John estaba despierto, la luz del sol brillaba en su rostro y parecía muy tranquilo, tenía un par de vendas en la cabeza, brazos y torso, que le picaban un poco, pero era lo de menos ya que a lo lejos podía escuchar la voz de Sherlock gritoneándole a medio mundo sobre lo incompetentes que eran todos allí, pudo oír sus pasos decidíos, pero Sherlock se detuvo a un metro de la habitación de John, quien sabía que estaba pasando por una de sus tantas crisis dramáticas.
Escucho como el pelinegro retrocedía para luego devolverse, escucho un carraspeo y luego la puerta se abrió.
John se enderezo con dificultad, sin despegar los ojos de la puerta. Sherlock entró en silencio con la vista fija en toda la integridad del rubio, observó cada detalle, analizó hasta que había comido John al desayuno y cuanto había crecido el bigote.
Se quedaron mirando casi un minuto en completo silencio, John parecía a punto de reír, pero el detective estaba sumamente serio.
-¿Te vas a quedar como piedra ahí todo el día?-Murmuró John con la voz un poco ronca y sonriendo plácidamente al ver como la cara de piedra de Sherlock se suavizaba un poco.
Era algo común ver a John en el Hospital y que Sherlock no lo fuera a ver. De hecho esta era la primera vez en que Sherlock lo veía.
Desde que se conocieron en la universidad, ambos habían pasado por situaciones en la que sus vidas peligraban, pero a John le había tocado más difícil con su padre alcohólico y por ser el de menor estatura en el equipo de futbol. Sherlock no siempre podía estar ahí para ayudarlo, y esas veces fueron las peores, eran las veces en que John terminaba en el Hospital y Sherlock terminaba con crisis de pánico al enterarse de lo que sucedía, pero nunca pudo visitarlo, era como si tuvieran un acuerdo de nunca hablar de los problemas familiares y sociales de John, como si no pasaran, a John no le gustaba dar lastima y eso Sherlock lo sabía bien.
Pero esta vez fue diferente, esta vez John había terminado hospitalizado por dar su vida a cambio de que Sherlock no saliera dañado, por lo que el pelinegro estuvo casi una semana sin poder dormir a causa de que tenía la necesidad de ir a verlo, como si una fuerza magnética lo arrastrara desde el departamento hasta el hospital.
-Vaya sorpresa, John Watson en un hospital… no creas que vine a sentir lastima por ti, no la sentí cuando tu padre te dejo desangrando en el baño, ni tampoco cuando te acorralaron el en callejón los del equipo de futbol y casi te matan a golpes y no lo hare ahora, no estás muerto, no estas grabe , te veo afuera!.-Luego de casi gritarle en la cara a John, Sherlock se dio media vuelta y desapareció cerrando la puerta fuertemente.
John se quedó quieto mirando la puerta, no sabía muy bien que sentir en ese momento, Sherlock había nombrado dos momentos de su vida que había bloqueado de su mente, odiaba recordar esas cosas y no se esperaba que su amigo las recordara.
-AH y toma tus estúpidos chocolates.-John vio una cajita volar por los aires en su dirección y las agarró haciendo que una de sus heridas le doliera.-Son de la estúpida tienda que te quedas viendo como idiota cada vez que pasamos!-Sherlock volvió a cerrar la puerta.
-Vaya novio que tienes…-Murmuro un anciano con una pierna enyesada al lado de John.
-No te imaginas..-Dijo John sonriendo y abriendo con alegría la caja de chocolates.
