Disclamer: Los personajes pertenecen a S. Meyer. El resto es mío.
Summary: Bella ha decidido casarse. Sus amigas la sorprenden con una despedida de soltera en Santa Bárbara. A partir de ahí su vida cambia.
Espero que disfruten de la historia.
CAPÍTULO 1. DESPEDIDA DE SOLTERA
(1ª parte)
-En serio chicas, ¿dónde me lleváis?- Bella preguntó bastante desconcertada porque sus amigas le habían tapado los ojos en el mismo momento en que se habían montado en el coche del señor Stanley, que las llevaba rumbo al aeropuerto de Seattle, de lo que, por supuesto, ella no tenía ni la más remota idea.
-¡Pero mira que eres cansina!- le regañó Ángela- ¿cuántas veces lo has preguntado? Dejaste en nuestras manos la organización de tu despedida de soltera y sin preguntas… ¿recuerdas? Esto es una sorpresa, un regalo de tus amigas…
-Es cierto, relájate- la secundó Jessica-además…te queda un buen rato.
Seattle estaba a cuatro horas en coche desde Forks y apenas habían hecho la mitad del trayecto, por lo que Bella debería armarse de paciencia y soportar el tiempo que le quedaba con los ojos vendados hasta llegar a descubrir su destino.
-Señor Stanley ¿podría…?
-De eso nada, mi padre ha prometido no abrir la boca, así que haznos caso. Si quieres duerme un rato- le propuso su amiga.
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Bella se casaba en un mes. Se había prometido a Jacob Black hacía un año, fijando la boda para cuando ella terminase el instituto. Ellos eran amigos de toda la vida y comenzaron a salir como algo más cuando ella tenía 16 años.
Se conocieron cuando eran apenas unos bebés, concretamente cuando ella nació, porque ya entonces entre sus padres existía una bonita amistad que hoy en día aún duraba, sólo que ellos no podían recordar aquellos tiempos. Su memoria no alcanzaba a tanto, comienzaban un tiempo después.
Charlie iba a la Push a pescar con Billy, por lo que su madre y ella pasaban todo el día en la Reserva, junto a la señora Black, sus hijas y el mismo Jacob.
Bella tenía cinco años y él era el que más cercano estaba a su edad. Además ellas jugaban a ser mamás cuidando de sus muñecas, preparar comiditas…gustos que Bella no compartía en absoluto. Prefería subirse a los árboles, hacer cabañas en ellos, guarrear con el barro, así que estar con Jacob le atraía muchísimo más.
Poco a poco esa amistad y ese cariño fueron tornándose en algo más y con la llegada de la adolescencia, Bella cambió la forma de ver a Jacob. Lo observaba mientras creía que él no se daba cuenta, su cuerpo hercúleo, sus piernas fuertes y musculosas, las abdominales que cada vez eran más marcadas, sus bíceps desarrollados. A veces se preguntaba cómo no había sido consciente del cambio de su mejor amigo.
Mariposas revoloteaban en su estómago con anticipación cuando en las mañanas de sábado iba a la Push. Se podía pasar horas sentada en la playa siguiendo cada uno de los movimientos de él, mientras surfeaba las olas.
Y, por lo visto, a Jake le había pasado lo mismo porque no tardó mucho hasta que le robó el primer beso una de las tardes que miraban la puesta de sol.
Así que de ser mejores amigos, pasaron a ser una pareja.
Jacob era tres años mayor y por aquel entonces terminaba el instituto. No quiso seguir estudiando, a pesar de la insistencia de sus padres. Tenía claros sus planes para el futuro.
Su mayor aficción era el surf, vivía en una zona propicia para practicarlo. La Push era una playa concurrida por los surfistas y él vio en ello una forma de vida. No sólo disfrutándolo sino que además ganaría dinero. Y no le estaba iendo mal. Había montado una escuela de surf y una tienda de alquiler y venta, y aunque el primer año sólo se cubrían gastos, poco a poco el negocio fue despegando, tanto que había tenido que contratar personal para que lo ayudase.
Bella se hacía cargo de las cuentas, se le daban bien, es más, antes de decidir que se casaría con Jacob pensó que lo suyo sería estudiar alguna carrera relacionada con ese tema. Probablemente Dirección y Administración de empresas, pero finalmente se quedó en eso, una idea.
Charlie no se había tomado demasiado bien el anuncio de que su única hija había decidido "atarse" a un hombre cuando apenas empezaba a vivir. Y Jake le parecía el mejor candidato para hacerlo, pero no tan pronto, no antes de ver que había otro mundo fuera de ese pequeño pueblo de tan sólo 3000 habitantes. Quería que experimentara nuevas vivencias y que no lo desaprovechara por algo que bien podría hacer más tarde.
Después de que fuese a la Universidad, entablase amistad con otras personas, supiese lo que era vivir fuera de casa, tuviese responsabilidades de alguien de su edad, entonces él con gusto le entregaría la mano de Bella al hijo de su mejor amigo.
Sin embargo, nada de lo que su padre había argumentado, había servido para que ella cambiase de opinión. Estaba más que convencida del paso que iba a dar en el mismo día en que cumpliera diecinueve años.
Renee Swam, su madre, si que apoyaba a su hija.
A ella tampoco le había ido tan mal por casarse joven y ser mamá a los dieciocho años. No ansiaba una vida diferente a la que había tenido. No le importó no salir de Forks, no estudiar una carrera universitaria, ser esposa, madre y ama de casa sin haber cumplido la mayoria de edad.
Y las cosas a ella se le presentaron de manera diferente que a Bella. Se quedó embarazada sin quererlo cuando estaba en el instituto, y por la época y él que dirán, se casó antes de que su estado se hiciese evidente. Hasta sus padres mintieron diciendo que el parto se había adelantado y que Bella nació a los siete meses de gestación.
Pero Renee no se arrepentía de nada y no entendía porque su marido, Charlie, intentaba por todos los medios hacer que Bella cambiase de opinión y pospusiera la boda unos años, cuando tenía muy claro el paso que quería dar.
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-¿Estás preparada?- Ángela se posicionó detrás de Bella dispuesta a quitarle por fin el pañuelo que tapaba sus ojos y que ya le estaba provocando una fuerte sensación de malestar. Cuatro horas a oscuras no era de lo más agradable, teniendo en cuenta que no había podido conciliar el sueño en todo el trayecto, debido a los nervios y a la curiosidad por saber que es lo que habían maquinado sus tres locas amigas.
-Por favor…quítame esto ya. Ha sido un martirio. Espero que merezca la pena todo este tiempo en las tinieblas- suplicó Bella a su amiga.
Notó como ella llevaba sus manos a la lazada y la desataba, liberándola por fin
-Lo merece amiga.
Le costó unos minutos volver a acostumbrarse a la luz. Le dolían los ojos y aún notaba la presión del amarre y cuando finalmente pudo ver con normalidad se dio cuenta de donde estaban.
-¡Madre mía! ¿A dónde me lleváis?- les preguntó fijando mirada al interior de la terminal- Estoy asustada.
-Lo sabrás en unos minutos- le dijo Lauren con una gran sonrisa palmeando su espalda cuando pasó por su lado para coger las maletas que ya el padre de Jessica estaba descargando.
-¡Santa Bárbara!- gritó emocionada- Pero…eso es debe haber costado una fortuna- añadió con pesar inmediatamente después.
-De eso no es de lo que te tienes que preocupar. Tú a disfrutar con tus amigas de lo poco que te queda de soltería, que para eso lo hemos hecho- le dijo Ángela, su mejor amiga, pasando un brazo por sus hombros y dándole un cariñoso achuchón.
A pesar de la emoción, Bella empezó a sentir un poco de ansiedad, sin embargo no sabía si el pellizco que tenía en el estómago se debía a que iba a volar por primera vez, a lo que le tenía un claro respeto, a su estado de euforia al conocer lo que sus amigas habían preparado para ella y se habían gastado, o al pesar que sentía por haber dejado a su novio mientras ella viajaba.
Si hubiese sabido los planes, seguramente se habría negado a este viaje.
Antes de lo que pensaba, el piloto anunció que el cielo estaba despejado en Santa Bárbara y que pronto aterrizarían. Veinte minutos después tomaban tierra. Comenzaba un largo fin de semana que cambiaría el rumbo de su vida.
Las cuatro se dirigieron presurosas a la cinta transportadora para recoger el equipaje. Bella agradecía que sus amigas no le hubieran dejado preparar el suyo propio, porque estaba segura de que hubiese tenido que parar en algún centro comercial a comprar ropa adecuada para esos días. Jamás hubiera imaginando el destino que le tenían preparado.
Mientras esperaban a que la cinta se pusiera en marcha, nuevos viajeros comenzaban a llenar la sala. Se fijó en la procedencia del avión. Chicago.
La cinta comenzó a moverse y las chicas centraron su atención a las maletas que salían. Bella fue la primera en recoger la suya y se retiró un poco para dejar paso a otros pasajeros. Comenzó a recorrer con la mirada toda la estancia, reparando en unos ojos que la observaban.
Se trataba de un chico alto que tapaba su cabeza con una gorra. Bella desvió rápidamente la mirada hacía un punto indefinido, sonrojándome al sentir que el chico aún la miraba. Buscó a sus amigas, pero por lo visto sus maletas aún no habían sido cargadas.
Se atrevió a volver la mirada de nuevo a su espectador. Él estaba pendiente a la salida de su equipaje, junto a una chica rubia casi tan alta como él, con la que hablaba. Vestía unos vaqueros que le hacían un culito de lo más mono, una camiseta y unas deportivas. Se había quitado la gorra dejando ver un pelo broncíneo y despeinado que le daba un aspecto sexy, por el que pasaba su mano una y otra vez. Alcanzaba a ver su perfil y se le vino a la mente la imagen de una escultura griega. El chico se volvió, pillándola en el escrutinio y le regaló una sonrisa divertida.
-Vamos Bella, estamos listas- Ángela tiró de su mano, interrumpiendo ese cruce de miradas.
Pasaron las puertas automáticas y un hombre con un cartel con el apellido de Jessica esperaba para llevarlas al hotel.
Unos diez minutos después se encontraban a las puertas de un hotel de cuatro estrellas en primera línea de playa. Jessica que era quien la que había hecho la reserva se adelantó hacia la recepción mientras que las demás las seguían mirando asombradas todo lo que dejaban a su paso, pisándoles los pies el botones con las maletas.
Tenían a su disposición dos habitaciones dobles con vistas a la playa privada del hotel. Cada una con dos camas más grandes de lo habitual para una sola persona, cubiertas con sábanas y colchas blancas, un sillón con reposapiés cerca del balcón, un pequeño escritorio de madera a los pies de cama. También tenían televisión, reproductor de DVD y CD, cafetera, tetera y mini bar. Lo mejor era el balcón, suficientemente grande y preparado para hacer un desayuno o un almuerzo mirando a la piscina y al océano. El baño era casi tan amplio como habitación, todo de mármol, con ducha y bañera combinadas, doble lavabo, teléfono, albornoces y artículos de higiene personal de diseño.
Una la compartiría Bella con Ángela y la otra sería para Jessica y Lauren.
Las chicas no podían cerrar la boca. Chillaban emocionadas y saltaban sobre la cama.
En realidad Bella no quería pensar en el dinero que sus amigas se habían podido gastar en ella. Se limitaría a disfrutar y alguna vez, cuando pudiese le agradecería el regalo.
Jess y Lauren se ofrecieron a bajar al bar y encargar unos bocadillos y unas bebidas. No querían perder el tiempo en comer, por lo menos el primer día. Estaban deseando bajar a la playa y comenzar a broncearse y darse unos baños.
Mientras Bella y Ángela deshicieron sus maletas, colocándolo todo perfectamente ordenado en el armario, se pusieron su ropa de baño y se echaron crema con protección alta para evitar las quemaduras solares.
Salieron hacia la playa por la piscina y en el paseo fueron descubriendo otra parte del hotel. Eligieron un lugar cerca de la orilla y utilizaron las tumbonas que les ofrecía el hotel para tomar el sol.
Bella escogió la que estaba junto a la sombrilla para alternar sol y sombra y de esta forma no quemarse, era demasiado blanca de piel y no quería llegar al día de su boda llena de parches porque su piel estuviera mudando.
Pasaron unas horas agradables, tomando el sol, bañándose, charlando, comiendo y haciendo planes para la noche. Un camarero de vez en cuando se pasaba para ver si querían algo y bebieron algún que otro coctel, por supuesto sin alcohol. El sol no combinaba bien con él.
A media tarde decidieron subir al bar de la piscina y tomar un café o un refresco de cola. Estaban agotadas por el viaje, pero no querían desperdiciar ni un momento, así que un poco de cafeína no les venía mal para mantenerse despiertas.
Estaban sentadas disfrutando de la tranquilidad del lugar, hablando o simplemente mirando hacia la piscina o el mar.
Una familia se sentó unas mesas más allá. Bella reconoció a uno de los componentes, era aquel chico que tanto llamó su atención en el aeropuerto. Un leve cosquilleo se formó en su vientre y se sorprendió sonriendo, por alguna extraña razón se sentía feliz de volverlo a encontrar.
-¿Y esa cara?- preguntó Lauren que la tenía en frente.
-¿Cuál?
-La tuya, estás sonrojada- su amiga miró hacia atrás siguiendo los ojos traicioneros de Bella, pero nada llamó su atención.
-Debe ser el sol.
Ángela sin embargo fue más astuta.- Es guapo y te miraba con un brillo especial en el aeropuerto- le dijo en voz baja.
Las cejas de Bella se unieron en su frente.
-Simplemente soy observadora- respondió ante esa silenciosa pregunta.
Jessica, que había ido a informarse en recepción sobre un lugar donde poder ir a cenar y después bailar, volvió y le expuso a sus amigas las diferentes opciones que le habían dado. Las chicas comenzaron a barajarlas y a decidir que sería lo que finalmente harían. Mientras Bella no podía evitar mirar de vez en cuando al chico de pelo cobrizo, que no tardó notar que alguien lo observaba, reconociéndola inmediatamente.
La saludó con la mano que tenía apoyado en la mesa, en un gesto disimulado, a la vez que le sonreía de manera tremendamente sexy. Ella bajó su mirada, mordiéndose el labio y sintiendo de nuevo el sonrojo fluir por sus mejillas. Ángela le dio con el codo en las costillas. Había vuelto a ser testigo de ese cruce de miradas.
Una de ellas propuso subir a las habitaciones a descansar un poco, ducharse y arreglarse. Ya habían tomado una decisión sobre esta noche, aunque Bella ignoraba cuál era. Había dejado de prestar atención en algún momento de la conversación.
Entretanto el agua de la ducha mojaba su cuerpo, Bella se permitió pensar en aquel chico que tanto había llamado su atención. Estaba confusa, había sentido una extraña atracción por él desde el mismo momento en que sus ojos se cruzaron. No se parecía en nada a Jacob, de hecho era completamente opuesto a él. Mientras su novio tenía piel bronceada, ojos y pelo oscuros y un cuerpo de deportista perfectamente definido, ese chico era de piel tan clara como la suya, no se había acercado lo suficiente, pero adivinaba que sus ojos eran claros, su pelo despeinado de un color no muy usual y aunque no lo había visto sin camiseta, estaba segura de que su cuerpo no se acercaba ni mucho menos al de Jacob.
- Bella- la llamó Ángela golpeando con sus nudillos en la puerta- ¿Te queda mucho?
- ¿Eh? Sí, sí. Ya salgo.
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Saliendo en busca del taxi que las llevaría a la pizzería a la que había decidido cenar esa noche, se cruzaron con el chico que estaba comenzando a apoderarse de parte de los pensamientos de Bella.
Él estaba sentado en uno de los sillones del hall junto con una chica pequeña, delgada y morena. Esta vez Bella trató de disimular su interés por él y fingió no haberlo visto, sin embargo para él ella no pasó desapercibida, dejando de oír lo que su hermana le estaba contando.
- ¿Edward?- lo llamó- ¿Me estás oyendo?- le preguntó mirando en dirección a donde lo hacía su hermano.
- ¡Edward!- lo golpeó.
- ¿Si? Perdona… ¿qué decías?
Alice, que así se llamaba, la miró picarona… Te gusta, ¿eh?- le preguntó- He visto que se te van los ojos detrás de ella.
Edward sonrió a su hermana pero no le contestó.
Desde el momento en que la vio allí parada en el aeropuerto esperando a que sus maletas llegaran por la cinta transportadora, algo saltó en su interior. Comenzó a observarla, ella barría con sus ojos marrones el espacio y se mordía el labio en el proceso, un gesto que le pareció sexy. Era pequeña y delgada, aunque no tanto como su hermana, y los vaqueros que vestía le quedaban como un guante a sus largas piernas. Siguió subiendo, llevaba una camiseta blanca casi transparente que dejaba ver su sujetador negro. La chica se dio cuenta que la miraba, simulando rápidamente mirar a otro sitio y sonrojándose. A Edward le pareció dulce y hasta ahora había comprobado que lo hacía con facilidad.
Fue una suerte que coincidieran en el mismo hotel, quizás se quedase toda la semana, como él y podría llegar a conocerla. Quería hacerlo. Estaba deseando que se le presentase la oportunidad para acercarse a ella y esta llegó al día siguiente.
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Bella estaba sentada al borde de la piscina y vio como aquel chico se le acercaba. Se puso un poco nerviosa y el estómago se le contrajo.
- Hola- la saludó cuando estuvo a su lado- ¿puedo sentarme?
Ella lo miró a través de sus gafas de sol, sonriéndole e invitándolo con un gesto de cabeza. Tenía una voz aterciopelada y sensual.
- Soy Edward- se presentó sentándose e imitando su posición, metiendo los pies en el agua.
- Yo Bella- ella extendió la mano para estrecharla con la de él, ganándose una de esas sonrisas torcidas que ya antes le había regalado y que se habían vuelto sus preferidas.
- ¿Y qué te ha traído aquí? Te vi en el aeropuerto y se que volabas desde Seattle.
Así que se había preocupado de saber de dónde venía, pensó Bella. Aunque en su caso, también miró la procedencia del avión en el que él llegó, con la diferencia de que eso fue antes de que ella reparara en su presencia.
- Pues…unas minivacaciones con amigas- no estaba mintiendo, pero tampoco quería darle la información completa sobre el verdadero motivo que la había llevado allí.
- Yo he venido a celebrar el aniversario de mis padres, se conocieron aquí hace veinticinco años- le explicó sin que ella preguntara- y aunque deberían haber venido ellos solos como otros años, que creo que era lo más normal, esta vez han querido que todos nosotros estemos con ellos.
- Bueno, estas cosas también se celebran con los hijos…supongo- le contestó Bella.
- Sí, ellos dicen que es una fecha señalada y quieren que nosotros seamos partícipes.
- ¿Sois todos hermanos?- le preguntó con asombro. No es que se parecieran mucho entre ellos, pero al haberle explicado él que era una celebración familiar, dio por supuesto que lo eran.
- Noooo que va. Nosotros sólo somos tres, que ya es mucho. Mis hermanos son Emmett, el fuertote- le dijo subiendo sus brazos y sacando músculo provocando que ella riese- y Alice, la chica morena y pequeña. Rose, la rubia con pinta de modelo es la novia de mi hermano, Jasper es el novio de Alice y…
Bella pensó que la otra chica era la novia de Edward y por un momento sintió una punzada de celos- la otra es la tuya…digo… tú novia- dijo Bella finalizando la frase de él.
- ¡Qué va! Tanya es mi prima…Yo no tengo novia- aclaró- ella es de Alaska y estaba pasando unos días con nosotros así que se unió.
- Lo siento…yo pensé…
- No, no…. Yo no…nunca he tenido novia…no he encontrado la chica aún para eso.
Mirando sus pies que movía dentro del agua le preguntó con timidez, a la vez que tremendamente interesado - y… ¿tú? ¿tienes novio?
- Pues…
- ¡Bella!- Salvada por la campana.
Ángela había llegado nadando hasta el bordillo de la piscina donde ella y Edward estaban sentados interrumpiendo la conversación, algo que Bella agradeció profundamente, no sabía que pasaba con ella, pero no quería contarle nada de su situación actual- Vamos, báñate. El agua está buenísima- animó
- Aún no tengo calor…- se excusó ella, que lo que realmente quería era seguir la conversación con ese chico. Se sentía agusto y quería saber algo más de él.
Jessica también se acercó a ellos, salpicándoles a ambos. Cuando se dio cuenta de que Bella estaba acompañada ya era tarde, también lo había mojado a él.
- Perdona, chico guapo- le dijo, provocando que Bella se sonrojase por la actitud y el atrevimiento de su amiga.
- No pasa nada- se rió Edward- estás perdonada…solo por eso de chico guapo- le dijo guiñándole un ojo.
- Bueno, ¿vienes o no Bella?- preguntó volviéndose hacia ella.
- Bien, te dejo- le anunció Edward acercándose a ella, tanto que sus hombros se tocaron. A Bella le gustó esa cercanía y no quiso que acabase. Sin embargo él ya se había puesto en pie- Hasta otra, chicas- se despidió reforzándolo con un gesto de mano- ¿Bella?
- Hasta luego Edward.
Ella se quedó mirando como se alejaba hacia el otro lado de la piscina donde su estaba su familia.
Otro salpicón de agua por parte de sus amigas la sacó de su embelesamiento- Estás babeando- le dijo una divertida Jessica - Es una buena opción para despedirte de tu soltería.
- Tú estás loca- le dijo simulando estar ofendida y tirándose después a la piscina y sumergiendo la cabeza de su amiga bajo el agua, pero en el fondo queriendo tener alguna oportunidad con él, aunque sólo fuese que él se sintiese atraído por ella.
Edward se echó en la tumbona junto a su hermana quien no se había perdido detalle del acercamiento con la chica.
- ¿Y bien? ¿Cómo ha resultado?- le preguntó bastante interesada.
- Es maja- dijo desinteresadamente.
Conocía a Alice, no podía decirle que le gustaba, que le parecía hermosa y que corazón latía fuerte todo el rato, porque intentaría hacer de celestina. Su hermana esperaba el momento.
- Maja- repitió- Bonita palabra Edward.
Alice no lo creyó. A su hermano se le dibujaba una sonrisa tonta cada vez que esa chica estaba cerca y ese calificativo…Nunca lo había oído de sus labios. Por ahora iba con buen pie. Se mantendría al margen, pero si viese necesario intervenir lo haría.
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Después de comer allí mismo. Jessica y Lauren decidieron subir a la habitación. La noche anterior conocieron a unos chicos que también estaban de vacaciones, pero hospedados en otro hotel próximo al suyo. Las habían invitado a una fiesta que se celebraba en la piscina de aquel y querían descansar para estar frescas más tarde.
No estaban muy convencidas de ir, sobre todo porque ellas habían ido a celebrar la despedida de soltera de Bella, pero esta misma las instó. No necesitaba que estuvieran juntas las veinticuatro horas del día y si habían ligado porque perder esa oportunidad, además Jessica lo había pasado realmente mal cuando Mike la dejó, ahora parecía que estaba saliendo del hoyo en el que estuvo desde aquello.
Ángela y ella volvieron a sus tumbonas en la piscina. Bella miró alrededor a ver si localizaba a Edward que poco después de que se le acercara desapareció. No sólo él, también su familia. Ella imaginaba que podrían haber salido a comer fuera del hotel, pero se sentía ansiosa porque no estuviese por allí.
Una vez instaladas cada una sacó un libro y se mantuvieron en silencio inmersas en la lectura un buen rato. Hasta que Bella notó que alguien se sentaba a sus pies. Miró por encima del libro y lo vio.
- Hola- las saludó a ambas.
- Hola- contestaron. Bella dibujó una sincera sonrisa en sus labios, feliz de que él de nuevo se hubiese acercado.
- ¿Qué leéis?- inquirió Edward bajando su cabeza intentando leer el título del libro de Bella.
Bella lo levantó para que pudiera verlo- Es un libro de piscina- le contestó.
- ¿De piscina?- Edward arqueó una ceja- Es la primera vez que oigo esa expresión- dijo riendo, le había parecido gracioso como ella había bautizado el género del libro.
- Bueno, es ese tipo de libros tontos para los que no necesitas mucha concentración, generalmente románticos y que te lees en dos veces- le explicó mientras Ángela asentía.
- Oh bien. Ahora me ha quedado claro. Libro de piscina o playa- le dijo Edward divertido, pasándose la mano por el pelo de esa forma tan peculiar.
Los tres se quedaron en silencio. Ninguno sabía cómo seguir la conversación. Ángela fue la primera en hablar.
- Y…¿Qué haces en Santa Bárbara?… umm...
- Edward- continuó él presentándose por su nombre- Aniversario de mis padres. Se conocieron aquí- le explicó.
- ¡Vaya! Suena romántico- exclamó ella- Nosotras hemos venido por la despedida de soltera de…
- Lauren- interrumpió Bella, dejando a Ángela totalmente confundida que la miraba con los ojos muy abiertos.
- ¿En serio?- Edward miraba a Bella- ¿No es muy joven aún para casarse?- le preguntó.
- Bueno…sí, pero es su decisión- le dijo Bella y por primera vez tuvo un momento de duda.
Ángela no salía de su asombro. No sabía que le pasaba a su amiga, pero le siguió la corriente, sin querer meter la pata, ya le preguntaría más tarde cuando estuviesen a solas.
Edward cambió radicalmente de tema y Bella suspiró aliviada porque él no quisiera indagar más. Sólo esperaba que a ninguna de sus otras amigas se le escapara en algún momento que la casadera era ella y no Lauren, aunque ese era un riesgo que debía correr.
- ¿Vais a venir a la fiesta que da el hotel hoy?- les preguntó.
Tanto el viernes como el sábado el hotel tenía organizada fiestas. La de esa noche sería en un salón interior con juegos que harían partícipes a los asistentes. A Bella no le sedujo en absoluto la idea de asistir cuando vio el anuncio, pero el que él fuera hacía que ya no le pareciese tan mala idea. Al día siguiente la fiesta se trasladaría a la piscina y la playa, con barbacoas y música en directo. Esa opción les gustó más y desde el principio habían decidido ir.
- ¿Tú irás?- quiso saber Bella.
- Si, esas fiestas suelen ser divertidas y nosotros tenemos algunos otros días para salir. -A lo mejor ya tengáis planes para la despedida de vuestra amiga.
- Algo hay pensado- dijo Ángela.
-Aunque no hay nada seguro aún- mintió Bella- Puede que a ellas también les apetezaca. Estas cosas son divertidas.
Su amiga se encogió de hombros- Sí, divertidas. Tendremos que preguntarle a la homenajeada, ¿cierto, Bella?- dijo Ángela con ironía mirando maliciosamente a su amiga.
-Pues si decidís ir, nos vemos allí- Edward se levantó guiñándole un ojo a Bella y deseando que ellas tomaran esa opción para la noche.
Ángela se volvió hacia ella y llamó su atención.
-Bella… cierra la boca.
Bella la miró y se dio cuenta de que se había quedado embobada mirándolo hasta que él había desaparecido de su vista. ¿Qué era lo que le pasaba?
-¿Qué ha sido eso?- inquirió su amiga que estaba claramente desconcertada con todo lo que había pasado a su alrededor hacía un momento.- ¿No decías que preferías salir cuando vimos lo que había organizado para esta noche?
-No sé…puede que sea mejor opción que ir de carabinas de Jessica y Lauren- le dijo echándose hacia atrás en la tumbona.
-Y ¿cómo pretendes hacer eso? Evitar salir con ellas, al fin y al cabo hemos venido todas juntas a celebrar "tú" despedida de soltera- dijo haciendo énfasis en el posesivo.
-Podemos decirles que me encuentro mal por el sol o tú. No creo que les importe demasiado.
- Bella…esto… ¿qué te está ocurriendo con ese chico?- su amiga no salía de su asombro. Ella, que jamás había visto a nadie que no fuera Jake y que hasta la fecha había ignorado a toda persona del sexo masculino, había mentido sobre el motivo de su estancia allí, pretendía escabullirse de Jessica y Lauren y todo ello por alguien al que había conocido ese día.
- Es extraño, lo sé pero…-no terminó la frase.- Quizás, pensándolo bien, no deberíamos ir a la fiesta- llevó las manos a los ojos y se los frotó, suspirando.
- Lo que tú decidas, Bella…es tú decisión. Te acompañaré a donde quieras ir- Ángela se había sentado a su lado apretando su mano, su amiga parecía desesperada- Es tú despedida ¿no?
- No creo que sea nada malo ir a una fiesta llena de gente, ¿cierto?- le dijo Bella- No es como si fuese a pasar nada.
- Bien, entonces les confirmamos a estas que nos quedamos esta noche en el hotel porque has cogido una insolación o algo así, y trataremos de que ellas salgan, aunque no sé si esto último hará demasiada falta- aceptó Ángela, totalmente convencida de que sus amigas no perderían la oportunidad de salir.
No se equivocó. Jess y Lauren poco insistieron en hacerle compañía a Bella, en cuanto está les dijo que no era necesario que todas se sacrificasen corrieron a arreglarse y salir.
Poco después de que lo hicieran, Ángela y Bella se vistieron y bajaron al salón de fiestas.
