Capitulo 1
Reso
Reso fue un gran guerrero en Tracia tan legendaria era su leyenda que los mismos Romanos pidieron su participación en sus propias legiones, combatió y los instruyo en sus formas de combate, haciéndose de un nombre y respeto.
Se caso en su juventud con una hermosa joven Traciana llamada Anthya y se la llevo a Roma junto con el, tuvieron un hermoso hijo con los ojos tan azules como los zafiros al cual lo nombraron Spartaco, un nombre fuerte para mi hijo que se que esta destinado a grandes cosas le dijo a si esposa sonriendo y viendo a su heredero con amor y orgullo…
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Reso lo tenía todo pero otros Romanos estaban inconformes con su éxito, como podía tener más que un noble Romano decían, el senado pensaba que era un peligro un sucio Traciano que había tenido la suerte de codearse con gente respetable su señor el gran Marcus Crasso, así que una tarde lo citaron.
-Tú hombre podrá ser un erudito en la lucha pero no deja de ser un Traciano, el día que trate de superarte que harás.
-Él es fiel a mi casa y confió en su persona, además creo que el nos a ayudado a tener a los Dioses de nuestro lado en cada enfrentamiento, es como si fuera el mismo Dios dela guerra y es nuestro.
-A eso nos referimos, nunca confíes en un Traciano le has dado mucho, ahora tiene un hijo y dicen que tiene actitudes para la lucha, que pasara si el logra de hacerse de todo un clan, cuando el nombre de Crasso deje de importar para él y quiera seguir su propio camino, dinero y un heredero que según tengo entendido a superado a la mayoría en la técnica militar además de ser un muchacho muy inteligente.
Crasso se quedo pensativo quizás el senado tenia razón su esposa le decía lo mismo pero el nunca observo sospecha en los ojos del Tracio pero el joven era orgulloso y brillante pero mostraba inestabilidad junto con un orgullo que se elevaba hasta los mismos Elíseos.
-Que pretenden que haga.
-Lo necesario mándalo a la guerra y que caiga en batalla dijeron los miembros del cenado, sin el su familia no te debe nada…
Crasso salió pensativo pero el recibía ordenes de su Republica y el se veía a si mismo en un futuro sentado junto con esos hombres vistiendo la túnica blanca, era el hombre más rico en Roma pero eso no bastaba.
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Reso se despidió de su hermosa esposa Sura y de su hijo.
-Spartaco!
Spartacus lo miro con orgullo que bien se le veía la armadura Romana esperaba usar como su padre pronto y luchar a su lado.
-Dime padre.
-Es tiempo que tengas esto extendiéndole su Gladius a su hijo.
Spartacus la miro atónito y se sintió indigno de ella.
-Padre no la merezco, yo…
-Eres mi hijo y la mereces, espero el día en que luches a mi lado y dar gracias a esta nación por todo lo que nos ha dado.
Spartacus abrazo a su padre y vio como se marchaba.
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Pasaron los meses y Spartaco recibió a unos legionarios con mirada sombría en su hogar, llevaban el uniforme de su padre y su gladius así como la insignia de Crasso su labio tembló y vio como su madre se desmoronaba en llanto.
-Como paso dijo secamente y con la furia reflejada en su rostro.
-Tú gente dijo despectivamente, como siempre los Tracios mostrando de que están hechos, luchábamos contra una tribu Traciana al norte de Capua están queriendo tener más territorio tu padre los enfrento y lo mataron, eso paso por querer negociar con ellos yo le dije que la negociación es siempre con la espada por delante aquí están los resultados.
-Esa no es mi gente yo naci en Roma dijo molesto.
-Hahahahaha el Tracio-Romano se burlaron tu siempre serás un perro con sangre de traidores.
Spartaco enfureció.
-Mi padre nunca fue un traidor lucho y dio su vida por la republica! Dijo abalanzándose al soldado y rompiéndole la nariz y cayendo al piso, el soldado se levanto mirándolo con odio Spartaco lo golpearía nuevamente.
-Hijo! Basta.
-Maldito niño Crasso, quiere verte, sin tu padre aquí quiere saber como pagaras las comodidades en que vives.
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-Mi señor…
-Joven Spartaco, siento en mi corazón su perdida en cada palpitar, fue un gran guerrero y un gran hombre, le daremos los ritos funerarios merecidos.
-Gratitud mi señor dijo el joven.
-Ahora eres por cumplir 18 años tengo entendido y se que han rechazado tus pedidos de pertenecer a las legiones, tú padre se gano un nombre y todo lo que tienen pero ahora tú tienes que encargarte de tu familia y si quieres ser un soldado comenzaras desde abajo como el y me mostraras que vales la pena.
Spartaco sintió su orgullo herido y lo hizo saber con una mirada despectiva.
-Soy mejor que todos en la academia incluso que su hijo y protegido Julio Caesar.
-El orgullo no hace al soldado y yo soy tú tutor ahora, a menos que quieras no obedecer les di mucho a tu familia, pero quien se lo gano fue tú padre así que no tengo ningún deber con ustedes.
Spartaco apretó los puños muy molesto.
-Cuales son sus ordenes mi señor.
-Bueno como yo tengo mucho con mis negocios mi hijo y Caesar creo que te mandare a servir en la guardia personal del Senador Albinus y su hija la joven noble Ilithyia.
-Servir como guardia soy un guerrero protesto el joven.
-Eres lo que yo diga sino vete despidiendo de todas las comodidades que tienes, trabaja duro y veremos que tiene el futuro para ti.
Spartaco regreso echo una furia a su pequeña casa su madre seguía desconsolada pero trato de darle apoyo a su hijo, el se permitió llorar por su perdida.
Al día siguiente su hicieron los ritos funerarios y se dirigió a sus nuevos aposentos la lujosa villa del Senador Albinus.
