Supersticiones
Siempre havia sido así, desde pequeño, un extraño niño de cabello plateado y ojos violeta, la gente pensaba que era raro, incluso peligroso, poca gente quería acercarse a mí, havia gente que me tenia miedo y gente que me odiaba y se ponían agresivos, muchas veces por culpa de mi aspecto debía dormir en la calle ya que havia posadas donde no me aceptaban, incluso gente que al verme cruzaba la calle para no tener que cruzarse conmigo, por eso siempre llevaba ese sobrero que cubría la mayor parte de mi cabello y mis ojos, pero aun así la gente me veía raro, nunca me ha gustado estar demasiado tiempo en un mismo lugar, supongo que en realidad lo que no me gusta es tratar siempre con la misma gente, por eso decidí dedicarme al negocio del transporte de animales, siempre me havia sentido bastante cómodo con los animales, ellos no te juzgan por tu aspecto y son mas agradecidos que muchas personas a las que he conocido i que solo juzgan a la gente por su aspecto y no por como son.
Siempre he sido así, un ser extraño a la que la gente odia, pero nunca creí perder mi vida por ello, hasta hoy.
"Arrojémoslo al mar" dijo uno de los apestosos marineros mientras otros dos me sujetaban por los brazos.
"Él es el causante de esta tormenta" añadió un marinero de avanzada edad
" Sí, esta maldito"
"Ha enojado al dios del Mar"
"No veis su extraño aspecto, el no es humano"
Varios marineros me arrastraban por cubierta gritando que era mi culpa que esta extraña tormenta hubiera aparecido, que estupidez, estúpidas supersticiones de marineros, de verdad creen que el dios del mar se fijaría en su apestoso barco, creen en serio que por llevar mujeres en el barco o por silbar mientras navegas vendrá una tormenta, estúpidas supersticiones de marineros.
En el preciso instante en que varios marineros me empujaba contra la barandilla para hacerme caer al mar apareció el capitán del barco, la mayoría de marineros callaron y se volvieron hacia él, incluso algunos que me tenían sujeto, el capitán no dijo nada solo me miro, entonces un viejo marinero comenzó ha hablar.
"Capitán, hemos encontrado ha ese ser en el barco, fingía ser un comerciante de animales, pero es un espíritu maligno, iba cubierto y por eso no lo hemos visto al subir, esta tormenta la ha causado él"
"Mentira" grite "Ha este viejo esta enloqueciendo yo no soy ni un espíritu ni he causado esta tormenta"
Entonces uno de los marineros que me tenia sujeto me golpeo la cara, y el resto de marineros empezaron a gritar.
"Arrojémoslo al mar"
"Así cesara la tormenta"
El capitán me miro fijamente, y se dio va vuelta autorizando así a sus marineros a arrojarme por la borda.
Sentí el agua tan dura como el acero y fría como el hielo, las corrientes eran muy fuertes no podía nadar, no podía respirar, el frío traspasaba mi piel y llegaba hasta los huesos, sentí pánico, savia que iba a morir, cuando afortunadamente conseguí salir a la superficie, las gotas de lluvia se clavaban en mi piel como agujas, todo mi cuerpo temblaba de frío y de miedo, sentí que algo me golpeaba, era una madera que flotaba a mi lado, con un brazo me sujete a esa madera tan fuerte como pude mientras que con la otra agarraba mi sombrero, era absurdo, pero ese sombrero era ya como un parte de mi cuerpo y sentí que debía aferrarlo a mi.
El barco ya esta lejos y una ola inmensa venia hacia mi, solo pude agarrarme fuerte a ese trozo de madera y maldecir a esos estúpidos marineros, putas supersticiones.
Finalmente todo se volvió oscuro, creí que era el fin.
