OCHO SEGUNDOS
Disclaimer: nada me pertenece.
Nota de la autora: este fic está dedicado a Yvarlcris, cuyos fics me han ayudado en los malos momentos y me han animado a escribir.
Recomiendo leer escuchando: I'd come for you de Nickelback
Capítulo 1
Los segundos, por insignificantes que parezcan, son capaces de cambiar por completo nuestra vida. No somos conscientes de ello, pero es así.
Danny Williams sólo necesitó ocho segundos para que su vida diese un giro de 180º: dos segundos que tardó el delincuente en sacar la pistola y disparar, dos segundos que tardó Steve en ponerse delante de Grace, dos segundos que tardó Danny en sacar su pistola y acabar con el delincuente y otros dos segundos que tardó en llegar junto a su amigo herido.
Steve y Danny volvían a casa en coche tras un largo día de trabajo. Antes pasaron a recoger a Grace, ya que la bruja mala del este (Rachel) y Stan estaban de viaje fuera de la isla. Danny nunca comprendería que Rachel estuviese casada con un tío que viajaba más que Phileas Fogg, pero allá ella. Grace hablaba emocionada de su nuevo hermanito, quien se había quedado en casa de sus abuelos paternos, y preguntaba por qué el tío Steve conducía el coche de Danno. Iban todos a casa de McGarrett a ver la trilogía de Toy Story, Steve no conocía las películas y Grace no podía consentir tal crimen.
Pararon en una tienda a comprar palomitas, pues según Danny no se puede ver una película en condiciones sin palomitas. Mientras guardaban cola pacientemente, uno de los clientes sacó una pistola. Se trataba de un delincuente al que Danny había encerrado tiempo atrás y ahora planeaba vengarse del detective hiriendo aquello que él más quería, su niña pequeña. Apuntó a Grace y disparó, Steve no se lo pensó dos veces antes de cubrir a la pequeña con su cuerpo y recibir una bala en la espalda.
Mientras esperaban en el hospital, Danny trataba infructuosamente de calmar a su pequeña, de decirla que todo saldría bien, que el tío Steve era muy fuerte y no le pasaría nada. Pero ¿cómo iba a tranquilizar a otra persona si él mismo no era capaz de ello? Aquellos ocho segundos se repetían una y otra vez en su cabeza a cámara lenta. Steve y Danny llevaban tiempo siendo compañeros y confiaban ciegamente el uno en el otro a la hora de cubrirse las espaldas. Sabían, aunque nunca se lo habían dicho, que serían capaces de recibir una bala por el otro. Pero ver a su compañero en el suelo, sobre un charco de sangre, abrazando a su hija como si aun intentase protegerla, aquello sacudió su mundo por completo.
Tras varias angustiosas horas, un médico se acercó a los Williams a decirles que la operación había salido bien. Afortunadamente, la bala no alcanzó ningún órgano o vena importante y que el SEAL era un hombre sano y fuerte y saldría adelante. Danny y Grace respiraron por primera vez en toda la noche y preguntaron si podían pasar a verle. El médico accedió aunque les advirtió que el paciente estaba sedado. Danny intentó que Grace se fuese con Chin o con Kono, pero ella insistió que quería quedarse en el hospital con el tío Steve.
Danny había visto a su compañero herido y en el hospital muchas veces, pero ni todos sus años como policía le habrían preparado para algo así. Grace se tumbó en el borde de la cama, junto a Steve, y se abrazó a su pierna como si de ese modo pudiese obligarlo a quedarse con ellos. Danny pasó la que probablemente fue la peor noche de su vida, si durmió fue porque su cuerpo cedió al cansancio. Despertó al sentir una mano acariciándole el cabello con suavidad. Steve estaba despierto, con aspecto cansado pero sonriendo. Danny abrió la boca, pero Steve lo interrumpió antes de que llegase a decir nada.
-Danno, te recuerdo que estoy convaleciente y esto es un hospital, no puedes gritarme-
Danny iba a contestarle con otro comentario igual de ingenioso o con alguna palabra malsonante, pero recordó que su hija estaba presente y se lo pensó mejor.
-Estúpido animal de bellota trastornado. ¿Qué te creías, qué estás hecho a prueba de balas? ¿Qué saldrías ileso de un disparo aun sin llevar el chaleco antibalas?- la voz de Danny sonaba furiosa y triste al mismo tiempo
-Tú habrías hecho lo mismo-
-Es mi hija, Steve. Me pondría delante un tanque si así consigo protegerla. Pero tú…Jamás podré agradecerte lo suficiente que hayas arriesgado tu vida para salvar la de mi hija, por mucho que viva-
-Danny, escucha- dijo Steve cogiendo la mano de Danny con la suya- Quiero a Grace como si fuese mi propia hija. Y volvería a hacer lo que hice un millón de veces sin pensármelo. Del mismo modo que lo haría por ti. Los sacrificios que hacemos por aquellos que queremos son los más exigentes, pero también los que más merecen la pena-
¿Cuánto tiempo estuvieron así, en silencio, mirándose a los ojos y cogidos de la mano?, les era indiferente. Así se los encontró Grace cuando despertó. Procuró no hacer ruido, su padre y el tío Steve parecían contentos y no quería molestarlos, pero no pudo. Grace se sentía culpable, pensaba que Steve estaba herido por su culpa, después de todo, aquel hombre malo la apuntó a ella. Comenzó a sollozar.
-Tío Steve, lo siento- dijo entre hipidos
-¿Por qué, princesa?- dijo él enjuagando con ternura las lágrimas de la mejilla de la pequeña Williams
-Estas herido por mi culpa-
-Tú no disparaste-
-Pero fue idea mía ver las pelis, si no fuera por eso no habríamos ido a por palomitas y ese hombre malo no te habría disparado. No quiero que te hagan daño por mí, ni a Danno tampoco-
-Escúchame bien, pequeña. Tú no tienes culpa de nada. Quiero que dejes de llorar ahora mismo y que sonrías, eso hará que me sienta mejor. Y ten preparado Toy Story, porque lo primero que haré cuando salga de aquí será verla contigo y con Danno-
Danny no podía sino mirar y sonreír. El médico iba a entrar a examinar al paciente, pero la escena le pareció tan bonita que decidió darles unos minutos más.
Danny estuvo con Steve en el hospital cada rato que tenía libre. Steve no dejaba de asombrarse del tiempo que su amigo pasaba allí con él cuando sabía que éste odiaba los hospitales. El líder del 5.0 casi obligó a que le dieran el alta médica; su doctor insistía en tenerle un par de días más allí, pero Steve amenazó con escaparse. Se estaba volviendo loco todo el día ahí sin hacer nada, con esa comida insulsa y ese enervante olor a desinfectante. Danny insistió en llevarle a su casa y pasar, al menos, la primera noche con él, por si acaso necesitaba algo. Steve no salía de su asombro ante los cuidados de su amigo, y la delicadeza con que lo ayudó a bajar del coche y entrar en casa. Maldita sea, ni siquiera habían discutido en el coche y eso que Steve disfrutaba mucho con aquellas disputas. Danny incluso lo obligó a acostarse temprano y tomar su medicación, alegando que necesitaba reposo. Ese tipo de trato sólo se lo había visto con Grace. Últimamente se desvivía por él, aquello le extrañaba y le encantaba al mismo tiempo, ser el centro de atención del detective de Jersey.
Danny había secuestrado su despertador, pero no contó con la fuerza de la costumbre del SEAL. Steve se despertó muy temprano dispuesto a realizar sus ejercicios matutinos, pero una punzada de dolor en la espalda le quitó la idea. En su lugar, decidió aprovechar que estaba despierto para ver amanecer. Danny, que conocía demasiado bien a su compañero, sabía que robarle el despertador no impediría que éste intentase seguir con sus costumbres matutinas como si nada hubiese pasado. Por eso, tras pasarse la noche tumbado en el sofá en un estado de duermevela, pudo escuchar al SEAL abrir muy despacio la puerta de la terraza.
-Estás perdiendo tus facultades de ninja- pensó para sí antes de levantarse y seguirle, dispuesto a darle un soberano discurso.
Pero se quedó parado en el sitio cuando vio a su amigo sentado en el lanai mirando el amanecer tan tranquilo. Cuando la sorpresa inicial hubo pasado, decidió hacerle compañía.
El sol comenzaba a alzarse tímido en el horizonte, en un punto entre el mar y el cielo en el que resulta difícil distinguir uno de otro. Lentamente, sin ninguna prisa, ocultándose de vez en cuando tras una nube, creando una hermosa tonalidad de colores dorados, azules y rosados. El único ruido que se escuchaba era el de las olas del mar y el viento soplando entre las hojas de palmera. Steve y Danny miraban extasiados aquel espectáculo, sintiéndose privilegiados por ser las únicas personas que podían contemplarlo. Danny hizo el primer movimiento, movió su mano muy despacio cerca de la Steve y comenzó a acariciarla, primero con el meñique, luego añadió el resto de sus dedos. Steve imitó su gesto y terminaron tomados de la mano y con los dedos entrelazados. Sus ojos se encontraron al fin, como el cielo y el mar, Danny se atrevió a cerrar aquel espacio entre sus labios y Steve no tardó en corresponderle. Pero antes de que el beso se volviese más apasionado, Danny lo finalizó. Durante un breve instante, el líder del 5.0 temió que el nativo de Jersey se hubiese arrepentido, pero al mirarle vio algo totalmente distinto.
-Tengo miedo, Steven-confesó el detective- Ya entregué mi corazón una vez y acabé destrozado. Y luego otra vez. Puse todas mis esperanzas en una relación que acabó en fracaso. Tengo miedo de que me vuelva a pasar lo mismo-
-Yo también tengo miedo, Danny- reveló el marine- He perdido a todo aquel que quería, nunca he tenido una relación seria y me asusta no ser capaz de hacerlo. Temo perderte a ti también. Pero sé que si no lo intento, me arrepentiré toda la vida. Esto puede funcionar, podemos hacer que funcione-
-¿Cómo puedes estar tan seguro?-
-Porque somos nosotros, Danno. Tiene que funcionar-
-Sí, tiene que funcionar-
Steve y Danny eran dos almas heridas, y sólo ellos podían curar al otro. Danny quitaría aquella coraza protectora alrededor del SEAL y la sustituiría, llenaría el vacío que dejó la pérdida de su familia. Steve tomaría el corazón roto del detective y lo recompondría, se aseguraría de cerrar cada herida e impedir que volviera a romperse. Tenían que hacerlo, eran los únicos que podían.
El sol se alzaba alto en el cielo, anunciando un nuevo día, anunciando algo nuevo para los dos miembros del 5.0.
