Saint Seiya y todos sus personajes como Shiryu, Shunrei y Shaina son de Masami Kurumada. Alcyone de Tauro y su escudero Ernst son de mi propiedad.

Mi señora

4 de julio de 1998.

Por las escalinatas del templo de Tauro se mira a un joven rubio, de azules ojos, de 24 años edad; serio, tímido y con apariencia frágil, barriendo las escaleras del templo. El joven canta, pero el acento de su voz no coincide para nada con su cuerpo menudo de 1.70 y 62 kilogramos. Su acento es germánico.

En esas está el chico —llamado Ernst— cuando sale una mujer de su edad del mismo templo, en ropa de entrenamiento. Ernst no se percata de la presencia de la joven —a pesar de que es absolutamente notoria por el 1.95 y los 80 kilos de peso de ella, con su cuerpo moreno, su cicatriz en la mejilla izquierda y sus ojos aceitunados—de lo concentrado que está en su labor.

—¡Bu!— exclama la joven, que no resulta ser otra que Alcyone de Tauro, sacándole un susto tremendo al muchacho.

—Frau Alcyone, ¡no vuelva a asustarme así! Es mi jefa, debe comportarse más seria— su acento hace parecer la advertencia más estricta.

—¡Oh, vamos, Ernst! Ya sé que soy tu jefa pero déjame divertirme un poco. Es lo único que me queda. No seré una estirada como la Alcyone anterior. Como soy fea, el único recurso que me queda es mi buen humor. Para que me regañe con respecto a la seriedad tengo a Shiryu de Libra, que puede ser aún más pesado que tú. Por cierto, vengo de su templo. Planea casarse con su novia de toda la vida, Shunrei.

Ernst no puede evitar una sonrisa, mientras mira a su señora reír. Y le causa aún más gracia como habla del serio Santo de Libra… no le gustó mucho que lo compararan con él, pero era cierto; había sonado peor que ese hombre, regañando a Alcyone.

—Frau Alcyone, para mí, usted nunca será fea. Y por cierto, lo del casamiento se veía venir. Hasta se habían tardado—Ernst soltó una pequeña carcajada.

—Tú, mi querido Ernst, me miras con ojos de cariño. Y eso está muy bien para mí. Así como está bien que mi compañero se case. Le hará muy bien formar su familia. Shunrei se ve buena persona y se ve muy paciente, aunque quizás no lo sea tanto. Ya sabes, Aries es el signo zodiacal de los impacientes por excelencia… que si no, ahí está la matriarca Shaina.

—Ay, Frau Alcyone… —hubiera querido decirle que sabía que su buen humor solamente cubría su timidez e inseguridades, pero no era el momento. Además, él mismo lo había dicho: Alcyone era la jefa y él era el escudero. Tal vez, en otro momento, donde su estimada señora tuviese un poco de seriedad, le diría que no estaba sola y que él la quería. Que no necesitaba fingir la fuerza emocional que no tenía y que tenía un hombro donde recargarse, cuando la carga de su inseguridad se hiciera demasiado pesada.

—Vamos a tomarnos un helado. Este calor es insoportable y estar barriendo el templo a estas horas te hará desmayar, Ernst. ¿Me estás escuchando? Te quedaste como ido— afirmó la altísima muchacha moviendo una mano frente a los ojos de su escudero.

El rubio muchacho asintió confundido. Se encogió de hombros, para dejar la escoba en el templo y seguir a su alegre señora. Órdenes eran órdenes. Y ésta, estaba realmente gustoso de cumplirla.

Bueno, he vuelto con una historia post-Hades donde no reviven los dorados, Shaina es matriarca y hay seis amazonas doradas. Ahora les presento a Alcyone, la cual es conocida por uno de los fics de mi talentosa amiga Nebula Stream. Espero que disfruten esta locura mía.