CAPITULO I
Bankotsu Hiiryu, exitoso jefe de edición de veinte y ocho años en la renombrada editorial TAMMA, tenía una vida totalmente envidiable, aun que solitaria.
Comenzó su día a las seis de la mañana, se dio una rápida ducha, se vistió con uno de sus elegantes trajes color negro, una camisa blanca y una corbata azul que resaltaba sus propios ojos.
Se acercó al refrigerador y se dispuso a tomar desayuno en la barra de la cocina, tomó el remoto del plasma de la sala, al cual tenía alcance y escuchó sin mayor atención el noticiero matutino.
Simple rutina para él.
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Kagome Higurashi, esforzada chica de veinte y tres que terminó con honores su carrera en literatura inglesa, pasante en el departamento de edición de la editorial TAMMA, su vida giraba en el sentido que disponía su tirano jefe, no tenía tiempo para nada mas que no fuera él.
Despertó ese día faltando quince minutos para las ocho de la mañana, giró su cabeza para mirar el despertador y su cuerpo se enderezó en un instante – Maldición – escupió cuando volvió en si misma y saltó de la cama para correr a la ducha "Adiós al desayuno… otra vez" se quejó de su repetitiva suerte y se apresuró al baño del cuarto.
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Terminando su desayuno el moreno salió puntualmente a las ocho de su departamento, se dirigió al subterráneo de su edificio y subió a su deportivo negro, tomando dirección a su trabajo.
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A las ocho con veinte, la azabache corría por las concurridas calles de Tokyo, luciendo un conjunto formal negro con falda tuvo, una blusa blanca, tacones altos a juego con el traje y un sencillo bolso negro.
Miró su reloj de mano preocupada – Si llego, si lleguo – se repitió como mantra, tratando de convencerse a sí misma de que era la verdad.
Entró en una cafetería totalmente llena, miró la fila y buscó su salvación - ¡Kouga! – alzó uno de sus brazos saludando a un moreno de ojos celestes y coleta alta que servía café tras el mostrador.
El chico volteó y le sonrió ampliamente – Hola, preciosa – saludó y le indicó con un movimiento de cabeza que pasara al frente.
La chica sonrió y avanzó sin mirar a las personas en la fila, obviamente molestas – Lo siento – se limitó a decir y apoyó sus manos en el mostrador.
-Aquí tienes, preciosa – el chico le entregó dos vasos con café humeante.
Ella le entregó el dinero y le sonrió – Gracias, te debo una – volteó y salió corriendo nuevamente a la calle.
Corrió las últimas dos cuadras que quedaban de camino y entró directo al elevador de la editorial, subió hasta el piso quince.
-Buenos días, Kagome – saludó una castaña sentada en la recepción -, llegas justo a tiempo.
La azabache caminó con prisa para cruzar la recepción -Lo sé, es un… - no pudo continuar ya que en su camino se atravesó el chico el correo, derramando uno de sus cafés en su, hasta ese momento, blanca blusa -. No puede ser.
-L-lo siento – dijo el chico y se marchó avergonzado.
Kagome tomó aire para contener la calma y giró a ver a su amiga.
-¿Qué? – preguntó un poco asustada la castaña.
La azabache caminó con decisión hasta el mesón – Necesito tu blusa, ahora – expuso con seriedad.
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Con cinco minutos faltando para las nueve de la mañana, Bankotsu salió del ascensor que se detuvo en el piso quince, caminó por la recepción sin saludar a nadie, entró en el área de oficinas y el silencio reinó.
Todos los observaban con miedo, pero él parecía no notarlo.
Entró en su oficina y se encontró con la azabache parada junto a su escritorio – Buenos días, Señor Hiiryu – saludó la chica -. Lo esperan para la conferencia, tiene una reunión en media hora y… – informó sin esperar un saludó pero fue interrumpida por el moreno.
-¿Confirmaste la asistencia de todos? – preguntó pasando enfrente de ella y sentándose en su elegante silla de cuello tras su enorme escritorio repleto de manuscritos.
-Lo hice – asintió ella.
-¿Llamaste al nuevo escritor?
-Sí – se acercó a él y le acercó uno de los manuscritos sobre el escritorio -, envió esto - el joven comenzó a revisarlo sin prestarle atención -. También llamo su abogado, dijo que era urgente que…
-Cancela la conferencia, aplaza la reunión una hora y que el abogado espere – interrumpió nuevamente el moreno -. Eso es todo.
-De acuerdo, Señor – aceptó la chica y se dirigió a la puerta de la oficina.
-¿Quién es… Kouga? – preguntó Bankotsu, Kagome se heló y volteó a verlo nerviosa - ¿Y por qué demonios me está invitando a salir?
La chica dejo salir el aire en resignación – Bueno, resulta que ese era mi café.
-¿Y porque estoy tomando de tu café? – cuestionó con seriedad.
-Por que el suyo, se cayó – contestó con total honestidad.
El moreno miró el vaso en sus manos, le dio un sorbo y asintió – Así que también lo bebes negro…
-S-si – tartamudeó ella nerviosa, pasar más de lo estrictamente necesario con su jefe la ponía nerviosa.
-¿Supones que crea eso? – cuestionó el alzando una ceja con seriedad.
-Cla-claro – comenzó a sonar el teléfono de la oficina -, no crea que bebo lo mismo que usted a propósito eso sería… patético – descolgó el auricular nerviosa -. Buenos días, despacho del Señor Hiiryu, habla Kagome – Bankotsu volvió su atención al manuscrito -. Kikyo, hola… si salimos a tu despacho ahora – cortó la llamada - ¿Por qué vamos a ver a Kikyo? – preguntó al moreno.
Él solo la ignoró y ella salió disparada a su escritorio, abrió los memos públicos de la oficina y tecleo "El tirano va saliendo" y lo envió a todos sus compañeros.
Automáticamente todo la miraron sorprendidos y se concentraron en sus labores, ella suspiró y vio salir al moreno con paso firme y su café en mano – Señor – se acercó rápidamente a él -, ¿leyó el manuscrito original que le mande?
El moreno no detuvo su paso – Leí las primeras páginas, pero no me impresiono.
Justo en ese momento Sango se cruzó en su caminó y ocultó notoriamente su manchada blusa.
Bankotsu sonrió de lado – Y si pides el mismo café que bebo por si lo tiras, es patético – se burló de la azabache.
-O impresionante por mi dedicación.
-Impresionante seria que no lo tiraras – llegaron a una oficina -, recuerda que aquí tu no hablas.
La chica se adelantó para abrir la puerta – No diré nada.
El hombre entró con decisión seguido de la chica.
-Oh, nuestro poderoso líder y su cachorra – escupió una elegante lacia. El ojiazul sonrió sardónico y se acercó en silencio a admirar un lujoso mueble en la oficina - ¿Te gusta? – preguntó la mujer.
-Es… interesante – reconoció él.
-Es egipcio, directamente traído desde el Cairo, pero…
-Kikyo, me temo que tendremos que dejarte ir – cortó el bebiendo se su café con tranquilidad.
Kagome abrió los ojos sorprendida y Kikyo se puso de pie seria - ¿Perdón? – preguntó apoyando sus manos en el escritorio.
-Tenías que convencer al escritor de Kobe para que firmara con nosotros y no lo hiciste, estás despedida – informó él.
Kagome cerró con disimulo la puerta – Ya te dije que no estaba dispuesto a publicar su obra, era imposible – se defendió la lacia.
-Es muy interesante tu postura – volvió a beber de su café -, pero le he ofrecido un poco mas de dinero y accedió – sonrió con malicia.
-Pero…
-Lo sé, no tienes capacidad de negociación ¿verdad? – se acercó con calma al escritorio quedando frente a la mujer -, pero en este negocio no sirven personas con falta de capacidad, es decir, tu no sirves – Kikyo no supo cómo responder -. Bien, te doy un mes para que busques otro trabajo y le digas a los demás que te fuiste a buscar nuevos horizontes ¿de acuerdo? – no esperó respuesta y miró a la consternada azabache, Kagome reaccionó y abrió la puerta para que pudiera salir.
La chica lo siguió apresurada - ¿Realmente eso está bien?
-¿Qué está haciendo? – preguntó el moreno y la chica volteó a ver por las ventanas a una desesperada lacia.
-Está dado vueltas como loca – pudo ver la furia en su cara -, está saliendo.
-No lo hagas Kikyo – dijo fastidiado el ojiazul.
-¡Tu, maldito! – gritó desquiciada Kikyo, Bankotsu giró sobre sus talones y Kagome se hizo a un lado -, no puedes despedirme, me robaste al escritor para quedarte con el crédito y glorificarte frente a los jefes, porque te sientes amenazado por mí.
-Mph – resopló divertido el moreno -, no te hagas esto Kikyo – pidió con una sonrisa, cosa que enfureció aun mas a la lacia.
-Como no tienes una vida fuera de esta oficina, te sientes con el derecho de tratarnos como basura, siento pena por ti, morirás solo, nadie se preocupa por ti – terminó por decir y dejo salir el aire.
El hombre rascó su mentón sin quitar su sonrisa y se acercó a la mujer que retrocedió un poco al ver la fría mirada – Ahora escúchame tu a mi – pidió con tono gélido -, no te despido por qué me sienta amenazado por ti, lo hago porque eres inútil, incompetente, inservible, como quieras llamarlo – hizo un gesto de desinterés con sus hombros -, pasas más tiempo acostándote con cualquiera que haciendo bien tu trabajo – le susurró para que solo ella y Kagome pudieran escucharlo.
Ambas se sonrojaron - ¿Cómo te atreves? – preguntó ofendida la aludida.
-Ahora vete de aquí en este mismo instante – ordenó serio.
-Pero…
-Otra palabra mas y llamare a seguridad – le sonrió de lado y le guiñó un ojo, volteó para hacerle un gesto a la azabache y continuó con su camino de vuelta a su oficina -. Llama a los de mantención y que lleven ese mueble a mi sala de reuniones.
-De acuerdo – aceptó obediente ella.
-Y tendrás que quedarte el fin de semana para revisar sus documentos – soltó inexpresivo.
La chica lo miró pálida – Pero le dije que tenía planes para este fin de semana, mi abuelo cumple… - él entró en su oficina sin voltear a ver a la chica -, de acuerdo, lo cancelo – resopló cerrando la puerta.
Caminó con pesar a su escritorio y marcó el número de su antigua casa - ¿Hola?- escuchó la conocida voz de su madre y se dejo caer en su silla.
-Hola mamá – saludó con desanimo.
-Kagome, hija, ¿estás bien?
-Sí, bueno… no – se masajeó la frente -. Mamá, no podre ir este fin de semana a casa.
-Pero Kagome, tu abuelo te está esperando con mucha ilusión.
-Lo sé, y lo siento, pero tengo trabajo – mientras se justificaba vio por el rabillo del ojo a su jefe acercarse -. Disculpe, pero nosotros nos tomamos nuestro trabajo muy enserio, lo volveré a llamar – cortó la llamada y miró nerviosa al moreno.
-¿Era tu familia? – preguntó seco.
-Eh, si – sonó su teléfono.
-¿Te piden que renuncies?
-Todos los días – susurró y descolgó -. Despacho del Señor Hiiryu, habla Kagome – respondió por inercia -, sí, claro señor – cortó la llamada y miró a su jefe -. Los jefes quieres verlo.
Bankotsu resopló – Bien, ve a buscarme en diez minutos tengo trabajo.
El moreno se dio la media vuelta sin esperar respuesta se marchó, subió en el ascensor hasta el piso veinte, pasó por la recepción ignorando el saludo de la secretaria y entró a la oficina donde se encontraban dos hombre, uno de pie junto al ventanal de cabello corto y ojos negros y el otro sentado tras el escritorio de melena larga y ondulada y asesinos ojos rojos como la sangre – Naraku, Onigumo – los nombró a modo de saludo.
-Bankotsu – saludó el hombre del escritorio -, felicidades por lo del escritor en Kobe.
-Gracias Naraku – agradeció con desinterés y se paró frente al escritorio.
-¿Recuerda cuando te pedimos mandar a Kikyo a Francia, por que no podías salir del país mientras se trataba lo de tu visado? - el moreno asintió curioso -, y aun así fuiste ¿verdad?
-Con exactitud, conseguimos al escritor – aseguró con orgullo.
Naraku asintió con diversión – Bueno, al gobierno japonés no le interesa tus motivos personales.
-Acabamos de hablar con tu bogado de inmigración – interrumpió Onigumo.
-¿Y, todo en orden? – preguntó el ojiazul molesto por no ir al grano del asunto, odiaba perder su tiempo.
-Bankotsu – volvió a hablar Naraku -, te han denegado el visado.
-¿Qué? – cuestionó incrédulo.
-Y te van a deportar a Inglaterra – concluyó Onigumo.
-¿Deportarme? – el chico no podía creer lo que estaba escuchando.
-Además, no entregaste unos documentos a tiempo – puntualizó Onigumo.
-Pero de qué diablos están hablando – sonrió pensando que era una broma -, no soy un inmigrante cualquiera.
-Podrás volver a solicitarlo, pero debes volver a Inglaterra – informó Naraku.
-Mi madre era japonesa, debo tener algún privilegio – trató de encontrar solución.
-Me temo que eres ciudadano cien por ciento ingles – negó Naraku.
-Debes abandonar el país durante un año – informó ahora Onigumo.
-Bien – se masajeó el puente de su nariz -, no es lo mas cómodo, pero puedo trabajar por video conferencia desde Londres.
-Bankotsu – habló Naraku -, si te deportan no puedes trabajar para una empresa japonesa, es por eso que hasta que todo esto se solucione, pasaremos tus trabajos a Kikyo Takashi.
El moreno alzó una ceja - ¿Kikyo? – preguntó sarcástico.
Naraku se encogió de hombros – Necesitamos a un editor en jefe y es la única persona en la empresa con experiencia - el moreno quedó sin palabras -. Lo siento, créenos que si hubiera una forma de mantenerte aquí…
-Lo siento – la voz de Kagome resonó en la oficina y los tres hombres voltearon a verla -. Perdón por la intromisión pero, señor Hiiryu lo necesitan urgente – mintió como se le había ordenado.
Bankotsu miró furioso a la chica pero justo en ese momento una idea llego a él – Ven Kagome – llamó a la chica en tonó meloso y con una sonrisa seductora.
La azabache frunció el ceño y cerró la puerta tras ella – De acuerdo – caminó con precaución por la extraña actitud de su jefe.
-Bueno – habló el moreno guardando las manos en el bolsillo de su pantalón -, no quería que esto se supiera de esta forma – miró a la chica y para sorpresa de todos la tomó de la mano – Kagome y yo estamos comprometidos – anunció haciendo palidecer a la azabache.
-¿Qué nosotros qué? – preguntó ella en shock.
-Lo siento cariño, pero es una situación especial – habló con una sonrisa el chico dándole un disimulado apretón en su mano.
-S-sí, claro – tartamudeó ella -, nos casamos – confirmó.
Naraku y Onigumo se miraron sorprendidos – Ella no es tu… ¿secretaria? – preguntó Onigumo.
-Asistente – corrigió la chica.
-Asistente – respaldó el moreno -, por favor señores, no es la primera vez que esto ocurre, ¿verdad Onigumo? – preguntó con aspereza y Naraku aclaró su garganta divertido -. Tantas noches en la oficina, trabajos de campo y esas cosas, hizo que nos enamoráramos ¿verdad? – le preguntó a la consternada azabache que solo atinó a asentir.
-Bankotsu esto es fantástico – habló Naraku – pero debes legalizarlo – mostro su dedo.
-Claró, habíamos evitado hacerlo público para que no se esparcieran rumores innecesarios, pero ya que estamos en esta situación, es inevitable – miró a la chica que aun no reaccionaba -. Bueno iremos a la oficina de inmigración para solucionar este asunto – informó a sus jefes.
Ambos se despidieron de los jefes y salieron en silencio hacia la oficina del moreno, ella lo seguía con la mirada pegada en el piso y tratando de ordenar sus ideas, una vez dentro de la oficina cerró la puerta y lo miró desde esta, mientras él se sentaba con normalidad para revisar un manuscrito.
-¿Qué? – preguntó él, dándole una fugaz mirada al sentir como era observado.
-No entiendo lo que pasa – habló ella acercándose al escritorio con dificultad.
-Sacaras beneficios de esto.
-Me puede explicar, por favor.
El resopló y apoyó su espalda en la silla – Me iban a despedir por el estúpido visado.
-¿Y por eso nos tenemos que casar?
-¿Acaso te reservas para alguien en especial? – volvió a dirigir su atención al manuscrito.
-Quiero creer eso – negó incrédula por la calma del moreno -. Bankotsu – lo llamó con decisión -, no me casare contigo.
-Claro que lo harás – afirmó él, mirándola con una sonrisa -, o tu sueño de emocionar a las personas con tus empalagosas novelos románticas de tu autoría se acabara – habló con una sonrisa.
-¿Me estas amenazando?
-No, solo digo que si yo me voy, Kikyo asumirá el mando, te despedirá y te hará la vida imposible, lo que nos lleva a que jamás podrás publicar nada – le sonrió malvadamente.
Ella comenzó a hiperventilarse – No puede ser – susurró.
-Cálmate, será un matrimonio corto, solo por el tiempo suficiente para que me den la maldita visa y luego nos divorciaremos limpiamente – expuso todo su plan.
Luego de la noticia, Kagome no pudo concentrarse en nada, cuando volvió su conciencia ya se encontraba en la oficina de inmigración junto al moreno.
-Maldición – habló frustrado él, al comprobar la enorme fila -. Sígueme.
Ella lo miró avanzar hasta el frente omitiendo su turno – Bankotsu, la fila – trató de frenarlo, ya no le importaba el cómo llamarlo.
Llegaron al mostrador y él se colocó frente a una mujer – Lo siento – se disculpó sin mirar y se dirigió al dependiente -, necesito solicitar un visado por matrimonio – le entregó una carpeta con los documentos de él y la azabache.
-El señor Hiiryu y la señorita Higurashi – leyó el hombre.
-Si – afirmó el moreno.
-Acompáñenme – señaló el sujeto y ambos lo siguieron hasta una pequeña oficina -. Esperen a aquí por favor, el agente de inmigración vendrá enseguida.
-Gracias – dijo el moreno y sacó su móvil para responder unos pendientes.
Diez minutos de silencio absoluto y un hombre calvó entró – Buenos días – saludó al chico que guardaba su móvil y luego miró a la pálida azabache sentada rígida -. Mi nombre es Renkotsu Takeda.
-Es un gusto – saludó educadamente el ojiazul y se sentó junto a la chica.
-Ustedes deben ser – revisó los documentos en sus manos mientras se sentaba frente a ellos -, Bankotsu Hiiryu y Kagome Higurashi.
-Así es – dijo el moreno.
-Bueno – Renkotsu ojeó la carpeta -, les hare una pregunta – la cerró y los miró inquisitivamente - ¿están cometiendo fraude para evitar la deportación del Señor Hiiryu? – su atención se centró en la pálida chica.
Kagome comenzó a sudar y Bankotsu le tomó la mano - ¿Tiene alguna base para afirmar eso? – preguntó sin alterarse.
Renkotsu se sorprendió y abrió nuevamente la carpeta – Bueno, hace un par de horas recibimos una llamada de…
-Kikyo Takashi – puntualizó el joven con seguridad y la azabache lo miró sorprendida.
Renkotsu lo miró y aclaró su garganta – Exacto.
Bankotsu le sonrió de lado a la chica y ella se ruborizó – Ella… - ahora miró al atento hombre frente a ellos -, es una ex empleada furiosa, creo que no tiene relevancia lo que dice, pero si usted quiere darle importancia a tan mínimo detalle, será mejor que hablemos con otro agente y reportemos sus… fuentes – amenazó sutilmente.
El calvó se puso ligeramente nervioso y sonrió con falsedad – Bueno, les explicare lo que sigue.
Kagome respiró con tranquilidad y Bankotsu sonrió triunfante – Lo escuchamos.
-El procedimiento a seguir será una entrevista personalizada, los separare y les preguntare sobre sus vidas antes y después de comenzar su relación, entrevistare a sus padres, a sus vecinos, a sus amigos. Si sus respuestas no concuerdan aun que sea en el más mínimo detalle… - sonrió con malicia - usted será deportado en ese preciso instante – miró al chico que solo asintió sin quitar su sonrisa – y usted… - miró ahora a la nerviosa azabache -, será procesada por encubrimiento, lo cual con lleva una multa y cumplir con una condena en la cárcel federal de Tokyo – Kagome comenzó a sudar y sus ojos no se despegaron del calvo -. Bueno señorita Higurashi, ¿tiene algo que decirme?
La chica lo pensó unos segundos y negó - ¿No? – luego asintió - ¿Si? – su mente estaba realmente hecha un caos.
Ella tomó aire con decisión y decidió hablar – Bueno señor Takeda, la verdad es que… - Bankotsu la miró de lado amenazante pero ella lo ignoró, mientras que Renkotsu apoyó sus codos en el escritorio y ocultó su sonrisa con sus manos -, Bankotsu y yo – miró al chico y le sonrió -, éramos dos personas que no debían enamorarse pero aun así, lo hicimos – el muchacho sonrió y el calvo soltó el aire frustrado y se recargo en la silla -, no podíamos hacerlo público ya que se crearían rumores en la empresa, como estoy a punto de recibir mi ascenso – el moreno alzó una de sus cejas pero sin quitar su sonrisa -, los dos creímos que sería inapropiado que mientras salíamos yo fuera ascendida a editora.
-¿Editora? – soltó Bankotsu sin notarlo.
-Sí, editora "cariño" – se cobró de vuelta el falso honorifico con una sonrisa muy falsa.
El calvo, arto del para él, empalagoso espectáculo decidió hablar – Supongo que sus padres están al tanto de esto ¿verdad?
-Bueno, mis padres están muertos y no tengo familia – informó Bankotsu sin despegar su divertida mirada de la chica.
-¿Y sus padres señorita Higurashi?
-Mis padres están vivos pero…
-Se los diremos este fin de semana, de hecho iremos a visitarlos para darles la notica – interrumpió el moreno y la azabache lo miró incrédula -, el abuelo cumple años y aprovecharemos la ocasión.
"Maldito cretino, si sabía que tenía planes" se enfureció la chica al confirmar que su malvado jefe su la escuchaba, solo que… la ignoraba.
-¿Y donde será la celebración? – preguntó Renkotsu.
El moreno alzó una de sus cejar al no saber la respuesta y miró a una sonriente azabache – Bueno, no he parado de hablar, "cariño", ¿continuas tu?
-Viven en Wakkanai – habló ella.
-Wakkanai – asintió en chico.
-Hokkaido – concluyó Kagome.
-¿Hokkaido? – cuestionó incrédulo el moreno.
-¿Y se van este fin de semana? – preguntó Renkotsu con sospecha.
-Si – afirmó la chica mientras en moreno asentía desconcertado.
-Sí, nos vamos a Hokkaido – habló por fin el chico -, es donde nació mi querida Kagome – ironizó el nombre mirándola con una falsa sonrisa.
-Muy bien, los veré el lunes a las once de la mañana para la entrevista personalizada – se puso de pie acompañado de ambos chicos -, espero que por su bien las respuestas coincidan – sonrió.
-Muchas gracias – agradeció Bankotsu y Kagome hizo una reverencia para salir en silencio de la oficina.
Una vez fuera, la chica salió en silencio seguida del moreno.
-Iremos el fin de semana – confirmó el chico mientras revisaba su móvil -, fingiremos ser pareja y les dirás a tus padres que estamos comprometidos, pide los pasajes con mi cuenta para que ambos viajemos en privado y discutamos las preguntas posibles que nos harán – ambos caminaban por la calle y el moreno se molesto al notar que la azabache lo ignoraba - ¿Por qué no estás tomando nota de lo que digo?
-¿Acaso no estabas dentro?, ¿no escuchaste la conversación? – Kagome volteó a verlo furiosa.
-¿Qué, hablas del ascenso? – guardó su móvil y dejó sus manos en los bolsillos de su pantalón -, me sorprendió un poco pero fue perfecto, se lo creyó completamente, aun que no pasara.
-¡Puedo ir a la cárcel! – habló alterada -, es lo menos que merezco.
-Olvídalo – negó con una sonrisa.
-Perfecto, renuncio – se giró con intenciones de marcharse -, suerte en Londres.
-¿Qué? – la detuvo poniendo una mano en su hombro y ella volteó fastidiada -, de acuerdo, acepto, te ascenderé a editora.
-Pero lo harás ahora, a más tardar el lunes cuando estemos de vuelta.
-Bien.
-Y publicaras mi escrito.
Bankotsu alzó una de sus cejas – Diez mil copias en la pri…
-Veinte mil copias en la primera edición y le contare a mi familia lo nuestro cuando yo quiera y como yo quiera – dijo con seguridad la azabache.
El chico lo pensó unos segundos – Bien.
Ella sonrió satisfecha – Ahora… - decidió cobrarse parte de lo sucedido -, pídemelo bien – sonrió.
-¿Pedirte qué?
-Pídeme matrimonio, Bankotsu – la sonrisa de la azabache se amplio.
Él arrugó su ceño - ¿Estás loca?
-Pídelo – se cruzó de brazos -, de rodillas "cariño"
Él la miró desafiante pero la chica no cedió – Bien, "cariño" – habló con ironía y miró a su alrededor, la calle estaba infestada de personas "Maldita mujer" la repudió en su mente y se puso de rodillas frente a la chica - ¿Está bien así?
-Claro "cariño" – abusó ella nuevamente del honorifico y contuvo una carcajada al ver a su jefe, Bankotsu Hiiryu, de rodillas frente a ella.
-Casémonos – pidió él con desinterés.
-No, pídelo con amor "cariño" – negó divertida.
Bankotsu resoplo – Kagome…
-Dime.
-Me darías el gran honor de ser mi esposa – pidió con tono tierno y la sonrisa más falsa que dio en su vida.
La azabache suspiró y arrugó su ceño mirando a la nada – Odie tu sarcasmo… pero acepto – se encogió de hombros y se giró –. Nos vemos en el aeropuerto – dijo mientras se marchaba dejando a un consternado y furioso moreno a su espalda.
Bankotsu la vio partir y se puso de pie – Maldita e irritante mujer – le dio una última mirada y tomó la dirección contraria.
Su farsa estaba a punto de comenzar y ambos sabían lo mucho que arriesgaban al ser descubiertos…
Ooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo
Bueno espero les guste, yo me he emocionado mucho al hacer esta adaptación, es un enorme desafío cambiar los sexos de los protagonistas pero creo que así quedaba mucho mejor.
Mi fic se apegara en escancia a la historia aun que cambiare algunas pates y creo darle otro giro al final, solo para darle un poco de emoción y sorpresa a las personas que ya vieron la película.
Como siempre los invito a comentar no solo este fic si no todos los que lean, los comentarios son la mejor fuente de inspiración para los escritores.
Besos a todos y ¡VIVA EL BANKXKAG!
