La Tierra
Un hecho innegable que Perla era incapaz de presumir públicamente debido a su bajo estatus social, era la cantidad de información personal que ella había recolectado a lo largo de milenios sobre Diamante Amarillo.
Incluso si se atreviera a divulgar esa afirmación, probablemente recibiría reacciones de burla y desdén. El juguete bonito de alguien sigue siendo un objeto. Sin pensamientos, ni individualidad. Su opinión personal respecto a la integrante de la autoridad diamante era irrelevante porque su posición al lado de la líder no cambiaba. Y tratándose de Diamante Amarillo, para cualquier gema sería difícil de creer que había una diferencia entre la matriarca que demandaba trabajo frente a su corte a cuando se encontraba a solas con su doncella.
Ciertamente era metódica y práctica. Más que prometer, prefería resolver. Más los diminutos detalles eran fáciles de notar cuando se es una perla con una enorme perspectiva ante sus ojos.
Un día, durante la mitad de la Era 1, una Aguamarina se comunicó con su respectiva representante para dar un extenso informe. Había visitado un nuevo sistema solar con ocho planetas y algunos más siendo enanos, un cinturón de asteroides y cada planeta con sus respectivos satélites naturales. Era una basta maravilla, pero que dejaba mucho a desear.
—La mayoría de los terrenos presentan más dificultades que viabilidad según los registros. —informó la gema viajera en una llama directa con su manager. — Sólo hay uno que parece basto en minerales para servir a la autoridad, pero temo que tiene un problema de plaga orgánica.
La directora de la Aguamarina, una Turquesa de las más finas que se habían creado en el Planeta Madre, se presentó ante Diamante Amarillo para detallar el informe. Los pros, y los contras. Planetas como ese eran necesarios para aumentar el poderío de la autoridad y experimentar para crear gemas nuevas, fuertes e innovadoras.
—¿Cómo es que se llama el planeta?
La dictadora apenas parecía un poco interesada. Un único planeta de entre ocho no era un récord favorable, pero escuchó con poca paciencia.
—La han nombrado Tierra en el registro, mi diamante.
La Tierra parecía más un proyecto novato que una futura colonia, Perla podía adivinar por la expresión en el rostro de su ama. Aún así, la gema lo meditó unos momentos antes de permitirle a la Turquesa retirarse.
—Quiero que se investigue a fondo los recursos que posee ese astro antes de actuar. No serviría de nada exterminar a los nativos si su composición es improductiva.
Y así fue. La Tierra no fue planeada para ser registrada como parte de las colonias del Planeta Madre. Diamante Amarillo parecía escéptica e incluso llegó a olvidarse del asunto durante un corto lapso de tiempo.
Hasta que un incidente surgió, literalmente, tras las pruebas en la Tierra.
