Star-Crossed Lovers

Cada vez que sentía que estaba lista para abandonarlo todo; cada vez que creía que no lo soportaría más, él llegaba y arruinaba sus planes.

Estaba preparada para por fin reunirse con su padre y con su hermana; era una idea demasiado tentadora y hermosa para una persona como ella. Volver a estar con su familia. Era todo lo que ella quería.

Por otro lado estaba él, su trágico amante. El que, por más que ella le dijera que la dejara sola, que la abandonara, seguía a su lado. Todo el tiempo ella trató de convencerlo de que se fuera, de que buscara a alguien mejor que ella, alguien que en realidad pudiera amarlo. Se preocupaba por él, quería que al menos él pudiera ser feliz.

El muchacho se negaba rotundamente a lo que ella le proponía siempre; no estaba dispuesto a dejarla. Sabía que si lo hacía, ella caería en un pozo sin fondo, y nunca podría salir. No quería que eso pasara. La amaba demasiado como para abandonarla; la amaba demasiado como para dejar que se perdiera de esa forma.

La muchacha no sabía cómo había hecho él para dejar en el pasado todos los recuerdos de los últimos años. Ella aún no lo lograba, todavía seguía sufriendo por las pesadillas que la atormentaban cada noche. Pero ella ignoraba, que lo cierto era que él tampoco podía.

Todo lo que había hecho Peeta desde que regresó al distrito fue guardar para sí mismo lo que le atormentaba. No lo compartía con nadie más, a excepción de su médico claro, a él no podía ocultarle lo que le pasaba, no si quería recuperarse. Pero al mismo tiempo, no quería que ella lo viera nunca más teniendo otra de sus "crisis" habituales; debía ser fuerte frente a ella. Debía ser fuerte porque pretendía que ella también lo fuera. Lo que en realidad no quería, era que ella aparentara la fortaleza que antes fingía tener, deseaba que ahora fuera valiente de verdad. Peeta creía que, aunque Katniss ya no tuviera a nadie más a quien salvar, debía, por lo menos, intentar salvarse a sí misma.

Él no pensaba irse hasta que viera de nuevo a la chica hermosa y valiente de la que se había enamorado a los cinco años. Trataba de ayudarla sin ningún interés, por supuesto. No esperaba que algún día ella lo amara, la única cosa que deseaba era ver que la muchacha de los ojos grises fuera realmente feliz. Él quería estar ahí el día en que ella volviera a cantar, quería ser testigo cuando los pájaros se detuvieran a escucharla.