Los personajes No me pertenecen Son obra de Rumiko Takahashi.
En una lujosa mansión en un barrio privado deTokio, Rin, una joven de 17 años se encuentra con su novio en su habitación.
Esperan ansiosamente a que aparezcan Inuyasha y su novia Aome, ya que éstos quedaron en juntarse en su casa para hacer un trabajo escolar en grupo, pero aún no han aparecido.
Rin da vueltas por su habitación perezosamente, por último suspira y se deja caer en su cama junto a Sesshomaru.—¿Porqué tardarán tanto? —pregunta, impaciente. Ya llevaban esperando más de media hora.
El peliplata cruza sus brazos en gesto perezoso, no podría importarle menos si su hermano y su cuñada aparecían o no.—Seguramente el idiota de Inuyasha, debe de haberse olvidado de que quedamos hoy en estudiar.
Rin vuelve a suspirar y lo mira fijamente.—No lo creo, también le avisé a Aome que estudiaríamos hoy, ella no lo olvidaría.
—Hmp, entonces sigue esperando.—le respondió en tono cortante.
Rin sonríe para sí misma. Sesshomaru nunca ha sido muy demostrativo, siempre es muy difícil tratar de adivinar qué se le pasa por la mente.
En eso, un recuerdo apararece en la mente de la pelinegra. —Oye. —empieza.—Sobre lo que te comenté ayer... ¿Ya tienes una respuesta para mí?
—Ya sabes cuál el será mi respuesta.
La pelinegra se levanta rápidamente y se acerca a él, quien está recostado sobre la coloridas almohadas de su cama. —No seas así, vas a cumplir diecinueve ¡Hay que celebrarlo en grande!
—No estoy interesado.
—Oh, vamos, Sessh. —suplica ella. —Será divertido; música, juego de luces, banquete, amigos ¡Hasta podríamos poner una de esas máquinas que hacen burbujas!
Sesshomaru suspira y cierra sus ojos, luego de algunos segundos responde:—Sabes que no me gusta festejar mi cumpleaños, con una cena en un restaurante contigo me conformo.
—Pero siempre ha sido así, quiero que este cumpleaños sea diferencia para ti ¿Y qué mejor que una gran fiesta?
—No estoy interesado.
Rin hace pucheros y se acerca más a él, quedado así sobre el cuerpo Sesshomaru.
—Por favor. —comienza hablando dulcemente.— Lo pasaremos en grande, no tendrás que bailar si no quieres y no tendrás que participar en la mayoría de los pequeñas eventos que tengo en mente.
El peliplata la mira silenciosamente y sin ningún expresión su rostro.
Rin ya está más que acostumbrada a ese comportamiento por parte de él. La verdad es que aveces se sorprende que Sesshomaru esté con alguien como ella; tan opuesto a él. No concuerdan en casi nada, salvo en la atracción mutua por ambos. Dónde Rin es azúcar, flores y muchos colores; Sesshomaru es sal, hielo e incoloro. Pero a pesar de todas las diferencias que tienen, Rin lo acepta tal y como es. No dudaría en volver a elegirlo entre muchos hombres un millón de veces más, sabe que no hay mejor lugar en el mundo que estar en los brazos de Sesshomaru, y que a pesar de todo no existe alguien en el mundo para ella tan merecedor de su amor que él. A su lado se siente la chica más afortunada de todo el mundo e indudablemente completa. Ya dicen todos "Los polos opuestos se atraen."
—Sé que no te gusta estar rodeado de personas y mucho menos ir a fiestas.—continuó, en tono suplicante.—Pero me encantaría hacerte una fiesta de cumpleaños.
—Si la verdad lo que quieres es hacer algo diferente este año por mi cumpleaños, podríamos cenar en mi casa junto con mis padres... hasta dejaré que Inuyasha participe.
Rin intenta no reír, pero falla estúpidamente.—Hablo enserio.
—Yo también. —contestó con voz sería.
La pelinegra inhala profundamente y rueda los ojos; intentar convencer a Sesshomaru de hacer algo que no quiere es inútil, ella lo sabe más que nadie, pero aún así lo presiona y los resultados son lo mismos de siempre...
—Como sea, ya se me ocurrirá algo. —dice para sí misma— .
En eso alguien toca la puerta. Con un suspiro de alivio por esa pequeña interrupción, Rin se levanta rápidamente y acude al llamado. Quizás y con un poco de suerte; Inuyasha y Aome puedan convencer a Sesshomaru de hacer una gran fiesta para su cumpleaños.
Pero eso no sucederá hoy... O no en ese momento de todos modos, ya que, quién está de tras de la puerta no son Inuyasha y Aome, sino una mujer de largo cabello negro azabache y grandes ojos marrones, lleva una bandeja con jugo de naranja y galletas con chispas de chocolate.
—Mamá.—saluda Rin— No tenías porqué molestarte.
La mujer entra en la habitación y coloca la bandeja en el tocador de Rin.—Sabes que no es ninguna molestia para mi servirte un refrigerio.—contesta amablemente. Luego se percata del peliplata en la cama de su hija.—¡Oh! Sesshomaru, sigues igual de guapo que siempre.
Sesshomaru asiente en un gesto de saludo hacia la agradable mujer.—Señora Murakami.
—Oh, por favor.—sonríe dulcemente.—Te he dicho muchas veces que me llames Sakura.—luego cambia su atención a Rin. —¿No iban a venir Aome e Inuyasha a hacer un trabajo escolar?
Rin toma un paco de juego y muerde una galleta, luego de tragar responde: —Sí, quedamos en que hoy comenzaríamos, pero aún no llegan.
La señora Murakami hace un gesto con sus manos como restandole importancia al asunto. —No se preocupen, deben de estar metidos en otro asunto más importante, igual quizás no tardan en llegar. Bien, pues, yo tengo asuntos que atender también, ya no les quito más su valioso tiempo chicos.
Sale de la habitación tarareando una melodía y cerrando la puerta tras de si.
—Bueno pues... —suspira Rin.—Supongo que solo nos queda comer galletas mientras esperamos a tu hermano.
Sesshomaru cierra los ojos como si estuviese meditando, tiempo después los abre y se encuentra con una sonriente Rin frente suyo, sus ojos denotan un brillo o siempre, él sólo la mira seriamente.
—¿No vas a besarme? —le pregunta, divertida.
Él frunce el ceño, extrañado ante el giro de la situación.—¿Porqué habría de hacerlo?
—Pues porque soy tu novia y tú mi novio, y quiero que mi novio me beses.—contenta ella, en tono sensual, mientras se le iba acercando cada vez más.—¿Necesitas más razones? Tengo muchas.
Sin esperar respuesta, Rin se lanza hacia él y lo besa profundamente, sin rodeos Sesshomaru corresponde al beso de igual manera. Ella se aprieta más contra él hasta que no hay ni un centímetro que los separe. El peliplata coloca ambas manos en la estrecha cintura de Rin, y ella comienza a desprender los primeros botones de la camisa del peliplata. Un, dos, tres... La puerta se abre abruptamente, dando pase libre a quién sea que esté parado junto a ella en esse momento. Rápidamente Rin se levanta de su cama y se aleja lo más que puede de Sesshomaru.
—¡Así te quería encontrar! —le grita un muchacho. —¡Maldita infiel rompe corazones!
