Afortunadamente pasaron de largo sin notarlos. Sólo Hange pudo entrar, los demas se quedaron en la planta baja. En la habitación de Historia ubicada en la planta alta, oía los dolorosos alaridos histéricos de la joven reina.
— ¿Cómo está? —Preguntó la comandante al doctor que la recibió en la entrada.
—Está bien, apenas entró en labor de parto. Falta un rato para que nazca, solo tratamos de calmarla.
— ¡Comandante! —Escucharon, a la joven llamarla. Con una rápida mirada al doctor y un movimiento de la cabeza de este dando el sí, la comandante entró. La habitación estaba llena de enfermeras y sirvientas atendiendo. Secándole el sudor, preparando toallas, sabanas, y una cuna.
—Histor… digo, majestad. ¿Cómo se siente?
—Historia está bien comandante, no me molesta. —Respondió la chica antes de sufrir un doloroso espasmo. Jadeaba igual que asmática, y sudaba a chorros. —Comandante… traigan a… a Eren por favor. —Hange sintió congelantes escalofríos, y tuvo un sobresalto al escuchar la inesperada petición de la reina.
—Perdone majestad, perdón digo, Historia. ¿Cómo sabes que está aquí, en la isla? No he mandado a nadie a decirle.
—Floch me contó antes de ir a la misión para salvarlo. Si volvieron quiere decir que lo trajeron de regreso. Quiero darle una paliza yo misma y… —Historia volvió a retorcerse de dolor. —Omitamos la paliza… te lo ruego, tráelo.
—Si… tardaré un rato en ir por él, aguanta. —Hange salió sudando frío y mordiéndose un dedo por calmar la ansiedad. Intuyó algo malo con esa petición, más al ver los ojos fatigados pero llenos de súplica de Historia.
Cierta vez, cuando Hange era niña, leía un cuento sobre una princesa que esperaba la llegada de su amado, un caballero que se fue a la guerra. Lo esperó por años, siempre mirando al horizonte, vislumbrando el sol, y la esperanza de la sombra de su amado acercándose. Duraba horas, negándose a comer o descansar por esperar. Se dio cuenta que Historia tenia esos mismos ojos, los ojos fatigados de una chica enamorada. Se secó la frente mientras frotaba el sudor que se pagaba entre sus dedos.
— ¿Historia está bien, comandante? —Preguntó Jean, mas todos notaron como la mujer estaba distraída.
— ¿Pasa algo? —Interrumpió Armin, mas Hange no respondió. Ordenó a los jóvenes quedarse mientras tomaba su caballo y salió galopando rápidamente. Tan solo una hora más tarde, llegó a la prisión donde tenía a Eren. Este se levantó abruptamente de su cama al oír que alguien se acercaba, mientras nuevamente afilaba la mirada. Era Hange, y pronto Eren notó esos ojos que lo miraban fijos, acusadores.
—Eren, Historia acaba de entrar en labor de parto. Su bebe nacerá en unas horas —Hange sintió un escalofrío mucho mayor al ver como la mirada del joven y sus facciones se remodelaron en una más humana, calmada.
— ¡Por favor, déjame salir e ir con ella!
—Tranquilo Eren, a eso vengo, te llevaré. Pero antes… —Hange se acercó, hasta que su único ojo brilló a la vaga luz de la lámpara, de forma sombría y lejanamente siniestra. —Dime la verdad por favor… ¿Tu eres el padre del hijo que espera? —Algo tembló en la profundidad de los ojos del joven. Sin embargo recobró la compostura, y miró con desafío a Hange.
— ¿Quieres que te diga lo que ya sabes, o dedujiste por ti misma?
— ¿Cómo ocurrió?... todos este tiempo creyeron fue ese granjero. Un chico con quien creció en su infancia. —El joven se acercó, y miró a Hange con un nuevo rostro, uno más humano. El del amigo que ella recordaba, y en quien estaba dispuesta a depositar su confianza.
—Se lo contaré, todo, lo prometo. Pero antes llévame con ella. —Hange guardó silencio unos segundos, luego abre la celda y le extiende a Eren una gabardina de soldado y gorra de oficial.
—Hace frío, y no dejaré veas a la reina en harapos. Eso no quiere decir estés perdonado. —Aunque Hange comentó eso con total seriedad, Eren le regaló una sonrisa, moviendo su cabeza con amistosa reprobación.
—Te creo.
Mientras tanto, en la cabaña donde la gente esperaba nerviosa y ansiosa. Levi no tardó en apersonarse, llevaba a Zeke consigo. A muchos les molestó, pero él se escudó en su clásico mal humor, y que de menos así podía seguir vigilándolo, o matarlo si se trataba de pasar de listo. Sin embargo, los que notaron su presencia, al momento de que llegaron, fueron Falco y Gabi. La niña se abrazó a sí misma, con la vista clavada al suelo. Recordó su clara intención de preguntarle a Zeke por que los había traicionado. Si quería oír una razón, o una verdad por más amarga y cruel que esta fuese, era de él. Mas no podía acercarse, estaba rodeado de los soldados que se los llevaron a ellos también. Si descubrían que esos niños habían escapado, que Gabi había matado al guardia. O que revelaran que Gabi mató a Sasha, sus vidas corrían peligro. No había garantía alguna de que Zeke los protegiese. Sin embargo, ocultos en la muchedumbre notaron una imagen turbadoramente siniestra. Sus corazones se detuvieron en seco, el ruido a su alrededor se apagó, todo era una película en cámara lenta. Vieron a Hange llegar con aquel que asesinó a sus amigos, a su gente, y quizás hasta a sus familias, Eren Jaeger. El joven desmontó, vestido elegante como oficial, ignoró por completo a sus amigos, solo agachando la cabeza con vergüenza al pasar delante de Armin y Mikasa. Esta última, intuyó algo junto con un escalofrío al estar Eren ahí presente. Falco se congela en su lugar, abriendo su boca asombrado cuando ve a Gabi tomar una piedra del suelo, y comenzar a escabullirse entre la gente. Estira su mano, mas no logra detenerla, la niña estaba prendida en furia, con su mirada fija en Eren, y cuando esta iba pasando por delante de unas personas, hacia los escalones que daban a la entrada de la cabaña. La niña salió de repente gritando maldiciones, pero a reacción Eren le detiene la mano.
— ¡Gabi, no! —Gritó Falco, la gente se abre alrededor.
— ¡Los mataste, lo mataste, lo mataste! —Era lo que Gabi repetía una y otra vez, cegada por la ira, colérica. Eren notó a Falco, quien ahora no sabía que hacer en lo absoluto. Soltó la piedra para tomarla con la otra mano, pero Eren se la quitó y se agachó tomando a la niña por los brazos, quien no paraba de gritar.
—Gabi, espera… contrólate. —Le dijo Eren, sin embargo cada frase y maldición que decía la niña, él podía sentirla. Veía la ira, la venganza ten arraigada en esa pequeña, que se vio a sí mismo.
— ¡Maldito monstruo, lo destruiste todo, los mataste… a todos! —Sorpresivamente, Eren abraza a la pequeña, esta no se controla, se sacude y patalea, hasta pasados unos segundos, que todos petrificados, notan que la niña regresa el abrazo. Se aferra a Eren comenzando a llorar, berridos de impotencia. —Te odio… te odio… —Eren alza la vista, y ve también a Falco, esos ojos engañados, lastimados, y sin embargo comprensivos.
—Nadie les hará daño, lo prometo. —Zeke se acercó, tosiendo para llamar la atención de Eren.
—Yo me hago cargo de ellos, creo que te esperan adentro. —Eren no comentó nada, se levantó dejando a la niña de rodillas en el suelo, llorando a moco tendido. Tras Eren fueron Mikasa, Hange y Armin. Notaron como el joven sube apurado las escaleras. Cuando su figura se apersonó en la puerta de la habitación de Historia, todos vieron como el brillo le volvió a los ojos, y que con un espasmo, reprimiendo su sonrisa comenzó a lagrimear. Eren no pierde el tiempo, se quita la gorra, y va donde ella. Nadie pudo predecir o anteponerse lo que ocurrió. Eren besó a Historia en la boca, ella regresó el beso, luego ambos mirándose, con sus frentes puestas sobre la del otro, sonriendo y riendo como un par de infantes.
— ¿Por qué tardaste tanto?
—Perdón… no tengo excusa que valga. —Respondió sonriendo, sujetando su mano con firmeza. En la entrada, donde todos vieron lo que ocurrió, inmediatamente Armin nota como Mikasa, retrocede acobardada. Se da la vuelta a ponerse contra la pared, y de ahí deslizarse hasta caer al suelo de sentón. Es entonces que las lágrimas comienzan a salir.
—Lo siento mucho Mikasa. —Interrumpió Hange, sin despegar la vista de la escena en esa habitación. —Pero creo que es hora que Eren nos de algunas respuestas.
—Siempre quise la felicidad de Eren. —Interrumpió quitándose la bufanda, que sostuvo en sus manos, y no dejaba de mirar. —Siempre velé por él, al quedarnos solos, él se volvió la persona más importante en mi vida. Ahí él se ve muy feliz… entonces, ¿Por qué me duele el pecho? Duele mucho… más que cuando aquel titán me agarró.
—Mikasa… yo —Armin trató de decirle algo, pero la chica se fue a pasos agigantados. Salió al bosque, apartándose de la gente. Jean quiso preguntar que le pasaba, pero solo obtuvo un agresivo grito, Mikasa ordenándole con obscenidades dejarla en paz. Cuando se apartó lo suficiente, en la oscuridad, fue que se puso a llorar, con nadie más que sus recuerdos y su dolor haciéndole compañía.
—Pasaron tantas cosas… luego me entero que estabas en prisión. Y escuché a alguien gritar allá afuera. ¿En qué embrollo te metiste?
—Es una larga historia, Histo… perdón se me salió. —Dijo al ver como la chica le regresaba una mueca divertida. —Lo logré, lo obtuve… el poder del Warhammer. No habrá necesidad de que te comas a Zeke, lo prometo. —Historia en ese momento tiene un espasmo que la hace gritar. El doctor le dice que se acabó la hora de la visita, y debía salir. Una vez afuera, Hange no despega la vista de él. —Una promesa es una promesa… ¿Qué tal si vamos abajo y lo habla… —Eren no terminó de hablar. Armin le propinó una trompada, que si bien no derribó a Eren, si le marco la mejilla, y Armin se veía furioso.
—Tenía que hacerlo… no sabes lo que le dolió a Mikasa verte hace rato a ti y a Historia. —Eren no respondió.
—Esa es la razón niños… todo lo que hemos creído, y nos han hecho creer son mentiras. Traicioné a Marley, para poder liberar a Paradis, restaurar Erdia. —Zeke estaba contándole a los dos niños lo que estaba pasando, el motivo de su traición. —Gabi, el odio que tienes hacia Eren es entendible, y nadie te entiende mejor que él.
— ¿Por qué?... ¿Cómo podría entenderme?
—Porque el pasó lo mismo, o hasta peor. Hace años, cuando Reiner y Bertholdt llegaron, abrieron las murallas. Los titanes entraron, y Eren impotente… vio cómo se comían a su madre. Vio como todo su hogar fue destruido sin poder hacer nada. —Gabi entonces agacha la mirada, Falco también está pensativo. —Eren no es una mala persona, carga con el mismo dolor y oscuridad que ustedes. Pero él creció deseando ver el mundo más allá de los muros, y no entendía por qué los titanes le impedían vivir normalmente, siempre con miedo. —Entonces, se percatan de que ahí llega Eren y compañía. El joven no es recibido con miradas gratas, más bien hay aún mucho rencor que todos descargan en sus miradas. Eren se sienta en un tronco junto a Zeke, y los dos niños, que hasta el momento habían calmado sus ansias y odio. No pasó mucho para que Mikasa hiciese acto de presencia, los ojos rojos de tanto llorar, secándose las últimas lágrimas. Armin gentilmente le extendió la bufanda que dejó, y la chica con algo de duda la tomó entre sus manos.
—Muy bien Eren… aquí ante todos, te haré una pregunta. ¿Eres tú el padre del hijo de Historia? —Todas las conversaciones alrededor enmudecieron, y las miradas acusadoras se posaron sobre él. Levi y los demás no salieron de su asombro, excepto Zeke, quien sonríe como con orgullo.
—Si… lo soy. —La gente entonces rodeó a Eren, más esto no lo preocupó. —Historia y yo ya llevábamos una relación meses antes de saber el plan de Zeke. —Hubo ruido de muchas indagaciones y gente consternada, entre ellos Connie y Jean que parecían reprobar eso.
—Así que este es el mar. Es más grande, y más hermoso de lo que creí. —En el puerto recién terminado, Eren e Historia caminaban de noche, mientras todos dormían. Pasos lentos, al borde, la mirada siempre absorta y pérdida en la luz de la luna con el mar. —Estoy tan feliz de estar aquí, la vida en el palacio es un horror.
—Eres una chica que creció en el campo, es normal, supongo. —Le contestó, entonces Historia se aferra al brazo de Eren, mientras siguen en su caminata. —De hecho los vestidos y prendas reales no te sientan. No digo que no se te vean bien, pero no pareces tú. Quizás mañana que vengan esas personas que mencionó Yelena, debas ir como vas ahora, una prenda militar con el símbolo de la corona. Te hará parecer más… autoritaria.
— ¿Cómo la mandamás? —Respondió con una risa seca. Llegaron a unas cajas de madera, donde se sentaron a seguir en su contemplación. — ¿Qué crees que haya más allá de esto? Digo, sé que esta Marley. Pero también hablaron de otras naciones, otros lugares. Quiero conocerlos.
Eren e Historia, llevaban tiempo haciendo eso. Simples caminatas, reunirse a conversar o simplemente ver la noche. No había una relación hasta el momento, sin un solo beso o algo que se le asemejara. Eren ahora sabiendo que le quedaban unos años de vida, decidió no pensar en esas cosas como tener familia. Pero desde que Historia se volvió reina, seguido ella se sentía sola, y él ayudaba a menguar esa sensación con sus visitas, 1 o 2 veces por semana si la agenda se lo permitía. Esa noche en especial, fue que Historia por primera vez conoció la costa, y se comportaba como una niña en juguetería. Asombrada, que no sabía que decir o que pensar. Se hacía tarde, así que Eren la llevó a la residencia que le habían preparado en el cuartel de ese puerto. Hasta la mañana siguiente, donde todo ocurrió. La revelación del plan de Zeke. Eren que se opone con fiereza a dicho plan. Historia que de mala gana lo acepta, cumpliendo su papel de reina. Pero esa tarde, cuando Historia estaba en su habitación, llorando sola, sentada en la cama. Llamaron a su puerta, se seca las lágrimas, respira para calmarse y sorber los mocos de su nariz.
— ¿Quién es?
— ¡¿Quién crees listilla?! ¡Soy Eren! —Por un momento ella dudó, sin embargo fue a abrir, y lo que se encontró fue un Eren agresivo que la tomó de los hombros, mirándola con los ojos llameando furibundos. — ¡¿Por qué accediste a ese disparate?!
— ¡Suéltame! —Gritó la muchacha, le dio la espalda enojada, volviendo a llorar. —Porque tengo ahora una responsabilidad como reina. Si la seguridad y el futuro de esta isla dependen de dar mi vida, al comerme a Zeke, y tener un montón de hijos. El precio a pagar es poco. —Entonces, Historia se ríe un poco, aunque no deja de llorar. —Estaremos a mano sabes. Tu padre se comió a mi hermana, y yo me comeré a tu hermano.
—Historia, por favor mírate al espejo. Recuerda la promesa que le hiciste a Ymir, de vivir por ti misma.
— ¡Ymir ya debe estar muerta! —Rugió la chica, regresando a donde Eren y abrazándolo para llorar. Ahí, él solo pudo regresar el gesto. —Está muerta ya, algo me lo dice, así que no vale la pena cumplir más esa promesa. —Eren posa sus manos gentilmente sobre los hombros de la chica, y los apretó tranquilizadoramente.
—Historia… 13 años. —La chica voltea para verlo a los ojos. —Es todo lo que te quedará si accedes a comerte a Zeke. Tus sueños, tu deseo de conocer lo que hay más allá del mar se perderá. Yo ya no tengo salvación, pero tu… no lo hagas solo porque sí.
— ¿Hay otra opción para mí? Si la hay menciónala… por favor, dímela. —Eren no pudo responderle eso. Historia le pidió retirarse, Eren así lo hizo. Cuando se reunió con los demás para comer, todos obviamente estaban apagados, pensativos. El motivo de ese plan los tenía conmocionados. En eso, Floch se acercó a la mesa donde estaba Eren con los demás, tose para llamar la atención y lograr que el joven saliera de su trance.
—Disculpa Eren, pero como vi que no comes… bueno al diablo ¿tienes un momento? —Eren se encogió de hombros, y accedió a acompañar a Floch. Fueron hasta una sala donde ahí estaba Yelena esperando.
—Por fin podré conversar contigo, sin que ese enano o Mikasa estén sobre ti.
— ¿De qué se trata esto? —Indagó Eren, entonces la chica lo invita a sentarse.
—Le pedí a Floch te llamara, nos hemos hecho buenos amigos. Sin embargo… bueno, perdóname pero uno de mis hombres escuchó la charla que tuvieron tú y la reina. Sinceramente… tampoco apruebo del todo el plan.
— ¿Qué podemos hacer entonces? —Indagó Eren.
—No vamos a cambiar el plan, lo vamos a alterar. Usaremos el retumbar de la tierra, pero si quieres salvar a Historia, primero debemos comprarle tiempo. —Eren entrecierra la mirada con duda. Algo, algo andaba mal. —Qué Historia se embarace antes de lo planeado.
—Ni de broma… ¡No entra a discusión eso! —Rugió el joven.
—Sí, estoy de acuerdo. ¿Por qué adelantarlo? —Contestó Floch.
—Escuchen, el plan de Zeke es venir dentro de un par de meses a que Historia se lo coma. Pero si ella se embaraza antes, tendrá que esperar a que nazca el hijo. A Zeke aún le queda tiempo, y es lo que debemos aprovechar. Díganme… ¿saben cuál es el noveno poder titán? Hasta el momento conocen el original y de ataque posee Eren. Acorazado de Reiner Braun, el Colosal de Armin, el Bestia de Zeke, el Carreta de una mujer llamada Pieck. El mandíbula que no sé quién lo tenga ahora, y el femenino de la aprisionada Annie Leonhardt. Queda entonces uno… el titán más poderoso, aquel que obligó al Rey Fritz a que se confinaran en esta isla. El Warhammer.
— ¿Y que con eso?
—Escucha, el poder de ese titán según he escuchado, sobrepasa con creces a los otros. Lo que digo es, que mientras Historia espera el nacimiento de su hijo, aprovechemos el tiempo, ir a Marley y obtener el Warhammer para Paradis. —Eren y Floch se miran confundidos, alzando una ceja, sin embargo en el rostro del joven Jaeger se estaba dibujando el plan, tomando forma. —Si Marley pierde al Warhammer, temblará aterrorizada. Los enemigos se prepararan para atacarle, y los aliados estarán en duda. Entonces Marley no tendrá de otra que acceder a las demandas de los restauradores de Erdia, de Paradis y la corona. No habrá necesidad de usar el retumbar y se evitarán muchísimas muertes. —Para Eren ese no era el problema. En su mente ya había el temple y el sufrimiento que lo impulsaban a matar con tal de proteger su hogar y sus seres queridos, lo sabía desde que era niño. Lo que lo impulsaba, era en su mente dibujada la sonrisa de Historia la noche anterior, aquellos ojos de una niña soñadora, con su vista perdida más allá del mar.
—Si… hagámoslo. —Contestó afirmativamente el joven. Yelena abre sus enormes ojos de par en par sorprendida, y Floch paralizado. —Si eso salvará a Historia de su destino, de esta maldición de 13 años, yo lo haré. Me comeré al portador del Warhammer. —Yelena sonríe aprobatoriamente.
—Bien, ahora ve y embaraza a Historia. —Como el sonido de música interrumpiéndose en una película de comedia. Todo quedó en silencio, y por varios segundos Eren comenzó a sudar tratando de comprender si lo que escuchó fue correcto.
— ¡¿QUE VAYA A QUE?! —Gritó, sin que a Yelena se le fuese ese rostro burlón.
—Ay por favor Eren, los vi anoche caminando de la mano, y ella te sujetaba del brazo. Es que ahí ya hay algo, además eres muy atractivo. No hay nadie mejor… salvo quieras hacerlo conmigo antes si no tienes práctica. —Añadió guiñándole un ojo. Floch y Eren se sonrojan por la incómoda situación, y la chica solo se burlaba de esas expresiones. —Oh-oh…
—No me gusta esa expresión tuya. —Dijo Floch, cuando la chica se levanta sujetándose la mano con el mentón y paseándose por toda la sala.
—Hay un problema… Historia si se embazara antes, solo puede decir que entendió mal el plan, pero nadie le reclamará nada, pues es la reina. Pero si tú la embarazas, eso puede entorpecer o hasta arruinar el plan de que vayamos a Marley.
—Ok, genial… busquemos a otro. Floch, te toca.
—Ni de broma, a mí ni me mires Jaeger.
—No, tampoco puede ser él. Nadie al menos militar o de alto rango. Se me ocurre algo, pero debo pensarlo antes. —Entonces la rubia se dirige hacia Eren mirándolo fijo. — ¿Estas entonces dispuesto a hacer esto? A mí al menos no me dejan acercarme tan libremente a la reina, tú debes ser quien vaya y le cuente.
La revelación de esta idea, tuvo tan en shock al joven que no tuvo valor de decir algo. Sin embargo, el plan analizándolo, no era tan descabellado a comparación del original. Aunque Historia tuviese un hijo, quizás era mejor así, tenerlo y vivir con él, queriéndolo, llenándole tiernos besos húmedos. Que vivir con la idea de que en un determinado momento, a un pobre niño deba hacerlo comerse a su propia madre. Un ciclo enfermo y repulsivo que su padre había luchado y muerto por detener, y ahora iba a repetirse. Parece que, quien no conoce su historia está condenado a repetirla, o a repetir sus errores. No, no iba dejar que eso se hiciera, la solución más viable, entonces. Era obtener el tal Warhammer, aunque se lo pasara a un sucesor cuando llegase el final de su vida, y así mantener la isla protegida. Pero quedaba la otra cuestión, Historia, ser él quien la embarace. Frunció el ceño y después dio un golpe a la pared, tan fuerte que sangró. Mas no le importó, pues sanó de inmediato, y en lo que fue ese acto que para él ahora era trivial, es que vio en lo que se había convertido. Si, salvaría a Historia de ser ese monstruo.
Al día siguiente, el joven buscó a la reina. Se enteró de que molesta, y para pensar en lo que vendría, fue al orfanato a tratar de relajarse, trabajando un poco bajo el sol. Eren montó a caballo y fue hacia allá, Armin y Mikasa lo acompañaron. No se atrevía a contarles lo que iba a decirle a Historia, si ni siquiera él sabía que pablaras debía usar. Más aún, era claro que se opondrían, al menos Mikasa. Armin de inmediato pensaría que es una locura, sin embargo vería la posibilidad remota, más allá de la suicida idea de ir a Marley. Eren había pensado en lo que le dijo Yelena, tenía lógica. Allá, nadie conocía su rostro, salvo Reiner, debía evitarlo, y pensar un disfraz.
—A ver… ve más despacio, contrólate, un paso a la vez. —Pensaba, tenía que ir paso por paso. Primero debía hablar el plan con Historia, porque si se negaba, habría que buscar alterarlo una vez más.
Llegaron al orfanato cercas del medio día, Historia estaba corriendo con los niños por el campo. Si, ella se comportaba como una niña, jugando quizás lo que nunca jugó de niña. Verla ahí, al trio le sacó una sonrisa. Hasta que la joven reina ve a sus amigos, y su sonrisa se desdibujó. Le dijo a los niños que se fueran a jugar sin ella, lo cual los hizo quejarse cual niños, con gemidos de desilusión, pero ella les prometió jugar más tarde. Se apartó, y fue donde sus amigos, las sonrisas se volvieron rostros tristes, sin nada que decir, sólo caminaron.
—Te entiendo… también estaría así en tu lugar. —Le dijo Mikasa, mientras la reina camina cabizbaja.
—Sí, pero ¿sabes?... ya lo acepté, lo acepté desde el día que me pusieron esa incomoda corona. —Entonces dirige la vista a los niños que juegan escondidillas. —Lo hago para que ellos no tengan que pelear… que no tengan que vivir lo que nosotros. Ver a amigos ser devorados.
—Oiga señorita bonita. —Dijo un niño tomándole la mano a Mikasa. —Juega con nosotros, por favor. —Mikasa trató de luchar contra esa cara alegre, luchó por decirle que no, pero no pudo. El niño la llevó al centro del prado, le vendaron los ojos a Mikasa con su misma bufanda, y Armin fue a incluirse en el juego. Hicieron a la pobre chica Ackerman dar 30 vueltas para marearla, hasta que todos se escondieron. Ni siquiera podía mantener el equilibrio, caía cada 5 pasos. Eren e Historia mirando desde el otro lado de la cerca, solo reían con radiante e infantil interés.
—Historia, hay algo que quisiera comentarte… ¿tienes un minuto? —Historia accedió, creyendo se trataba de nuevo sobre el plan de Zeke. Pero Eren le resumió y simplificó el plan de Yelena en forma atroz. No mencionó lo de ir a Marley, por el contrario le mintió. Le dijo que había un operativo secreto de Zeke, para secuestrar al portador del Warhammer. Historia tenía sus ojos abiertos al máximo, horrorizada por lo que escuchó, jadeando igual que asmática, paralizada por el shock, encogida del espanto. —Me preguntaste que otra opción tenías… es esta. —Fue, la tomó de la mejilla para verla a los ojos con compasión, con ternura. —Escúchame… yo ya estoy condenado, mejor vive por tu pueblo, no mueras por él. Deja que sea yo quien se sacrifique por esto. —Historia se aparta un momento, y como suele hacer, perder la vista en la lejanía del campo, mientras el aire hacia ondular su cabellera dorada.
— ¿Si accedo, a quien debo escoger para que me?… tu sabes
—No lo sé… Yelena dijo que no fuese alguien del ejército o político. —Eren ni por asomo le comentó que la sugerencia era él, no tenía intención de ello.
—Eren… yo quiero seas tú. —Al joven lo invade un escalofrió, y siente que a tierra se lo traga.
—No, no por favor… Historia yo moriré en unos años. Yo de niño siempre soñé con conocer el mundo más allá de las murallas, también el tener familia, pero… ahora sabiendo lo que me espera.
—Precisamente por eso quiero seas tú. —Se giró para verlo con una lágrima resbalando de su mejilla, y un leve sonrojo de vergüenza. —Aunque heredes tu poder a alguien más y tenga tus memorias. Tu sangre seguirá, la de tu padre, de tu madre… y tras los ojos de un niño, seguirás viviendo. —Entonces, pese a las palabras de Historia, Eren afila su mirada acostumbrada, luce muy molesto.
—Pues no, no seré yo… busca a alguien más. —Se levanta y aleja a pasos agigantados.
—Si no eres tú, entonces seguiré el plan de Zeke. —Eren se detiene en seco, aprieta los puños tan fuerte que se oye cuando lo hace. —Si aceptas… ven a verme mañana en la noche. —Historia cruzó la cerca y fue de nuevo a jugar con los niños, que tenían agotados a Armin y a Mikasa, hasta con césped enredado en sus cabellos. Eren no se atrevió a comentarles nada, se tragó el coraje en su silencio.
Habría sido normal que Historia lo eligiese, son amigos. Pero sólo eso, aunque Eren admite que ella es muy hermosa, alguien con quien un hombre daría su brazo derecho con tal de pasar un rato con ella. Pero él, había renunciado a todo eso, a toda idea mundana de los hombres. La familia, los amigos, los sueños. A él lo movía la única misión o meta, que tuvo desde que murió su madre. Acabar con los titanes, con el fin de que ningún otro niño tuviese que vivir ese trauma de ver a su madre devorada. Aun lo recuerda, le dolía el pecho y la cabeza al recordar como su madre escupía sangre cuando ese titán la estrujó como a una esponja. Entonces lo asaltó un recuerdo de hace un momento, lo que dijo Historia. Lo hago para que ellos no tengan que pelear… que no tengan que vivir lo que nosotros. Ver a amigos ser devorados. Sin darse cuenta, Eren entendió que ambos, de alguna manera, compartían esa ideología. Eso quizás fue lo que llevó a ser elegido por ella.
Al volver al puerto y al cuartel, Eren salió a caminar, al menos con ese pretexto, pero antes fue a ver a Yelena, quien terminaba de hablar con sus hombres y otras personas más, en aun labores del puerto. La chica al verlo, y su mirada, sonrió con satisfacción, así que invitó a Eren a hablar. Él le comentó todo, Historia aceptó, él iba ir a verla la noche de mañana.
—Bueno, al menos dime Eren… ¿Eres virgen? —Eren desvió la mirada de mala gana, con un sonrojo. —Eso me responde que sí lo eres… Bueno, has de saber que no bastará una noche para que ella se embarace. Si queremos asegurarlo, deberán ser unas… 5 o más, y acabar dentro de ella tantas veces puedas.
—Eso si lo sabía, y no es que no sepa cómo se hacen los bebés. ¿Sabes? Una vez le dije a Mikasa que creía lo traían unas aves que… —Eren se congela cuando Yelena va y cierra las cortinas de esa sala, luego se quita su chaqueta militar, y desata su camisa. —Dime que no vas a hacer lo que creo que vas a hacer.
—Eren, si vas a hacerlo con una reina… que lo más seguro es que también sea su primera vez, al menos ayúdala a disfrutarlo, ahora que se siente obligada a hacerlo. Puede lo hagas mejor si vas con una poquita de práctica. —Eren no se acobardó, de hecho se quedó estupefacto cuando Yelena deja ver sus pechos, y esa mirada coqueta. —Al menos, que sepas que tu primer beso se lo dejaré a ella. —La joven mujer se puso de rodillas, y desató los pantalones de Eren, y no pasó mucho antes de ver que este tenía una gran erección. Aunque él se había deslindado de esas necesidades carnales, dada la naturaleza de sus años restantes de vida, el instinto humano lo hizo no poder moverse. Menos cuando con sus manos, Yelena comenzó a masturbarlo, y con su lengua dándole masajes en lentos y precisos movimientos. Luego metérselo todo en la boca, con gula absoluta.
Eren jamás imaginó esas sensaciones, su pene estaba tan duro que hasta le dolía, como si quisiera crecer más de lo normal. Luego, Yelena se levanta para tirarlo en un sillón, y con ayuda de sus pechos, masajear más su pene erecto. Con algo de burla, pero también de desafío, le ordenó aguantar todo lo posible, no correrse tan pronto. Pero le fue imposible, se corrió en la boca de la rubia de Marley. Luego, ella lo escupió en sus pechos, acto seguido fue a sentarse por fin en el miembro de Eren. Ella ahogó su gemido de placer, y mientras se comenzó a mover, hizo que Eren se comiera su propio semen que bañaban los pechos de la chica. Ella le dijo como hacer todo, moverse despacio, imaginar que ella era Historia, tratar de no lastimarla.
— ¿Qué te pasa? Tampoco quieras yo lo haga todo. ¡Vamos, usa esas manos! —Eren lo entendió, comenzó a estrujar los pechos de Yelena, luego las bajó a acariciar su trasero. —De eso estaba hablando, no te detengas Jaeger, sigue tanto como puedas, es la clave. —Dijo entre sus gimoteos de placer, su sonrojo y como ella misma acariciaba sus pechos y los lamia lujuriosa.
—Yelena… no creo aguantar mucho.
—Espera entonces, que tu esperma debe ser para ella. —Yelena se desmonta de Eren y comienza no solo a chupar el miembro de Eren, sino hace succión, este no puede resistirlo y vuelve a liberarlo en ella. Esta vez se lo tragó todo y se relamió. Eren estaba exhausto, tirado en ese sofá como si hubiese corrido una maratón, sin embargo Yelena ve que la erección no se ha disminuido ni un poco. —Creo que aun puedes con algo más. Solo para el sumario… —Yelena vuelve a montarse en posición opuesta, mientras Eren ve como esta se mete los dedos en el ano, estimulándoselo.
— ¡Oye, espera… no creo poder más!
—Yo creo que sí. —Con algo de presión, y un poco de esfuerzo, Yelena se metió el pene del chico en el ano, sintiendo como su piel se estiraba. —Oh cielos… es mi primera vez por ahí, se siente muy distinto a como me contaron.
—Oye… está demasiado apretado, siento que me estrangularas. —Se quejó Eren, sin embargo Yelena comenzó a moverse, su cara era mezcla de dolor y placer.
—Tranquilo chico, que sufro contigo. —Respondió, sin embargo víctima del placer se comenzó a mover más rápido. Entonces por mantener algo de orgullo varonil, Eren la toma de las piernas, se levanta y la carga. Yelena grita del espanto cuando el joven la sienta hasta el fondo. — ¡POR DIOS!... está toda adentro, maldición chico finalmente lo entendiste. —Yelena grita lujuriosa, mientras eren es ahora quien hace el trabajo. Luego la baja para que ella se apoye en el sillón, mientras él estruja sus nalgas y se mueve con más fuerza. —No lo creo, voy a correrme en mi primer anal. Eren hazlo, es el culo ahí no nacen bebes, córrete dentro, no te deprimas. Imagina que soy Historia, y déjalo salir con toda tu fuerza. —No tuvo que decírselo dos veces. Eren apretó los dientes, y la mujer sintió ese líquido caliente invadiendo sus intestinos. No quiso que Eren la sacara tan pronto, quiso dejar el esperma dentro de ella tanto como pudiese. Pero cuando lo sacó finalmente, ella fue incapaz de apretar su culo y evitar que este saliese, manchando la alfombra.
—Esta vez es en serio, lo juro no puedo más. —Yelena se agachó para lamer el esperma del suelo como un animal, y luego finalmente ver a Eren.
—Pues pudiste aguantar 3 descargas. Bueno Eren eso… es lo que debes hacer con Historia. Velo por el lado de que si vas, no irás tan principiante, ese momento en que me tomaste para penetrarme tan fuerte. Esa es la iniciativa, deja tu instinto te guie. Cuando llegue el momento, olvida que eres un soldado, olvida que ella es la reina, o que deben hacerlo por un propósito. En ese momento conviértanse en amantes. Eso puedes hacer por ella para que no lo sienta como un castigo, hacerla sentir amada. —Yelena se acomodó el cabello con un peine, fue el baño a limpiarse y enjuagarse la cara antes de volver a ponerse su ropa. Eren sólo esperó que el aliento le volviese para irse.
Esa noche, cuando se fue acostar, duró despierto horas mirando al cielo tras la ventana. Le quedó grabado muy fuerte lo acontecido a medio día. Se cuestionó como es que no tuvo el valor en lo más mínimo, para oponerse a los encantos de Yelena. Sin embargo supo que no lo hizo con malicia, o por ser una pervertida de closet. De hecho su intención fue buena. Ahora yacía en la duda, con la que lentamente vislumbraba sangre que se volvía a convertir en vino. Historia, ese era el motivo de su desvelo. ¿Era acaso posible? ¿Concebible? ¿Sería el embarazarla la única esperanza que tenía para evitar ser sacrificada? ¿Cómo saber?
—Hazla sentir amada… — Pensó en voz alta. Nuevamente pensó en cómo había renunciado a todo eso. Mas al enterarse de su ahora efímera esperanza de vida. Amar a alguien para luego dejarlo, causando un gran dolor. No tenía el corazón para hacerle eso a alguien. ¿Tendría que hacer una excepción? Entre todos esos pensamientos, más el sexo con Yelena, la fatiga finalmente venció al joven quien se quedó profundamente dormido.
Ese día no fue nada especial. Los altos mandos seguían hablando con la gente de Hizuru. Ocupaban cargar cosas grandes y pesadas en el puerto, y para hacerlo más práctico, Eren se transformó en titán para ayudar. El día termino con todos habiendo finalizado su agotador trabajo. Después de una deliciosa comida, se fueron a descansar en vagancias sin sentido. Eren estaba esperando la oportunidad, principalmente de que Mikasa y Armin no notaran que se iba. Si, la encontró, cuando llegó un cargamento con vestimentas de otras naciones. Sasha jaló a Mikasa con ella para ir a verlo con interés de señoritas. Armin convivía con los ingenieros de los barcos, viendo planos, modelos a escala. Entonces Eren se dio una ducha, no iría a ver a la reina con apestoso aroma a sudor, ni el aroma que quedaba cuando salía de su titán. Cuando se estaba arreglando, se miró al espejo, notando como su cabello estaba creciendo. ¿Debía cortárselo? No, aparte que no sabía cómo, le daba pereza. Cuando estaba a punto de ir a buscar un caballo, se llevó una gran sorpresa. El carruaje real que iba llegando, y del que bajó Historia con el cabello suelto, y ropa no tan real, sino cómoda para el aire cálido de la costa.
—Majestad, no la esperábamos. —La recibió Hange haciendo una reverencia.
—Por favor comandante, llámame Historia. Los demas del 104 lo siguen haciendo, usted también por favor.
—Lo haré si tú me llamas Hange-San y no comandante.
—Trato hecho. —Respondió con una amistosa risa. Historia le dijo a Hange que solamente quería ir a seguir disfrutando del mar. Además de atender a la gente de Hizuru como era debido, dado su cargo. Pero Eren supo la verdad, la supo cuando la chica lo miró de reojo mientras caminaba con Hange.
Esa noche era especial, era precisamente, un año de la muerte de Erwin. Para honrarlo, la 104, su tropa se reunió en la playa, hicieron una enorme fogata y se posicionaron alrededor. Había peces empalados asándose, bebías calientes, y demás delicias. Todos contaban historias, anécdotas, algunas vividas entre ellos, otros de su hogar.
— ¿Recuerdan cuando Eren no podía mantener el equilibrio en el arnés de entrenamiento? —Dijo Jean señalando al chico, quien le hace expresión molesta, porque eso era claro una burla de parte de Jean. — ¿Cuántas veces te caíste?
—Yo lo recuerdo, se golpeó la cabeza muchas veces. —Se apresuró Sasha con la boca llena de comida. Las bromas no se hicieron esperar, Eren llamando a Jean cara de caballo. Ambos a punto de pelear, y no faltó quien hiciese apuestas. Hasta Levi, en su clásica seriedad, no evitó gozar el momento, solo con una ligera sonrisa, y una taza de té en las manos.
—Yo tengo que agradecerte Eren. —Interrumpió Historia, desviando la atención sobre ella. —Miren allá, la inmensidad del mar… nada de esto hubiese sido posible si no fuese por ti. Las vemos hoy, las oímos, las sentimos gracias a ti… y a todos los que cayeron por ello.
—Pensar que no éramos los últimos humanos, hay más allá. —Dijo Mikasa, como los demás, en su momento y ahora nuevamente, absortos en donde el cielo y el mar se tocan. El ruido de las holas reventar, el aroma de la sal del mar.
—Si… esos que aquí nos confinaron. —Dijo Eren, su tono llamó la atención por la ira que había en él. —100 años, todos los que murieron en 100 años, porque ellos nos negaron una vida normal, llamándonos demonios. No merecen misericordia.
—Eren yo entiendo tu ira. —Interrumpió Armin poniendo una mano sobre su hombro. —El mundo se volvió más grande de repente, es abrumador. Pero ese mundo tiene reglas, códigos de honor y conducta. Si seguimos esas reglas, podremos mostrarle al mundo quienes somos, y que las siguientes generaciones si vivan como deben vivir. Lo que nosotros no pudimos.
—Mírame a los ojos, todos mírenme y díganme. Ellos enviaron a los titanes aquí, sin piedad convertían a gente en titanes para comerse a otros humanos. Enviaron a Reiner, Bertholdt y Annie. ¿Creen que nos dejarán integrarnos al mundo así de fácil? ¿En serio creen que con un simple dialogo se arreglarán las cosas tipo?: Oye Marley, soy Paradis ¿te acuerdas de mí? Han pasado 100 años viejos, hay que hacer las paces. —Los demás pasearon vagamente la mirada ante esas duras palabras.
—Oye idiota, escúchate cuando hablas. Yo tampoco quisiera esto, es más si pudiese los mataba a todos por lo que han hecho. —Interrumpió Levi caminando al frente. —Pero Armin tiene un punto, además me permito recordarte que el armamento de ellos es más avanzado, y ni hablar de su ejército tan grande. No podemos atacarlos tan a la ligera, hay que tener un plan. Pero si podemos apagar el fuego hablando… pues hay que intentar.
A todos les fue entregada una copa de vino, olvidaron la amarga situación de hace un momento. Luego las alzaron, clamaron el nombre de Erwin, y se lo bebieron en un trago. Eren esperó que todos se fuesen a dormir, para salir e ir donde Historia. Era claro que vino para lo que tenía que hacer con Eren. Cuando este salió, viendo como todo el puerto estaba a oscuras, en un tenebroso silencio. Aprovechó ese silencio para pensar con claridad, caminando despacio. Ya estaba decidido, solo esperaba estar tomando la decisión correcta. Historia se hospedaba en una habitación real que le habían hecho en el tercer piso del cuartel general. Llegó subiendo lentamente las escaleras, hasta llegar a la habitación. Ahí lo invadió el pánico, peor también el miedo y la ira, los sucesos que lo empujaron hasta este momento. Tocó, y la puerta se abrió levemente, Historia en efecto, estaba esperándolo.
—Creí que quizás no vendrías. —murmuró.
—Siempre cumplo mis promesas, o de menos trato. —Eren se sonrojó al ver que Historia estaba en camisón blanco, que denotaba su figura casi apoteósica.
Historia dejó salir una lágrima que resbalaba de su mejilla, mientras empezó a dejar que se deslizara su camisón. Sin embargo Eren la toma de las manos con firmeza sin lastimarla. Ella se sorprende tras ese acto, más aun cuando sin previo aviso, él se acerca y la besa en los labios con delicadeza y ternura. Historia tiene sus ojos abiertos como platos, la respiración se le cortó de golpe. Entonces relaja la mirada, responde el gesto cerrando los ojos. Eren se quita la chaqueta y la camisa, dejando ver su abdomen y pectorales. Luego como tratándose de un baile, llevó a tientas a Historia hasta la cama donde ambo se sentaron, y volvieron a besarse. Luego la derriba sobre el colchón, siguiendo besándose. Eren entonces supo porque Yelena no le robó su primer beso, la sensación que invadió a Eren, era eso como dicen de sentir mariposas. El corazón le latía con más fuerza que cuando tuvo ese sexo. Por el contrario, ella paseaba sus delicadas manos por los fuertes brazos del joven, sentía la sangre caliente corriendo por sus venas, y la misma rugiéndole en los oídos. Tal como dijo Yelena, Eren dejó que su instinto lo poseyera. Paso su mano tras la nuca de Historia, podía sentir el aroma de sus cabellos, la increíble suavidad de estos, Masajeaba su nuca mientras cambiaba los besos por lengüetazos en la mejilla y el oído. Historia comenzó a gemir, respirar entrecortadamente por la boca. Eren se pone de rodillas en la cama, Historia se levanta un poco mirándose a los ojos, quizás no entendiendo lo que estaba pasando con ellos en ese momento, pero no iban a detenerse.
Eren arrojó su vista al ver las desnudas y pálidas piernas de la chica. Entonces lleva su mano a la que tiene más cercas, la toma y lleva el pie hacia su boca. Ahí se volvió loco, la suavidad perfecta desde sus tobillos hasta sus muslos, el aroma de estos. Sus manos rasposas le daban ligeras cosquillas a la chica, quien se mordía un dedo tratando de reprimir la macabra pero placenteras emoción de ese acto. Eren comienza a devorar esa pierna con lengüetazos. Desde la planta hasta el muslo, paseando sus manos por todo el largo, solo con la yema de los dedos para que la chica se estremeciera con electrizantes caricias. Cuando se cansa de esa pierna, va a la otra, Historia se acuesta sobre la cama dejando que él haga todo. De risa, en un momento ella pensó si Eren era virgen o con quien había aprendido a hacer esto. Quizás Mikasa, o alguien más pensó, pero eso no le importaba, estaba poseída por algo que ella no podía ni siquiera comprender, el poder del momento. Eren en su jugueteo, ve hacia la zona intima de la chica, como usa una ropa interior de un muy puro color blanco. La toma de ambas piernas para abrirlas, luego se clava para inhalar con fuerza justo en la zona de su clítoris.
— ¡¿Qué estas… —No pudo seguir, sus manos se aferraron a las sabanas, y algo la paralizó impidiéndole moverse. Sus ojos se abrían hasta el límite, cada que sentía la respiración caliente de Eren allá abajo. Lo que interrumpe al joven, no es nada sino el aroma de algo húmedo, notando que Historia estaba poniéndose húmeda. ¿Sería ya un buen momento? No, primero quería jugar con ella. Jamás pensó diría eso, al menos en su mente, jugar con alguien, divertirse. Le recorre el camisón revelando el abdomen plano y pálido. Entonces comenzó a lamer también por ahí luego hasta donde tenía el sostén. Los pechos de Historia no eran grandes, pero tampoco pequeños, eran dos bollos de redonda y tentativa forma. Sin quitarlo aún, hizo lo mismo que con la zona intima de la chica. Lamer por sobre sus robas, apenas rozando la piel con sus dedos, mientras sus manos trabajan cada una ajena a la otra. Con la izquierda le envolvía un pecho completo sin estrujarlo, más bien haciendo calor al frotarla con la prenda. Con la derecha acariciaba sus piernas, y su trasero muy cercas de su zona intima. —Espera, Eren detente por favor. —Ella entonces se aparta, se quita por completo el camisón, luego se desata el sostén. Se tira sobre la cama, y estira una pierna dejando que Eren atienda el mensaje. Con delicadeza tiró del calzoncillo, mientras un hilo de líquido era dejado detrás. El chico se congeló dónde estaba, sin poder hablar o respirar, la cara se le puso roja cuando vio a Historia finalmente desnuda. —Dios, deberías ver tu cara, es hilarante. —Dijo soltando una carcajada. Eren volvió en sí, luego él se desató el cinturón, se quitó el pantalón con todo y calzoncillos, y quien se paralizó ahora fue Historia. Eren gateó hasta ella, se miraron a los ojos y nuevamente se besaron.
— ¿Estas lista? —Él no iba a pedirle algo como sexo oral en su primera vez. Historia asintió, la besó, la tomó de la mano apretándose con fuerza. Historia sintió el roce el erecto miembro viril de Eren. Como esté lo apuntó, y despacio comenzó a introducirlo. Historia lo maridó del cuello, no con fuerza, sino para reprimir el grito de dolor y placer. Eren lo vio entonces, la sangre de una virgen. — ¿No te lastime?
—Dolió al principio, pero ya no… sigue… se está sintiendo bien. —Respondió la chica, Eren comenzó a mover sus caderas despacio. Ella ya no pudo reprimir el gemir por esa sensación, luego el dolor comenzó a desaparecer. Moviéndose, lamiendo, mordiendo y estrujando, es como Eren hizo su trabajo. Hasta que llegó el momento, agarró bien las piernas de Historia, se adentró tanto como pudo y se corrió dentro de ella. La chica gritó con los ojos yéndosele para atrás, pues también había alcanzado el orgasmo. Eren la ayuda a voltearse, ella se aferra al respaldo de la cama, y se pone en cuatro. — ¿Todavía puedes más? —Preguntó jadeando exhausta. Eren sin embargo no le contestó, la penetró nuevamente y la sensación cambió a la de hace rato. —Parece que si…
En ese momento, donde la tenía dándole la espalda, vio sus hombros pequeños, el cabello que caía gentilmente por su piel. Llevó sus manos hasta los pechos que apuntaban a la cama y los apretó despacio, luego usando sus dedos para apretar los pezones de un color rosa pálido. Pudo ver y sentir las nalgas de la chica, redondas, macizas y sumamente tentadoras como para darles mordiscos. Por unos minutos duraron en esa posición, hasta que Eren la hizo enderezarse, aun con el adentro de ella, besarla antes de volverse correr. Ahí se quedaron jadeando como si hubiesen corrido una maratón, hasta caer finalmente sobre la cama exhaustos.
—Rayos… lo hicimos, de verdad lo hicimos. —Murmuró él, tomando de la mano a la chica, ambos con la vista clavada al techo, llenos de sudor, las caderas de ambos temblándoles. Al unísono se miraron mutuamente.
—Eren… te amo.
— ¿Qué dices? —Eren no supo a que vino ese momento, quizás fuese algo normal dado lo sucedido.
—Desde lo de la cueva, como has estado ahí apoyándome. Luego, tras la llegada de la gente de Hizuru, el plan. Me defendiste sin dudarlo, me has acompañado en momentos cuando me siento sola, y hoy… estas aquí conmigo, haciendo esto. Si Eren Jaeger… estoy enamorada de ti, por fin puedo decírtelo. —Eren sin embargo, vuelve a mirar al techo, esta vez con una profunda tristeza. — ¿Qué ocurre?
—No es lo que dijiste, no, en lo absoluto. Es sólo que… tú, todos aquellos con los que he compartido estos años, son especiales para mí. Quiero proteger esas sonrisas, sus vidas. El mundo que teníamos tras las murallas, la vida que elegimos al ser de la legión, esa vida era tan cruel… que nunca me abrí a amar a la gente de esta manera. Siempre ver a Armin y a Mikasa como la familia que me quedaba. Ahora ya no estoy tan seguro… Historia… también te amo. —Dijo mirándola a los ojos, y la chica se sonroja con un brillo en los ojos. —Por ello, prometo que haré lo posible para que nada te pase. —La abrazó, la besó en los cabellos, y ahí ambos se quedaron dormidos profundamente.
