—Otra noche en guardia —suspiré al viento.
Estaba empezando a cansarme de estar todas las noches cuidando que los de la clase diurna no se colaran con los de la clase nocturna con la excusa de regalarles algo.
Pero todo sea porque los vampiros y los humanos puedan convivir en paz.
Mis pasos me llevaron hasta la fuente dónde siempre iba a reflexionar y pensar, me senté y observé mi reflejo en el agua como de costumbre.
No tendría nada de malo hacer guardia nocturna al lado de Zero, después de todo lo haces todas las noches, pero no es lo mismo cuando Kaname se había ido a atender unos asuntos y volvería en tres días. Por lo general la clase nocturna se descontrolaba cuando Kaname se ausentaba pero al parecer nadie quería tener problemas con él por lo que todo estaba aparentemente muy tranquilo.
Kaname...
Hacia varios días que ni siquiera nos hablábamos, había empezado a notar que ahora al verlo ya no me sentía nerviosa ni nada por el estilo. Hasta comenzaba a pensar que el amor que sentía por él estaba muriendo lentamente, pero en cambio, florecía exponencialmente en dirección de ese hombre que se dedicaba a cazar vampiros y al mismo tiempo era uno, ese chico de cabellera color plata y poseedor de unos bellos ojos amatista que siempre escondían algo.
—Zero...
Desvié mi mirada de mi reflejo hacia la luna, un suspiró salió de entre mis labios, sin saber cómo ni cuándo Zero se había colado en mis pensamientos y corazón. No me importaba que él fuera vampiro y que necesitara de mi sangre para alimentarse, incluso hasta en cierto punto mi mente veía como algo romántico el hecho de que Zero clavara sus colmillos en mi cuello, lo veía como un acto íntimo solo de nosotros dos, era casi como si me entregara a él por unos escasos momentos antes de que todo volviera a la normalidad y él volviera a ser ese chico solitario que siempre ocultaba su sentir de los demás junto con sus emociones que jamás mostraba.
Más de una vez me había querido acercar a él para preguntarle sobre lo que pensaba, lo que sentía y lo que deseaba para sí mismo ya que su triste mirar de siempre me hacía pensar que había algo que lo hacía infeliz, que había algo que él quisiera tener pero que por diferentes cosas no lo podía obtener. Lo peor de todo, era que esa mirada solamente me la dedicaba a mí, para los demás sólo era una mirada vacía e incluso hasta de odio que los intimidaba, pero sólo a mí me mostraba esa mirada triste y melancólica que ocultaba un deseo sin cumplir.
Espera...¿Y Zero?.
Me levanté de golpe mirando en todas direcciones, en todo el tiempo que había estado en la fuente o vigilando a los de la clase diurna y nocturna no me había topado con él ni una sola vez, había recorrido toda la escuela en mi trabajo de guardián pero no lo había visto si quiera en el establo dónde solía fugarse de sus deberes para dormir un rato.
¿Dónde podrá estar?.
El sonido de unos pasos que venían hacia me hicieron alertarme de su presencia, cuando por fin pude verlo mi corazón comenzó a latir como una locomotora bajo mi pecho.
—Zero.
Una sonrisa involuntaria se esparció por mis labios al verlo, mi mirada se desvió hacia sus manos pues entre ellas tenía una manta.
—Toma, hace algo de frío —dijo en un tono seco extendiendo la manta hacia mí.
Tomé la manta de entre sus manos, mi mirada de cruzó con la suya y pude detallar ver en sus ojos esa melancolía que me carcomía el alma, pero había algo diferente esta vez, su mirada ocultaba algo más que no supe cómo definir.
—Gracias —musité mientras me cubría con la manta hasta mi mirada recayó en Zero, pues él no tenía nada más puesto que su saco.
—¿No tienes frío? —pregunté con intenciones de compartirle la manta.
—No —fue su seca respuesta en un tono un tanto alto que me hizo estremecer.
—¿Estas molesto?.
—¿Por qué lo dices? —preguntó un tanto confundido.
—Parece como si alguien te hubiera molestado por tu tono de voz.
Zero me miró por unos cuantos segundos antes de suspirar frustrado.
—El trabajo me tiene cansado, vigilar a los la clase diurna ya era un problema y ahora que Kaname se ha ido hay que encargarnos también de los de la clase nocturna.
—Lo sé, pero hey ¿Qué tal si vamos a descansar temprano? hoy parece que no habrá nada interesante —sugerí con una sonrisa.
Zero lo pensó pero una breve fracción de segundo antes de comenzar a caminar en dirección a nuestro edificio dejándome atrás.
Cuando llegamos ambos pasamos directamente a nuestras habitaciones, caminábamos uno al lado del otro por el pasillo hasta que llegué a mi habitación, posé mi mano en le pomo de la puerta pero antes de abrirla me giré hacia Zero, él me miró un tanto confundido por mi acción, pero esta noche había tomado una decisión, descubriría que era lo que Zero quería.
—¿Podrías acompañarme hasta que me duerma? —pedí con una cara de perro arrepentido.
Zero parecía querer negarse a mi pedido pero al final terminó accediendo, haciendo que una sonrisa alegre se esparciera por mi rostro. Abrí la puerta de mi habitación y tomé mi ropa para dormir caminando hacia el cuarto de baño, me encerré en él y me duché en tiempo récord, no quería perder demasiado tiempo porque sabía que Zero terminaría por exasperarse y marcharse de mi habitación. Me vestí con uno de mis muchos vestidos sencillos para dormir color blanco, con temor de que no lo encontrara abrí la puerta del cuarto de baño viendo a Zero de pie junto a la ventana.
Otra sonrisa alegre se esparció por mi rostro, sin perder tiempo caminé hasta mi cama y me recosté en ella, Zero se posó en la orilla de la cama tomando las mantas y arropándome con ellas, saqué una mano de entre las sábanas y tomé su muñeca, me miró confundido de nuevo, al parecer el planeaba irse hacia la ventana y esperar ahí hasta que me durmiera.
—¿Podrías acostarte conmigo? —Zero alzó una de sus cejas ante mi inesperada petición, trató de caminar hacia la puerta de mi habitación pero lo detuve halando de su brazo—, ¿Por favor?.
Zero trató de resistirse de nuevo pero al final terminó por acceder y se recostó a mi lado, con algo de temor me acerqué a él y posé mi mejilla sobre su pecho, temiendo que en cualquier momento él me apartara bruscamente pero jamás sucedió, al contrario incluso pasó uno de sus brazos alrededor de mi cintura acercándome más a él.
Mi corazón comenzó a latir rápidamente contra mi pecho al sentir nuestra cercanía, jamás había estado así con Zero pero a él parecía no incomodarle, pasaron unos cuantos segundos en los que ninguno de los dos decía nada.
—¿Zero? —me aventuré a preguntar.
—No se supone que ya deberías de estar dormida —respondió él en cambio.
Me separé de su pecho sentándome a su lado, viendo como cubría sus ojos con su brazo libre el cual lentamente subió para poder verme con su ojo izquierdo.
—¿Te puedo hacer una pregunta? —pregunté un tanto nerviosa de si accedería a responderla.
—¿Si digo que si dormirás?.
—¡Si! —respondí enérgicamente.
Zero calló durante unos segundos cerrando su ojo, su silencio me había como respuesta su negativa para responder mi pregunta, pero cuando su ojo se abrió de nuevo pude ver la impaciencia brillar en ellos, al parecer había estado esperando a que le hiciera la pregunta y por eso había callado.
—Em...últimamente he notado que tu mirada suele ser vacía y sin sentimientos a los demás —Zero alejó su brazo de sus ojos y me miró con una ceja enarcada como si me preguntara en silencio que eso era más que obvio—, em...pero también he notado que cuando me miras tu mirada cambia a una melancólica y triste, como si quisieras algo pero no lo pudieras tener, así que...me preguntaba...¿Qué es lo que quieres Zero? —cuestioné al fin mirándolo a los ojos.
Zero parecía entre no comprender la pregunta y sentirse descubierto, otro momento de silencio se hizo presente en la habitación. A cada segundo de silencio que pasaba estaba más segura de que Zero no respondería, cuando creí que había pasado una eternidad sentí como mis ojos picaban.
¿Cómo es posible que haya sido tan idiota?, era más que obvio que él no me diría nada.
Decepcionada por su nula respuesta me volví a acostar en la cama tomando las sábanas y tapándome con ellas hasta la cabeza tratando de que mis sollozos no se escucharan en lo absoluto, había creído que a pesar de la cercanía entre los dos él podría ser un poco más abierto conmigo pero me había equivocado.
¿Por qué Zero tenía que reservarse tanto?.
Comprendía que tal vez tuviera miedo de quedar descubierto ante sus inseguridades, miedos y anhelos ya que él siempre parecía ser la imagen de la perfección humanizada pero…él también tenía que expresar su sentir, no podía simplemente reprimirse y callarlo todo.
Sentí unas suaves y un tanto inseguras manos deslizándose por mis costados, me tensé deteniendo mis sollozos haciendo que esas manos también se detuvieran, al parecer esperaban alguna protesta de aceptación o negación pero ante mi nula respuesta siguieron su camino hasta finalmente enredarse a mi alrededor en forma de un abrazo. Podía sentir el pecho de Zero contra mi espalda y como su respiración golpeaba en mi nuca casi rozando mi cuello haciéndome erizar la piel.
—¿Z-zero?...
—Tú…
¿Qué?.
—¿Qué quie…
—Tu eres lo que yo quiero… —confesó en un suspiro dejando un beso en la curva de mi cuello haciéndome erizar. Sentí como se removía debajo de las sábanas tomándome de los hombros dejándome hacia arriba con él encima mío—, desde hace mucho tiempo tu eres lo único que yo quiero para mí —sus ojos amatistas reflejaban el deseo, el anhelo de quererme para siempre solo para él—, pero sé que tú le eres fiel a Kaname —sentenció haciendo que su mirada se oscureciera repentinamente.
Nos miramos un par de segundos más antes de que Zero se levantara de mi cama y sin decir nada más saliera de mi habitación cerrando la puerta suavemente tras de él.
Me senté en mi cama observando la puerta atentamente aun sin comprender sus palabras, tardé unos cuantos minutos más en que todo hiciera conexión en mi cabeza. Abrí mis ojos sintiendo mis mejillas arder y como mi corazón latía desbocado por mi pecho, sin perder más tiempo salí corriendo de mi alcoba hasta la habitación de Zero. Cuando estuve frente a su puerta la abrí rápidamente encontrándome con que estaba tumbado en su cama con su rostro escondido en la almohada.
—¡Zero! —corrí hasta su cama y me senté a su lado emocionada. Lentamente se removió de su posición hasta que uno de sus ojos me miró, parecía un poco abatido por lo que había pasado—, Zero yo…estoy feliz de que me hayas dicho al tan importante como eso, y quiero decirte que…
De un rápido movimiento me dejó debajo de su cuerpo y me cubrió la boca con una de sus manos dejándome sorprendida.
—Si vas a decirme que te alegraste de que me expresara ante ti y que ahora seremos amigos más cercanos entonces no digas nada —sentenció, no pude evitar notar que había pronunciado la palabra "amigos" con demasiado desprecio.
Negué rápidamente con la cabeza y tomé su mano entre las mías apartándola de mi boca.
—¡No es así en lo absoluto!, yo en realidad… ya hace algún tiempo que dejé de amar a Kaname-sama —admití avergonzada viendo como el rostro de Zero reflejaba confusión—, hace tiempo que ya no hablo con él, que ya no siento nada cuando lo veo a la distancia o cuando cruzamos miradas —sus ojos estaban fijos en mi como si tratara de descubrir lo que estaba detrás de mis palabras.
Cerré mi boca dejando un silencio un tanto incómodo entre nosotros, la mirada se Zero seguía escaneando mi rostro en busca de algo mientras que yo sólo miraba hacia otro lado para que no notara el nerviosismo junto con el ardor de mis mejillas ocasionado por su cercanía. Sentí como una de sus manos tomaba mi mentón obligándome a verlo a los ojos y en esa fracción de segundos pude ver algo totalmente diferente en su mirar, algo que catalogué como emoción pero al mismo tiempo decepción.
¿Por qué me mira así? Le dije la verdad…
Antes de que pudiera formular alguna pregunta ante su extraño cambio de mirar, sus labios chocaron contra los míos sorprendiéndome al instante. Cuando sus labios abandonaron los míos sentí como se posaban sobre mi mejilla hasta llegar a mi frente, se sentía tan delicado como el revolotear de las alas de una mariposa.
—No digas más…
Fueron sus últimas palabras antes de que sus manos se escabulleran por mi cuerpo hasta llegar a la parte baja de mi pijama y comenzaran a levantarla lentamente al tiempo que sus manos recorrían mis piernas, mi cadera, mi cintura hasta que finalmente la prenda salió por completo de mi cuerpo.
—¡Zero! —exclamé sorprendida tratando de cubrir mi cuerpo con mis manos totalmente avergonzada.
Él en cambio comenzó a desnudarse, veía como sin pudor alguno se quitaba el saco, la corbata y la playera blanca dejando al descubierto su pecho pálido, no pude evitar que mi mirada se paseara un poco por su piel expuesta detallando sus músculos algo marcados al igual que sus brazos. Cuando vi como sus manos se posaban sobre la orilla de su pantalón con claras intenciones de desaparecerlo de la vista cubrí mis ojos rápidamente con mis manos escuchando el latido ensordecedor de mi corazón contra mi pecho que era interrumpido débilmente por el sonido de las ropas de Zero que iba lanzando a algún lugar de la habitación.
¡Qué vergüenza! ¡¿Por qué está haciendo esto?!... ¿Acaso ya intuyó lo que siento por él?.
Mis pensamientos fueron interrumpidos al sentir como una de sus manos se posaba ligeramente sobre mi vientre para comenzar a subir recorriendo cada una de mis costillas hasta que se encontró con uno de mis senos que tomó en su mano abarcándolo por completo.
—¡Zero! —chillé sorprendida apartando mis manos de mi rostro y mirándolo a los ojos.
"Tú eres lo que yo quiero"…
Recordé sus palabras. Mis ojos buscaban en los suyos algo que me indicara que él realmente no quería hacer esto conmigo pero él en cambio me miró como nunca antes lo había hecho…con ternura…con amor…
Ante esa mirada no pude combatir más y dejé que sus sentimientos se liberaran.
Podía sentir como sus labios recorrían mi cuerpo sin un camino trazado, simplemente sus labios se posaban sobre mi piel tan suaves que me hacían erizar la piel en temor de que ese suave contacto llegara a herirme con la fuerza sobre humana que ahora poseía al ser en parte vampiro. Pero mis miedos se disipaban al sentir sus manos acariciándome como si quisiera gritarme que él estaba ahí, que no me dejaría caer y que siempre me protegería.
Cuando terminó su exploración por mi cuerpo se posó sobre mí, nuestras miradas se encontraron fugazmente antes de sus manos se enlazaran en mi cuerpo en forma de un abrazo, podía sentir como mis ojos se humedecían al escuchar en el silencio de la habitación a nuestros corazones latiendo velozmente en el mismo compás, como si de un baile se tratara. Moví mis manos temblorosas hasta su espalda dejándolas descansar ahí.
—Te amo…Yuuki…
Mis ojos se abrieron de golpe y mi corazón se paralizó en el instante en que susurró esas palabras en mi oído. Las lágrimas de felicidad brotaron de mis ojos, me aferré más a su espalda y luchando contra el repentino nudo que se había formado en mi garganta respondí ante sus palabras.
—Te amo…Zero…
Remarqué mis palabras depositando un tierno beso en su hombro, pasaron unos cuantos segundos en donde el silencio volvió a reinar hasta que escuché un débil sollozo de su parte, me envolvió más en el abrazo, podía sentir como su cuerpo temblaba sobre el mío hasta que de un rápido movimiento se separó un poco besando mi frente y sin más sentí como se iba abriendo paso en mi cuerpo. Con mis manos me aferré a su espalda ante el dolor de su intromisión pero Zero sólo me abrazó con uno de sus brazos mientras que posaba su otra mano sobre mi cabeza y unía nuestras frentes en señal de protección. Cuando al fin nos habíamos hecho uno dejé que mis lágrimas brotaran libres por mis ojos, su cuerpo volvió a temblar sobre el mío pero a él parecía no importarle ya que se concentró únicamente en regalarme caricias con sus manos o con sus labios para que yo dejara de llorar.
Zero comenzó a moverse despacio, atento a cualquier sonido mío, cuando yo pujaba por el dolor él se detenía y esperaba unos cuantos segundos hasta que se aseguraba de que ya no me dolía más, me daba un beso en la frente para después volver a moverse.
Lentamente comenzamos a adoptar un ritmo que nos pareció placentero, ya no sentía ninguna incomodidad o ardor, sólo podía sentir el placer que Zero me otorgaba, de vez en cuando un pequeño suspiro o gemido salía de mis labios haciendo que él aumentara su ritmo para que yo gozara más. Sus labios comenzaron a besar mi cuello en las dos marcas que él había hecho cuando me había mordido la primera vez, su lengua comenzó a pasear por la zona haciendo que inconscientemente deseara que sus colmillos se clavaran de nuevo. Sentía como mi cuerpo se tensaba ante las sensaciones que Zero me regalaba, justo cuando mi vientre se contrajo al ser víctima de la cúspide de nuestra unión, sus colmillos se incrustaron en mi cuello haciendo que la sensación del orgasmo se prolongara hasta que sació su hambre de mí.
Agotada me desvanecí en la cama sintiendo como mi cuerpo se tensaba de vez en cuando, Zero rompió nuestra unión recostándose a mi lado, me abrazó protectoramente contra su pecho haciendo que una sonrisa brotara de mis labios. Cuando nuestras miradas se cruzaron supe que todo había cambiado entre nosotros, que ya no habría secretos ni miedos escondidos, que las inseguridades de ambos se habían esfumado al olvido porque desde este instante nos habíamos hecho uno. Un lazo se había creado a nuestro alrededor atándonos de por vida y ahora tenía la certeza de que ninguno de los dos nos podríamos alejar por nada del mundo, después de todo…éramos compañeros.
