Era un magnifico día en los anchos campos de Hogwarts, magnifico mirase por donde se mirase. Era hermoso y armonioso. Si no fuera porque había varios alumnos enzarzándose en una pelea.
Severus miraba con rabia a James y a Sirius. ¿Es que no habría ningún día en que le dejasen en paz?, estaba claro que no y eso que era la primera semana del ultimo año de curso. Simplemente, el hecho de que le gustase Lily Evans hacían de su vida un autentico infierno. Como si fuera un pecado estar enamorado de su amiga.
—¿Algo que objetar Snivellius?— preguntó con burla Sirius mientras tiraba todos sus pergaminos al suelo húmedo del césped, haciendo que todo su arduo trabajo de horas se fuera al traste.
—Vete a la mierda Black—farfullo enfurecido Severus. El Slytherin se levanto del suelo con una mirada de un tigre en sus ojos.—Aunque, que se puede esperar, de una bella mariposa de pradera que no puede ser tocado ni con el pétalo de una rosa.—añadió con clara burla.
James lo agarro por la solapa de su túnica mientras lo zarandeaba varias veces con una mirada cargada de odio.
—¿¡Que quieres decir pedazo de mierda!?— chilló el griffindor
—Oh, ¿Que pasa Potter? las neuronas se han muerto en tu inexistente cerebro y no comprendes el significado de maricón?—
James no le permitió seguir hablando. Por que de un puñetazo tiro al suelo al slytherin, dejándolo por unos segundos con la mente en blanco.
Si era cierto, que Severus tenía que controlar esa lengua tan afilada, que de lo contrario pasaría lo que pasaría. Como lo que estaba ocurriendo en esos momentos. Pero no podía evitarlo, era tal la rabia que emanaba en esos momento que no permitiría que aquellos dos iluminados se salieran con la suya. Aunque, debía de admitir, que el bastardo de James era poseedor de una fuerza bruta. Severus se levantó, pese a lo mucho que le costaba respirar por la nariz. Ya podía sentir como la sangre barboteaba escurriéndose y llegando hasta su ó la varita. Si querían un suelo que así fuera, tanto Sirius como James sabían a la perfección que perderían contra Severus, o al menos seria difícil ganarle. No por nada, era el mejor en defensa contra las artes oscuras.
El Slytherin miro el amplio campo, no había nadie. Sabía perfectamente, que aunque ganase exitósamente el duelo, saldría mal parado por ellos dos. Ya veía venir a la profesora MaCgonagall riñéndolo por sus actos. Tenía que ser listo. Si les hacia mucho daño, estaba claro que ningún profesor creería la versión del estudiante hosco y malhumorado.
—¡Alarteescendare!— gritó Severus.
—¡Protego!— se defendieron a la vez Sirius y James
—¡Confringo!
— ¡A napneo!
—¡Protego totallum!— pronuncio Severus creando un escudo protector alrededor suyo.
—¡Enervate!
Una duelo entre rayos de colores inundaron el campo de Hogwarts. Tampoco es que hubiese nadie para poder ver la belleza de aquel duelo mágico. Sin embargo, para desgracia del Slytherin no era su día de í estuvieron por varios minutos. El dolor propinado por James estaba empezando a hacer su afecto. La cabeza de Snape le daba mil vueltas, sentía que estaba a punto de desfallecer, le costaba respirar, el punzante dolor se su nariz le dificultaba enfrentarse contra esos dos imbéciles. la sangre que goteaba de su nariz le denegaba el derecho a respirar, y si eso fuera poco. Su magia estaba empezando a desvanecerse del cansancio.
—¡Expelliermus!— gritó James.
Un rayo rojo impactó contra el pecho del Slyterin, desarmando a Severus y dejándolo sin varita. Indefenso, tirado en el suelo.
Los dos leones se acercaron a Severus, sintiéndose poderosos al ver así de indefenso al Slytenrin.
—Ahora ya no eres tan valiente ¿eh?, serpiente arrogante.—escupió con odio Potter mientras lo apuntaba con su varita.
Severus los miro con odio, notando como la rabia burbujeaba en lo mas profundo de su ser. Quería levantarse y darles su merecido, levantarse y maldecirlos incansablemente hasta que no pudieran embargo, podía escuchar como algo venía rápidamente, las pisadas de una animal. Sin embargo, la varita de James apuntándolo sin compasión al Slytherin era algo que le preocupaba mucho mas.
—Prepárate asquerosa serpiente—James lo apuntó con su varita, sintiendo como el odio hacia aquel chico hacía que perdiera por completo su sentido común.—¡Engrossamien...!—
No llegó a terminar el hechizo por la simple razón de que un enorme Rottweiler apareció de la nada mordiendo salvajemente el brazo de James, donde se podían escuchar los gritos de espanto de Sirius y obviamente los de Potter.
La escena era tan surrealista que Severus tuvo que forzarse en abrir los ojos para deleitarse con semejante escena. Oh, y vaya que escena. Un perro negro mordiendo el brazo del chico sin compasión, viendo como la sangre se escurría entre los dientes de aquel can. Como una bestia salvaje.
—¡EXPULSO!— grito Sirius tratando de proteger a su amigo.
El perro salió disparado por el aire, cayendo bruscamente al suelo, donde se pudo escuchar un sonido sordo. Sin embargo, volvió a levantarse y se puso delante de Severus, sorprendentemente tratando de protegerle a la vez, que no dejaba de mostrarle los dientes a los dos leones.
James y Sirius estaban tentados en matar al perro. Pero aquella mirada carente de humanidad. Aquella mirada llena de salvajismo les hicieron pensárselo dos veces. no era solo eso, James no estaba precisamente para pelear. Aquella mordedura estaba haciendo que viera las estrellas de todos los colores. El dolor causado por el brutal mordisco, le indicaba que no estaba en posición de pelear. Gracias a, ladrido tras ladrido, el perro logró espantar a los dos chicos, huyendo, al ver que este era capaz de matarlos a base de mordiscos.
Pese a que James y Sirius se habían ido corriendo como alma que lleva el diablo, el Rottweiler no dejo de estar a la defensiva. Pasados los minutos, y dándose cuenta de que el peligro había cesado, la posición del enorme perro, paso a una mas tranquila y relajada. Se giro, y miro al alumno de la toga con solapas verdes. Se acerco con lentitud, mientras le olisqueaba toda la cara...para que segundos después paso a llenarlo de babas. Se notaba que el perro estaba contento y mas aun cuando le tiro a la hierba mientras jugueteaba con el.
Le costo quitárselo de encima, no es que estuviera depreciando su gesto (en parte si, no le agradaba tener las babas de ese perro en su cara).
Cuando consiguió enderezarse el perro saltaba de facilidad.
—Gracias— dijo Severus, manteniendo esa expresión inescrutable, mientras acariciaba la cabeza del Rottweiler.
Se sentía bastante desfallecido, la sangre que había perdido le hacia sentirse muy débil. Aunque, después de todo lo ocurrido se sentía con mas fuerza para ir hasta la enfermería. Aunque, ahora que se acordaba, probablemente estarían esos dos gilipollas, acusándolo de conspirar contra sus miserables vidas. De inmediato desechó la idea. No tenia ganas de ver a esos dos imbéciles.
—¡Lucano!— Severus se giro al escuchar esa voz, y como era de imaginarse, el perro se giró y corrió como el viento. Snape miró hacia todos los lados para ver quien era el dueño de ese perro, en este caso de Lucano.
Pero no vio nada.
Estaba totalmente solo. Y el Rottweiler había desaparecido de una forma fugaz y efímera.
Severus se quedo muy extrañado. El había escuchado el nombre del perro. Tampoco se preocupo demasiado, estaba seguro que lo volvería a ver. Un perro tan grande como ese y de esa raza no se veían todos los días. Estiro su toga y se dispuso a recoger los libros y pergaminos que esos dos iluminados habían tirado.
— He visto lo que James y Sirius te han hecho... no es justo lo que hacen contigo Sev.
Snape no tuvo que levantar la cabeza para saber quien era.
—¿También vistes al perro?—preguntó Severus.
—¿Que perro? ¿de que hablas?—preguntó confusa.
El Slytherin se quedo confundido. ¿Había visto lo que sus dos amigos le habían hecho pero no había visto a un maldito perro morder a su novio salvajemente? Aquello no tenía sentido.
—No importa Evans.—farfulló el ojinegro quedándose sumido en sus pensamientos.
—¿Ahora soy Evans?
Lily se agacho para ayudarle a recoger sus libros, mientras dejaba que sus dedos rozaran los de Snape intencionadamente. Algo que claramente le incomodó y le molestó.
—Para de hacer eso
—¿Hacer el que?— preguntó inocentemente.
Severus suspiro con cansancio. ¿No se daba cuenta de que lo único que lograba haciendo eso era darle unas inexistentes esperanzas?
—De hacerme pensar que tengo posibilidades contigo.— dijo mientras miraba fijamente a los ojos verdes de Lily.— tu estas con Potter... eso es suficiente para que me mantenga alejado de ti.
—Severus... me llamaste "sangre sucia"
El chico apretó sus labios con fuerza, quedándose congelado por unos segundos. Y otra vez volvía a recordarlo lo que la llamo, Severus estaba a punto de desquiciarse. El ya sabia que había hecho mal, lo sabia a la perfección. Pero el estaba harto de la presión de sus compañeros, harto del constante acoso del grupito de Black y Potter, harto de tragar constantemente con la culpa... ese día, simplemente estallo. Aunque, sabia un poco y con dolor, que aquel insulto estaba cargado con un poco de verdad.
—Bueno, lo pasado, pasado esta ¿no?— dijo Evans mientras se levantaban del suelo, tratando de cambiar de conversación al ver aquella expresión desolada de Severus —¡ah, se me olvidaba!— Lily saco su varita y apunto a la nariz de Snape— Episkey
La nariz del Slytherin sano de inmediato, a pesar del punzante dolor que llego a su cerebro.
—Duele—mascullo para sus adentros. Aunque mas bien, se asemejaba al de un gruñido.
Lily sonrió al ver como se sobaba el puente de su nariz, dejando que unos cuantos quejidos salieran de su boca.
—¿Sabes que?, va a venir un nuevo integrante a Hogwarts. Esta noche.
Severus la miro sorprendido. No recordaba haber escuchado algo como eso.
—He oído que es un chico algo mayor que nosotros.
—Y ¿Qué va hacer aquí?
Lily se acaricio el mentón, quedándose pensativa.
—Si mal no me equivoco, es una especie de mecánico mágico... la verdad es que no le vendría mal a Hogwarts un manitas que arreglara todos los cachivaches. ¿Recuerdas cuando el profesor Flitwick intento arreglar el proyector y le acabo estallando en toda la cara?
Snape enarco una ceja, mientras los dos iban caminando hacia el castillo.
—¡Como olvidarle! Peeves no paro de burlarse de el. Se volvió el payaso personal de todo Hogwarts.
La pelirroja se le quedo mirándolo durante varios segundos. Mirando las facciones de Severus. ¡Como añoraba volver a verlo reír! ¡Añoraba esos días donde ambos se enredaban en las sabanas sintiendo el calor de ambos! ellos dos, y nadie mas. solo ellos dos. Lily sintió culpabilidad por alejarse de su amigo. Se sentía culpable, por usar de pretexto el insulto que Severus la lanzó, cuando sabia a la perfección que lo hizo sin malicia alguna.O eso creía. La declaración de James fue algo que la partió en dos, sin llegar a saber que elegir.—Me tengo que ir Lily... ¿nos veremos en la cena?
—¡Claro!— afirmo la chica, con ligera tristeza en su voz.— ¿A dónde vas ahora?—pregunto interesada.
—A la biblioteca, quiero leer un libro sobre pociones de los muertos.
—Que lo disfrutes—Lily se quiso dar contra la pared al haber soltado eso ultimo. ¡¿Quien diablos decía eso?! Pero antes de que la pelirroja pudiera llegar a disculparse, Snape se estaba dirigiendo hacia el castillo dejándola atrás y sumida en sus pensamientos.
Severus llego a la sala comun, y no le agrado mucho la visita que tuvo.
—¡Severus!, ya me extrañaba a mi que no te viera— el chico se giro, y vio el inconfundible pelo blanco de Malfoy, junto a Bellatrix — ¿Adonde vas? A la biblioteca ¿Me equivoco?— dijo burlonamente Lucius, mientras miraba los libros mojados de Snape.
—¿Qué quieres Lucius?— preguntó cansado, sin saber a que venia tanta amabilidad. desde luego, viniendo de un Malfoy no era algo que le inspirara mucha confianza.
—¿No lo sabes?, Los traidores de sangre están en la enfermería... ese Potter fue mordido por un chucho— hablo Bellatrix con mofa y con un hilo de sadismo en su voz.— creo que el perro me va caer muy bien. — susurro aquello ultimo con un hilo de sorprendente alegría en su voz.
—¿Quieres estar solo no?— basto la mirada asesina del Slytherin para hacerle entender la respuesta —¡Vale vale! no nos asesines, te dejamos en tu soledad— finalizo Malfoy con un deje de humor, mientras se iba caminando con su típica elegancia suya por el pasillo, junto con Bellatrix.
"La anaconda y la cabra" pensó para si mismo. Hubo un largo silencio, donde Snape se quedo contemplando el claustro, pese a que esos dos ya no estaban. le gustaba el silencio, era irónicamente algo mágico si uno sabia llegar a disfrutarlo. Salió de la sala común mientras se dirigía a la biblioteca, era una suerte saber que los ignorantes no se acercaban allí. Lo cual, en su caso, nadie se dirigía a ese lugar. Pero, ¡oh! que sorpresa se llevó al ver a cierto perro meneando la cola, sin dejar de mirarlo. y mas sorprendente aún, si es que era posible, junto a una persona que estaba de espaldas con una especie de mapa mal dibujado.
—¿Estas seguro de que es por aquí?, yo dolo veo piedras.
Vio que el chico se giraba para mirar a su perro. Pero se llevo un sobresalto cuando lo vio.
Lo miro fijamente, analizándolo. Clavó su mirada en el. Era un chico alto, tal vez unos cuantos centímetros mas alto que ía, curiosamente un cigarrillo en la oreja. Era muy moreno, la piel le recordaba en cierto modo al polvo del chocolate. El pelo lo tenia rapado desde abajo, donde poco a poco se iba degradando hasta tener una buena mata de pelo marrón, rozando el negro. Sus ojos eran dueños de un llamativo color castaño, rozando el naranja. Tenía rasgos algo andróginos, pero no era eso lo que captaba toda su atención. No, nada de eso. Era una enorme cicatriz que llegaba desde la comisura de la boca derecha hasta el pómulo. era en cierto modo desagradable de ver. Aberrante podría ser la palabra más exacta. Definitivamente aquello le afeaba mucho.
—Por norma general, Lucano es un perro muy pacifico.—Severus reconoció la voz de inmediato— perdona, pero no pude evitar ver lo que ocurrió en el campo— aclaro rascándose la nuca con nerviosismo mientras el famoso Lucano estaba mirándolo, con el rabo moviéndose de un lado a otro.
Lo que le faltaba, que aquel chico se compadeciera de el, pensado que era la típica víctima de abusos escolares. Le resultaba irritante, y mas aun, ver como el chico parecía compadecerse de el.
—Estoy buscando a...— vio como el chico buscaba un papel en su bolsillo derecho— Albus. Percibal. Wulfric. Brian. Dumbledore...—el chico enarco sus cejas— ¡joder!, ¡Tiene mas apellidos que la reina de Inglaterra!
Severus pensó si ese chico se había golpeado contra la pared. No podía creer que fuera capaz de dirigirse así al mejor mago de ese siglo.
—¿Por qué preguntas por el?—interrogó secamente.
—Hay una vacante de mecánico mágico—el extraño sonrió de nuevo. Severus se dio cuenta de que, cuanto mas sonreía más se le deformaba el rostro por los exagerados hoyuelos que tenía—... vengo a por ella... pero el problema es que no tengo ni idea de donde esta su despacho. ¿Podrías indicarme donde esta por favor?
Así que ese era el famoso integrante de Hogwarts.
—Tienes que ir todo recto encontraras unas gárgolas que te llevaran a un pasillo, giras a la derecha, encontraras una puerta, la abres sigues todo recto, giras a la izquierda y te encontraras unas escaleras de piedra, subes y ahí esta el despacho del director.—respondió de una manera adusta. No estaba por la labor de hacer de guía turístico.
Era tal la cara de desconcierto y confusión del chico que tuvo que hacer un esfuerzo por no soltar ningún comentario despectivo. Poco le faltaba para que tuviera dos remolinos en los ojos.
—Perdóname, pero soy un desastre orientándome.— se disculpó el chico con una risa nerviosa, que al parecer de Severus era estúpida— se que a lo mejor te molesto pero...—
—Ya lo estas haciendo.—le cortó de inmediato.
El chico moreno bajo la cabeza. Severus podía ver como trataba de desenvolverse de aquella incómoda situación. Aunque tampoco le importaba, el se lo había buscado. Estuvo tentado en dejarlo así, y que se las apañase el solo. No era su problema, no tenía porque ayudarlo. Pero había algo que se lo impedía. Recordó que ese chico era el dueño de ese perro, perro que le había salvado de aquellos dos cretinos. De algún modo, tenía el impulso de ayudarlo. Mas bien ayudaba al perro en vez de a su amo, pero de igual manera, valía para devolver el favor. Al fin y al cabo, podía ser muchas cosas, pero no un desagradecido.
—Si lo prefieres te puedo llevar hasta allí
Era sorprendente la velocidad que tenía ese chico para animarse. El rostro del extraño se iluminó por completo, casi como si hubiese encontrado al mismísimo Dios de por medio.
—¡Si!...por favor— hablo esta vez con mas tranquilidad en su voz. Aunque se notaba el entusiasmo en su voz.—¡muchísimas gracias!
—Es por aquí— asintió con la cabeza de manera áspera. Hizo un gesto con la mano, y el chico lo siguió.
—¡No sabes lo mucho que te lo agradezco!... la verdad es que lo mas probable me habría perdido, y ¡quien sabe! puede hasta hubiese terminado en las mazmorras del castillo.—volvió a reír nerviosamente.
Aquello estaba agotando la poca paciencia que le quedaba. Quería con fuerzas ponerle algo que lo callase de una vez por todas.
—¿De donde vienes?— preguntó, al ver que tanto, por sus rasgos físicos como por su acento no era de ningún modo de Inglaterra.
—Se me nota ¿no?—al ver el silencio incómodo que el Slytherin estaba creando trato de responder lo mas rápido que pudo la pregunta—soy de... de... bueno, creo...—El chico miro a su perro, como si estuviesen intercambiando miradas—me temo que no puedo decírtelo.—respondió con una ancha sonrisa—¡pero hablo español!—alegó como si eso fuera suficiente.
Severus supo entonces que ahí había algo raro. Un chico que no iba a decirle la cosa mas absurda del mundo que era el lugar donde vivía... algo le decía, por la pequeña mochila que llevaba era que estaba embargo, no dijo nada y se mantuvo en silencio.
—¿Al menos no estará prohibido saber como te llamas?—preguntó toscamente el Slytherin.—¿o acaso es sagrado?
—No—vio como entrelazaba los dedos con nerviosismo. Especialmente por la incomodidad de la situación.—me llamo Amal, Amal Rodríguez. ¡Encantado!—volvió a animarse de la nada a la vez que le estrechaba la mano.
Severus miró a Amal como si fuera la persona con el mayor retraso mental de toda la comunidad mágica. Ignoró el saludo como si fuera portador de la Peste negra. Lo estaba ayudando, se había molestado en ayudarlo, ¿era tanto pedir que lo dejara en paz y que se dejase de tonterías? Sabía perfectamente que una vez que hubiese conseguido su propósito (en este caso llegar al director) el pasaría de él como si nunca hubiese existido. Lo que era un alivio para él. Estaba devolviendo el favor a ese perro. No a su dueño. ¿Era mucho pedir que cerrara la maldita bocaza?
—Lamento estar incomodándote—dijo Amal.
Lo miró de reojo. Sin llegar a entender porque se disculpaba, sin embargo, por el momento, optó por no decir nada. Y por absurdo que sonara, incluso para si mismo, podía notar la tranquilidad del chico. No era como si el estuviera dispuesto a entablar una pelea. De echo, era todo lo contraio. Sereno y manso. No parecía de ningún modo, ofendido por su comportamiento.
—Ya hemos llegado, es aquí.—dijo Severus.
El chico, con un extraño y repentino cambio de humor. El moreno se limitó a sonreír.
—Muchas gracias.—e hizo una pequeña reverencia con la cabeza.—lamento las molestias causadas—dijo con una total calma y sosiego.
Severus se paró en seco. Preguntándose si acaso había escuchado mal.
—¿Por que te disculpas?—preguntó frunciendo el ceño.
El moreno se giró mirando fijamente a los ojos negros del Slytherin. Y por alguna razón un escalofrió recorrió su cuerpo. Esa mirada… esa mirada carente de humanidad, como si el fuera una simple presa. Fue tan solo unos segundos. Pero esa desagradable sensación se quedo grabado en su cuerpo.
—Claramente querías tu espacio y yo no lo estaba respetando. Me disculpo por ello—respondió con una pequeña y suave sonrisa—simplemente me estabas ofreciendo ayuda, pero obviamente no estas interesado en realizar esas absurdas apologías para entablar una conversación vacía, carente de argumento alguno. Me disculpo por pensar que eras otro mas del montón y pensar que había que engrandecerte en una cuna de algodón. Y me alegro de saber que este no era el caso.—vio que Amal miraba al perro que estaba mirándolo con alegría—es por eso que me disculpo.
Severus no supo que decir en esos momentos. Era tan surrealista la situación que no pudo pronunciar palabra alguna. Extraño su comportamiento, extraño su forma de ser, extraño su mirada. Extraño todo. No supo el por qué, pero hubo algo que hizo que tuviera miedo de él. Solo fue por unos instantes. No sabía que era. No tenía explicación alguna. Pero lo único que quería era irse de allí. Había algo raro en ese chico. Y no sabía que era. Podía intuir que ese chico estaba huyendo, y que por ello, Dumbledoor le estaba dando cobijo. Pero no podía imaginar el qué.
—Disculpas aceptadas—respondió escuetamente el Slytherin.
Se dio la vuelta, para huir de aquel lugar.
Nota del Autor.
Este fanfic se dividará en tres partes;
La piel del cordero.
La carne del cordero.
El alma del cordero.
Aviso de antemano se se tocaran temas algo difíciles de digerir; Abuso infantil, abuso psicológico, manipulación emocional, síndrome de Estocolmo, tortura física, gore, Estrés post traumático y así un largo etc.
En este fic, se darán parejas como; Severus y Oc (en este caso Amal) y tras varios capítulos Sirius y nuestro protagonista.
Esto lo hago por que quiero, no cobro dinero ni nada por el estilo, lo que si que pediría a cambio es que de vez en cuando, tuvierais tiempo en escribir un comentario acerca del capítulo o lo que os a parecido o simplemente expresar vuestras opiniones.
Un saludo desde España y gracias.
