Fic para el foro White Elephant (Febrero). Escrito para beautiful-sadness, cuya petición completa pueden encontrarla en la mesa de regalos del foro.
Mi Servant favorito es Rider pero admitó que la historia de Lancer tiene un no se qué muy atrayente, así que elegí esta opción porque me pareció un reto emocionante que daba para mucho y he disfrutado escribiendo este fic aunque admitó me atoré en algunas escenas y sufri ordenando ideas porque tenía muchas.
Beautiful-sadness, espero que te guste y que el fic haya sido cercano a lo que deseabas.
Prólogo
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Waver retrocedió un paso, tratando de leer el título del libro colocado en una repisa por encima de su cabeza, el cuello le dolía y gruñía por lo bajo cada que tenía que ir en busca de la escalerilla -pero eso era más digno que permitirle a Rider estirar el brazo y poner una de esas sonrisas bonachonas cuando le tendía el libro-, llevaban cerca de tres horas en la biblioteca pública averiguando sobre el enemigo y todo porque él se había negado a visitar de nuevo la librería.
Rider se había quejado pero, ¿qué podían hacer? No tenía dinero de sobra para libros de historia costosos y, si hacían una lista de proridades, el Rey de los Conquistadores prefería los videojuegos que compraba a cada oportunidad.
Así que suspiró, rindiéndose ante la ausencia de una escalerilla, Waver regresó al pasillo en buscar de Rider y al encontrarle, cosa fácil porque alguien con semejante altura y de presencia tan aparatosa no podía ser sútil, le dedicó una mirada severa que no tardó en ser percibida por el Servant.
—Dame ese libro —ordenó cuando le tuvo a su lado.
Waver aún tenía la esperanza de enseñarle al mayor que las órdenes de su Master eran ley, aunque su labio inferior tembló ligeramente ante la falta de respuesta y la mano que apuntaba al libro se cerró en un puño que fue bajando hasta esconderse dentro de su bolsillo debido al silencio ajeno.
—Chico —Rider observó el librero—, sólo tenías que añadir un por favor.
—Gracias.
El menor masculló la palabra apretando la mandíbula, Waver no quería ser corregido por alguien que en teoría debía de obedecerle; así que soltó otro suspiro y optó por cambiar el tema.
—¿En verdad crees que esto está bien? —con la vista en el libro siguió buscando el tema de su interés—. Que hacer esto, ¿está bien?...
—Claro —Rider sonrió—. Es investigar.
—Mhhh.
La mano del mayor recayó en la cabeza de Waver, calmándole; la noche anterior habían tenido aquel encuentro con Lancer, Saber y otros Servants pero observarles había desatado una serie de dudas que Rider necesitaba responder.
—Entonces —Waver hizo un mohín de disgusto—, ¿dime por qué siento como si estuviera fisgoneando en su vida personal?
—No te importó leer de mí —Rider lo soltó con orgullo, palmeando con su mano ancha la espalda ajena.
—¡Eso es diferente! —sin pensar, el pelinegro alzó la voz—. ¡Eres mi Servant!
Un shhhh proveniente de algún rincón de la biblioteca acalló al chico, quién se encogió ligeramente ofendido.
—Se supone que tengo que saberlo todo ti —replicó en voz baja.
—¡Oh!
Rider contuvo la risa pero se inclinó hacia Waver.
—Pues entonces debo confesar que aún te falta mucho —sonrió—, ¡toda una vida en realidad! —Rider miró el libro que el menor sostenía entre manos, tomándolo—. La historia la escriben los ganadores o, en su caso, aquellos que mueren de último y en su vejez miran al pasado con el corazón lleno de gloria pero con historias borrosas que rellenan sólo gracias a su imaginación.
Devolviendo el libro a su lugar, Rider le entregó un tomo grueso y viejo a Waver adelantándose unos pasos para guiarle hacia una de las mesas más apartadas de la biblioteca; como el rey que era, el pelirrojo tomó asiento instalándose sin esperar a su Master.
Remilgoso, con ese mohin ya habitual, Waver se sentó para leer. Éste tardó un par de minutos en los que, con aparente discreción, intercaló la vista entre la lectura y el hombre frente a él…, a pesar de la convivencia había mucho que no entendía de Rider; y lo que encabezaba la lista era ese repentino interes por Lancer.
Aunque bien, el chico entendía que no todos los días se descubría la identidad de un Servant enemigo; aquello era altamente ventajoso pues podrían hacerse una idea de las armas y Noble Phantams a los que se enfrentarían, serviría para preparar sus propios ataques y tener la guardía en alto en batalla.
—Dice practicamente lo mismo que los otros que hemos leído —concluyó recargándose en el respaldo del asiento un tanto rendido, buscar información diferente no estaba resultando tan sencillo.
—Repasando, tenemos dos versiones…
—El punto en común es el geis.
—Sí, esos encantamientos impuestos por Dioses o uno mismo pero atados al honor —Rider pensó en voz alta—, por eso Lancer sería un soldado magnifico en mi ejército. El honor es siempre importante muchacho…
Waver suspiró, poniendose en pie con la intención de comenzar a caminar rumbo a la salida; era ya hora de la comida y prefería regresar a casa para no tener que cargar bolsas y bolsas con cucherias que al no tener nutrientes no aportarían energía para su mana.
—Y luego está el asunto del amor —el pelinegro sacudió la diestra, restándole importancia al tema.
—Por el que es capaz de traicionar…
Cruzándose de brazos Waver contempló el cielo azul, sin nubes, el clima era cálido y la ciudad lucía tranquila; todo se movía a ese ritmo lento, las personas que caminaban por la misma calle que ellos vivían sus vidas despreocupadamente y nadie adivinaría que había una guerra mágica capaz de traer espíritus del pasado y un Grial como premio, que concedía deseos.
—¿Y esto que tiene que ver con la busqueda del Grial? —Waver lo preguntó como si acabara de recordar que eso era lo verdaramente importante.
Rider se llevó la mano al mentón y también elevó la mirada, meditándolo.
—No lo sé —respondió—, ¿pero no te parece muy interesante?
—¡No! —Waver se llevó las manos a la cabeza, apretándola con fuerza. La risa de Rider era potente y grave, la sentía en su propio pecho pero la verdad no le encontraba lo divertido al asunto —. ¡Es su vida personal!
—Aquellos a los que amas y odias a lo largo de tu vida hablan mucho del tipo de personas que eres. Por eso tienes que amar con pasión y odiar con cuidado —sujetó el chiquillo por la camisa frenando esos pasos rápidos con los que parecía querer dejarle atrás—. Claro que tú aún eres muy joven para saber de amores…
—¡Tú qué sabes! —reclamó una vez más.
—Lo sé —Rider respondió con firmeza—, si tuvieras una mínima idea… lo considerarías interesante…
Frunciendo el entrecejo y sin importar lo que Rider alegara, Waver se acomodó el cuello de la camisa y volvió a meter las manos en los bolsillos…, aquello seguía pareciéndole como leer un diario ajeno o quedarse escuchando una charla íntima entre dos personas.
Pero claro, estaban investigando a la manera de Rider.
