Avatar: la leyenda de Aang no me pertenece. Escribo esta historia sin fines de lucro

Capitulo 1.

Por fin el señor del fuego Ozai fue derrotado por Aang en una dura batalla de la que salió victorioso. Le perdono la vida y le quito su fuego-control, para asegurarse de que no podría dañar a nadie más.

Recién había terminado la batalla cuando apareció una nave de la nación de Fuego, de ella descendieron Sokka sostenido por Suki y Toph, porque tenía una pierna lastimada. El Avatar sonrió al verlos y esperaba ver a Katara bajar de la nave, Sokka comenzó a hacer una parodia de la pelea, cuando concluyó Aang ya no pudo contenerse más.

-¿Dónde está Katara?

-Está con Zuko en el palacio luchando contra Azula –Le respondió Sokka con toda calma.

-¡¿Qué?! ¿Porque se fue sola?

-No está sola, no oíste que está con Zuko.

-¿Y que hacemos aquí? Debemos de ir a ver como están, recuerden que Azula es poderosa y con el cometa ese poder aumentó. – Dijo Aang bastante ansioso.

-No deberías preocuparte tanto "pies ligeros" Katara es poderosa y Zuko no se diga, a él también le aumentaron sus poderes, no los menosprecies.

-Claro que no los menosprecio, ellos fueron mis maestros, pero me parece conveniente que vayamos a ver qué pasó allá.

-Tienes razón, podemos irnos en esta nave y de paso nos llevamos al "Señor Perdedor" – dijo Sokka.

Todos estuvieron de acuerdo, aunque en realidad Aang quería entrar en estado Avatar para poder llegar a la Nación del Fuego lo más rápido que fuera posible, pero sabía que sus amigos no lo iban a dejar, por lo que resignado se subió a la nave, esperando que fuera rápida y que todo estuviera bien en el Palacio. La sola idea de que Katara estuviera herida o, peor aún, muerta lo hacía sentir desesperado, comenzó a temblar por lo que trato de calmarse, respirando profundamente.

-Te preocupas demasiado Aang, de seguro todo salió de maravilla – le dijo Toph dándole un golpe en el brazo.

-Sí, tienes razón- concedió Aang sobándose el brazo, esas demostraciones de afecto de la maestra tierra eran dolorosas.

Ya casi oscurecía cuando por fin llegaron a la Nación de Fuego, y no pudiendo aguantar más la incertidumbre, Aang formo una esfera de aire para llegar más rápido al palacio. La ciudad parecía desierta, no se oía ni un ruido.

Llegó al palacio, que también estaba en silencio, se puso nervioso, no se veían huellas de ninguna batalla, ¿y si los capturaron en cuanto llegaron? ¿Si fue una trampa? Por más que quería alejar esos pensamientos pesimistas, no podía estaba muy preocupado por Katara.

Con su esfera de aire recorrió el palacio dirigiéndose a la explanada, cuando estaba cerca comenzó a oír unos gritos que lo aterraron, llegó en cuestión de segundos y se detuvo: ahí estaba Katara abrazada a Zuko, Azula estaba encadenada a una reja gritando y llorando fuera de sí.

Al momento de verlos un dolor se clavó en el corazón del Avatar, pero enseguida lo desechó porque Katara alzó la mirada, lo vio parado en los escalones, soltó a Zuko y corrió hacia él.

-¡Aang, estás bien! – le dijo mientras lo abrazaba con fuerza.

-¿Tú estás bien?- preguntó ansioso.

-Sí, gracias a Zuko, Azula me lanzó un rayo – Aang se tensó al oír esto – pero Zuko lo vio y se interpuso, salvándome la vida.

Se separaron y el Avatar miró a su ahora amigo, caminando con dificultad hacia él.

-¿Cómo estás?

-Bien, Katara me curó y solo estoy adolorido.

- Creo que tardaras unas dos semanas en estar completamente bien – dictaminó la maestra agua.

Una algarabía en la puerta los distrajo. Sus amigos acababan de llegar y corrían hacia ellos. Llevaron a Zuko a una habitación para que reposara.

Poco a poco comenzaron a llegar los pobladores buscando noticias de que era lo que había pasado, además de gente de las ciudades cercanas. Se tuvieron que mandar cartas a Ba Sing Se, Omashu, la Isla de Kioshi y todas las colonias de la Nación del Fuego que estaban regadas por el mundo.

El trabajo fue extenuante y Aang no había vuelto a hablar a solas con Katara, todos los días se veían pero siempre había miles de cosas que discutir o decisiones que tomar con varios líderes.

Aunque le animaba el hecho de que siempre que sus miradas se cruzaban una radiante sonrisa iluminaba su bello rostro haciendo resplandecer sus ojos azules, esto le daba la energía y paciencia para seguir adelante, esperando que en poco tiempo pudiera hablar a solas con ella. Tenía tanto que decirle y esperaba que ella también tuviera cosas que comentar con él.

La oportunidad se presentó dos meses después. Iroh regresaba a Ba Sing Se para reinstalar su salón de té, Zuko se ofreció a acompañarlo y de inmediato todos se añadieron al plan. Era el momento perfecto para hablar, aunque ahora que se presentaba no sabía cómo iba a comenzar. Bueno ya se le ocurriría algo.

Al amanecer, cargaron a Appa con provisiones y subieron a él como en los viejos tiempos: el "equipo Avatar" reunido.

-Es bueno volver a volar juntos- comento Toph

-Sí – dijeron los demás.

-Tal vez sea la última vez por un largo tiempo- suspiró con melancolía

-¿Porqué lo dices? – pregunto un confundido y espantado Aang.

-Porque todos tenemos que regresar a nuestros hogares, aunque no es algo que quiera, tengo que decirles a mis padres que estoy bien, aparte de reclamarles el que hayan mandado a esos dos inútiles para que me capturaran y me llevaran de vuelta.

-¿Ustedes también van a volver al Polo Sur? – preguntó el maestro aire mirando Sokka y Katara.

-Sí, papá ya está de camino, tenemos que restaurar la aldea,

-Y tú Suki ¿volverás a Kioshi?

-Por el momento no, voy con Sokka al Polo Sur. – Contestó la aludida, mirando tiernamente a su ahora novio.

El silencio se hizo en el grupo. Katara que no apartaba la mirada de Aang, se dio cuenta de la tristeza en su rostro, esperaba que pudieran hablar, no le gustaba verlo así.

Llegaron a Ba Sing Se y comenzaron a ayudar a Iroh con la remodelación, por la tarde ya todo estaba listo y disfrutaban de un delicioso té que les servía Zuko.

Aang suspiró, la paz lo invadió al verse rodeado de sus amigos, todos relajados. Salió de la habitación para ver el atardecer, casi al instante percibió que alguien se acercaba, el dulce aroma de Katara lo envolvió. Volteo a verla y sin decir nada se abrazaron fuertemente, el corazón de ambos latía desbocado. Katara se separó un poco para mirarlo directamente a los ojos, lentamente acercó su rostro hasta que sus labios se posaron con suavidad sobre los de el Avatar. El beso fue dulce y lleno de amor; después de unos minutos se separaron con renuencia.

-No había podido decirte que estoy muy orgullosa de ti – dijo Katara con suavidad –por haber encontrado la forma de vencer a Ozai sin quitarle la vida. Quiero pedirte una disculpa por presionarte para que lo mataras.

-No tiene porque disculparte, no sabías que había otra alternativa, ni yo lo sabía. Lo consulte con otros Avatares y todos me decían lo mismo, fue un león-tortuga el que me iluminó y enseñó a quitar los poderes de control.

-Me alegro tanto – hubo un momento de silencio – también quiero disculparme por lo que te dije cuando vimos esa tonta obra en la Isla Ember, en realidad no estaba confundida, tenía miedo. – Confesó la maestra agua con timidez.

-¿De que no sobreviviera?

-¡Claro que no!, sabía que ibas a salir victorioso.

-¿Entonces de qué? – le preguntó Aang confundido.

-De que una relación entre nosotros en ese momento pudiera ser una gran distracción para ti y de que yo no sobreviviera – Aang trato de protestar pero Katara continúo. –Es verdad, no podía negar las posibilidades de que eso pasara y lo que menos quería era que tú sufrieras por mi culpa.

-Veo que aún no lo has entendido – le respondió el maestro aire con un brillo en sus ojos – aunque tú no me correspondieras si morías iba a sufrir mucho. Te amo.

-Perdóname si te herí.

-No hay nada que disculpar. Afortunadamente todo salió bien y estamos juntos ¿no? – dudó al final, ¿qué sabía el de chicas y de amor?

-Sí, para siempre – le contestó Katara acercándose para volverlo a besar.

Al terminar el beso Aang la tomó de la mano – ven – se dirigieron a donde estaba Appa, todos los demás seguían adentro riendo y no se dieron cuenta que se marchaban. Volaron sobre la ciudad y llegaron a un hermoso prado lleno de flores, ahí aterrizaron. Tomados de la mano se sentaron cerca de un pequeño río.

-¿Sabes lo maravilloso que fue ver tu rostro cuando salí de ese bloque de hielo? – Comenzó a decir mientras la miraba tiernamente.- Pasaba por un momento muy difícil, el huir del templo fue la mayor estupidez que cometí, pero gracias a eso pude conocerte – le tomó las manos y la miró con ternura. –No sabes lo duro que fue para mí cuando me enteré de que estabas en la Nación del Fuego combatiendo a Azula, y no fue porque no confíe en tus habilidades de maestra agua, si no porque tenía miedo de que salieras herida, casi entro en estado Avatar para llegar lo más rápido posible y comprobar que estabas bien. No sé que hubiera hecho si algo malo te pasaba, estoy más que en deuda con Zuko por salvarte.

-Yo también estaba preocupada por ti, afortunadamente no tardaste en llegar y comprobé que estabas bien.

Se miraron a los ojos con ternura y volvieron a besarse. Lentamente se separaron.

-¿Sabes? La Tía Wu me dijo que me iba a enamorar de un gran maestro...

-Lo sé- la interrumpió Aang.

-¿Cómo lo sabes?

-Mmm, bueno yo... la escuche- confesó.

-¡Estabas escuchando!

-No lo pude evitar, sabes que desde entonces estoy enamorado de ti y quería saber qué posibilidades había de que estuviéramos juntos.

-Sabes que no es correcto escuchar a escondidas ¿verdad?- lo reprendió Katara.

-Sí, lo siento.- contestó arrepentido.

-Ya no tiene importancia – le sonrió Katara. -El día que hizo erupción el volcán contuviste la lava para que no destruyera el pueblo y Sokka hizo un comentario que me hizo comprender que la Tía se refería a ti.

-Sí, ¿cuál?

-Que eres un gran maestro.

-Sokka es muy perceptivo – dijo Aang con una gran sonrisa.

-Lo es – respondió Katara y los dos rieron.

Después se quedaron en silencio unos minutos, fue el Avatar el que habló.

-El trabajo que sigue va a ser duro.

-Lo sé pero lo vas a lograr.

Él le sonrió dulcemente, ese apoyo incondicional le daba mucha fortaleza.

-Me gustaría que estuvieras conmigo.

-Me agradaría, pero en el Polo Sur también hay mucho por hacer y mi papá me pidió que le ayude junto con Sokka.

-Entiendo.

-Pero puedo regresar una vez que esté avanzado el trabajo.

-Claro, nos escribiremos ¿verdad?

-Por supuesto ¿Qué pregunta es esa?

El maestro aire solo se encogió de hombros.

-¿Sabes? Puedo acompañarte durante un tiempo de todas formas Sokka va a estar con mi papá – Se apresuró a decir Katara y es que esa expresión era su debilidad, es más, ese niño en su totalidad era su debilidad, haría cualquier cosa por él.

-No podría pedirte que hicieras eso...

-No me lo estas pidiendo, ya lo decidí, nadie se va a enojar porque te acompañe por un tiempo.

-Gracias –le dijo Aang sintiendo cuanto la amaba.

Como ya empezaban a salir las estrellas.

-Me parece que es hora de regresar- comentó Katara.

-Sí – respondió el Avatar con desgana.

Montaron en Appa, quedándose otra vez en la cabeza del bisonte.

-Me sentiré muy extraño ahora que el grupo se va a separar. Llevamos tanto tiempo junto, ahora los considero como mi familia.

-Sé que tú también eres importante para ellos y te quieren – le dijo Katara mientras lo abrazaba.

-¿Les diremos a todos que somos novios?- preguntó la maestra agua.

-Por supuesto, no tenemos porque escondernos a menos que tú pienses que no sería prudente en estos momentos.

-Claro que no.

-Bien, empezaremos por nuestros amigos.

Appa aterrizó, Aang ayudó a Katara, la puerta del salón de té se abrió.

-¿Pero dónde estaban? – Les preguntó Sokka molesto – estábamos a punto de salir a buscarlos.

-Solo fuimos a dar un paseo en Appa- le respondió Aang con calma, mientras entraban- les queremos decir algo – todos los observaban con curiosidad- Katara y yo somos novios.

-Ya era hora- dijo Zuko sonriendo.

-Es cierto, tardaron demasiado en concretar algo – dijo Sokka – pero te lo advierto, no me importa que seas el Avatar, tendrás que arreglártelas conmigo si le haces daño a mi hermanita- lo amenazó.

-¡Sokka! Eso no es necesario – se apresuró a rebatir Katara, que estaba sonrojada.

-No te preocupes la cuidaré – añadió Aang con calma.

-Pues yo creo que son muy jóvenes – aportó Toph, como nadie comentó nada y sintió que la observaban añadió – pero dicen que para el amor no hay edad ¿no?

La mañana siguiente fue difícil porque el grupo se iba a separar. Todos estaban tristes, pero Toph era la que más lo resentía, no tenía nada de ganas de regresar con sus padres y vivir de nuevo reprimida. Para ella escapar con Aang y compañía, había sido maravilloso, por primera vez era libre de usar sus poderes y había logrado controlar el metal, cosa que no hubiera conseguido estando con sus padres.

-¿Qué pasa Toph? – preguntó al verla en la sala.

-La verdad es que no tengo nada de ganas de volver a mi casa.

-Pero lo tienes que hacer, para que tus padres sepan que estas bien.

-De seguro lo saben, tienen conocidos aquí en Ba Sing Se que ya les habrán escrito para informarles.

-Te propongo algo, ve a ver a tus padres, el tiempo que sea necesario y si lo deseas puedes volver aquí.

-¡¿De verdad?! – la alegría en su voz era inconfundible.

-Por supuesto, es lo menos que puedo hacer por mi si fu.

-¡Acepto! – Grito emocionada dándole un golpe al Avatar en el brazo – solo iré una semana por mucho dos.

-Bien aquí te estaremos esperando.

Mientras tanto Katara estaba en su recamara pensando cómo le diría a Sokka que se iba a quedar acompañando a Aang, a veces era impredecible su reacción. Tomo aire y salió de su cuarto para hablar con su hermano. Llegó al cuarto y tocó suavemente.

-Adelante – contestó Sokka que aun no terminaba de empacar.

-¿Necesitas ayuda?

-Claro, ¿tú ya terminaste?

-No pero antes necesito hablar contigo seriamente.

-¿Qué pasa? – preguntó preocupado.

-Nada malo, pero sí importante – su hermano la miró confundido. –No voy a regresar contigo a casa.

-¡¿Qué?! ¿Por qué?

-Me quedaré acompañando a Aang por un tiempo. Comprende que para él sería difícil quedarse solo después de que hemos estado con él por un año.

-Entiendo muy bien eso, pero ahora que son novios no es adecuado que vivan juntos.

-Pero no estaremos solos, está Iroh y Zuko se quedará durante un tiempo por lo de las negociaciones de paz.

-Tal vez me podría quedar con ustedes...

-No Sokka, tú tienes muchas ganas de estar con papá, además de que necesita tú ayuda. Confía en mí, no haré nada malo.

-¿Estás segura? – Katara asintió – Bien, le diré a papá tus planes y espero que no tardes mucho en regresar, se pondrá triste.

-Lo sé, yo también quiero regresar y estar con él, pero en estos momentos Aang me necesita más, no lo puedo dejar solo. Le escribí esta carta a papá explicándole las cosas.

-No te preocupes se la daré, espero me escribas seguido.

-No lo dudes. –Katara se abrazó con fuerza a su hermano, también era difícil separarse de él.

-Solo no me cuentes los detalles de tu relación con Aang. –Agregó Sokka bromeando, no quería hacerle las cosas más difíciles.

-¡Sokka! – Lo reprendió su hermana, para luego volver a abrazarlo.

Al atardecer partió Toph en una carroza hacia la casa de sus padres y una hora después Sokka y Suki abordaron el barco que los llevaría al Polo Sur.

Katara se quedó viendo alejarse el barco hasta que lo perdió de vista, no pudo evitar que las lágrimas corrieran por sus mejillas. Aang la abrazó.

-Tal vez deberías haberte ido con él. – le sugirió en voz baja.

-Claro que no, tú me necesitas, más adelante iremos.

-No lo dudes, espero que no haya muchos problemas para hacer las negociaciones de paz.

Por fortuna Zuko y el Rey Kuei llegaron rápido a acuerdos para que se restableciera la paz en el Reino Tierra. Las tropas de la Nación del Fuego fueron retiradas y se planeaba que las colonias fueran reubicadas.

Lo que no se esperaba Katara es que surgieran clubs de fans del Avatar, donde hacían varios eventos en los que invitaban a Aang. Al principio se le hizo gracioso ver a todas esas chicas gritando y siguiéndolo por todas parte pero poco a poco se le hizo fastidioso y más al ver que lo abrazaban y hasta le besaban las mejillas, al parecer "su novio" lo disfrutaba, intentó hablar con él pero siempre le restaba importancia y nunca se negaba a asistir a esas tontas reuniones, era en esos momentos cuando la maestra agua se preguntaba ¿porqué seguían ahí? Pero había algo que la detenía para tomar sus cosas y regresar al Polo Sur.

Fue seis meses después de terminadas las negociaciones de paz cuando su paciencia llegó al límite. Ese día había otra de esas reuniones, cuando iba entrar le negaron la entrada alegando que no era miembro oficial del club. Aang, desconcertado, no supo qué hacer y solo la miro como pidiéndole disculpas.

"Esto es el colmo, como es posible que me trate así" pensó furiosa Katara y se encaminó a un parque cercano para tratar de tranquilizarse. Ahí había una fuente muy grande y comenzó a utilizar su agua control haciendo figuras curiosas, después de un rato estaba rodeada de niños y algunos adultos que admiraban su destreza. Debido a esto perdió la noción del tiempo de repente escucho que le decían:

-¿Presumiendo tu habilidad de agua-control? – quiso bromear Aang, ella volteo para quedar frente de él. El agua volvió a la normalidad y la gente se comenzó a disipar.

-¡Yo nunca presumo de mis habilidades como otros! – le replicó.

-¿Lo dices por mí?

-No conozco a nadie más que haga demostraciones de sus poderes para impresionar a chicas tontas.

-Yo no hago eso y no las llames tontas.

-¿Y todavía las defiendes? – Soltó Katara furiosa – esto es el colmo, en las últimas semanas no me has hecho caso y para colmo hoy ni siquiera me dejaron entrar...

-Te dije que te hicieras miembro del club – razonó Aang.

-No lo voy a hacer y ese no es el punto.

-¿Y cuál es?

-Que te estás comportando como un tonto y estas olvidando lo que en verdad es importante para ser tan superficial que solo te importa que te admiren. – Soltó la maestra agua en un intento desesperado para que su novio entrara en razón.

-No es verdad lo que pasa es que estas celosa.

-Sí, lo estoy y parece que a ti no te importa.

-Me importa, pero ¿qué puedo hacer?

-Podrías empezar por no permitir que te abracen y besen en la primera oportunidad que tienen.

-No actuó así. Además que quieres que haga, que este las 24 horas del día pegado a ti. Soy un nómada aire, somos libres.

Estas palabras impactaron tanto a Katara que se quedó sin aliento por unos segundos.

-¿Acaso sientes que te tengo atado?

-En este momento si. No paras de decirme lo que tengo que hacer, no necesito una nana – Un dolor desgarró el corazón de Katara.

–Bien pues eres libre, nómada aire. – Y sin agregar nada más hecho a correr. Pero alcanzó a oír a Aang gritarle.

-Está bien vete.

Hasta aquí el primer capítulo, espero que le haya gustado :D

Quiero platicarles que me dieron la autorización para traducir el fanfic "la llamada del destino" de Liselle129, que es la secuela de dos historias: "Después de la cueva" y "Avatar en entrenamiento" (ambas ya traducidas por -k). Se los digo por si les interesa la historia y no han leído las otras dos, son realmente hermosas Kataang 100%

Por último; mi musa se alimenta de rewies, por favor no la dejen morir de hambre XD