¡Hola!
Bueno, sé que debería estar actualizando mis otras historias, pero ésta forma parte de mis "otras". La mitad de mi cerebro me dijo que extrañaba ésta historia aquí, la publico para ver si se le hace más fácil leerla.
Es un A/U, de adolescentes y lo mejor es la inexistencia de Ginny. Bueno, por ahora.
Espero le den una oportunidad, es fuera de lo común, sin mucha magia de por medio, pero hago lo que puedo.
A leer.
PD: Algunos personajes inventados, esperando no morir en el intento.
Afirmaba su estomago con firmeza, sin poder aguantar las ganas de devolver el poco de alimento que tenía, golpeaba su cabeza en la puerta de aquel retrete, tratando de infringirse el máximo dolor.
"- Te amo – susurró en su oído"
Lágrimas salían de alguna parte de su sistema, su capacidad motriz se había reducido a simples espasmos que intermitentemente se juntaban con su infructuoso intento de conseguir un coma, sus quejidos alejaban a cada fémina que intentaba entrar a hacer sus necesidades en ese baño escolar, y las luces del mismo, le acompañaban en su dolor, apagándose una a una, para luego volver a encenderse.
Su corazón no daba tregua y palpitaba recordándole que aún vivía, su respiración entrecortada y acelerada le decía que aunque intentara retener el aire, se le haría imposible, cada uno de sus músculos punzaban dolorosamente.
A éstas alturas del partido, ya toda la escuela debería tener un ejemplar de su artículo, del mismo que se destrozaba a sí misma, el mismo que le causaba ése taladrante dolor.
Artículo cuál, hería su estima y orgullo a profundidad, pero tenía como objetivo final, desenmascarar esa farsa en el cuerpo de hombre.
Golpeteos acudieron a su cubículo, inquietando su paz, inquietando su mal sentir, sacándola de su dolor pero sólo haciendo del regreso aún peor.
- ¡Hermione! – Rogó – sal de ahí, no podrás esconderte por siempre
- Sal querida, por favor, nos duele escucharte así – gimoteó la segunda – linda, sal
- Lena, Amy, por favor, ¡lárguense! – gritó la castaña, aprisionando su cabeza entre las manos
- Estaremos en el auditorio hasta las siete, si lo deseas, búscanos – informó Amy, siendo arrastrada poco sutilmente por Lena
El silencio volvió a reinar en la estancia, pero sus sollozos se dieron paso indiscutiblemente, llenándolo de una melodía completamente escalofriante.
Abrió su bolso, y sacó de el una bolsa pequeña transparente, jugó con ella entre sus dedos, mirándola, decidiendo qué hacer, escuchando el crujir de la hierba al tocarla, tentándola, llamándola, incitándola. Abrió la bolsa, vaciando un poco en su palma, sacó un papelillo, dispuesta a prepararse uno.
"- No –"
Dio un salto alarmada, a pesar de reconocer exactamente de quien era esa voz, desparramando toda la sustancia al suelo, desperdiciándola. Se puso de rodillas y la recolectó, la arrojó en el retrete y tiró de la cadena, asustada, pero más que nada, decepcionada.
Se levantó con prisa, en un intento de huir, de escapar de sí misma, de resistir a la idea de desaparecer, el brusco movimiento tiró al piso la bolsa, que contenía dentro, la última ración.
"- No – repitió"
Se lanzó hacía ella, como si alguien intentara arrebatársela, lo preparó volviendo a sentarse en el suelo, en tiempo record y luego de segundos, el dulzor del papelillo de frutilla quemándose, más el amargo de la marihuana, llenaban por completo su rosada boca.
Inhaló una gran bocanada, llenando sus pulmones, saboreándose los labios al sentir el papel, tosiendo muchas veces, pero así era mejor, sus pulmones se abrían.
Y volvió a llorar, pero ésta vez por decepcionarse a ella misma, no a los demás, no a él, no al otro, lloró por que cargaba con ese paquetito de clase en clase y tuvo que ocurrir una cosa así, para que lo abriese, siendo consciente, de que ella misma fue quien lo causó.
Exhaló lo que restaba de humo, repitiendo el proceso interminables veces, en una ocasión golpeó su tórax con desesperación, para volver a toser, hasta que lo terminó, aún llorando, aún sintiéndose estúpida.
Botó al retrete la bolsa vacía y se levantó, un mareo la estremeció y miles de deliciosos cosquilleos invadieron su cuerpo, haciéndola reír. Pero aún no terminaba, aún no.
Salió del cubículo y entró en el primero, el escondite de toda la escuela, la única cosa en la que todas las chicas estaban a la par, y no había diferencias de dinero, mucho menos de edad. Tanteó el tanque, hasta que dio con aquella, la única cerámica que al sentirla, tenía relieves, forcejeando logró removerla y un cuadrado no muy grande apareció ante sus ojos.
"Malboro" rezaba la cajetilla de cigarros allí dentro, la sacó por completo y en su lugar, presurosa hizo un dibujo grosero de alguien mostrando su dedo medio, y abajo añadió "Fúmense éste". Lo introdujo y cerró con una espantosa risa, un ataque de risa, que salió de la nada, o más bien, del efecto de la marihuana.
Volvió a su cubículo, y se sentó a fumar en el retrete.
"- ¿Sabes lo qué haces? –"
- Si, y creo que ése es exactamente el problema – susurró Hermione, con los ojos idos
Salió de esa cueva, a eso de las cinco de la tarde, o puede contarse también como, después de ocho cigarros, y sin acordarse de que sus amigas estarían en el auditorio, emprendió camino a su casa, y con suerte, mucha suerte, podría encontrarla.
Caminaba con prisa, con una sonrisa en su rostro, afirmando con fiereza su mochila, no quería perderla, golpeaba con el hombro a mucha gente, y más de una vez, le gritaron improperios dignos de los barrios bajos, pero no le importó, porque no los escuchó.
"- Saca el teléfono, pide ayuda –"
Se carcajeó ante tal orden, y en un intento de apresurar su paso, tropezó con sus propios pies, dando de cara al suelo, rompiéndose el labio, rompiendo a reír.
Un brazo la levantó con suavidad, y la albergó entre sus brazos, su olor la impregnó tranquilizándola un poco, poco que pronto desapareció, por el estado en el que estaba.
- ¿Qué has hecho Hermione? – le espetó con un tono acusador
Frunció el ceño, no quería un sermón, quería Whiskey, quería bailar, quería cantar, quería cianuro, veneno, sustancia X, quería desaparecer, ser invisible.
- ¿Qué creías al hacer semejante reportaje? – volvió a retarle
Se soltó de su agarre e intentó seguir caminando, ni dos pasos y se precipitó al suelo, sus brazos volvieron a aferrarla, impidiendo un nuevo golpe, golpe que no le vendría nada de mal.
- ¡Suéltame Theo! – chilló furiosa
- No –
- ¡Por favor! – imploró
- Te llevaré a casa –
Fue arrastrada, sin poder intentar huir, sin poder hacer nada por zafarse de ese fuerte agarre, sin poder morir. Lloró en todo el trayecto, intercalando demenciales risas que sólo lograban bufidos de parte del muchacho.
No entendía qué le hablaba, pero sabía que lo hacía, lo más probable es que le retara, que le acusara por su estado, que recriminara el dichoso artículo.
Maldito artículo.
- Ese artículo, la escuela se lo merece – susurró siendo escuchada por Theo
- Acabas de destruirte con ese artículo – informó él, rebuscando en los bolsillos de la chica
Chasqueó su lengua, quitándole la importancia que debería tener, ahora, en ese momento, le importaba más averiguar qué había en su refrigerador, o en la alacena, tenía hambre, mucha hambre.
- Pizza – exclamó con alegría, quería pedirla
- Ducha – interrumpió el castaño sus pensamientos
La chica miró, una puerta blanca estaba frente a ella, la observó con maravilles, como si nunca hubiere visto algo así, ladeó su cabeza, dándose un ángulo más para verla y abrió los ojos comprendiéndolo y haciendo que Theo rodara los ojos.
- ¡Una puerta! – chilló, como si tratara de un concurso
- Si, tu puerta – corroboró
- ¿Gané? –
- No, a no ser que hayas puesto tú casa en un concurso –
"Tu casa"
Ésas palabras rondaron en su cabeza, mientras Theo la hacía ingresar, la llevaba escaleras arriba y le quitaba la ropa, dejándola con la interior. La acostó en la cama, después de pasarle una galleta que devoró. Tenía calor, por lo que no le puso la parte inferior del pijama, pero si la de arriba.
Le besó la cabeza y puso su celular en su mesa de noche, intentó procesar el significado de la acción…nada.
El silencio invadió su propio cuarto, las cosas daban vueltas y cuando cayó de la cama, comprendió que ella era quien daba vueltas. Se levantó perezosa, con ganas de beber agua, o el mar.
Las cosas se apartaban de su camino milagrosamente, sus piernas de gelatina la llevaron a su baño personal, la inundaba el calor, abrió la ducha y sin mediar las consecuencias, ingresó bajo la fría agua.
Se quejó, pero apretó sus labios fuertemente para que no saliera sonido alguno, ahora que estaba un poco más lucida, no sabía si Theodore se había marchado ya de su casa. Dio un poco del agua caliente, entibiándose el cuerpo, se sentó en la bañera y permaneció allí, una hora.
Se levantó mojada y escurriendo agua por todas partes, estropeando el piso de su linda y modesta casa, bajó las escaleras y al alcanzar su bolso, sacó un ejemplar del famosísimo artículo.
"Perdedora por siempre"
El titular era bastante específico, y dentro, páginas, planas llenas, comentaban el desastre de año que pasó. Las fotos no podían ser mas esclarecedoras, y sus crueles palabras para con ella ni siquiera sus enemigos las podrían reproducir, estaba hundida, hasta el fondo.
Hasta el fondo.
Soltó la edición, cayendo ésta abierta en la foto que abarcaba media plana de él, de una pose bastante indecorosa con ella. Por que en el trayecto de arruinar su vida, también lo hizo con las demás.
Se arrojó contra el ventanal que daba a su patio, quebrándolo y haciéndose mucho daño al caer, cortes en sus manos, en sus piernas y en cuanto se levantó, también en sus pies.
Hasta el fondo.
"- No lo hagas, por favor no – rogó la insistente voz"
Hasta el fondo.
Tambaleante se acercó a la piscina, de aguas claras y siempre limpia, fue a lo más hondo, a donde sabría no podría salir, la miró y sonrió.
"- No, déjame ayudarte –"
- ¿Ayudarme? – Sonrió - ¿Quién dijo que necesitaba ayuda?
"- No cometas una locura –"
- Es la única manera, tal vez podamos estar juntos –
"- ¡NO! – gritó cuando ella tomó impulso"
- Me di cuenta tarde, pero te amo – fue su último susurro
Cayó en el agua, calándole ésta hasta los huesos por lo helada, la misma le aclaró las ideas, y a pesar de no arrepentirse, su cuerpo instintivamente, trató de volver a flote. Pero ella no sabía flotar, no sabía nadar. Temía al agua.
Sus pulmones comenzaron a llenarse de agua, dolorosamente, poco a poco. Cerró los ojos hundiéndose más, recordando el cómo había llegado hasta ese estado.
Y su último instinto, como todo el mundo esperaba, fue sonreír.
Ojala les haya gustado, actualizaré pronto.
Besotes.
De yo, la chica loca, que se funde con las paredes.
PD: ¡Recomendación! Chocolate con Cereza (http :/ www. fanfiction. net/s/5970568/1/ Chocolate_con_cereza) no se arrepentirán. *Sin espacios.
