Escrito para "Amigo invisible navideño 2017-2018" del foro "La Noble y Ancestral Casa de los Black"

ladyluna10 aquí esta historia, y mi agradecimiento por que por ti pude explorar esta idea, y que grato fue hacerlo.

Porque dentro de ti veo luz

Culpa

Las noches en la mansión no volverían a ser lo de antes, no después de todo lo vivido, de todo lo sufrido. Por supuesto nadie esperaba que luego de atravesar por una de las más terribles guerras que el mundo mágico haya conocido, un chico de dieciocho años estuviera muy tranquilo, pero en el caso del descendiente de los Malfoy era aún peor. Al menos en su cabeza.

Una vez más, en el silencio sepulcral de la mansión en la madrugada, en la espesa oscuridad de su habitación, mientras le escalaba el cuerpo una sensación fría que lo hacía estremecerse, desde un lugar distante llegaba a sus oídos un grito desgarrador y un llanto desesperado. Una vez más Draco despertó, salió de la fantasía del sueño aunque no se deshizo del todo del frio en el cuerpo ni del sonido de los gritos. Se incorporó en la cama mientras percibía como aquella voz se apagaba, no para perderse, sino para ocultarse dentro de él; no lo dejaría, no en un largo rato, ya se había convencido de eso.

Draco decidió salir de la cama, caminar tal vez le ayudaría. De nada había servido desde la primera noche después de la guerra pero al menos podía intentarlo una vez más. Se puso una capa antes de salir de su habitación y por una cuestión de costumbre se aseguró de llevar consigo su varita. Camino por los desiertos pasillos, envuelto en la capa y con la única compañía del sonido del tacón de sus zapatos sobre el mármol del piso. Cuando se percató ya estaba fuera de la mansión, contemplando el cielo nocturno, solo contemplándolo, tenía mucho en que pensar, pero no lograba concentrarse en nada.

Hogwarts, ahí terminó todo, ahí cambio todo. ¿Podía decir que ahí lo perdió todo, como su padre insistía en musitar cuando el efecto del licor lo dominaba? No, no podía, no lo sentía de ese modo, ¿Que podía haber perdido, si hasta ese momento sintió que en verdad no tenía nada? Ni amistades ni lealtades, ni lo necesario para ser un mortifago ni la fuerza para enfrentarse a uno. Tan diferente a él, a Potter, y tan diferente a sus amigos.

Los gritos volvieron a invadirlo y en un esfuerzo por callarlos se cubrió los oídos. Hogwarts, ahí había iniciado ese tormento, ahí se había ido todo al demonio. Saco su varita súbitamente y se desapareció.

Bruscamente calló al suelo en el poblado de Hogsmeade, se levantó rápidamente, ¿Que acababa de hacer? Sin pensarlo se había desaparecido y ahora estaba en el pueblo que los estudiantes visitaban durante su estadía en Hogwarts.

-Hogwarts -se permitió pronunciar por primera vez esa noche. Sin perder más tiempo ni dudar más se encaminó hacia el colegio.

Caminó en silencio y sin ser molestado por nada ni nadie, llegó a las grandes puertas del terreno destrozadas y se adentró en el derruido colegio de magia y hechicería. Apenas un mes atrás se había vivido la batalla, la reconstrucción de Hogwarts apenas estaba iniciando, quizá empezaría el nuevo año escolar y aun no estaría del todo terminado, pensó el heredero de los Malfoy.

Caminó por los jardines y siguió andando sin prestar mucha atención a nada hasta llegar al gran comedor. Avanzó hasta el lugar donde solían estar las mesas de los profesores y ahora solo había un montón de tablas rotas, pedazos de escombro y más rastros de la batalla final. Era horrible pero aun podía percibirse un olor a sangre y se sentía en el aire una sensación turbia, la de la muerte que había azotado ese lugar. Se encaminó hasta tomar asiento en el extremo contrario de la entrada al gran comedor, mirando desde ahí gracias a la luz de la luna que se filtraba las mesas, las antorchas en el suelo, las grietas en las paredes. Todo.

Levantó la varita y jugó con ella entre sus dedos hasta que finalmente la tomo con firmeza y lanzó un hechizo para encender un par de antorchas, una a cada lado de él, aun firmemente puestas en las paredes. El gran comedor se iluminó y le fue más sencillo ver todos los detalles del derruido lugar. Su frustración aumento en ese momento, imaginando las batallas, los mortifagos huyendo, Longbottom acabando con Naggini, la muerte de su tía Bellatrix y la victoria de Potter sobre el señor tenebroso. Sintió que el aire le faltaba y una sensación desagradable en el estómago, como nauseas. Cerro con fuerza los ojos tratando de alejar las imágenes y a punto de volver a cubrir sus oídos para evitar el tener que escuchar aquel grito ya tan conocido, la escucho a ella.

-¿No puedes dormir? -una voz suave, tímida y ligera entró en sus oídos sacándolo de sus pensamientos, de sus sufrimientos. Se sorprendió y se levantó girando para ver en un rincón del castillo a una joven de pelo castaño. Ella lo miraba fijamente y con algo de miedo. Llevaba puesta una capa de un tono beige, en los pies traía unos sencillos zapatos abiertos y en la mano sostenía su varita aunque no parecía tener intención de usarla, menos aún contra el rubio. El muchacho se relajó al percatarse de ello y volvió a sentarse, dirigiendo su mirada al derruido gran comedor.

-No creo que debas estar aquí -le dijo con voz fría el rubio.

-Tú tampoco -le contestó con una simpleza que Draco no pudo dejar de lado, se giró para verla y notar como su mirada se perdía en la destrucción del castillo como antes lo hacía la de él.

La reconoció en ese momento, una chica de slytherin dos años menor que él, de la familia Greengras, Astoria.

La jovencita reparó en la insistente mirada de Draco cuando este logró dar con el nombre de ella y lo miró con el ceño fruncido, como interrogándolo, como si esperara que le respondiera alguna pregunta, ¿Pero cuál? Draco lo desconocía pero no podía huir de aquella insistente mirada. Finalmente Astoria desvió su atención del chico rubio mientras jugaba con su varita entre sus dedos. El joven Malfoy en ese momento se dio cuenta de algo importante.

-Te apareciste, para llegar a aquí te apareciste en Hogsmeade, ¿Verdad? -Astoria volvió a mirarlo, esta vez esbozando una pequeña sonrisa.

-Pues ya que lo mencionas...si, estuve practicando el curso pasado y creo que ya lo domino por completo... ¿Cómo te diste cuenta? -Draco desvió la mirada y dejó que el silencio se hiciera presente un pequeño rato.

-Por tu atuendo, parece que saliste de casa a mitad de la noche para venir hasta aquí.

-Ah, pues tú te vez de la misma forma -le respondió y Draco volvió a mirarla. Ese tono que usaba con él, ese que ahora casi toda la gente usaba, ese en el que distinguía el chico que el miedo y el respeto hacia la familia Malfoy del que antes tanto se había regodeado, ya no existía, ya no como antes, y ya no lo haría más.

La joven castaña miraba al chico con una expresión divertida en el rostro. Draco se acomodó mejor en el piso para no torcerse al voltear a ver a Astoria y así quedó frente a ella aunque a una buena distancia.

-Supongo que el verdadero detalle aquí sería preguntar, ¿Que te hizo salir de la cama a media noche y visitar Hogwarts? -la joven pareció meditar la pregunta del rubio por un instante.

-Por lo mismo que tú -no era una pregunta sino una afirmación tajante, sin un ápice de duda. Draco frunció el ceño intrigado y decidió cuestionar a la joven frente a él.

-¿Y que sería eso?

-Culpa -dijo como si fuera lo más obvio del mundo. El muchacho desvío la mirada. Parecía molesto y al mismo tiempo se sentía expuesto y vulnerable. Nadie, absolutamente nadie en todo ese tiempo le había dicho que se sentía culpable, pero era cierto, no podía negárselo a si mismo-. No creo que estés aquí para llorar la muerte de tu amo, en todo caso parece ser que los Mortifagos que lo hacen se han decidido a hacerlo escondidos, por miedo a que los capturen, ya no hay nadie que los proteja o les augure un buen futuro.

-Pareces muy segura de tus palabras -le espeto Malfoy con enfado. La muchacha lo miró seria, y luego sonrió como restándole importancia mientras miraba nuevamente las ruinas del castillo. Draco se sintió impotente ante la reacción de ella, no era como cuando hacían como que lo ignoraban y que lo que él decía no resultaba hiriente u ofensivo, realmente a esa jovencita no le importaba en lo absoluto lo que él pudiera decir, y eso le molestaba.

-¿Por qué otro motivo volverías a aquí? -le preguntó, pero parecía que ni siquiera le importaba que le respondiera -. Aquí fue el final de la guerra, aquí fue el final del suplicio, y muchas mascaras se cayeron, muchas realidades se vislumbraron. Por supuesto que la mayoría de los que se veían beneficiados, aunque no declaraban abiertamente que estaban satisfechos por la presencia del señor tenebroso ahora sufren en silencio su derrota, somos los menos los que realmente somos capaces de ver la realidad, o de aceptarla, con todo lo que duele e implica -Draco escuchaba sin interrumpir, detectando en cada palabra de la joven una inusual mezcla de rencor y vergüenza.

La joven lo miro a los ojos, Draco contempló en la oscuridad el brillo de sus orbes azules que parecían tan vivos, tan llenos de sentimientos, de una lucha interna.

-Nunca fui partidaria de toda esta barbarie, pero tampoco luche en ningún momento contra ella, supongo que lo que hice fue solo dejarme llevar por la corriente, al fin y al cabo, yo estaba en la mejor posición posible, digo, soy miembro de una buena familia mágica, nadie esperaba que me lanzara a pelear o que asesinara a muggles o hijos de muggles, bastaba con que no les dirigiera la palabra, y fuera el resultado que fuera, yo estaría bien. Si hubiera ganado el bando del señor tenebroso yo estaría bien, mi familia estaría bien, y en esta realidad en la que ganó la causa que usaba a Harry Potter como estandarte, no se me puede juzgar de nada, no cometí delito alguno, como vez, estoy en la mejor de las posiciones.

-Si ningún delito cometiste, ¿Por qué la culpa? -se sorprendió Malfoy preguntándole a la joven, tan embargado por sus palabras, tan lleno de emoción por aquella voz femenina. La castaña lo miró y sonrió con tristeza.

-¿Es que solo pueden sentirse culpables los pecadores? -le preguntó-. Si bien es cierto que no hice nada por lo cual avergonzarme, tampoco hice acto alguno del cual enorgullecerme, y en cambio deje que tantas cosas malas sucedieran.

-Ridículo -le espetó con violencia desviando su mirada de ella.

-¿Lo crees? -Draco se puso de pie, visiblemente enfadado pero sin saber qué hacer en ese momento.

-Creo que no sabes lo que es sentirse culpable por algo, sentir que te carcome el sufrimiento por las cosas que hiciste.

-¿Y tú sí? -el joven Malfoy se sintió expuesto en ese momento. Volvió a dirigir su mirada a la chica que seguía inmutable en su lugar, sentada, recargada en la pared y mirándolo como si pudiera atravesar su piel y ver en su interior.

Draco sintió en ese momento el deseo de irse, de terminar esa peculiar y poco agradable platica de una vez y jamás regresar a ese maldito lugar, pero por algún motivo también quería quedarse, pensaba en lo que esa charla significaba, en el hecho de que era la primera y tal vez la única oportunidad que tendría en su vida, de decir aquello que sentía y pensaba. Tragó saliva resignado mientras volvía a tomar asiento, de espaldas a Astoria, como si eso pudiera aliviar un poco la dificultad que sentía al pronunciar las palabras.

-Tengo pesadillas todas las noches, por eso estoy aquí -soltó con brusquedad. Astoria no dijo nada, no era necesario, Draco en su mirada encontró lo que jamás pensó recibir al hacer esa confesión a alguien. No había ni enfado, ni burla, en cambio había comprensión.

El silencio siguió imperturbable, pero la joven castaña seguía con sus ojos verdes puestos sobre el muchacho rubio, este decidió seguir hablando ya que la voz de ella no se hacía presente.

-Cada noche sueño con las cosas que sucedieron, las cosas que vi, las cosas que hice, las cosas que...

-¿Las cosas que...? -lo incitó a continuar. Draco parecía intentar decir más pero no podía, la desesperación lo vencía, le impedía seguir, no podía. Astoria por primera vez se puso de pie, caminando con lentitud hasta tomar asiento junto a Draco, tan cerca de él que el muchacho podía sentir el calor de su cuerpo. El rubio clavó su mirada en el suelo sintiendo aún más ese extraño ardor que ya era tan habitual en su estómago y una opresión en la garganta que parecía que lo ahogaría en cualquier momento-. ¿Las cosas que no debiste permitir? -dijo aventuradamente Astoria y Draco dejo escapar un gemido. Apretó sus puños con rabia y sintió que las lágrimas escapaban de sus ojos. Con el orgullo herido asintió sin poder aun mirar a la chica junto a él, pero sintiendo igual la tersa mano que se posó sobre su puño-. Entiendo, no es fácil admitir que estabas equivocado, menos aún para él perfecto Draco Malfoy, ¿Verdad? -Draco permaneció callado, no había nada que pudiera decir pensaba, hasta que una ocurrencia le pasó por la cabeza, y se animó a decir eso que creyó jamás le contaría a nadie.

-La escucho gritar -dijo en voz baja Malfoy, respirando hondo como para recuperar fuerzas-, a Granger.

-¿Hermione Granger? -preguntó Astoria con curiosidad. Draco asintió.

-Estuvo en mi casa, la torturaron, casi la matan, la escuche gritar y... -no pudo continuar, luego esbozo una sonrisa triste-, siempre le decía cosas horribles, y le deseaba lo peor, pero verlo...ver que esas cosas se hacían realidad... Y ahora debo escucharlo todas las noches.

Draco alzó la mirada por primera vez desde que llegó, viendo el cielo estrellado que estaba en el techo del gran comedor, sintiendo aún el calor de la mano de Astoria, que en ese momento cubrió con la suya en señal de gratitud por su compañía. Y se permitió mirarla a los ojos en ese momento, y en sus ojos no había ni lastima ni odio, no lo veía como lo vería su padre si dijera alguna vez que se sentía mal por las cosas que había hecho o permitido que se hicieran, quien lo vería con odio y lo reprendería por tales pensamientos, y tampoco lo veía como lo verían Potter, Weasley o la misma Hermione Granger, con desconfianza y recelo que bien se merecía.

Mientras el meditaba, Astoria solo guardaba silencio, permaneciendo junto a él, sabiendo que también para él era difícil todo eso, ambos habían crecido en familias que menospreciaban a los muggles y nacidos de muggles, y que creían en la superioridad de los sangre pura, ideales que habían causado una guerra que llenó de dolor a mucha gente, ellos incluidos.

Ninguno de los dos presto atención al tiempo que permanecieron en silencio, solo sentían que eso era de alguna forma relajante, quizá el beneficio para ambos estaba en saber que el otro sufría algo similar, a su manera y con sus características singulares, pero algo que los ponía en situaciones muy equivalentes. Transcurrido un buen rato, y cuando Astoria se sorprendió recargando su cabeza en el hombro del rubio, se enderezó y se puso de pie. Draco sostuvo la mano de la chica hasta que esta se alejó un par de pasos y lo miró con una sonrisa tierna.

-Tal vez sea hora de irnos -Draco asintió, y se puso de pie. Juntos y en silencio salieron del castillo, atravesaron los terrenos de este y caminaron en la fría noche por el camino hacia el pueblo de Hogsmeade.

A mitad del camino Draco cayó en la cuenta de que de alguna manera su pesar ya no era tanto como horas antes, se sentía un poco mejor, más ligero quizá, menos contrariado y con menos sufrimiento. Aun sentía vergüenza y remordimiento por sus actos, pero era menos, y sobre todo, en el una duda despertó, una que creía sería bueno compartir a la joven con quien caminaba.

-Astoria -pronuncio su nombre para llamar su atención, dándose cuenta de que era la primera vez en ese encuentro que pronunciaba el nombre de la chica.

-¿Si? -preguntó con tono de voz ligero.

-¿Crees que podamos hacer algo para aliviar la culpa que sentimos? -la joven sonrió con más ganas al escuchar al rubio.

-Escúchate Draco, no te costó nada decir que sientes culpa esta vez -Draco enrojeció ligeramente y desvió la mirada-. Cuento con que sí, no quiero vivir toda la vida con esta sensación, pero supongo que no será tarea fácil.

-¿Tienes alguna idea de que es lo que debemos hacer?

-Supongo que haberlo hablado en algo ayuda, ¿O no te sientes mejor? -Draco asintió, dándole la razón a la chica.

-¿Tu igual? -Astoria sonrió.

-No había podido hablar de esto con nadie, no confiaba en como escucharían mis palabras, contigo fue diferente -Draco la miró con curiosidad, como interrogándola. Astoria lo notó y sonrió nuevamente.

-Cuando entraste en el gran comedor, había algo en tu mirada, en ti, que me hizo confiar de alguna manera, vi algo en ti.

-¿Qué cosa? -preguntó Draco. Astoria se detuvo y lo miró de frente. Draco se sentía nervioso e impaciente.

-Te veías realmente patético -el rubio se sintió desconcertado. Astoria rio por ese hecho y mientras sacaba su varita agregó-. Te veías tan mal como yo, por eso sabía que era lo que te trajo a aquí. Buenas noches Draco.

-Espera... -pero Astoria se desapareció antes de que el vástago de los Malfoy pudiera decir algo más, y el chico se quedó solo, justo en la entrada a Hogsmeade. Sonrió divertido y el también se desapareció en ese instante.

Devuelta en la mansión se dirigió a su habitación aun con la sonrisa que la partida de la castaña le había dejado, se recostó en su cama y mirando al techo recordó las palabras de ella.

-...no quiero vivir toda la vida con esta sensación...

Draco cerró los ojos evocando en su memoria la imagen de Astoria Greengras.

-Yo tampoco.

Y sin darse cuenta se quedó dormido, esta vez, sin escuchar los gritos de nadie.