Saludos gente owo

Hace tiempo no dejaba algo de digimon por aqui ewe Empiezo por contarles que este no es precisamente un Fanfic. Les pido que se pasen a mi blog "Digimon Fanfics Corner" (link en mi perfil) para que puedan leer allí los detalles sobre esta publicación (de nuevo, no es un fanfic, son relatos que sin ser OS llevan una línea cronológica, un orden y propósito). Narra las locas aventuras de mi personaje original Nieves Katsukagi y su camarada Ryudamon en un videojuego super avanzado en el que participan dentro del digimundo, en el universo en el que se encuentran.

Habrá muchas experiencias y digimon en esta historia, tanto buenos como malos. Lleva categoría para todo público. Incluye además de aventura, acción y comedia (drama al mínimo). Espero les guste y me quieran dejar sus reviews. Sin más, se los dejo.

PD: El juego está en inglés, no es que a mi me guste molestar, pero la versión 2 saldrá con parche en español...


Welcome to the Digital World Simulator

You've chosen level 1 to start

Your oponent is: Okuwamon X, guardian of the Jungle Troopers Shield

GO!

La selva que mantenía oculto el sello estaba silenciosa a esas horas, aunque rezumaba vida en cada centímetro de su tierra húmeda y caliente. Ningún digimon saltaba a la vista, pues los más pequeños sabían esconderse de los depredadores, y éstos también aguardaban escondidos a que alguna presa se descuidara para convertirse en el bocadillo de aquella tranquila tarde. Un sonido distante y muy conocido por los habitantes del lugar puso a todos sobre alerta, tanto presas como cazadores. Todos por igual tomaron el papel de víctimas y salieron corriendo despavoridas a buscar un refugio alejado del sonido que se escuchaba aproximándose. Y no venía solo.

El grito de espanto de Nieves acompañaba el chillido escalofriante del enorme Okuwamon X plateado que los perseguía, rompiendo árboles, palmeras y todo lo que aparecía en su camino con tal de alcanzar a los intrusos de su hogar. Ryudamon corría con ella pero sin gastar más aire del necesario: su camarada podía tener mala constitución pero sus pulmones parecían contener bastante aire. Ambos iban sorteando los obstáculos de la selva con toda la celeridad que les era posible, saltando ramas, evitando troncos y a veces hasta enredándose en lianas caídas que parecían querer facilitarle el trabajo al enorme insecto de librarse de los invasores. Era una escena repetida desde su escape en la misteriosa Isla File que habían visitado tiempo atrás por accidente, pero esta era todavía más aterradora, pues el digimon era más grande, más feroz y destruía con más facilidad lo que le bloqueaba el paso. Esta vez no había árboles holográficos para esconderse.

— ¡¿Por qué tenías que sugerir algo tan peligroso?!—exclamó la joven, saltando como pudo un trozo de tronco podrido atravesado en medio y corriendo todo lo rápido que daban sus piernas.

— ¡No pensé que sería a este grado!—respondió el rookie.

— ¡Piensa en algo!—demandó la joven, quien había sugerido una simulación mucho más sencilla para comenzar.

— ¡Es lo que hago!

El Okuwamon X estiró un brazo tratando de alcanzarlos, produciendo un leve temblor con el impacto de su garra contra el suelo y aterrando todavía más a la chica. Ryudamon pensó en algo para salir del paso: algo sencillo pero que al menos les diera un respiro.

— ¡Tamer!—llamó, sin dejar de correr— ¡Escapa hacia la izquierda, yo iré por la derecha!

— ¡¿Eh?! ¡Seguirá a uno de nosotros de todos modos!

— ¡Si te sigue a ti podré digievolucionar! ¡Si me sigue a mí, podrás utilizar alguna digi carta!

Como siempre, incluso en las situaciones más extrañas era al dragón a quien se le ocurrían las mejores cosas. Nieves asintió y contando hasta tres con los dedos, ambos amigos se separaron a la par y corrieron en diferentes direcciones. Confundido por el movimiento, el gigantesco insecto se detuvo un momento y miró a lado y lado, eligiendo a cuál de los fugitivos perseguiría y perdiendo rápidamente a la chica de vista, quien se perdió entre el espeso follaje. Se volvió hacia el digimon, quien le resultaba más fácil de rastrear y echó a volar tras él, derribando los árboles que le estorbaban.

Al notar que las fuertes pisadas no iban tras ella, Nieves se detuvo y se giró. El Okuwamon X había elegido a Ryudamon como la presa y ahora le tocaba a ella actuar. Rápidamente sacó el D-arc y desplegó la pantalla de lo que su digimon veía: seguía corriendo con el insecto pisándole los talones. Metió la mano en el bolsillo y eligió una digi carta: intentar hacer que evolucionara significaría que el Okuwamon X lo atraparía, por lo que necesitaba hacer espacio entre ellos.

— ¡High speed plug-in H!—dijo, deslizando la carta por la ranura del digivice.

Al otro lado de la selva, Ryudamon sintió el rápido efecto de la carta y como su velocidad incrementaba. Se volvió más ágil y pronto el espacio entre el insecto y él empezó a aumentar, mientras el dragón esquivaba fácilmente los troncos y rocas, y dejando muy atrás a su oponente, quien soltó un chillido furioso al ver que su presa se escapaba repentinamente.

Ryudamon se alejó cuanto le fue posible hasta que los rugidos de Okuwamon X se escucharon distantes. La carta lentamente fue perdiendo su efecto y él se detuvo de correr, con la respiración agitada y mirando hacia atrás: podía escuchar a lo lejos al digimon enfurecido buscándolo, por lo que ahora tenía tiempo y espacio para digievolucionar y salir en busca de su camarada. Así lo hizo, y una vez en su forma de GinRyumon, tomó camino de buscar a su compañera.

—Todavía no te veo en el mapa—dijo la peli azul, habiendo cambiado la pantalla de visual por la del mapa.

—Escuchas a Okuwamon X, ¿no?

—Sí, pero ha de estar muy lejos: apenas me llegan sus ruidos.

—Yo también lo escucho, así que no estamos demasiado lejos. Sube a un árbol y quédate allí—aconsejó el dragón, volando rápidamente entre los troncos de la selva—, llegaré dentro de poco.

—De acuerdo.

La joven se volvió hacia el sauce a su derecha y tragó saliva: de niña se había subido a algunos árboles con bastante dificultad, y no siempre había llegado arriba. A la gravedad parecía gustarle que sus pies estuvieran en el suelo y no en otra parte, pero igualmente se dio ánimos y comenzó a trepar.


Un par de minutos después, la señal de su camarada apareció finalmente en el mapa holográfico de su digivice, mientras que la del insecto gigante había desaparecido, para gran alivio suyo. Nieves aguardó pacientemente los últimos minutos antes de que la figura grande y acorazada de GinRyumon apareciera a los pies del sauce en donde estaba escondida. La chica sonrió feliz de verlo de nuevo y sin ningún rasguño.

—Baja con cuidado…—estaba diciendo su camarada, cuando de un resbalón en las ramas superiores, la peli azul se precipitó abajo con una exclamación de susto. El dragón se movió hacia adelante y la atrapó sobre su espalda, aunque no era muy suave y probablemente haber aterrizado contra el suelo blando de plantas habría estado mejor—. ¿Estás bien, tamer?

—S-sí…—siseó ella, conteniéndose el dolor de la caída.

Se frotó la cola y el brazo en el que había aterrizado procurando no alarmar al digimon. Luego se giró y se acomodó sobre su espalda, afirmándose con ambas manos a su grueso cuello.

— ¡Ya está!—dijo la joven, recuperando el ánimo— ¡Vámonos!

GinRyumon asintió y echó a volar por sobre el suelo de tierra fértil, cubierta de hojas, plantas, arbustos, flores, frutos caídos, raíces y troncos que se descomponían y alimentaban la tierra nuevamente en un ciclo sin fin. El sol apenas conseguía atravesar las densas copas de los árboles, y una bruma caliente y olorosa envolvía la selva. De nuevo se escuchaban los ruidos habituales del lugar, ahora que Okuwamon X ya no estaba cerca.

—El templo debería estar en el centro de este lugar—dijo el dragón, esquivando los árboles en su vuelo a ras de suelo—; por favor verifica si voy en la dirección correcta, tamer.

La chica asintió y sacó el digivice, desplegando el mapa.

—Todavía no se avista, pero seguimos en el lado sur de la selva—comentó, mirando la brújula en una esquina.

—Bien, debemos avanzar más entonces.

Dicho esto, el digimon aceleró el vuelo obligando a Nieves a afirmarse con más fuerza.

Cuando finalmente el centro de la selva aparecía en la pantalla, casi diez minutos de vuelo después, Nieves se emocionó y estuvo por decírselo a su camarada, cuando éste frenó repentinamente y casi la hizo estrellarse contra su cabeza.

— ¿Qué ocurre?—preguntó ella, extrañada de la brusca parada.

Observó por el lado del digimon y lo vio: un sendero se pronunciaba más adelante, pero estaba cubierto por digimon rookie y uno que otro en nivel adulto. Les bloqueaban el paso, y no parecían dispuestos a moverse. GinRyumon obvió de qué se trataba.

—Ustedes—dijo un Woodmon, apuntándoles—no tienen permiso de entrar al templo.

—Ya—respondió el dragón—, nadie lo tiene, ni siquiera ustedes.

El tronco puso cara de enfado y se quedó con las palabras en la boca.

—Como sea—siguió un Mushmon, sacando un hongo en su mano—, no vamos a dejarlos pasar.

—No esperábamos otra cosa, en realidad. Tamer—dijo GinRyumon, mirando a su camarada—, aléjate por favor.

Ella asintió y bajó de su espalda, retrocediendo varios pasos y resguardándose tras un árbol. Contó a los digimon mientras éstos se preparaban para luchar contra su compañero: ocho rookies y tres adultos. No sería nada fácil. Rápidamente metió la mano en el bolsillo de su chaqueta y pensó en lo que podía hacer.

Los primeros en atacar fueron los Mushmon. Dispararon sus Poison Smash, los que el dragón esquivó volando por la derecha contra ellos y los golpeó con su cola. Las Palmon aprovecharon para atraparlo con sus Poison Ivy e inmovilizarlo brevemente, tiempo que los Tentomon usaron para impactarlo con sus descargas eléctricas. El dragón contuvo un rugido ante los impactos, pero hundió sus fuertes patas en el suelo para reducir la descarga, darse agarre y girar su cuerpo, lanzando a las Palmon contra los insectos rojos y logrando quitárselos de encima.

— ¡Eso es!—exclamó Nieves atrás.

Woodmon y su compañero de igual tipo estiraron sus brazos leñosos contra el invasor, consiguiendo uno de ellos dos impactarlo cuando éste esquivó al primero y lo arrojó contra un tronco. Allí los Mushmon aprovecharon para arrojar sus hongos explosivos nuevamente y causando ligeras explosiones.

— ¡GinRyumon! ¿Estás bien?

Por toda contestación, una lanza salió desde el interior de las nubes, atravesando el cuerpo de madera de un Woodmon desintegrándolo, causando pánico entre los Mushmon, quienes se detuvieron. GinRyumon se levantó tambaleándose y sacudió la cabeza. Tenía algunas heridas pero su coraza le había protegido bien. Siguió disparando lanzas y atravesó al segundo Woodmon, hasta que el tercer adulto, un Togemon salido de su derecha, le envió un puñetazo directo que le hizo cerrar la boca y caer al suelo.

Nieves decidió ayudar. Animó a su camarada a levantarse al tiempo que ella sacaba una digicarta.

— ¡Símbolo del valor!

El dragón resistió bien los dos rápidos golpes del Togemon con ayuda de la carta, pero al tercero, se cerró sobre sí mismo bloqueando el puñetazo y girándose rápidamente para golpear en la cara al digimon con su cola a modo de látigo. Golpeó un par de veces más antes de embestir al rival y dispararle su Tekkoujin directo a los guantes de box, clavándolo a un grueso tronco a su espalda e inmovilizándolo. Con una fuerte embestida que sacudió por entero al árbol, GinRyumon noqueó al oponente y solo un digimon quedó en la escena aparte de él.

La Floramon observó la anterior pelea y se sobrecogió sobre sí misma. No había tenido oportunidad de intervenir y ayudar antes a sus compañeros, por lo que ahora se encontraba sola. Nieves salió de su escondite y se acercó junto con su dragón, quien observó amenazadoramente a la rookie desde arriba, aunque sin intención de hacerle nada. Cuando fue a hablarle para que se marchara, la rookie reaccionó en pánico, levantó los brazos y arrojó polen como mecanismo de defensa.

— ¡No hagas eso!—exclamó GinRyumon, pero al segundo se interrumpió con un estornudo que le hizo estremecer.

Su compañera peli azul le siguió y se cubrió la boca y nariz con ambas manos, sintiendo otro estornudo venir y volviendo a dar un leve salto. Floramon aprovechó la oportunidad para escapar.

— ¡Oye!—rugió el dragón molesto; no había querido hacer nada a la digimon y ésta pagaba de aquella horrible manera.

Volvió a estornudar y un moco largo salió de su nariz, avergonzándolo. Nieves se puso a reír, pero otro estornudo la interrumpió y también su nariz se humedeció, lo mismo sus ojos ante la horrible alergia que los había afectado a ambos. A pesar de la desagradable sensación Nieves se lo tomó con humor, no así su camarada digital.

Ambos echaron a caminar por el sendero hecho en mosaicos de azulejo que llevaba hasta el lugar que estaban buscando. Se fueron haciendo mucho ruido, por cierto.


Se detuvieron ante una entrada de hermosas rejas forjadas que guardaba el templo varios metros más adelante. El paisaje alrededor había ido cambiando lentamente y dejándolos a ambos atónitos conforme a cada paso que daban. Las diversas variedades de flores, los hongos, las bayas y todo lo que crecía alrededor del lugar emitía una leve y peculiar fosforescencia que daba al lugar un aspecto mítico a la vez que hermoso. Los ruidos fueron desapareciendo lentamente y todo se sumió en el silencio, hasta que solo sus pasos se escuchaban contra el camino de mosaicos. La cueva fluorescente era un lugar mágico que evidenciaba el porqué de su nombre.

La alergia había mitigado, aunque Nieves aún se rascaba la nariz cada tanto. Los dos amigos se miraron un momento antes de que ella empujara las rejas, las que cedieron sin el menor esfuerzo. Ni siquiera chirriaron.

—Alguien debe vivir aquí—concluyó la chica. Ninguna reja se mantenía en perfecto estado en un lugar húmedo como aquel.

Su compañero asintió.

—Probablemente sea el guardián del templo quien se ocupa de mantenerlo en buen estado. Es el digimon que protege el escudo: tendremos que enfrentarlo para ganarlo.

—Sí.

La muchacha sacó el D-arc de su bolsillo y eligió la carta apropiada. La metió por la ranura y la deslizó.

—Super Evolution Plug-in S.

Se volvió hacia su compañero, al tiempo que la carta surtía efecto y el dragón comenzaba a brillar. Su cuerpo grande y pesado pasó por el proceso evolutivo, volviéndose largo, ágil y ligero, cargando dos esferas mágicas en sus manos. HisyaRyumon estaba listo para enfrentar al digimon que aguardaba dentro del templo, esperando poder contra él y ganar el objeto misterioso que habían venido a buscar.

—Recuerda mantener tu distancia por favor, tamer—pidió el digimon—; no quiero que salgas lastimada.

—Lo sé. Aun así te estaré apoyando con las digi cartas, por si es que tienes problemas.

—Te lo agradezco—respondió el digimon, sonriendo y agradeciendo su apoyo.

Ambos echaron a caminar el último tramo y subieron una pulidas escaleras de piedra azulada. Se podía ver cómo los árboles de alrededor parecían querer resguardar el templo, creciendo por sobre éste y cubriéndolo con sus ramas cual alargados brazos. Un agujero arriba permitía que el sol entrara y bañara suavemente el recinto, y gotas de agua se escuchaban caer cada tanto.

Los amigos entraron a un salón amplio y desprovisto de cualquier cosa. En el centro de éste había una segunda escalera de piedra, tal vez de veinte peldaños, que subía a un monolito de roca en el que se encontraba el misterioso ítem, bañado por el sol que se filtraba desde un ventanal arriba, en el techo. El dúo se miró con extrañeza al no encontrar a nadie. Revisaron el lugar con la mirada sin ver un alma, por lo que Nieves sacó su dispositivo para revisar. Lo que vio la sorprendió.

— ¿Qué le pasa?—se preguntó. La pantalla holográfica emitía ruido y chispas monocromáticas.

—Ha de ser por la cercanía con el escudo. En cualquier caso no se siente ninguna energía peligrosa cerca—acotó HisyaRyumon, mirando la esfera en su mano en donde se resguardaban las almas de sus antepasados: estos no reaccionaban.

La peli azul se encogió de hombros.

—Tal vez estará dormido…

Como si eso pasara si quiera en las películas.

Los dos compañeros subieron los peldaños; ella a pie y él flotando. Se detuvieron ante el monolito de roca y contemplaron con una sonrisa el trofeo que habían venido a reclamar. El objeto estaba suspendido algunos centímetros en el aire, y emitía una suave luz verdosa. Nieves estiró las manos para recogerlo, cuando una voz la detuvo.

—Así que lo han conseguido.

La chica dio un respingo y se volvió a ver, lo mismo su compañero. Una mujer esbelta y de hermosos ropajes blancos que recordaban a los lirios del agua apareció en la entrada opuesta por la cual los amigos habían ingresado. Cargaba dos bastones diferentes en sus manos, y su rostro estaba escondido de la vista. Sus tacos resonaron por la estancia mientras se acercaba y subía los peldaños, con los pliegues de su vestido moviéndose ligeros con cada movimiento.

HisyaRyumon se adelantó y su compañera, a la par, retrocedió. Lotusmon se detuvo frente a ellos con aire sereno y determinado a la vez. Su voz denotaba la madurez que su belleza ocultaba.

—Tú has de ser el guardián—dijo el dragón, listo para enfrentarla.

—De hecho, no—respondió ella, extrañando a los amigos. Levantó un dedo y apuntó al cielo—: es mi hermano.

El dúo levantó la cabeza al tiempo que el cielo se oscurecía y el techo estallaba en mil pedazos. HisyaRyumon se elevó y cubrió a Nieves con su cuerpo de los trozos de madera, vidrio y loza que llovieron sobre ellos, al tiempo que un chillido familiar sacudía el templo de arriba abajo. La chica soltó una exclamación de susto ante la repentina aparición, y cuando ésta aterrizó sobre el lugar donde ellos estaban, hizo temblar el suelo con su gran peso.

— ¡Otra vez él!—exclamó el dragón, sorprendido de verlo de nuevo.

Okuwamon X soltó un rugido a espaldas de su hermana, moviendo sus ropas y sin inmutarla a ella: venía furioso, pero al fin podría terminar lo que había dejado sin concluir. Nieves se sorprendió igualmente, en especial porque la hermosa dama no parecía temerle al gigantesco insecto de amenazantes tenazas.

— ¡Okuwamon X!—llamó Lotusmon, apuntando a los invasores con su Caduceus— ¡Detenlos! ¡No permitas que se lleven el escudo!

El monstruo respondió con otro rugido y empezó a avanzar hacia el enemigo. Nieves soltó una exclamación y retrocedió cuidando de no caer por las escaleras que les rodeaban. HisyaRyumon cerró con fuerza sus garras en torno a las esferas.

Con todo su gran peso y tamaño Okuwamon X se abalanzó contra el dragón alargado, quien se deslizó por el aire esquivando los primeros impactos y los intentos del insecto por atraparlo con sus brazos. Nieves observó con un escalofrío cada instante en el que las tenazas poderosas y afiladas del digimon rozaron a su compañero, temiendo que pudieran ser demasiado fuertes aún para su coraza y pudieran abrirle una herida grave.

HisyaRyumon también era consciente de que el digimon con el que se enfrentaba era peligroso, muy peligroso, por lo que mantuvo su distancia durante largos minutos mientras estudiaba al rival: era muy potente, pero demasiado salvaje. Lanzaba golpes a diestro y siniestro y no calculaba su propia fuerza. Era demasiado poder para alguien que no le daba buen uso ni a cabalidad, por lo que no se hubiera sorprendido de que el insecto se cansara rápido de fallar los tiros. En cuanto Okuwamon X se detuvo un instante para controlar su agitada respiración, HisyaRyumon aprovechó para levantar la gema verde en su dirección y atacar:

— ¡Jūouguruma!

Haces de color verde salieron despedidos desde el cristal hacia el Okuwamon X, quien hizo un vago intento por protegerse del daño. Nieves y su camarada observaron impresionados cómo los destellos que le impactaron parecían haber dolido tanto como piquetes de mosquito.

—No es posible—soltó la peli azul—, ¡no le ha dolido nada!

Para HisyaRyumon sin embargo, tenía sentido: tratándose de un digimon con tanta fuerza bruta y energía retenida en ese cuerpo de movimientos toscos, sería necesaria mucha paciencia para conseguir daño en el Okuwamon X. El monstruo se abalanzó nuevamente contra su rival, volviendo a repetir los movimientos de antes para intentar atraparlo entre sus potentes brazos.

— ¡No dejes que se te acerque, HisyaRyumon!

El aludido consiguió mantenerse fuera del alcance de los brazos de Okuwamon X durante un momento, cuando repentinamente el digimon aceleró y voló por sobre él tomando a ambos amigos por sorpresa con el movimiento. Los dos levantaron la cabeza siguiendo al insecto plateado, encontrándose con el sol arriba ahora que el techo estaba destrozado y viéndose obligados a cubrirse con la mano. El dragón bajó la mirada y un pensamiento cruzó su cabeza:

"¡Me tendió una trampa!"

Hizo ademán de alejarse rápidamente para evitar cualquier impacto. Okuwamon X se dejó caer con violencia al suelo, impregnando toda su energía sobrante en el impacto y chocando abajo, levantando ondas expansivas que sacudieron el templo de arriba abajo y golpearon tanto a HisyaRyumon como a Nieves, quien estaba varios metros alejada. La joven sintió el suelo perderse bajo sus pies y salir disparada de su sitio, pero un brazo la atrapó y rodeó por la espalda para evitar que saliera volando. Se aferró a esta mano salvadora y miró arriba: Lotusmon la había sostenido pero toda su atención estaba fija en la pelea más adelante. Nieves apenas consiguió tragar saliva y agradecer.

La onda de energía agrietó por entero el suelo bajo Okuwamon X e hizo que trocitos de escombro cayeran desde el cielo y las paredes. HisyaRyumon acabó impactado por la fuerte energía contra un pilar trasero que lo contuvo sin romperse ni agrietarse. El dragón se despegó de la columna y tosió un poco el polvo que había tragado cuando el insecto impactó abajo. Sintió su cuerpo adolorido y acalambrado, pero con suficientes inspiraciones y concentración logró tranquilizarse.

— ¿Estás bien?—llamó su compañera desde la escalera, cerca del monolito donde estaban Lotusmon y el escudo.

—Estaré bien, tamer—respondió él desde abajo, volviendo la cabeza al escuchar al insecto.

El digimon plateado salía de su agujero en el suelo con un batir potente de sus alas, y salió rápidamente en dirección del rival. HisyaRyumon rugió y levantó su gema verde, disparando flechas de color que chocaron contra el monstruo y consiguieron detenerle por primera vez.

"¡Se está cansando!"

El dragón continuó el ataque hasta que la dama del loto llamó:

— ¡Okuwamon X, no te dejes avasallar! ¡Ve por él!

El aludido respondió a su llamado con un rugido, moviéndose rápidamente a un lado y consiguiendo reducir distancias con su oponente. HisyaRyumon hizo ademán de apartarse, pero el otro fue más rápido y lo impactó de lleno con su poderoso cuerpo, arrojándolo con violencia contra una pared y dejándolo allí incrustado. Nieves ahogó una exclamación y vio como el monstruo se lanzaba con sus tenazas abiertas contra su digimon.

"¡No lo permitiré!"

Tan rápido como la tensión del momento se lo permitió, Nieves sacó el pequeño montoncito de cartas que traía y tomó la elegida. La metió en la ranura del D-arc y exclamó:

— ¡Hum!

El símbolo del Ying-yang apareció a pocos metros del dragón, cubriéndolo como una barrera y deteniendo de lleno el impacto de Okuwamon X, quien al salir con tanta energía contra el oponente, chocó y quedó aturdido por breves segundos, retrocediendo y sacudiendo la cabeza para intentar reponerse. Ella dio algunos pasos en dirección a su compañero, quien salía de la pared arriba en donde quedó enmarcada su larga figura.

— ¡HisyaRyumon!—llamó ella— ¡Sal de ahí, pronto!

El aludido obedeció y también tuvo que sacudir la cabeza por el fuerte golpe que el insecto le había dado. Volvió a escuchar la voz de su camarada abajo.

— ¡Ve hacia el sol! ¡Tengo una idea!

— ¡Hah!—exclamó Lotusmon a un lado, con sarcasmo—No pretenderás que Okuwamon X caiga en su propia trampa, ¿o sí?

Nieves no respondió. Sacó dos digi cartas más y miró hacia arriba la silueta de su dragón perderse con el brillo del sol.

"Espero que funcione…"

Puso la punta de la primera tarjeta en el D-arc y esperó.

Okuwamon X volvió la cabeza hacia arriba al notar que su rival había escapado en aquella dirección. Desgraciadamente sus ojos estaban ocultos por lo que los rayos solares no le producían gran efecto. Voló en la dirección con un chillido y sus tenazas abiertas listas para atrapar al otro. Nieves entonces pasó la primera carta del combo que tenía planeado.

— ¡Símbolo del valor!

Arriba, su compañero sintió la energía calórica resultado del uso de la carta y el incremento de sus fuerzas, pero al instante una segunda sensación oscura y extraña lo envolvió.

— ¡LadyDevimon!

HisyaRyumon lo comprendió. Levantó ambas gemas en sus manos, las que cambiaron a un color negro azabache y resplandecieron liberando miles de murciélagos oscuros.

— ¡Darkness Wave!—rugió él.

La onda oscura impactó de lleno en Okuwamon X, haciéndolo rugir y arrastrándolo metros hacia abajo, hasta impactar contra el suelo para seguir siendo azotado por los murciélagos. Lotusmon ahogó una exclamación y se llevó la mano cerca del rostro en sorpresa, pero el plan de Nieves no terminaba ahí.

— ¡De prisa! ¡Cambia a Seiryūjin!

El dragón también se sorprendió pero brevemente. Se concentró y con un rugido cambió de forma a una larga espada dorada, girando sobre sí mismo y usando el impulso sumado a la caída para impactar con potencia en el cuerpo acorazado y duro de Okuwamon X. El digimon soltó un último y largo chillido al tiempo que su cuerpo se desintegraba y el escudo sostenido sobre el pedestal brillaba a su vez.

Los datos de Okuwamon X se almacenaron dentro del escudo de los Jungle Troopers, hasta que el último bit estuvo contenido dentro y una última ráfaga de energía verde salió desde el símbolo. Éste se movió a un lado de Nieves, quien sonrió emocionada e incrédula y estiró los brazos para tomarlo. A un lado, Lotusmon aceptó debidamente la derrota y sonrió ante los vencedores.

HisyaRyumon se desclavó del suelo, giró y con un pulso de luz cambió a su forma como dragón. Estaba agitado y con magullones por el cuerpo debido a las terribles embestidas del insecto, pero al fin se había terminado. Voló hasta estar a un lado de su tamer y vio que sostenía el escudo flotante entre sus manos.

—Han ganado justamente—dijo la mujer con dignidad—; el símbolo de los Jungle Troopers es ahora suyo, como también la compañía de Okuwamon X.

—Muchas gracias—respondió Nieves, mirando orgullosa y feliz a su camarada.

Lotusmon asintió y dijo antes de que grandes letras sobre sus cabezas anunciaran el final de la simulación.

—Cuida bien de mi hermano. Te será de mucha utilidad.

Los amigos asintieron y vieron cómo todo el programa iniciaba la secuencia de cierre, junto con exponer la pantalla holográfica con el resultado obtenido en el primer nivel del Digital World Simulator, pidiendo además registrar los cambios.

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SAVED


Lady Beelze: Pueden ver las imágenes de los escudos y los niveles en mi blog~