-¿Y bien?-Preguntó Takeru con cierto tono de impaciencia.

-No me presiones.-Contestó Matt con nerviosismo y mordiéndose el labio.

-¿Has venido hasta aquí para nada?-Volvió a preguntar.

-¡Nadie te obligó a venir!-Dijo Matt con algo de enfado, pero los nervios volvieron al instante.

Un silencio invadió el momento, acompañado de una brisa de aire que azotó los cabellos rubios de los dos hermanos, mientras el mayor seguía con sus movimientos nerviosos sujetando un pequeño paquete perfectamente envuelto.

-Matt…-Dijo rompiendo el silencio el pequeño.-Mírala.

Yamato dirigió su mirada hacia el mar, donde en la orilla se encontraba la única razón por la que estaba allí, por la que se comportaba así; Sora Takenouchi. La chica paseaba por la playa en aquel día frío y gris de invierno. Takeru y Yamato se encontraban en la arena, no muy lejos de ella pero lo suficiente para que no les viera.

El rubio tragó saliva y notó como le faltaba el aire. ¿Por qué?, Ni él lo sabía. Era el efecto que la pelirroja tenía sobre él.

-¿Te vas a quedar aquí? ¿O vas a ir ahí y dárselo?-Insistío Takeru, esperando una respuesta.

-¿Y… y si no le gusta?-Dijo Con inseguridad.- Hace mucho que no hablamos, ¿por qué iba a querer un regalo mío?

-No digas tonterías Matt.-Takeru estaba serio.- Es Sora.

-Ya sé que es Sora.-Contestó algo confundido.- ¿Pero Por qué le va a hacer ilusión que un tío como yo, que ya apenas habla con ella vaya allí y le hable? ¿Por qué?

-¡Por qué eres tú Matt!- Afirmó Takeru aún más serio, dejando a Matt sorprendido y aún más confundido.-¿Crees que eres el único que se ha fijado en ella? No Matt, pero ella no quiere a cualquiera, mientras tú estás aquí ella está allí sola.

Entonces Yamato se atrevió a mirar una vez más hacia el mar, donde Sora aún seguía. Empezó a sentir aún más fuerte el dolor en el pecho que llevaba un rato sintiendo, y intentando evitar sin éxito. La tenía allí, delante de sus ojos, de sus intensos ojos azules.

Su hermano menor, no dejaba de mirarle. Yamato empezó a caminar, despacio, dejándose llevar, ahora mismo su mente no era capaz de pensar coherentemente, se podría decir que se dejó guiar por su corazón.

Cada vez se acercaba más hacia ese perfecto cabello rojizo, más y más hasta que allí estaba.