Aviso: Spoilers del último capítulo. Y... Supongo que es todo.

Espero les guste~


En un acto de desespero, pocos segundos antes de lo que sería su propia destrucción, todo su cuerpo se contorsiona en un intento inútil de buscar escapatoria a su destino ya sellado.

Unos últimos gritos. Los suyos.

"¡A-X-O-L-O-T-L!

¡MI EXISTENCIA ESTÁ SIENDO QUEMADA!

¡INVOCO EL PODER ANCESTRAL Y TAL VEZ REGRESAR!"

Las llamas azules comienzan a rodearlo a una gran velocidad, pero en vez de ser ellas las que conseguirían consumirlo por completo y borrar su presencia para toda la eternidad, lo es el golpe de un puño en su rostro.

Solo hay oscuridad.

Y luego...

Luz. Mucha luz.

Blanca. Cegadora. Molesta.

La luz irrumpe en la oscuridad que tanto aprecia y en la que desea permanecer.

La oscuridad es y siempre ha sido una vieja aliada suya, desde el inicio de los tiempos y el propio. No hay mejor refugio en el que esconderse más que el sigilo de las sombras; imperceptibles para el ojo humano, pero no para la bestia del ojo que todo lo ve y sabe. Profunda e infinita oscuridad; llena de secretos que jamás deben conocer la luz…

Pero la luz está allí, justo delante de él, propagándose y brillando a una intensidad que hace arder su vista en las brasas del infierno. Sin sombras, sin escape.

Parpadea un par de veces, tratando a regañadientes de adaptarse al resplandor que lo rodea.

El contorno de las siluetas de los árboles paulatinamente se van definiendo; la paleta de colores empieza a teñir las tonalidades de la naturaleza que lo rodea.

No es más que cuestión de tiempo para que pueda al fin visualizar la esfera de gas y luz que se halla al centro de su campo de visión; la enorme linterna que tanto adoran los humanos y homenajeaban en sus rituales y sacrificios por miles de años…

En vez de adorarlo a él; un auténtico demonio de los sueños.

Otra razón más que tenía para detestar el Sol.

Sol. Árboles. Luz.

La lógica y realidad le explotan en la mente, recobrando todos sus sentidos.

Sentidos que se supone que no debe tener.

¡¿Qué hacia él en la Tierra?!

No lo sabe, y eso es lo que lo asusta.

El terror es aún mayor; él es un demonio que causa pesadillas, ¡Se supone que no debe sentir temor, y mucho menos a lo desconocido! Todo lo ve, todo lo sabe.

Es entonces cuando aquel pensamiento asalta su mente; y lo deja totalmente paralizado.

A menos que ya no sea un demonio…

Unas manos – las suyas- comienzan a palpar su rostro, cabeza, y hombros.

No.

Se abofetea a sí mismo; la respuesta es inmediata; ardor en su mejilla. A pesar de que al inicio suelta una pequeña risa por la extraña sensación del dolor; es inmediatamente reemplazada por una mueca de pánico absoluto.

Sentía dolor.

No.

Voltea desesperado a todas direcciones; árboles, troncos, plantas. Más árboles.

Intenta flotar, no hay éxito; intenta al menos ponerse de pie sobre sus piernas, pero un pie se cruza con otro y la gravedad lo obliga a permanecer en el suelo.

No. No. No.

Con todo rastro de fuerza y energía que conserva su forma, consigue arrastrarse a la orilla de un lago, buscando desesperadamente un espejo.

Y reflejado en él, ve su peor pesadilla hecha realidad.

Saco de piel. Relleno de huesos, intestinos y sangre. Dolor.

Y plasmado, un rostro con expresión de horror.

Su rostro.

Bill Cipher, demonio de los sueños, es ahora humano.