Disclaimer: Ni K Project ni sus personajes me pertenecen. Misaki Yata es totalmente exclusivo de Fushimi Saruhiko.

Advertencias: En este capítulo ninguna.


¿Cuándo fue la primera vez que…

...

Capítulo 1: …viste la sonrisa más linda del mundo?

-¡Fushimi Saruhiko!- grito con desesperación la maestra, mientras veía como todas las verduras eran lanzadas contra el piso por el pequeño niño de ocho años, de cabello azul obscuro totalmente desordenado y ojos azul claro.

-¿Qué crees que haces? pregunto la mujer una vez que estuvo frente al niño.

-Tsk, no me gustan las verduras- se limitó a contestarle encogiéndose de hombros sin darle importancia al asunto como si del clima estuviesen platicando. Una sonrisa sínica se formó en su cara y agregó -Es más, las odio.

La maestra sintió su alma caer al suelo ante la actitud que tenía el alumno que había ingresado hacía apenas unas semanas, el cual parecía que iba a ponerle fin a su pacifica clase. Soltó un suspiro, se masajeo las sienes e intento calmarse, ya que bueno, era un niño y era normal que le desagradaran las verduras, lo mejor sería intentar dialogar con el niño.

-Fushimi-kun, no debes tirar las verduras, tienes que comértelas, es muy importante para que puedas crecer sano y fuerte.- hablo con voz suave y comprensiva, poniendo su mejor sonrisa; pero al parecer eso no fue suficiente, pues el ojiazul ya se había bajado de la silla y ahora se encontraba pisoteando con odio las verduras, dejándolas hechas puré, para después voltear su rosto hacia la maestra.

-Odio las verduras, si quiere puede comérselas.

Ahí fue cundo toda la paciencia de la maestra se terminó e hiso algo que rara vez hacia- ¡Fushimi Saruhiko estas castigado! - con eso dicho tomo la mano del menor y lo saco del salón.


Lo llevo al salón a un lado del suyo, donde lo sentó en una de las dos bancas que había en ese pequeño salón. La maestra le sirvió un gran plato de verduras, y estaba a punto de decirle algo, cuando la puerta se abrió dejando pasar a otra maestra quien traía de la mano a un niño de cabello castaño naranjisco y ojos ámbar, el cual forcejeaba intentando librarse del agarre de la mujer.

-Que no te guste la leche no te da derecho a bañar a toda la clase Yata.- comentaba la otra mujer, mientras sentaba al niño en la banca disponible.

-Yata-kun será mejor que te termines esto- dijo la maestra a la vez que le ponía en frente un cartón de leche de tamaño considerable.

-Lo mismo va para ti Fushimi – hablo la otra educadora, quien lo hiso volver a ver el plato que se encontraba frente a él.

Las dos mujeres se miraron y asintieron al mismo tiempo. La mayor antes del salir del salón agrego- Si no terminan no podrán salir de este salón, y será mejor que ni piensen en tirarlo al suelo, si no quieren que su castigo empeore.

-Acaso ¿podría ser peor? – murmuro el chico de ojos ámbar cuando las educadoras se retiraron completamente del salón, cerrando la puerta.

Ambos niños no se movieron, simplemente se quedaron mirando el objeto de su odio, mientras el sonido del reloj inundaba el salón.


Habían pasado casi dos horas, y para ese entonces Yata ya se encontraba murmurando cosas sobre el horrible sabor de la leche y cosas por el estilo; Fushimi por otra parte no había dejado de mover los vegetales con el tenedor, a la vez que escuchaba los reclamos que hacia su compañero.

-Tsk, que escandaloso.

-¡¿Qué dijiste?! – clamo el de cabellera castaña poniéndose de pie sobre la silla.

El ojiazul que acababa de ver todos los movimientos de su compañero regreso su vista a las verduras y comento de lo más tranquilo – Dije que eras muy escandaloso.

-¡Ah!... ¡Tonto ven y dímelo en la cara! – bufó molesto el "ofendido".

-Con mucho gusto- agrego y se puso de pie, estaba dispuesto a caminar hacia el enfurecido chico, pero en ese momento la puerta se abrió dando paso a una de las maestras.

-No quiero peleas niños, y aun tiene un castigo que cumplir.- dicho eso se retiró.

Los dos niños se miraron fijamente, Yata volteo su rostro hacia el otro lado, acto que por alguna razón sacó una diminuta sonrisa en el rostro del de cabello obscuro. Ambos volvieron a tomar asiento en sus respectivos lugares.


Los minutos pasaban uno tras otro y pronto se iban a cumplir cuatro horas de su castigo. La puerta se volvió a abrir, esta fue la maestra de Fushimi, la cual al ver aun sobre las bancas el plato de verduras y la leche intacta, no hiso más que fruncir el ceño.

-No puedo creer esto, no han n siquiera dado una probada, de esta manera se quedaran hasta que sus madres vengan por ustedes.- soltó un largo suspiro. –Por ti Fushimi-kun vienen tarde, pero por ti Yata tu madre vendrá dentro de una hora y tendré que explicarle sobre tu mal comportamiento.- Y sin más salió del salón dejando a los dos sumidos en el silencio.

Saruhiko por su parte le importaba muy poco estar ahí, siempre estaba solo, así que eso no tenía nada de diferente con su día a día, y por otra parte su madre no lo venía a recoger, siempre era o su nana o una de las sirvientas, por ende lo que las maestras pudieran decir de él no importaba. Se encontraba sumergido en sus pensamientos cuando escucho unos ligeros murmullos, ahí estaba de nuevo el castaño refunfuñando por la leche eso fue lo que pensó, pero luego de un rato esos murmullos se convirtieron en leves sollozos, y ahí fue cuando volteo su mirada para encontrar a su compañero con el rostro agachado.

Pensando que ese niño era todo un caso, se paró de su asiento y se dirigió hacia él. Una vez cerca escucho mejor los leves sollozos del ojiámbar, quien al parecer quería ocultar el llanto. Fushimi quiso hacer burla de eso, pero algo dentro de él quería desesperadamente que Yata parase de llorar.

-No lo hagas-soltó seriamente, pero no recibió respuesta, por el contrario el otro solo bajo más su rostro.- No llores –volvió a decirle con ese tono serio, algo raro para la edad que tenía.

-¡No estoy llorando! – grito el ojiámbar, a la vez que dejaba ver su cara, estaba apretando los ojos, los cuales tenían unas pequeñas lagrimas que habían logrado escapar, apretaba los puños y mostraba sus mejillas sonrojadas.

-Yo creo que si-dedujo el ojiazul aburridamente.

Yata abrió sus ojos y bajo los puños, sus mejillas se volvieron más rojas aun y sus labios comenzaron a temblar. En ese momento se soltó en llanto infantil, mientras intentaba inútilmente limpiar todas las lágrimas con la manga de su suéter.

Fushimi suspiro, rodo los ojos y escucho salir todos los hipidos, sollozos y gimoteos por parte del de cabello castaño, quien murmuraba algo acerca de que su madre no se podía enterar de eso, que estaría triste y decepcionada.

-"Conque ese es el problema" - comento mentalmente el de cabello obscuro, y sin pensarlo dos veces, tomo el cartón de leche, le clavo el popote y comenzó a beber el contenido, ante la sorprendida mirada de Yata, quien comenzaba a calmar su llanto, y ahora solo hipeaba suavemente.

Fushimi termino de beber toda la leche, y una vez que acabo regreso a su lugar, sin decir una sola palabra.

Pasaron unos minutos, cuando de repente el de ojos azules escucho el sonido de una silla siendo arrastrada. Con el rabillo de su ojo alcanzo a ver que se trataba de Yata, quien había movido su silla junto a la de él.

El castaño se acercó el plato de verduras y comenzó a comerlas, ante la dudosa mirada de Fushimi. No tardo mucho en limpiar el plato.

-So-solo lo hice porque-porque tenía hambre, solo por eso. -volteo su sonrojado rostro para no ser visto; y esa acción a Saruhiko se le hiso ¿tierna?...quizás.

En eso la maestra entro, comprobando que los alimentos habían sido consumidos; se sentía satisfecha de "haber podido imponer disciplina" a ese par de niños. Si realmente supiera.

Les indico a ambos que podían ir al patio con los demás niños, y una vez ahí la madre de Yata llego por él. Una mujer de mirada dulce que lo abrazo cariñosamente antes de darle la mano para poder irse a casa.

Fushimi desde la sombra de un árbol cerca de la puerta veía como aquel chico se iba. Suspiro, ya que por el todavía tardarían un rato. Clavo su mirada en la castaña cabellera que se alejaba de su vista. Pero de un momento a otro Yata lo volteo a ver, fijando sus ojos color ámbar llenos de inocencia en él. Y antes de que el castaño volteara su rostro, se despidió del de cabello obscuro con una amplia sonrisa.

Saruhiko se quedó sin palabras, su corazón comenzó a latir rápidamente, sus estomago se llenó de mariposas, sus mete comenzó a divagar, sentía como si el tiempo se hubiera parado en ese preciso momento, y al final volteo sus rostro hacia un lado.

...Ese había sido el día que vio la sonrisa más linda del mundo…la de Yata...


Hola, bueno como el resumen dice, esta será una serie de capítulos donde se narre la relación de estos dos en base a sus primeras experiencias.

IMPORTANTE

Si quieren que escriba algún capitulo con alguna primera vez en algo de estos dos (excepto lemon este será el capítulo final), díganme y bueno veré como lo voy acomodando.

Y bueno finalmente, espero que les haya gustado. Nos vemos!