¿Que tal, Cómo estamos? Yo bien, aquí de regreso con algo que me pasó la cabeza en el presiso momento en que escribí FIN en "Azucar Amargo" es otro Tomione con un inicio para nada parecido a los demás Fic's que eh escrito, espero logren entenderlo y si se confunden, no duden en preguntarme que yo se los aclararé... Saludos y no se olviden en obsequiarme un "REVIEWS" Gracias...

Patricia


DOMINAMORTIS

1

"En la vida sólo hay una cosa segura, la muerte"

¿Qué es la muerte? Se pregunta la joven al ver el cadáver viviente que se levanta de un golpe frente a ella, ve la neblina espesa que rodea el suelo, que abraza la mitad de sus piernas con su frío y suave tacto, provocándole escalofríos mientras la pregunta retumba dentro de su cabeza, sus ojos, cristalinos, luchando se encuentran por no llorar, ella es valiente, es fuerte y astuta, pero el aspecto de aquella horrenda cosa que le observa con sus huecos y vacíos ojos no le permite actuar como ella lo deseaba en esos momentos.

Ni siquiera su propio cuerpo le respondía las ordenes que dentro de su cabeza gritaba a pulso, y mientras aquella criatura se acercaba a ella cada vez más rápido, su propio miedo penetraba en sus poros nasales como un perfume de un extraño olor, era dulce pero amargo, suave pero rasposo, no sabía de qué manera describirlo, pero sus marrones ojos ahí se encontraban brillantes por las lágrimas que no podía derramar, reflejando al oscuro y esquelético ser que se había levantado de la tumba.

¡Hermione Jean Granger! – escuchó su nombre provenir de todos lados, la joven se estremeció, encogiéndose de hombros y dando vueltas a su alrededor, buscando el preciso lugar de donde provenía el llamado, pero al detenerse y sentir un frío aliento soplar justo en su cuello, fue cuando lo comprendió, lo que significaba y lo que se sentía ser la muerte.

Morir es el intermediario de la vida y la inmortalidad, mientras que en la primera se goza y se sufre en cuerpo y alma, en la segunda se disfruta simplemente con el espíritu purificado, Hermione lo entendió, aquel que respiraba tras ella, no era otra cosa más que la muerte misma, el mensajero de que su viaje apenas comenzaba, respirando agitadamente mientras la neblina se alzaba cada vez más, la joven de rizado cabello se estremeció al sentir las huesudas manos de la criatura tenebrosa rodear su vientre, el abrazo no tenía otro significado más que el corte del lazo que la mantenía viva.

El cuerpo de la castaña cayó de golpe sobre las viejas hojas secas, sus ojos, ajenos al brillo que antes poseía, seguían reflejando a la cazadora de vidas, observando bajo su huesuda cabeza cubierta con la capucha, mientras sus manos, extendidas a los lados, comenzaba a levantar la mirada vacía hacia el cielo, su misión había terminado, ahora era momento de partir, llevándose consigo la vida de Hermione Granger, dejando a su paso, el ahora pálido y frío cuerpo.

Y sus huesos se volvieron cenizas, amontonándose en el suelo sobre las hojas, la capa negra y gastada quedó flotando en el aire, el cual se encargó de arrastrarlo consigo en aquel viaje interminable.

Y ahí quedó, sobre la acolchonada alfombra de hojas viejas de otoño, muertas, sin vida, sin esperanzas de volver a enverdecer, igual que aquel cuerpo que yacía sobre ellas, el crujir de las marchitas hojas secas no se hizo esperar, rompiendo el tenebroso silencio que había reinado durante aquellos minutos, pies descalzos, fríos, blanquecinos se pudieron ver a lado del cadáver de la hermosa mujer, la leona que alguna vez y había sido, el personaje femenino miembro de un grupo llamado el trío de oro, y se detuvo a escasos centímetros del inerte cuerpo, acuclillándose a su lado y pasando los nudillos de su mano, rozando las frías mejillas sin vida, sin color, sin palpitación, y lo supo, ahí no quedaba nada más que una cascara de lo que alguna vez había resguardado algo valioso, y sonrío, con sus labios teñidos de sangre, con sus perfectos dientes blanquecinos, se burló de la joven que estaba en el suelo, el bosque prohibido se llenó de un horrible grito de fría alegría, tan macabra fue la carcajada, que con su sonido había espantado a las aves que dormían en las ramas secas de los oscuros árboles que conformaban aquel bosque peligroso.

Tomó entre sus delgadas y bellas manos el cuerpo al que había visto morir momentos antes y se puso de pie, su rostro, ladeado y con la mirada abierta miraban algo más allá que la persona que la sujetaba, la luz se había ido, y fue atraída aún más cerca de aquel ser que se ocultaba bajo una opaca y sucia capucha, rota de varios ángulos de esta, no había ni un solo ápice de limpieza y elegancia en esas ropas oscuras, y sus labios rojos, ese color escarlata oscuro, acercándolos cada vez más hasta que la corta distancia también había muerto entre ellas, plasmó con sus labios en esa zona muerta, un beso, una sensación que la desgraciada muerta no volvería a sentir, dibujando sobre la piel grisácea la forma de unos hermosos labios rojizos, y le dejó caer, golpeando una vez más aquel cuerpo maltratado, herido, sonrío al ver la flor roja que se había secado ya, ella, la causante de esa herida dio un paso al frente, observando con sus ocultos ojos entre las sombras, la perforación, entre la tela rasgada y sucia pudo ver el circulo perfectamente hecho abriéndose sobre la piel, había clavado ahí su varita…

Polvo eres… y en polvo te convertirás… - la suave y femenina voz recorrió las tierras del bosque, haciendo eco a su alrededor, despertando a peligrosas criaturas sombrías e infernales, seres que en una tierra más allá del horizonte se consideraban como mitológicas, irreales para ellos, pero que a pesar de eso, existían; pero a pesar de lo peligrosos que eran esos seres, de lo mortales que podían llegar a ser, no había nada comparado a esa criatura que se encontraba en medio de un circulo de árboles, pisando sus hojas secas y observando el cadáver en proceso de desconoció de Hermione Granger, esa bella criatura con sus labios rojizos, era por mucho más peligrosa que cualquier otro, que con su soledad y su maldad, lo habían conquistado todo, que con su oscura presencia en aquel mundo había logrado opacar la poca luz que había quedado, se giró, dándole la espalda a la joven de rizos cabellos, dejando atrás el olor a muerte, crueldad, desesperación, dolor y entre otras emociones negativas que solo ella podía provocar con su sola presencia.

Se detuvo y giró la cabeza para darle un último vistazo, y ahí quedaba, tirada y abandonada bajo la luz de la luna, observándole con esos ojos ajenos de vida, con su oscura figura reflejándose en aquel par de espejos ya sin vida, y sonrío una vez más, despidiéndose de la persona a la que por tanto tiempo había querido asesinar, y lo había hecho, cumpliendo así su promesa, y su objetivo, acabar con cada una de las hermanas Granger, aunque, literalmente ese grupo biológicamente no eran ni cercanas a ser familia.

au revoir - se despidió mientras se lanzaba hacia el cielo envuelta en una oscura neblina y desapareció entre las grisáceas nubes que comenzaban a ocultar a la Luna llena que todo observaba.

Y lentamente, el cuerpo sin vida de Hermione Granger, quedó cubierta bajó el cuidado de la sombra del momento.

La muerte, es solo una puerta, una entrada a algo más que no conocemos hasta que nos encontramos frente a ella y enfrentamos a la pérdida de lo que dejamos atrás, pero en esta ocasión, la muerte ha tomado un cuerpo, reclamando la vida que a ella se le ha negado siempre.

¡NOOOOO! – se levantó de un golpe, sudando y temblando, con sus ojos abiertos en son de sorpresa, su respiración agitada y el miedo emanando de cada poro de su piel, su pecho iba y venía, en un esfuerzo de sus pulmones por absorber más oxígeno, Hermione se llevó una mano a su costado derecho, juraba por Merlín bendito que había sentido un punzante dolor que había penetrado hasta lo más profundo de su ser, y con sus ojos aún abiertos, acostumbrados a la oscuridad, la castaña vio a una desconcertada Ginevra Weasley, quien se acercaba a toda prisa hacia su cama, no podía escuchar lo que decía, pero supuso que intentaba tranquilizarla.

¿Te encuentras Bien, Hermione? ¿te duele algo, quieres que llame a mi madre? – preguntaba la preocupada muchacha de rojizo cabello, Hermione negó todas sus preguntas con un movimiento de cabeza, su cabello le provocó cosquilleo en el rostro al moverse, ella estaba bien, lo estaría, al menos eso era lo que la joven de marrones ojos quería creer.

Me encuentro bien, solo fue una pesadilla.- fue su respuesta mientras volvía a acostarse, su cabello quedó regado por toda la blanca almohada, se llevó el antebrazo a su rostro, cubriendo sus ojos, sintió el movimiento del colchón al acostumbrarse a otro cuerpo más sobre él, Ginny se acomodó a lado de su amiga.

Pues debió ser un sueño bastante intenso, Mione… ¿Qué fue lo que viste? – comentó la pelirroja mientras se acostaba de lado, observando a una oculta Hermione bajo el cuidado de su antebrazo.

Mi muerte…- susurró Hermione mientras apartaba el brazo y se giraba hacia su amiga.

Vi mi muerte… fue dolorosa, casi puedo jurar que sentí la sensación en la que mi espíritu abandonaba el cuerpo, sentí cada gota de mi sangre abandonar mis venas… fue horrible Ginny.- contó la castaña mientras se mordía el labio inferior, Ginevra lanzó su brazo hacia la joven y la envolvió en un semi-abrazo.

Todo fue un mal sueño Hermione… pasara, esa sensación pasara.- consoló la joven mientras miraba a la joven quedarse dormida poco a poco, hasta que los ojos de Hermione Granger no pudieron más y se abandonaron al sueño.

En un lugar lejano, donde el kilometraje no era suficiente para calcular su distancia, bajo la protección de una vieja casa que se encontraba oculta en la tierra, un grupo de cuatro personas se encontraba observando un cuerpo, el cual yacía sobre una vieja cama de paja, el silencio era atroz, mientras que el sitio era apenas iluminado por un par de antorchas encendidas que se encontraban apegadas a la pared.

¡Hija de puta! ¡Mil veces maldita! – explotó en llanto y gritos una joven mientras caía de rodillas justamente a lado de la cama, con sus manos extendidas por el cuerpo de la mujer que había muerto.

Ya cálmate, todas sabíamos que esto iba a suceder tarde o temprano.- respondió una segunda, todas ellas se encontraban con sus identidades ocultas bajo la capucha de la túnica negra, todas ellas observando la triste escena que estaban presenciando.

Esto no debió haber sucedido para empezar ¡Le dije que no fuera al antiguo Hogsmeade! ¡Pero no entró en razón, su testarudez ahora la ha pagado con su vida! – exclamó una tercera, con sus manos blancas sobresaliéndole de las mangas de la túnica, empuñadas con fuerza.

Debemos guardar la calma chicas, no es el mejor momento para comenzar a gritar y despotricar contra…ya saben quién.- intervino una cuarta mientras se acercaba a la joven que se encontraba arrodillada y en medio del llanto, colocó sus manos sobre los hombros de la joven y le susurró algo a su oído.

Tenemos que ser fuertes, esta Guerra aún no ha acabado…

Y resulta tan fácil para ti decirlo ¿no? ¡Está muerta! ¡tú mejor que nadie sabe lo que esto significa! Muy pronto no quedará nada, no habrá a quien rescatar… si cada una de nosotras muere pasa que…

¡Cállate! – gritó la misma mujer que minutos antes había estado llorando la muerte de Hermione Granger.

¡No te atrevas a decirlo! Esto es culpa suya… el muy maldito con su guerra y su muerte, su esclavitud… ¡No hizo más que invocar algo mucho peor, pero me alegro que este muerto…ojala hubiera estado ahí para verle la cara que puso cuando le asesinaron…!

Nada podemos hacer, está muerta, hizo lo que tenía que hacer y ahora tenemos que continuar… - fue la respuesta de algunas de ellas, sus voces eran todas idénticas, su estatura era la misma, el sentimiento era mutuo, ese día habían perdido a una compañera más, alguien a quien habían admirado y comprendido, la siguieron desde que aquella guerra había iniciado, algún tiempo atrás habían permanecido juntas, habían caminado únicas, habían luchado brazo a brazo, protegiéndose.

No queda duda ahora de lo que debemos hacer, está claro de Domina no ha sabido controlar sus arranques de ira, mucho menos de su sed de muerte y corrupto gobierno… puede que Hermione esté ahora muerta, pero ha traído consigo el último ingrediente para comenzar con el hechizo… chicas, por favor, vayan por Mione y prepárenla para el ritual…

¡No podemos tener a Hermione delante de la niña! – gritó una de las encapuchadas mientras se acercaba a su compañera.

Ella tiene razón, será algo tráumate…dejémosla creer a Mione que Herms no ha regresado de su misión.- intervino una tercera.

Mentirle no va a ayudarle en nada, debe asimilar lo que está pasando, ya no es una bebita indefensa ¡Merlín tiene seis años!

Muy cierto, pero aun así... ella nunca ha visto un cuerpo sin vida…

Siempre hay una primera vez.

¡No! ¡No permitiré que le muestren a Herms sin vida a la pobre niña! ¡¿se han vuelto locas?! Traeré a Mione aquí después de haber sepultado a Hermione, mientras tanto, No….- el silenció reinó aquella parte de la vieja casa bajo tierra, todas se miraron unas a otras durante un corto periodo.

La pequeña niña veía la pintura colgada en la pared, podía apreciar con sus bonitos ojos marrones el cielo azul, las verdosas hojas de los árboles, montañas cubiertas de nieve en la lejanía y una pequeña silueta recargada en el tronco de uno de los enromes árboles, desde que había nacido esa obra de arte había estado ahí, en ocasiones se preguntaba quien había pintado aquel bonito paisaje, pero las hermanas no respondían nunca a ninguna de sus cuestiones, sonrío al escuchar la puerta de su bonita habitación abriéndose, sonrío al darse cuenta de quien se trataba.

Mione, necesitamos que vengas con nosotras.- escuchó la suave voz, la niña bajó de la cama, pisando el suelo de vieja madera con sus zapatos bien lustrados, sonrío mientras extendía las manitas hacia la mujer que aún conservaba la capucha negra.

¿Hermione ya ha llegado? – preguntó la niña de castaño cabello y de grandes ojos, lamentablemente no obtuvo respuesta.

Hermione no ha vuelto.- dijo por fin aquella mujer que la llevaba en brazos.

¿Cuándo volverá…?

Mione, por favor… sabes muy bien que Herms está de misión y que no sabemos cuándo vaya a regresar, así que por favor…

Mantente callada y no digas nada…- terminó de decir la encantadora niña mientras rodeaba el cuello de la mujer y sonreía.

Mione…- nombró la mujer mientras sentía que la pequeña niña le descubría la cabeza, dejando en libertad su esponjado cabello rizado.

No entiendo por qué tú y las demás hermanas tienen que cubrirse las caras… son muy bonitas.- comentó la pequeña mientras sonreía a la mujer adulta.

Sabes perfectamente por qué Mione, así que anda, no hagas más preguntas y vayamos con las demás.

Y dicho aquello, la puerta se cerró y se dirigieron hacia su destino…

Hermione se acomodó el cabello en una alta coleta, mientras que Ginny le veía alejarse del espejo y acercarse a la puerta, ambas muchachas salieron de la habitación y bajaron las escaleras, ese día, toda los miembros de la Orden habían sido llamados, en especial el grupo que conformaban al tan afamado trío dorado.

Ginevra y Hermione, una sentada a lado de la otra en aquella larga mesa de madera, se encontraban desayunando junto con los demás miembros de la familia Weasley, todos en completo silencio, la pelirroja más joven levantó la mirada hacia sus hermanos y sus padres, todos ellos con la vista puesta en el plato.

Escuché decir a Harry…que el profesor Dumbledore llevara a Hermione y a Ron a ver al ya saben quién.- la voz de la joven hizo eco por la pequeña habitación, su pregunta fue escuchada por cada persona que se encontraba ahí, Hermione dejó el tenedor en el plato, y se giró para ver a Ginny.

Ni irás.- respondió firmemente, la pelirroja se giró rápidamente hacia su amiga.

¡Pero Herms…!

¡Ginevra! ¡Ni lo pienses, no irás a ver a ese bastardo asesino! – gritó su madre desde el otro lado, sentada justamente a lado de su marido, todas las miradas estaban sobre la pelirroja.

Ginevra… ¿crees que esto es un juego o algo? ¿crees que ir a la celda mágica de ese vástago maldito es una aventura?

Mione, si no te gustaría ir, díselo a Harry, bien podría yo acompañarlo.- contestó la pelirroja con la barbilla en alto, Arthur soltó la cuchara de un golpe, el metal golpeando contra el plato, el ruido sacudió tanto a Ronald y los gemelos como a ambas jovencitas.

Ginny… hija, te amo mucho, demasiado diría yo…pero a veces no soporto ese comportamiento caprichoso el tuyo, así que te pido, No, te ordeno que dejes esas ideas, no irás con Harry a ver al ya sabes quién, Hermione apenas logra soportar la idea de verle de nuevo después de… de lo que pasó… Molly, querida ¿puedes servirme un poco más de sopa, por favor?

Por supuesto querido.- contestó la mujer mientras tomaba el plato y se ponía de pie, no antes de enviarle una severa mirada a su hija menor.

¿Por qué…Por qué siguen pensando que no lo soportaré, que no soy fuerte? ¡fui capaz de luchar contra los mortifagos cuando atacaron Hogwarts! ¡Vi morir a mis amigos en esa batalla, vi a Harry cambiar por completo gracias a ese hombre, puedo soportarlo, quiero ayudar a Harry a superarlo… yo…!

¡Ya basta Ginny! – gritó Hermione poniéndose de pie, tirando la silla de madera a su paso, la pelirroja levantó la vista perpleja, Hermione nunca le había levantado la voz, Ronald igual se puso de pie.

Tú no viste sus ojos, Ginny, ni la manera tan fácil que le resultaba torturar a inocentes, no viste el efecto que tenía sobre los demás ¡No estuviste ahí cuando le lanzó un Avada a Harry! ¡No! ¡No estuviste ahí en su mugrosa y húmeda celda, ni fuiste torturada, tampoco te enfrentaste a Lestrange cuerpo a cuerpo, no asesinaste a nadie Ginny…! ¡No hables de ello como si fuera tan fácil! ¡no es como estornudar y limpiarte la saliva!

Hermione, tranquilízate…- pidió Ronald mientras colocaba una de sus manos sobre el hombro de la castaña, lagrimas gruesas comenzaban a bajar por las mejillas de la muchacha, Ginevra solo la veía asombrada.

Tú no tienes pesadillas, puedes dormir tranquilamente cada noche, amanecer cada día bien descansada, no has escuchado los gritos de tus hermanos por qué tu madre hechizó tu recamara, anoche escuchaste los míos… y aun así no logras comprender el daño que causa verle los ojos al innombrable… Tus padres te aman con toda el alma, con su dañado espíritu, por eso se empeñan en seguir protegiéndote… - la castaña se inclinó hacia el frente y recargó sus manos en la mesa, rodeando a la pelirroja, sus miradas estaban una fija a la otra, los marrones ojos de Hermione lo suficientemente endurecidos se habían oscurecidos.

Jamás, sobre mi cadáver Ginny, dejaré que veas esos azules ojos…te protegeré con mi vida de la pesadilla que estos resguardan dentro suyos… ¿Por qué sabes qué Ginny? Son hermosos… muy hermosos…son como una trampa para una presa, te engatusan, te atraen… y finalmente, cuando estas embelesada viendo su brillo encantador… ¡SAS! – Hermione se alejó de la muchacha, golpeando las palmas de sus manos una con otra, estremeciendo a la pelirroja. - te atrapa, apretujando tu vida con todas sus fuerzas, causándote dolor, angustia, divirtiéndose a costa de tu dolor, y mientras te tuerces en el suelo bajo su enorme poder, no hay nada que no pase por tú mente, pregúntaselo a Harry si te atreves, o a Ronald, por mi parte sabrás… que tu jodida vida pasa por tus ojos mientras tu cuerpo es bañado bajo pequeñas y punzantes pinchos causados por el cruciatus… y no te suelta, al contrario, te sigue envolviendo como una serpiente, buscando el dolor en tus ojos, olfateando tu miedo, gozando de ese momento en que te domina y te tiene en la palma de tu mano, Lord Voldemort o Tom Riddle, como gustes llamarle, es un monstruo sin alma, uno tan oscuro que causa pánico y escalofríos tan solo con escuchar su nombre… Ginny… ¿quieres acompañarme a ir a ver a Tom Riddle tras la celda? – la castaña extendió su mano hacia la joven, la pelirroja la veía con absoluta perplejidad, sus labios temblaban de miedo, sus ojos amenazaban con liberar las lágrimas, Ronald vio a su pobre y pequeña hermana, luego posó sus azules ojos sobre su amiga, ella había sido dura, muy dura, pero cada palabra era la total razón, él no lo hubiera exp0licado mejor.

¡Déjame en paz! – gritó la muchacha mientras se ponía de pie y salía del comedor a toda prisa, soltando el llanto, tras su partida, aquel lugar había quedado en completo silencio.

Hermione vio a Molly Weasley de pie en la entrada de la cocina, con el plato con sopa sobre la charola plateada, sus ojos demostraban lo asombrada que se encontraba al igual que los demás, excepto Ron.

Lo siento, no debí…- empezó a decir la castaña para ser solamente interrumpida por la matriarca Weasley.

Hermione, no te preocupes, estoy segura que tus…palabras fueron suficientes para convencer a Ginny que no debería meterse donde no le llaman.- dijo la mujer mientras dejaba la charola sobre la mesa, los gemelos observaban a la muchacha con un extraño brillo en sus ojos, Arthur Weasley simplemente atraía el plato cerca suyo y comenzó a pasear la cuchara por el caldo, no dijo nada más, no añadió otra cosa, ni siquiera pensó en algo que pudiera servir en esa ocasión.

Hermione, tenemos que ir con Harry…- se escuchó la suave voz de Ron, la castaña asintió con un movimiento de cabeza y comenzó a moverse cuando la voz del señor Weasley retumbó por la habitación.

Tengan cuidado chicos, no se acerquen demasiado a esa celda… y Hermione, no le mires de nuevo a los ojos.- aconsejó el hombre sin siquiera mirarles, Ronald y Hermione tampoco lo hicieron, simplemente asintieron y salieron de ahí a toda prisa.

Draco Malfoy se encontraba justamente frente a la celda, con sus brazos cruzados sobre el pecho, sus ojos plateados observando cada movimiento de aquel que se encontraba tras la barrera mágica, a su lado podía sentir la presencia de Harry Potter, también en la misma posición que él, ambos muchachos habían sido asignados al cuidado de aquel monstruo, que lo único que merecía era ser castigado con la máxima pena, la muerte. Pero en cambio estaba vivo y coleando, disfrutando de sus vacaciones en una celda especial, en una prisión especial, todo bajo el patrocinio de Albus Dumbledore, que había insistido hasta el cansancio que lo mejor era mantener a Lord Voldemort aislado de otros prisioneros, pero especialmente apartado de los dementores, los cuales pronto iban a ser sustituidos por magos y brujas especializados, los famosos Aurores.

Harry lo veía ir de un lado a otro, con esa sonrisa de medio lado, no sabía en qué momento, tal vez fue cuando había ganado su duelo contra Voldemort aquel ser se había transformado, tras verle despellejarse poco a poco hasta volverse solo un montón de polvo, Harry jamás se imaginó que volvería a ver a aquel oscuro Mago transformado en humano, una versión muchísimo más tenebrosa de la que ya había sido antes, aquella criatura calva y de piel verdosa, con las fosas nasales casi inexistente era simplemente una sacudida de miedo ante aquello que veía delante suyo en esos precisos momentos.

El hombre resultaba ser hasta atractivo, sus profundos y brillantes ojos azules eran como la mirada del Basilisco, no podías apartar los ojos de ellos por más que lo desearas y supieras lo peligroso que resultaban mirarle, causaban un terror inmenso con solo recordar de qué color eran, Tom Riddle detuvo su marcha, acercándose aún más a la barrera que le impedía salir de ahí, posando sus manos sobre la pared invisible, sonriendo abiertamente al niño que vivió y logró vencerlo, Draco frunció el punto de su nariz, sentía asco puro ante aquella sonrisa, Harry se separó de la pared y descruzó sus brazos, el cuero de su chaqueta crujió ante el movimiento; Tom lo estaba retando con aquella mirada, sabía del poder que tenía en sus ojos, lo influyente que era la maldad que poseía dentro, recargó su frente contra la fuerza mágica invisible, y sin quitar la mirada de Harry simplemente continuó con esa sonrisa maligna en su rostro.

Harry, deja de mirarle a los ojos ¿quieres? – la femenina voz a pesar de ser suave y triste, fue suficiente para llamar la atención del par de Aurores que se encargaban de vigilar a Tom Marvolo Riddle, máximo enemigo de la vida y del mundo mágico.

Hermione… al fin has llegado.- dijo el joven mientras lanzaba una mirada amistosa a Ron para luego abrazar a su amiga, esta no respondió al abrazo, cosa que no pasó por desapercibida por el rubio Malfoy.

Pues ya estamos aquí, el profesor Snape quiere hablar contigo Harry, se encuentra en la planta de arriba.- intervino Ron mientras metía sus manos dentro de los bolsillos de sus pantalones.

¿Y no sabes sobre que…? Es que… la verdad Ron, no quiero ver a ese hombre, mucho menos a Dumbledore…-confesó el joven héroe mientras se giraba para encarar a Malfoy, quien había carraspeado la garganta.

Malfoy, tú también puedes retirarte, Ron y yo vamos a relevarlos a partir de estos momentos…- informó la castaña mientras se acercaba al rubio, se detuvo frente al muchacho y lo miró, impidiéndole que los ojos acerados del joven continuaran vislumbrando la figura del Mago Oscuro.

Iré a dormir un par de horas Granger, pero no me iré de aquí… me aseguraré que ese hijo de perra permanezca tras de esa barrera el resto de sus días hasta que se pudra…- fue la respuesta del joven, Hermione asintió con un movimiento de cabeza.

Tú y muchos otros deseamos verle morir lentamente Malfoy… pero Dumbledore junto con el resto de los Ministros, quieren mantenerlo con vida tras esa celda… necesitas descansar, tomate el día, Ronald y yo mantendremos nuestros ojos sobre él…- respondió la muchacha mientras veía al rubio separarse de la pared.

No le veas por demasiado tiempo, Potter y yo no lo hemos soportado por más de una hora… Comadreja, cuídala…- fueron sus palabras antes de alcanzar a Harry Potter y salir de aquella blanca habitación.

Ron dejó caer la espalda contra la pared, sus azules ojos se posaron en algo más allá que la persona del hombre que intentó asesinarlo en más de una ocasión, Hermione simplemente se sentó en una vieja silla a lado del pelirrojo y posó su mirada en el hombre.

Así que la sangre sucia y el traidor son mis guardaespaldas esta noche… interesante.- se escuchó la áspera y profunda voz de Tom Riddle, quien había reanudado su continua andar de un lado a otro por la pequeña celda en la que lo habían confinado para el resto de su vida.

No le respondas Ron.- intervino Hermione al sentir tenso al pelirrojo, quien simplemente empuñó las manos.

¡Oh, la inmunda haciéndose la fuerte…! Vamos Weasley, yo sé que quieres golpearme, hacerme sangrar por lo que hecho… siento tu odio, huelo tu miedo… me temes, aún me temes…. – comenzó a decir Tom mientras continuaba caminando en línea, regresando sobre esos mismos pasos, pero su mirada no la apartaba de Ron, pues sabía, que de entre aquellos dos, el más débil era el muchacho, si ponía todo su empeño, podría quebrarlo, solo era necesario un poco de tiempo.

¡Cállate! – gritó el muchacho, Tom sonrío satisfecho, un poco más, lo provocaría hasta que hiciera algo estúpido.

Ron… contrólate o mejor lárgate…- se escuchó la ruda voz de Hermione mientras se ponía de pie y se dirigía hacia su compañero.

¡Maldita sea Hermione, no puedo! ¡No puedo! – gritó el pelirrojo mientras agitaba se larga melena rojiza, la castaña colocó sus manos sobre los hombros del muchacho.

Contrólate… está provocándote, divirtiéndose con tu dolor, quita esa cara y aparta esos recuerdos.- fueron las palabras que le dirigió la chica en voz baja, no necesitaba que Riddle escuchara aquello, necesitaba darle fuerzas a Ron para poder soportar aquel martirio al que, una vez más, Dumbledore había evadido majestuosamente.

La niña sangre sucia, aconsejando y consolando a un traidor sangre-pura…- el siseo de la serpiente volvía a golpear los oídos de la leona y el pelirrojo, Ron apretujó los puños mientras le veía por sobre la cabeza castaña de Hermione.

Ron…No lo hagas…. ¡Ronald Weasley! – pidió la joven, terminando por gritar el nombre de su mejor amigo al sentir como la apartaba de un empujón y se lanzaba con varita en mano, hacia el mago tenebroso.

¡Malnacido hijo de perra, te mataré no importa lo que diga el vejestorio de Dumbledore! – gritó el muchacho mientras apuntaba con su varita a aquel atroz hombre, este, sonriente y excitado por los resultados, dio un paso atrás, esperando a que el algún tonto hechizo del joven rompiera la barrera.

¡Petrificus! - el grito de Hermione fue lo único que detuvo lo que estaba a punto de ocurrir, el cuerpo de Ron quedo inmediatamente congelado, ni siquiera podía mover sus ojos.

¡Agh, Inmunda! ¡Acabas de estropear toda la diversión! – exclamó un divertido Riddle, Hermione se acercó al cuerpo inmóvil de Ronald.

No somos tus payasos para divertirte… deja de provocar a Ron, que aquí estoy yo para asegurarme que permanezcas tras la barrera mágica hasta que no haya pulso en tu cuerpo…- la tranquilidad de Hermione era abrumadora, Tom se acercó a la barrera lo suficiente para estar lo más cerca posible de aquella sangre sucia.

Saldré de aquí, que no te quede duda maldita Sangre podrida… y cuando lo haga, la primera a la que haré sufrir será a ti…- le respondió antes de esbozar una sonrisa abierta, mostrando la perfecta dentadura blanca que poseía. Hermione también sonrió, ella no iba a dejar amedrentarse por un hombre que estaba tras la celda y que lo único que podía hacer, eran promesas, promesas falsas de una muerte eterna.

No me asustas… no te temo, puedo mencionar tú nombre sin que me tiemblen las piernas… tras esa celda no eres nada Tom Riddle…

Si, se nota que no me temes… dime una cosa…señorita Granger, ¿puedes cerrar los ojos y dormir tranquilamente después de la tortura que Bellatrix Lestrange te hizo pasar? Puedes despertar sin tener que recordar perfectamente las pesadillas, los recuerdos de la Guerra… ¿puedes? – sus ojos azules se volvieron cada vez más brillantes, Hermione no sabía si era por la impotencia que sentía ese hombre al no poder hacerle daño o por lo extasiado que se sentía, que después de una semana de ser vigilado por Harry y Malfoy, sin recibir palabra alguna por parte de estos, pudiera tener una conversación con alguien.

Por supuesto que lo recuerdo, aún sigo sintiendo mi piel escocer por los cruciatus a los que me expusiste… pero ese dolor, ese sufrimiento de pérdida, de abandono… los recompensa por mucho, el hecho de que yo estoy disfrutando mi libertad… y tú… estás tras estos muros… sin derecho a ver la luz del día.- dicho aquello Hermione se giró, arrastrando el cuerpo petrificado de Ron mediante un Levicorpus que perfectamente podía controlar.

Draco le miraba despectivamente mientras el pelirrojo se sobaba la nuca, Harry aún se encontraba encerrado con el actual director de Hogwarts, Severus Snape, al parecer el ya retirado profesor Dumbledore también estaba reunido con aquel par, ni Hermione ni Draco estaban interesados en saber de lo que hablaban, Ron por otro lado, estaba esperando a su mejor amigo para preguntarle de todo a todo.

Eres un maldito estúpido Comadreja… ¡¿Cómo has podido caer en su trampa?! - gritaba el rubio consiente de la mirada de Hermione y de la evasiva del pelirrojo, quien, aún sentado sobre la silla a la vuelta de la entrada de la recamara donde se encontraba la celda de Riddle, mantenía su mirada sobre el suelo, con sus manos temblorosas entrelazadas.

Lo siento… no quería pero era inevitable.

¡Excusas tuyas Weasley! ¡está claro que tú no estás capacitado para…! – pero los gritos del rubio fueron interrumpidos por la voz de la castaña.

Ya basta Malfoy, es suficiente…- intervino la muchacha mientras bajaba la mirada hacia Ronald.

Será mejor que esperes a que Harry salga de la oficina, Ron, Malfoy y yo seguiremos manteniendo bajo vigilancia a Riddle.- la joven se acercó al pelirrojo y levantó su rostro por la barbilla.- no te preocupes, tarde o temprano tenía que pasar, por lo menos una vez a cada uno de nosotros lo atormentará y nos quebrara…- fue su consejo antes de soltarle y darse la media vuelta para dirigirse hacia la celda, el rubio lo miró un par de segundos más y fue tras la muchacha.

Vaya, vaya… si es el traidor supremo Malfoy… - Draco inhalo aire para retenerlo un par de segundos, al exhalarlo se sintió con más paciencia que con la que había entrado.

Ya cierra la puta boca… Riddle, de ahí no saldrás hasta que decidas morirte de una jodida vez.- comentó el rubio mientras arrastraba otra de las sillas y la giraba, sentándose frente al respaldo, Hermione sonrió al ver el rostro descompuesto por la ira de aquel peculiar prisionero.

Mira Malfoy… creo que los que nos divertiremos seremos nosotros ¿no Riddle? – el rubio miró con media sonrisa el rostro de la castaña, había pasado mucho tiempo desde la última vez que la había visto sonreír.

Mucho, mucho tiempo.

Mecía las piernas de adelante hacia atrás mientras la piel de estas eran rozadas ligeramente por la delgada tela del vestido negro que usaba en esos momentos, se encontraba sentada en un trono de madera negra, rodeada de soledad y neblina espesa, y con el codo recargado sobre el brazo de la enorme silla, la figura femenina observaba través del espejo, un grupo de brujas a mitad de la noche, dibujando con fina sal un enorme circulo…

Estúpidas… todas ustedes son unas estúpidas ¡No van a detenerme! ¡NO LO HARÁN JODIDAS BRUJAS! – gritó mientras se ponía de pie, sus pies descalzos rozaron la neblina, la cual se había agitado cómo espuma de mar al llegar a la orilla, los claros ojos marrones de la mujer se volvieron casi dorados, la maldad brillaba ambarinamente mientras soltaba una carcajada, doblándose sobre sus brazos en el vientre, aquello era divertido.

¡Las mataré, las Mataré…a todas las mataré y al fin el mundo yo gobernaré! – gritó mientras extendía una de sus manos y rápidamente llegaba a esta una vieja escoba, la montó y salió disparada hacia el bosque Prohibido a toda velocidad.

La pequeña Mione levantó la mirada al cielo, un cielo que le hubiera gustado ver azul y despejado de tristes nubes grises, sus ojitos marrones se movían de un lado a otro mientras sus hermanas dibujaban el circulo de sal, sabían que aquel polvo las ayudaría a protegerse de la Domina, sonrío al ver un rayito de luz de luna colándose por entre las esponjosas nubes.

¡Mione, ven aquí! – gritó una de las hermanas, la joven se giró y corrió hacia la mujer, había un enorme pentagrama en medio del circulo de sal, la niña vio cientos de figuras extrañas que no logró comprender, no reconocía ninguno de ellas.

Por favor, Mione, colócate en el centro del pentagrama… - y dicho aquello, cada una de las cuatro mujeres adultas bajo las solapas negras tomaron su respectivo lugar, rodeando a la niña que se encontraba en medio, todas ellas extendieron sus manos hacia los lados, con sus rostros fijos en la pequeña, Mione levantó la mirada y sonrío.

Llegó la hora Mione… ya podemos recitar el llamado…- escuchó la indicación de una de las damas que le rodeaban.

¡Bien! – gritó emocionada la pequeña niña mientras cerraba los ojos y entrelazaba sus manos y las apoyaba en su pecho, muy cerca de su corazón.

Y el sonido de varias voces, el cantico celestial comenzó a entonar, haciendo eco por todos lados, las vibraciones vocales estremecían a las criaturas que le rodeaban, las aves escaparon, el viento se volvió salvaje…

Es hora… de que todo esto acabe…- murmuraba una de las damas mientras se descubría el rostro, las dos mujeres que estaban a su lado hicieron lo mismo, mientras que la chica de enfrente, se deshacía de la capucha, ya había llegado el momento en que aquel mundo oscuro llegara a su fin, el infierno estaba por apagarse, de eso estaban seguras.

La pequeña Mione continuó cantando y recitando el Hechizo que había tomado mucho tiempo terminarlo, cientos de vidas habían sido sacrificadas, entre ellas varias Hermanas, las damas que rodeaban a la niña levantaron sus miradas al oscurecido cielo.

¡Malditas Brujas! – se escuchó el grito de su enemiga jurada, la bruja oscura se encontraba de pie sobre su escoba, mirándoles con odio puro, el sentimiento negativo podía notarse en sus ojos casi dorados, su cabello ondulado se mecía de un lado a otro con violencia a causa del viento. Había llegado el momento de enfrentarse una vez más por el bien de la humanidad.

¡Avada Kedavra! – gritó la bruja llamada Domina, el rayo verdoso salió disparado hacia la pequeña niña que se centraba en cantar y llamar a la magia, pero la maldición imperdonable desapareció en el momento en que intentó cruzar la barrera mágica, las demás mujeres sonrieron, aquellas sonrisas idénticas.

Cuatro pares de miradas gemelas se habían posado en una perpleja bruja, que con sus pies descalzos sosteniéndose de aquella vieja escoba, simplemente no podía creer lo que había pasado.

¡Está vez la que saldrá perdiendo eres tú Domina! – gritó una de las mujeres.

Domina, del griego que significa dominante, simplemente les miró con fino odio, se pasó la lengua por sus rojizos labios y levantó una vez más su varita…

Pues vamos a ver qué tan poderoso es su barrera, malditas Brujas…- susurró mientras lanzaba un nuevo hechizo, la bombarda explotó a unos cuantos metros sobre las cabezas de aquel grupo de brujas.

¡Desmaio! – gritó una de las hermanas, pero el hechizo fue ágilmente evadido, Domina había esquivado el ataque son suma rapidez, no por nada era la ahora Bruja tenebrosa de ese tiempo, miró a la niña, aquella misma que respondía a su nombre original, sus ojos vagaron por el terreno, observando a cada una de esas jóvenes a las que odiaba con toda las ganas del mundo.

¡Crucio! – gritó la Domina mientras volaba alrededor de aquella barrera que continuaba sin ceder a los golpes de magia que le daba, chistó la lengua al ver que esta no se quebrajaba, eran poderosas, lo aceptaba, pero juntas, pues separadas eran débiles, ella, al ir consumiendo la magia de cada una de las hermanas a las que iba asesinando, se volvía más y más poderosa, detuvo la carrera de la escoba y quedó suspendida, no se había percatado de lo que aquellas estúpidas brujas habían estado queriendo hacer hasta que leyó el escrito que se encontraba en el pentagrama.

¡NOOOOOO, NO LO PERMITIRE! ¡antes muerta a que realicen ese puto hechizo!- Gritó la mujer mientras de repente su cuerpo era envuelto entre una maltrecha y deshilachada capucha, ocultando su rostro pálido.

¡Maldición, se ha dado cuenta! ¡Refuercen la barrera, ahora! – gritó una de las cuatro.

Mione escuchaba gritos, pero sabía que no debía perder concentración mientras cantaba el hechizo, entendía a la perfección que muchas vidas se habían perdido para conseguir llegar a ese momento, sus hermanas mayores estaban ahora usando todo su poder para protegerla.

Y vio frente a sus ojos cerrados, buscando la imagen que ella sabía que tendría que encontrar, ese mismo rostro que todas sus hermanas poseían, pues si, lo sabía que no era normal aquello, Hermione se lo había dicho, que la Domina Original había desaparecido cuando todas ellas nacieron, cada una con el rostro de la primera, pero con distintas personalidades.

Eso significaba que en ese oscuro tiempo, había más de una Hermione Granger, cada una diferente de cierta manera a la otra.

"Tú también eres una Hermione Granger, Mione…por eso tenemos que protegerte, por qué tú eres lo que representa lo más preciado de la primera…" – había dicho Herms, aquella misma que sabía que no iba a volver nunca, que su misión no simplemente era ir tras un ingrediente para crear el polvo de sal, sino que también era distraer a la Domina.

La pequeña niña sonrío al distinguir frente a ella un rostro bastante conocido, sus ojos alarmantemente oscuros, su brillo casi ausente, pero era ella, era la Hermione Granger que las salvaría de ese mundo, la que derrotaría a la Domina y haría que el sol saliera de nuevo.

Hermione… Hermione…- nombró entre canto y canto mientras las explosiones y gritos le hacían coro.

Hermione Jean se llevó la mano a la cabeza, de repente el dolor se había intensificado, el rubio se giró para mirar a una quejosa castaña.

Granger… ¿Qué te pasa? – preguntó un alarmado muchacho, quien inmediatamente se acercó a la leona.

Duele… duele mucho…- contestó la castaña mientras levantaba la mirada hacia un curioso Riddle, Malfoy se dirigió hacia el criminal y con su mirada anonadada en odio.

¡¿Qué le has hecho maldito gusano?! – gritó el rubio mientras abrazaba a la chica, que para estos momentos ya había soltado chillidos de dolor.

No sabes cuánto deseo ser yo quien le cause esos dolores a la sangre sucia, Malfoy.- fue la respuesta del hombre mientras sonreía al ver entrar a un espantado Ronald Weasley.

¡Hermione! ¡¿Malfoy, que le pasa a Mione?! – preguntó el pelirrojo mientras se acuclillaba frente a una sudorosa Hermione.

¡DUELE, DUELE, DUELE MUCHO! – gritaba la joven mientras aferraba su cabeza con las manos, gruesas lagrimas caían por sus mejillas mientras que la puerta se abría una vez más de un solo golpe, la persona que había entrado no era más ni nada menos que Harry Potter.

¡Hijo de perra! ¡Deja de hacerle daño a Hermione! – gritó Ron mientras se separaba de la castaña y se dirigía hacia la celda mágica, Harry Potter, sin saber cómo o en qué momento Ronald Weasley había lanzado un Avada Kedavra, que en lugar de asustar a Tom Riddle, le hizo sonreír.

¡RON, DETENTE! – gritaron Harry y Draco al mismo tiempo mientras que Hermione Granger soltaba un grito aún mucho más fuerte que los anteriores, lágrimas de sangre comenzaron a salir de sus ojos, y sin que ninguno de los presentes se dieran cuenta, un abismo comenzó a deformar el techo de aquella habitación.

La barrera se había roto, Domina sonrío al ver lo poderosa que era, lanzó varios Avada, pero solo a una puro darle en el pecho, quitándole la vida, rápidamente se lazó contra el cadáver y comenzó a absorber su poder mágico, las demás, sin poder detenerla, continuaban intentando asesinarle, mientras que en el centro, la pequeña Mione abría los ojos, levantó el rostro y vio el agujero negro formándose frente a sus cabezas. Hermione ya había sido llamada.

Riddle dio un paso fuera de la celda, había arrebatado a un perplejo Ronald la varita y ahora apuntaba al pelirrojo al que estaba a punto de matar.

Su risa, su mirada, la maldad que había dentro de él era inmensa al igual que el terror que comenzaba a inundar el pecho de los presentes.

¡Avada….! – gritó Riddle antes de ser sorprendido por el grito de la castaña, la cual había sido absorbida por aquel gusano mágico, Draco intentó atraparla, pero al tomarla por el tobillo lo único que logró fue ser arrastrado junto con la muchacha, el viento se volvió sorprendentemente violento y de un segundo a otro, la dirección del aire en lugar de salir, comenzó a entrar, atrayendo a todo y a todos los que se encontraba a su alrededor.

Harry Potter sintió la gran cantidad de magia rodeando su cuerpo y llevándolo a un rumbo desconocido, soltó un grito, un aullido de miedo que desde hace mucho tiempo no había escuchado, Ronald ya había desaparecido desde segundos antes, Tom Riddle mientras tanto, luchaba para no ser llevado sabrá Merlín donde, pero a fin de cuentas, aquel antiguo poder era mucho más de lo que Riddle poseía en el cuerpo, y con una expresión de asombro y confusión, el Mago Oscuro fue llevado tras el otro lado de aquel misterioso agujero negro.

Domina vio el cielo relampagueando con fiereza, sus ojos se abrieron desmesuradamente, aquello no podía ser cierto, la maldita mocosa había logrado terminar el encantamiento, soltó un grito de rabia y son sed de venganza, la Bruja oscura salió disparada en una dirección desconocida envuelta en nubes sombrías, el bosque por fin había quedado en completa Paz.

CONTINUARA...