Renuncia: Todo a Marvel.
Notas: Amo a Laura y cada vez que veo Logan se me parte más y más el corazoncito, ah.
Take me to wonderland
Laura Kinney se construyó unas alitas de papel para escapar a un lugar mejor.
Un lugar donde los cadáveres no florezcan bajo sus tobillos y la sangre le empañe sus cabellos de medusa (porque está petrificada y tan asustada que saca sus cuchillas y corta corta corta, porque es lo único que sabe hacer). Un lugar donde la desgracia no la persiga como un regalo olvidado a medio camino. Un lugar donde pueda girar el cuello degollado para no ver a sus amigos riéndose de ella con todas sus costillas fuera (y pueda abrazar a su padre sin apuñalarle el corazón). Y le gustaría mirarlos a todos, por un minuto o quizás dos, pero sin retener entre sus manitos magulladas el fantasma de la carne mutilada que era su condena –la de todos ellos, mutantes hijos de Belcebú dejados a su suerte en un mundo que no les pertenece-. Pero es como. Como si acaso la felicidad no fuese cosa de niños con polvo en los huesos y adamantium en el corazón. Entonces sigue añorando aquel lugar al que quiere volar donde no huele a flores sin pétalos pero sí a cadáveres carcomidos y temor a los adultos.
Sin embargo, en su tristeza, ella chapotea sin ahogarse.
