Todos los personajes de la serie de Kaitou Saint Tail pertenecen a la genial Megumi Tachikawa ninguno de los personajes me pertenece a mí, aclarado esto aquí vamos.

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Moonless Months

Por Mimi chan

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Julio

El sonido de unos pasos hacía eco en los pasillos vacios de la enorme mansión. El lugar seguía siendo fastuoso, pero eso no evitaba que luciera abandonado: telarañas blancas y gruesas colgaban de las esquinas de los cuadros en las paredes y había una pesada película de polvo sobre cada superficie, a excepción de un pequeño camino en el piso.

Dos pares de pisadas, unas masculinas que se podían reconocer por la forma y otros mucho más pequeños, donde solo se había marcado la forma del tacón y la punta de un calzado femenino.

El joven recorría los pasillos tan conocidos, pensando en que, desde la primera vez que había entrado en ese lugar había sentido que todo lucía como una de esas casas embrujadas que visitaba cuando llegaba la feria de la cuidad, casi esperaba que en alguna esquina saliera un monstruo terrible y tratara de atacarlo.

Desde aquel caso cuando la mansión había sido usada para el escondite de los ladrones del cisne de cristal, la propiedad había sido abandonada. El dueño se había sentido tan avergonzado de haberse visto implicado en ese problema, que había mandado a cerrarla y puesto un anuncio de "se vende" en la entrada, pero hasta el día de hoy, dos años después de aquel evento, nadie había hecho una oferta por ella.

Lo que era más, cuando los vecinos empezaron a ver pequeñas luces de vela paseando por las ventanas, ellos mismos habían empezado a pensar que estaba encantada lo que condenaba la posibilidad de alguna venta.

Finalmente, el joven llegó a la habitación que estaba buscando, la titilante luz de una vela que se veía desde la puerta abierta, anunciaba que la segunda persona que la visitaba estaba dentro. Como una formalidad llamó y empujo la puerta un poco más para entrar en la habitación y no tomar por sorpresa a su acompañante.

Dentro la silueta pequeña y curvilínea de aquella chica miraba por la ventana sosteniendo una vela en sus manos, su cabello azafrán caía suelto por su hombro derecho dándole la espalda.

— Hola – saludó con el pecho de nuevo lleno de anticipación. No importaba cuantas veces se entrevistaran en ese lugar, su corazón nunca dejaba de latir emocionado ante la perspectiva de verla de nuevo.

— Hola – respondió girando su rostro mirándolo de perfil y en el mismo movimiento apagando la vela, dejándolos en la oscuridad de aquella noche sin luna.

La habitación esta vez estaba vacía, así que no había manera de tropezarse con algún obstáculo, caminó hacía el lugar donde ella había estado de pie. A medio camino sintió su mano encontrando su pecho, subiendo para posarse en su mejilla. Él instintivamente recargó su rostro sobre el calor de su guante de seda.

— No, Daiki por favor… — cerró el espacio entre los dos posando sus dos manos sobre su pecho en la textura suave del saco – esto lo hace todo solo más difícil.

— No, al contrario – puso un beso en su frente aun sobre el cabello que cubría la mitad de su rostro — esto hace todo mucho más fácil.

Y esa era la verdad, ella era el imán de su vida. Cuando estaba alrededor, solo se veía irremediablemente atraído a ella. Era de esa manera como había empezado todo en realidad, hacía exactamente un año.

Un año antes en Julio…

La misteriosa ladrona escapaba y el joven detective insistía en seguirla como siempre, en su muy largo juego del gato y el ratón habían llegado a este ya familiar destino. Esta ocasión las cosas habían sido distintas, ella no había sido tan ágil o rápida como siempre, la había seguido hasta ese lugar, entró cazadola de cerca por cada uno de los pasillos, siempre a la distancia de una esquina hasta que la había acorralado en esa misma habitación que los dos ya conocían, la misma habitación a oscuras donde los habían arrojado durante el caso del cisne de cristal.

La ladrona estaba de pie contra una ventaba aparentemente a punto de abrirla, el joven detective corrió hasta ella y tomó su muñeca con fuerza. Ella hizo un gesto de dolor y cayó en el piso.

— ¿Estás bien? – no pudo evitar preguntarle, no la había tomado con tanta fuerza para provocar esa reacción.

— No – dijo con dificultar y con una risa amarga.

— ¿Qué es lo que te pasa? – se arrodilló junto a ella, estaba lo bastante oscuro para solo poder ver su contorno dibujado por un farol en la calle, ella agachaba su rostro, pero podía ver una mueca de dolor en su boca.

Asuka jr. esperó por un momento que se le antojó demasiado largo, no sabía que es lo que debía hacer en ese momento, su expresión era tan dolida que la idea de que podría estar enferma lo abordó, casi cedió al impulso de poner una mano en su frente y averiguar si tenía temperatura, cuando ella finalmente respondió.

— Bueno, las personas en esta última misión no eran demasiado amables ¿Verdad? – uso un tono irónico para no dejar ver su dolor por su voz

— ¿Qué te hicieron?

— Venía siguiéndolos desde la mitad de la tarde. La chica a la que habían amenazado estaba asustada, así que me quedé cuidando de ella – no sabía si él entendería que chica tenía que ver en el robo de esta misión, pero suponía ya lo averiguaría — ellos llegaron a amenazarla de nuevo cuando supieron que estaba yo involucrada, no le hicieron nada, pero decidí seguirlos para… — suspiró enojada consigo mismo por tu torpeza en este caso, había sido solo un error tras otro — no lo sé, solo estar segura de que sus acciones no cambiaran. En un movimiento muy tonto de mi parte, me puse sobre su auto y ellos se dieron cuenta, digamos que no me bajaron con demasiada amabilidad.

— Por todos los…

— Estoy bien – lo interrumpió — solo bastante dolorida y creo que me he hecho daño en una pierna.

— Y estabas huyendo de mí ¿así? – preguntó alterado sin remedio, sin poder imaginar cuánto dolor estaba pasando después de una caída así.

— Bueno – respondió con un suspiro profundo. El dolor que había aguantado durante toda la noche no había servido de nada, el camino terminaba allí — no creo que tuviera alternativa.

— ¡Claro que la tenías! – casi le quiso gritar en la cara el joven, mientras se sacaba el saco y se lo ponía sobre los hombros – me lo hubieras dicho, te habría llevado al hospital de inmediato.

— Tenía que recuperar el collar – sintió las piedras frías de jade dentro de su ropa, sería divertido cuando él quisiera recuperarlo como evidencia – si no lo regresa al museo mañana mismo, se meterá en muchos problemas y…

— ¡Tu seguridad está en primer lugar! – esta vez fue su turno de interrumpirla — debemos ir, podrías tener heridas internas, podrías estar en grave peligro.

— Estoy bien – insistió, el golpe había sido absorbido casi completo por un arbusto en el que había caído. Eran de hecho las zarzas del seto lo que le había dolido más que el golpe — Solo algo dolorida, ya ni siquiera estoy sangrando.

— ¡Sangrando!

— En serio Asuka Jr. – dijo tratando de ponerse de nuevo de pie, pero se sentía agotada, probablemente la adrenalina que la había ayudado a moverse al final se había acabado – estoy segura que con un par de calmantes y descanso yo…

— Muéstrame – dijo de forma autoritaria.

— Solo me rocé contra un arbusto.

— Muéstrame – dijo con un tono aún más serio que antes.

Escuchó como la chica suspiraba y finalmente cambiaba incómoda de posición, recargándose sobre un costado.

— Es mi muslo derecho… podrías… ¿Podrías solo mirar mi muslo? – su tono hablaba de algo de timidez – sabes, siempre quise que este momento fuera, no sé algo más emocionante.

El joven detective la miró, al menos lo que podía apreciar de ella entre las sombras confundido. Pero solo le tomó un momento entender. Su identidad en ese momento era lo último que había pasado por su cabeza. Buscó dentro de sus bolsillos, tenía un pañuelo, su celular, una goma de mascar y algunas monedas, todo parecía inútil en ese momento. Tomó su celular y con la lámpara que tenía integrada empezó a ver, había un raspón realmente malo en su pierna y sí tenía sangre seca.

— Debemos limpiarlo – dijo preocupado, frustrado por no tener nada a mano que lo ayudara – puede infectarse.

— Supongo que puede esperar a que vayamos a la delegación de policía – respondió derrotada.

— ¿Delegación de policía?

El detective de nuevo la miró como si ella estuviera hablando en otro idioma, ¿Para qué rayos iban a…?

— No voy a entregarte – dijo como si la mera idea fuera absurda.

— ¿Qué? – preguntó esta vez la ladrona confundida, ese era el final del camino, la había alcanzado, se supone que era ese el momento que la entregaría a la policía y se volvería en el héroe local.

— No voy a entregarte – repitió — al menos no así. En este momento ellos te meterían en una celda y hasta terminar todos los trámites legales, no podrían dejar que te viera un médico. ¡Pasarían horas! ¡Sin duda te infectarías!

— Pero… me tienes.

— Solo porque estás herida – dijo en voz alta lo que en su mente se repetía sin cesar, necesitaba convencerse a sí mismo que era un motivo válido — en otras circunstancias habrías salido de mi alcance como haces siempre ¿no?

— Eso creo.

— No ha sido una persecución justa, vamos, toma la lámpara, ilumina el camino – le entregó el celular y la tomó en brazos levándola del piso – vamos al baño, quiero pensar que aún hay agua corriente y podrás lavarte al menos.

Ella no dijo nada más, solo hizo caso y se aferró al cuello del joven detective iluminando el piso. Abrieron varias puertas, todas habitaciones, Asuka jr. casi había perdido la paciencia al llegar a la puerta doce cuando finalmente los azulejos azules y blancos de una habitación de baño se revelaron. Ayudó a la chica a sentarse en la orilla de la bañera y abrió la llave, ¡Bingo! Había agua corriente.

— Esta fría – dijo calando la temperatura en sus manos — y dudo mucho que haya una línea de gas activa.

— Está bien.

Vio su sombra dejarse caer dentro de la bañera y escuchó como ahogó un quejido, pero pronto estaba bajo el chorro de agua y con suavidad se limpiaba. Buscó en los muebles del baño, todos estaban vacios, ¡Que les costaba haber dejado una toalla, al menos como una decoración! Se quedó de pie frente al lavabo dándole la espalda a la ladrona, la escuchó quejarse un par de veces del dolor pero se mantuvo quieto mirando la luz de la lámpara de su celular que apuntaba a la pared iluminando apenas la habitación.

— ¿Me ayudas a salir? – dijo tímidamente después de un momento.

El joven detective corrió hasta su lugar, se golpeó una rodilla en el impulso y maldijo, la escuchó ahogar una risa, pero la ayudó a salir de la bañera de mármol. La chica estaba empapada y Asuka jr. se sentía horrible por eso.

— No quiero que vayas a casa mojada – dijo preocupado el detective, sino pescaba una infección por la herida, quizá la pescara por el agua fría.

— ¿Iré a casa? – preguntó la chica estrujando la falda de su traje tratando de sacar algo de agua.

— Ya te lo dije – insistió, tenía que repetírselo incluso a si mismo, porque la tentación aún era grande — no sería justo si te atrapara de esta manera.

— Sabes Asuka Jr. – dijo sonando más relajada — si eres tan indulgente con todos los criminales que atrapes, serás muy mal detective.

— Esto es una ocasión especial.

— Eres demasiado bueno, no deberías.

Asuka jr. hubiera jurado que escuchó una sonrisa en su respuesta, seguro era una sonrisa hermosa, pero en la oscuridad de la habitación no podía ver más allá de la sombra de la femenina barbilla.

— ¿Cómo llegaras a casa? – preguntó para no darle más vueltas a esa idea.

— Solo debo ir a la ventana y sacar algunos globos.

Eso le tranquilizó, al menos no tendría la necesidad de apoyar el peso de su cuerpo en su pierna.

— ¿Cómo sabré que estas bien? – necesitaba saberlo, casi podía sentir el peso de los días por venir son saber si ella estaba bien o no.

— Nos volveremos a ver estoy segura – resolvió la ladrona, sin duda alguna otra misión aparecería, y como siempre volvería a llamarlo.

¿Cuándo? Eso podía pasar en un par de días con suerte o un par de semanas, la idea de si ella estaría bien estaría dando vueltas en su cabeza sin descanso.

— Ven aquí mañana.

— ¿Qué?

— Solo… — era una locura Asuka jr. lo sabía, pero… — solo quiero estar seguro que estarás bien.

— Pero…

— No es una trampa, lo juro.

— Sé que no es una trampa, no eres de ese tipo, si así fuera nada te detendría de hacerlo ahora mismo – era una locura, lo sabía, pero… pero la chica no quería perder una sola oportunidad para verlo una vez más — Está bien, vendré.

No le dijo nada más. Volvieron en sus pasos y llegaron a la misma ventana que ella había intentado abrir, un suave halo de luz de luna entraba por ella.

— Asuka jr…

— Vete ya, antes de que me arrepienta.

Pero antes de irse rodeó su cuello con sus brazos y apretó con fuerza. El joven detective no supo cómo responder, no se atrevía a repetir su gesto, no porque no lo deseara, sino porque se preguntaba si al hacerlo sería capaz de soltarla de nuevo.

— Gracias.

Como siempre la ladrona sacó su chistera, quien sabe de dónde y un montón de conocidos globos de colores salieron de ella y pronto estaba alejándose.

.

.

.

Al día siguiente apenas el sol se había ocultado el joven llegó a la mansión vacía, cuando había despertado en la mañana en la expectativa de esa extraña cita se había dado cuenta de que no había establecido un horario así que "la noche" era algo tan amplio que no había querido arriesgarse a llegar tarde a la cita y que ella al no encontrarlo se fuera.

Eran solo las 9 de la noche cuando vio los globos que ya conocía bien acercarse exactamente por la misma ventana por la que se había ido la noche anterior. Era una noche sin luna, así que estaba realmente oscuro. Había probado encender la luz de la mansión, pero por extraño que fuera no había servicio de electricidad, era extraño si lo pensaba, ¿Había agua corriente pero no electricidad? La única luz que había, era la de una farola publica que estaba al borde de calle, lo bastante lejos para que solo fuera un hilo de luz lo que llegaba a donde estaba.

Probablemente ella lo sabía, porque cuando entró por la ventana la dejó abierta de par en par, y lo único que podía ver era su sombra oscura, casi sintió que se estaba burlando de él, podía verla y no al mismo tiempo. Como siempre.

— Hola.

— Hola.

La ladrona se escuchaba nerviosa, y para ser ciertos Asuka jr. también lo estaba. Estaba allí, como siempre había deseado tenerla, solo al alcance de su mano, pero no podía hacer nada, salvo… disfrutar del momento.

— ¿Como sigue tu pierna?

— Te dije que no había sido nada – dijo avanzando despacio a donde el chico estaba de pie, caminando normalmente — aunque fue algo fácil tratar de explicarles a mis papás como me había hecho una herida así en mitad de la noche.

"Padres" claro que ella tenía padres, sabía que ella era quizá tan joven como él, así que la idea que tuviera padres e incluso viviera con ellos no era tan extraña, pero gozo del dato que pasaba de ser una conjetura a una seguridad.

— ¿Que les dijiste?

— Que había despertado con sed en la noche y había caído por las escaleras, no me gusta mentirles, pero imagino que sabes que no podía decirles la verdad.

— ¿Fueron al hospital?

— Oh sí, mi papá es tan aprensivo como… como tú – dijo con una sonrisa, Asuka jr. no podía verla, pero sabía que estaba allí — pensó igual que tú que podía tener heridas internas o algo por el estilo y me llevó a pesar de que me negué. Me hicieron un par de radiografías y el médico dijo que salvo lo que me había pasado en la pierna y un par de moretones no tenía nada más.

— Me alegro.

— Yo… yo tengo que irme, se supone que estoy descansando en mi habitación y si alguien sube a ver si estoy bien y no me encuentra, bueno no se me ocurre ninguna excusa ahora.

— Gracias por venir.

"Siempre" quiso decir la chica, era una verdad que no podía admitir en voz alta, si solo él supiera lo mucho que significa para ella su preocupación por ella.

— Hasta la próxima Asuka Jr.

— Si.

Y saltó por la ventana y se alejó en medio de la noche.

Fin julio

6 de noviembre de 2016

4:13 am.