—Bienvenido a la "Velvet Room"… —dijo el hombre de larga nariz y ojos saltones. La suave luz que provenía desde la parte de atrás de la habitación ensombrecía sus rasgos, dándole una apariencia casi alarmante. A unos metros de él, se encontraba una joven de impactante belleza, que rodeaba un libro con sus brazos. Lo único anormal que pudo notarse fueron sus ojos de color amarillo, y su lacio y largo cabello de color blanco brillante—. Mi nombre es Igor, es un honor para mí el ser tu anfitrión. Este lugar existe entre sueño y realidad, mente y materia… Ahora que me he presentado, ¿tendrías la gentileza de hacerlo tú?

—Ta… Takayama Kenji… —respondió el joven, un poco asustado. Acto seguido, le prestó más tención a su entorno. La "Velvet Room", tal como su nombre decía, estaba cubierta por una fina alfombra de terciopelo azul, incluso en paredes y techos. Desde su posición, la habitación parecía ser un anfiteatro. Kenji aceptó su teoría cuando se giró y vio las hileras de asientos a sus espaldas. Una luz, de brillo azulado, provenía de los reflectores, y transformaba la "Velvet Room" en un lugar sobrenatural.

—De acuerdo, mi muchacho. Ésta —continuó Igor, señalando a la joven que se encontraba a su lado— es Marianne, y también es una habitante de este lugar.

—Encantada de conocerte —expresó Marianne, inclinando un poco su cabeza.

—Mi deber —continuó Igor— es ayudarte a desarrollar tu habilidad, y, por supuesto, requerirás de mi ayuda para lograrlo… Sólo aquellos que han firmado el contrato tienen acceso a esta habitación; debes saber que un contrato siempre tiene varios requisitos. Yo sólo pido una cosa… Que te responsabilices por las acciones que has de tomar.

—Creo… Creo que comprendo —mintió Kenji, pues no tenía ni la menor idea de por qué ni para qué estaba allí.

—De acuerdo, no pierdas esto —el hombre alzó su mano, y de ésta salió un orbe de luz. La esfera flotó hasta Kenji y descendió suavemente hasta su mano, transformándose en una llave de color azul— La próxima vez que regreses aquí, lo harás por tu propia voluntad. Hasta pronto…

Kenji se despertó sobresaltado, con el extraño pensamiento de que iba a caer. Después de acomodarse en su sitio, intentó recordar el sueño que había tenido.

—"Velvet Room…" —susurró, mientras se aferraba a su asiento, para que el movimiento del tren en el que viajaba no le tirara de la silla—. Sólo fue un sueño…

Estimados pasajeros, dentro de unos minutos arribaremos a la estación de "Iwatodai". Favor de recoger sus pertenencias de antemano. Buen viaje.

Kenji, en silencio, tomó su mochila del suelo y se la colgó al hombro a la par que se levantaba de su sitio. Caminó hacia la puerta corrediza, con un poco de dificultad, y se paró frente a ella, tomando el tubo de seguridad. Un poco después, la velocidad del vehículo disminuyó y luego se detuvo por completo. La puerta se abrió con un chirrido, y Kenji no tardó en atravesarla.

El muchacho comenzó a caminar por la estación, con aparente prisa. Subió las escaleras de dos en dos y salió rápidamente a la calle. El olor a orina y tabaco llegaba hasta Kenji, que hizo una mueca al percibir el hedor. Desesperado, se apresuró a dejar "Iwatodai". Me pregunto qué hora será, pensó, mientras sacaba su teléfono móvil del bolsillo. Sin embargo, antes de tomarlo, descubrió un peso desconocido.

—¿¡Será…!? —exclamó Kenji, a la vez que se apresuraba a sacar sus objetos del bolsillo. Como supuso, entre sus pertenencias, pudo ver una brillante llave azul.