Que gane el mejor
Capítulo 1
Principio impactante para llamar la atención
Su día había sido una mierda.
Y no tenía ni idea de cómo iba a empeorar.
Para empezar, no había escuchado el despertador, y en cambio, se había levantado con una súbita pesadilla sobre unas desagradables serpientes blancas y fuego. A pesar de la media hora extra de sueño, seguía muy cansada y no registraba lo que le ocurría. No había tenido tiempo de bañarse, así que decidió asfixiarse con desodorante. Había escogido desayunar leche con cereales, pero a la hora de verter la primera había descubierto que en vez del bowl de siempre había agarrado el colador. Se había quedado en silencio unos tres minutos, observando como la leche se expandía por la mesada de la cocina hasta que con un suspiro cansado decidió despabilarse y limpiar todo, que llegaba tarde. No quería llegar tarde, tenía un examen muy importante ese día así que renunció completamente a la idea de desayunar y salió corriendo. Su abuelo aún dormía y su madre había llevado a Souta a la escuela para después ella ir directo al trabajo, así que Kagome no tuvo que despedirse de nadie cuando bajó corriendo las escaleras del templo. Como no podía faltar, resbaló y cayó de culo los últimos cinco escalones (empinados, afilados cinco escalones) para maldiciendo, dirigirse a su bicicleta. En el camino, durante el cual pareció todos los autos tenían la intención de atropellarla, se dio cuenta de que no se había lavado los dientes. Bueno, sus amigas tendrían que soportar su exquisito aliento mañanero en ayunas.
Llegó tarde, obviamente. Contaba con tener dinero para comprarse algo de comer en el receso, y tal vez alguna mentita para disimular el gas tóxico que salía de su boca, pero por supuesto, no había traído ni un centavo. ¿Y qué más no había traído? ¡Los apuntes para repasar! Supuso que el hecho de haberse quedado hasta tarde estudiando hacía innecesario leer esos resúmenes.
Bueno, supuso mal.
El examen parecía estar en otro idioma, tanto que Kagome sospechó que había estudiado solo los temas que no entraban. No obtuvo consuelo en sus amigas, ya que estaban todas muy atentas al relato larguísimo de Eri sobre el chico "bajito pero tierno" con el que había salido. Kagome quería mucho a Eri, pero ya escuchar ese relato con su voz chillona por quinta vez la estaba sacando de quicio. Y por supuesto, empezaron a preguntarle qué pensaba hacer con Hojo, si iba a aceptar alguna de sus invitaciones. Bueno, con el ánimo que tenía, no le apetecía ver ninguna estúpida película con el pobre chico. Además, después de verla ese día, Kagome estaba segura de que Hojo iba a perder automáticamente el interés en ella: pálida, ojerosa, con el ceño fruncido, despeinada y con un olor a muerto apenas oculto bajo una fuerte capa de "pink revolution", parecía más un zombie que una chica.
Las horas transcurrieron lentamente, cada una de ellas convirtiéndose en una agonía. Parecía que los profesores se habían complotado para ese día hacerle preguntas solo a ella, solo en los momentos en los que se distraía. Ya se había acostumbrado a las risitas de sus compañeros de fondo. Un dolor de cabeza iba madurando a lo largo de la mañana, los ruidos de su estómago iban pareciéndose cada vez más a gruñidos de un bestia sanguinaria, y aquí entre nos, tenía ganas de cagar.
Había salido a las dos de la tarde, sin poder aceptar la invitación de sus amigas de ir a Wacdonalds por su falta de dinero. A medio camino se sintió muy cansada para seguir pedaleando y decidió caminar llevando a su lado la bicicleta.
Ahora por fin estaba en su casa. Podía comer todo lo que hubiera en la heladera, ir al baño, darse una ducha bien calentita por unos buenos treinta minutos, tirarse en la cama a estresarse un rato por las cada vez menores posibilidades de egresarse del colegio ese año, tal vez dormir una siesta y después ver qué surgía.
Subió las escaleras del templo con pesadez y se dirigió a la puerta de su casa, sacando sus llaves que por suerte no había olvidado, pero se detuvo a medio movimiento al ver que la puerta estaba entornada, no del todo cerrada. Por un segundo creyó que en su apuro no la había siquiera cerrado al salir para el colegio, pero luego recordó que de ser así, su abuelo lo habría notado. De seguro él había salido a hacer algo en el patio (acomodar cajas y organizar todas esas cosas raras que guardaba) y la había dejado así adrede, para no andar con las llaves de acá para allá. De todas formas, Kagome decidió avisarle.
-¡Abuelo, ya llegué! ¡Dejaste la puerta abierta!- Gritó para que él la escuchara desde el patio o desde dentro de la casa. Esperó a que él dijera algo pero no oyó nada. Estaba cada vez más sordo.
Sacándose la mochila de la espalda, Kagome entró a su casa. Apenas cruzó el marco de la puerta, apretó los dientes. El dolor de cabeza parecía haber evolucionado hasta convertirse en una migraña de las feas. Agradeció que esta vez el abuelo no hubiera dejado prendida la luz del pasillo, ya que dudaba que la luz de tubo le fuera a hacer mejor. Sí, menos mal que no la había prendido. Siempre la prendía. Menos hoy.
A Kagome se le puso la piel de gallina, sin saber muy bien por qué. Fue hacia la cocina, gritando
-¡Souta!¡Ya llegué! ¿Almorzaste?- Tampoco recibió respuesta. Frunció el ceño. Ese nene distraído seguro apenas había vuelto del colegio se había pegado al televisor. Pero no oía la tele desde el living…
-¿Souta?- Gritó. Sin saber por qué, agregó- ¿Abuelo? ¡Ya llegué!-
La luz de la cocina estaba apagada. No, Souta no había almorzado.
Mientras dejaba la mochila sobre una silla, le pareció ver un reflejo con el rabillo del ojo, pero debía tratarse de un poco de luz que se filtraba por la ventana. Sí, seguro era eso.
Manoteó una botella de agua mineral de la heladera. Sería mejor que se tomara una aspirina. Se sentía muy mal.
Con la botella en la mano, caminó por el pasillo, llamando a Souta. Por alguna razón, le alarmaba que ni él ni su abuelo contestaran. La puerta abierta, el silencio…¿y si había entrado alguien? La casa no parecía revuelta.
De repente, se le olvidó todo. Lo mal que le había ido en el examen, su hambre, su dolor de cabeza, la botella en su mano. Todo desapareció de su mente, salvo su piel de gallina y la mochila de Souta que yacía tirada delante de la puerta del living, abierta.
-¡Ay, creí que nunca te darías cuenta! No me gusta que me ignoren, ¿sabes?-
Lentamente, Kagome se volteó a donde provenía la voz, apretando la botella y con las palmas sudorosas. Había una mujer esperándola. Menuda, delgada, de pelo corto, metida en diminuto vestido negro, se hallaba tirada en el sofá del living, jugueteando con lo que parecía ser un…un cráneo. Sí, un cráneo con una larga, larguísima cabellera negra. Y Kagome pudo observar esos reflejos que había captado en la cocina, decenas, cientos de ellos, cruzando diagonalmente la habitación de aquí a allá. Cabellos.
Kagome parpadeó.¿Qué…?
¿Qué mierda estaba pasando?
-Ey, niña.- La voz de la chica la despertó de su trance. Dejó la calavera a un lado y se sentó en el sillón, taladrando a Kagome con sus ojos rojos. Una sonrisa se dibujó en sus labios y se incorporó. En ese momento, Kagome notó que llevaba un grueso cinturón de cuero y de él colgaba lo que se parecía demasiado a una espada corta y muy afilada.- Qué bonito cabello tienes.
Aquí está de nuevo! Voy a subir los caps con un día de diferencia hasta el cinco, que es donde estoy parada ahora.
Para los que se encuentran con este fic por primera vez: ¡Hola!, soy BB y este es el primer fic que publico y el primero que sueño con terminar. Si tenés una pregunta, algo que no entendiste por mis deficiencias gramaticales o por mis modismos argentinos que se me escapan en medio del neutro, no dudes en dejar review!
Una notita: suelo poner títulos random a los capítulos para mi propio entretenimiento, así que ignoralos si querés
Les cuento que pasó: Hace unos minutos cuando me decidí a subir el nuevo cap, asi toda alegre, me encuentro con que no puedo entrar a la cuenta. Entonces, busco por el buscador de fanfiction mi fic. Así me enteré que mi querida amiga con quien compartía la anterior cuenta, por motivos que no tenían nada que ver con la razón de ser de dicha cuenta, cambió la contraseña y borró mi fic sin molestarse en consultarme o avisarme. A las hermosas criaturas de Dios que seguían mi fic y cuyos nombres de usuario no recuerdo y a los que no tengo forma de volver a acceder , les pido disculpas. Los caps volverán! y corregidos!
¿Habrán nuevos capítulos a parte de esos? Eeeemh, bueno, eso ese es un problema para la bb de una semana en el futuro...
Gracias por leer!
Bye!
BB
