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La lluvia cae porque la nube ya no puede soportar el peso. Las lágrimas caen porque el corazón ya no puede soportar el dolor.
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El sonido del viento sonaba fuerte. Podía sentir en sus pómulos lo fresco que estaba el aire. Le gustaba.
Llevó su mano a un mechón rebelde que se había salido por culpa del viento, para después colocarlo detrás de su oreja.
Bajó la mano y la colocó en el frío y puntiagudo césped. ¿Hace cuánto que estaba sentada ahí? Tal vez una hora. ¿No debería entrar a la clase?
Apretó con fuerza el césped sobre sus manos ante la idea de entrar al salón. Solo de imaginarlo la aterraba. Era una idea que le revolvía el estómago y hacía que tuviera unas enormes ganas de esconderse en el lugar más cercano y de ahí nunca salir.
¿Desde cuándo era tan cobarde?
Tal vez desde siempre. No lo sabía y ya no le importaba.
Dobló sus rodillas sobre su pecho y con ambos brazos las abrazó. Como una especie de escudo. Un escudo que la protegía de su mayor temor.
El mundo.
Era tonto, verdad. ¿Quién le tenía miedo al mundo? Nadie. Era raro que ella le tuviera miedo a algo que todo el tiempo estaba con ella. Algo con lo cual siempre vivía y tenía que afrontar.
Entonces... ¿Por qué le tenía miedo?
Tal vez por la crueldad de la gente que vivía en él.
Apretó con fuerza sus piernas sobre su pecho. El aire estaba cada vez más frio. Tal vez porque ya era tarde. Podía apreciar desde su lugar como el sol se iba ocultando poco a poco. Dando en su lugar a la fría y oscura noche. En compañía de la luna y las estrellas.
Soltó un lento y suave suspiro de alivio al entender que pronto la escuela se terminaría y por fin el auto pasaría por ella. Así para poder llegar a su acogedor y cálido hogar, y poder sumergirse en su propio mundo. No este, el cual le aterraba. Si no el mundo en donde solo estaba su familia y ella.
Eran las únicas personas que no la lastimaban y la herían a propósito. Era el único lugar en donde la amaban por lo que era ella. Era el único lugar en donde podía ser ella sin tener miedo a ser juzgada por eso.
Retrancó su espalda sobre el tronco del árbol que estaba detrás de ella. Subió la mirada y vio como caían las hojas marchitas de las ramas del árbol. Era otoño. Pronto invierno.
Una sutil sonrisa se asomó por sus labios ante la idea. Pronto todo el lugar se llenaría de la blanca y fría nieve. Dándole al paisaje una hermosa vista.
Era su estación favorita del año. Por el hecho de que, por culpa del frío, podía pasar todo el día metida en sus cálidas y suaves cobijas. Acompañada de un tibio chocolate y una buena película.
De solo pensar en esa imagen, su sonrisa se ensanchó.
Además de eso, también venían las vacaciones de invierno. Las festividades y su cumpleaños. Más por las vacaciones.
Por fin podría descansar del mundo y relajarse en el suyo. Fuera de toda la sociedad podrida que albergaba.
No quería sonar oscura ni pesimista como ese tipo de personas que maldecían el mundo solo porque sí. No. Ella no era así. No odiaba el mundo. Lo que odiaba era la sociedad. La vil y cruel sociedad con la que el mundo vivía.
Era como una plaga que con los años se convertía en una amenaza.
¿Desde cuándo los humanos eran así? ¿Desde cuándo los humanos sentían satisfacción al ver sufrir a la demás gente?
Creo que desde siempre.
La gente era cruel. Burlándose de la gente que era diferente o que compartía ideales diferentes. Siempre juzgando antes de conocer. Poniendo etiquetas tontas a la gente que era diferente.
¿Qué tiene de malo ser diferente?
Si toda la gente fuera igual, solo serían como simples máquinas. Sin puntos de vista diferentes o sentimientos diferentes. Carentes de pensamientos. Siempre siguiendo el mismo patrón.
Un mundo sin sentido.
Bajó la mirada con desgano al césped. Justo donde estaban sus pies. Apoyó con aburrimiento su mejilla izquierda en sus rodillas, dejando reposar su cabeza en ellas.
Estaba aburrida. No tenía nada que hacer. No tenía ánimos de ponerse a estudiar y no quería levantarse para ir a caminar.
Aún faltaban como unos diez minutos para que sonara la campana, anunciando el fin de las clases. Además, ella siempre trataba de irse cuando la multitud disminuía. Eso le agregaba cinco minutos más al tiempo.
Giró la cabeza para el otro lado, buscando algo que ver que al menos la entretuviera. Pero no había nada. Lo único que su vista lograba ver eran los salones. Todo era aburrido.
Soltó un suspiro y cerró los ojos. Al menos trataría de relajarse en los quince minutos que le faltaban para irse.
Solo escuchando el suave canto del viento al pasar. Solo escuchando los inentendibles murmullos de la gente que se escuchaban a lo lejos. Solo sintiendo el frío sobre su piel. Solo en su mundo. Sin nadie a su alrededor.
- Eres Hyuga. Verdad.
Ante la nueva voz que escuchó, alterada abrió los ojos y subió la mirada para ver cómo un chico peli rubio la miraba desde arriba. Mirándola en espera de una respuesta.
Inmediatamente su cuerpo tembló ante la idea de que él también se burlara de ella por ser diferente. Apretó con fuerza sus puños sobre sus rodillas. Tratando vagamente de controlarse.
- S-si...- Contestó con voz temblorosa. No sabía para que la quería. Pero le aterraba saber que solo venía a molestarla como todos los demás.
- El profesor me dijo que te entregara esto. - Estiró la mano por su costado para pasar su mochila para adelante. Abrió la mochila y sacó de ahí un par de hojas un poco arrugadas. - Toma. - Estiró la mano para que ella las tomara. - Dijo que si seguías faltando llamaría a tus padres.
- E-esta... bien...- Tomó con duda las hojas de su mano. Mirándolo con detalle. Era la primera vez en mucho tiempo que alguien la buscaba y no la molestaba. - Gracias.
- No hay de qué. - Se colocó la mochila y se dio la vuelta para irse.
- ¡Di-disculpa! - Antes de que ella misma se diera cuenta le había gritado. Llamando su atención. Él se giró y la vio con duda. Fue entonces que lo vio con detalle. Era la primera vez que veía unos ojos tan azules que le parecieran enigmáticos. Era como ver en un pozo de agua. Sin lograr ver el fondo por culpa de la oscuridad. Escuchando tu eco al intentar llamar dentro de él.
- ¿Qué sucede? - Preguntó al no obtener ni una palabra de ella.
- Ah, yo, bueno...- Giró la mirada hacia otro lado. Nerviosa. - ¿Cómo te llamas? - Preguntó con cautela. Era la primera vez que le preguntaba a alguien su nombre. Por lo general era al revés.
Él se giró sobre sus talones y la vio un poco confundido. No supo cómo interpretarlo. Alzó la mano y se apuntó a él mismo con el dedo, para después poner una cara de duda.
- ¿No sabes cómo me llamo? - Lo dijo sin poder creérselo.
Estuvo tentada a decir: Si por algo te lo estoy preguntando. Pero mejor calló al pensar que sonaba un poco grosero.
Negó con la cabeza en respuesta.
- Me llamo Naruto. Namikaze Naruto. - Bajó la mano. - Somos compañeros desde el segundo semestre. - La miró algo sorprendido y un poco... molesto.
- ¡L-lo siento, la verdad... no soy buena con los nombres! - Se disculpó inmediatamente al ver molestia en su expresión.
- No te preocupes. Te entiendo...- Hizo una mueca como si tratara de recordar algo. - Hinata... verdad.
Fue entonces su turno de sorprenderse. ¿Cómo sabía su nombre?
- Sa-sabes mi nombre. - Lo dijo anonadada.
- Esta en la hoja. – Apuntó con la mirada la hoja que tenía sosteniendo Hinata.
- Ah, sí...- Bajó la mirada desanimada. Ya se lo esperaba.
- Bueno, entonces nos vemos mañana.
Alzó la mirada para devolver la despedida y fue entonces que la vio. Algo tan común que la gente ya la consideraba insignificante. Algo que no tenía valor monetario, pero era más valiosa que el dinero. Algo tan hermoso que era digno de admirar.
Su sonrisa.
Esa sonrisa que se asomaba por sus labios finos. Esa sonrisa que remarcaba más esas singulares marcas que adornaban de forma tierna sus mejillas. ¿Cómo no las había visto antes?
Esa sonrisa que deslumbraba más de lo que ya era su rostro.
- Nos vemos... mañana. - Devolvió el saludo mientras veía embobada su rostro. Admirándola.
Con una última sonrisa se despidió. Se giró y con paso lento se fue del lugar. Haciendo sonar el pasto conforme iba caminando.
¿Qué había sido eso?
Era la primera vez en mucho tiempo que una persona no hablaba con ella sin molestarla. Hacía bastante tiempo que había olvidado la sensación de hablar con una persona desconocida.
¿Por qué había sido amable con ella? Es que no la conocía.
El juguete de los de los de sexto.
Ese era su apodo. "Juguete". Esa era la etiqueta que tenía. Ni siquiera valía demasiado para ser etiquetada como nerd.
No deseaba eso. No quería que la llamaran juguete. No era eso. Ella no se encargaba de divertir a la gente. Ella no era alguien con que podían jugar a su conveniencia.
Ella no era un espectáculo.
Apretó con fuerza los labios. Sentía unas enormes ganas de llorar, gritar hasta que su garganta le doliera y que sus ojos dolieran de tanto llorar.
¿A dónde se dirige este mundo? Estaba tan podrido que la asqueaba.
¿Por qué todo giraba en torno a las apariencias?
¿Por qué humillaban a los que no querían seguir sus ideales?
¿Por qué?
Desde niña había entendido que nadie era sincero. Todo el mundo mentía para su conveniencia. Ella lo había entendido muy tarde. Tan tarde que había dolido más de lo que una herida podía llegar a doler.
Una herida que jamás se iba a sanar.
- Namikaze Naruto...- Susurró el nombre de ese chico.
No quería ilusionarse. Lo más seguro es que era como los demás y la única razón del por qué no la había molestado era porque no le interesaba. Después de todo nunca lo había visto entre las personas que la molestaban.
Todos eran iguales.
No quería sonar cruel, pero era la realidad. Una realidad demasiado cruel.
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- Oye... conoces a una tal... Hinata. - Le preguntó Naruto a su mejor amigo que estaba a un lado de él. Estaban saliendo del colegio con rumbo a sus respectivos hogares.
- Hinata...- Alzó la vista al cielo intentando recordar algo de ella. - Me suena, pero no logro recordar donde... ¿Por qué? - Giró la mirada hacia el peli rubio.
- Por nada. - Se acomodó la mochila en el hombro y continuó caminando como si nunca hubiera preguntado sobre la peli azul.
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¡POR FIN!
La verdad esta historia es una que tiene mucho tiempo que quería escribir. Los que leen mis chismes sabrán que esta historia originalmente se iba a estrenar primero que Jugando con fuego. Pero debido a una encuesta se pospuso.
Aclaro algo. Tratare de apegarme a la personalidad de todos lo más que pueda. No pienso que haya Ooc en esta historia.
Tratare un tema sensible para muchas personas; que es el Bullying. Y también aclaró que estaba basada en mi vida. Algunos pensamientos de Hinata y otros personajes estarán basados en lo que yo pensaba o pienso.
Yo también sufrí de bullying en una etapa de mi vida así que entiendo el sentimiento e intentaré plasmarlo en Hinata y en otros personajes.
La verdad aun no tengo decidido quién será el antagonista. Tengo pensado que sea Sakura o Ino, o poner a otro, ya que ellas dos me encantan. Pero más adelante lo decidiré.
No sé cuándo vaya a subir el próximo capitulo. Quiero que todos los capítulos sean bien detallados, más que todas mis historias anteriores. Y más con las personalidades de los personajes. Ya que es muy probable que yo haga que reaccione de una manera, pero en realidad no reaccionaria de ese modo ese personaje.
Pero bueno, solo espero que apoyen esta historia. No tengo ni idea si será una larga o corta ya que quiero que se desarrollen bien las cosas. Sin apuros ni nada.
Creo que es todo. Espero que les haya gustado y nos leemos hasta la próxima. Bye.
PD: Lamento cualquier error ortográfico o incoherencia.
