Hey! Este fic pretende ser ligero: diversión y fluffy, con un leve toque de angst (porque ¿a quien no le gusta sufrir un poquito?) No tengo beta-reader, asi que sorry por cualquier falta ortográfica que pueda haber. Se vienen varios capitulos. Gracias por leer y saludos ;)
Dean, sentado en el sillón, parpadeó varias veces. Se pasó una mano sudorosa por el pelo y respiró hondo, a ver si el aire disminuía la velocidad a la que iban sus pensamientos. Frente a él, sentado en el lado opuesto del estrecho living-comedor, estaba su hermano Sam. Sammy Giganchester, con su pelo de princesa casi tocándole los hombros, su camisa cuadrille de siempre revelando su (¿desde cuándo?) esculpido y fibroso cuerpo, regalándole una majestuosa bitchface como si acabase de tragarse el más ácido de los limones. Uno diría que para Dean, tal imagen fluctúa entre el rango de "más aburrido que un domingo" y "nada nuevo bajo el sol". Y eso sería cierto de no ser por la bola café oscura y peluda que ronroneaba sobre la falda de su hermano.
"A ver si entendí. ¿Me estás diciendo que esa cosa…" dijo Dean, arqueando las cejas y apuntando con un dedo dubitativo al pequeño animal "…es Cas?"
Sam acarició una vez más el lomo del gatito –la espalda de Cas. A Dean se le revolvió el estomago al verlo. No supo si fue por el hecho de lo cómodo que parecía su hermano con la situación o por que precisamente se trataba de su hermanito poniéndose cariñosito con su—con el maldito ángel.
"Por quinta vez, Dean. Sí" aseveró el menor de los Winchester. "Gabriel –no, no está muerto- lo trajo hace un rato. Dijo que, uh, una broma no salió del todo bien y que tu sabrías cómo devolverlo a la normalidad" Bueno, a lo más normal que se pueda ser siendo un ángel del señor enamorado de su hermano mayor, pensó Sam.
¿Qué él sabría cómo arreglar a Cas? Dean había oído cosas estúpidas, pero ninguna como aquella. Seguro que era una más de las sádicas jugarretas del estúpido arcángel, Samanta va y se lo cree, y ahora el parcito lo deja con el cacho a él.
Es cierto que Cas no se había aparecido desde hacía algunos días, lo que había ocasionado una creciente preocupación en el pecho de Dean, la cual quedó en evidencia frente a todos en el Road's House...
Posiblemente está fuera una especie de venganza, un ajuste de cuentas que implicaba el uso de animalitos y la invención de la resurrección de Gabriel… ¿Iría tan lejos su hermano solo para vengarse por lo del payaso y el video? Estaba a punto de inclinarse por esta idea y decirle a Sam que le devolviera el animalejo a la niñita a la que se lo hubiese robado, hasta que la bola de pelos se estiró sobre sus cuatro patas, amasando con sus patitas el jeans de Sam, al tiempo en que bostezaba y giraba luego la cabeza para observar al recién llegado.
Dean se sintió de pronto como una estatua de hielo alcanzada por una descarga eléctrica, así de petrificado y aterrado estaba. Para un observante casual, la bolita peluda no hubiese sido nada más que un gato común y corriente. Pero Dean no era un observador casual, precisamente.
Era un gato de pelo corto, pero en el pecho y los contornos de su puntiaguda cara, los mechones de pelo marrón oscuro se alargaban, diseminándose en alocadas direcciones. Su cola, que se tornaba gris en la punta al igual que el manto de las patitas, parecía un plumero que hubiesen utilizado en exceso. Tenía un par de orejas puntiagudas y demasiado grandes en comparación al resto de su cuerpo. Hasta ahí, nada fuera de lo ordinario. Pero entonces, Dean reparó en aquellas dos esferas brillantes que lo observaban y el mundo se le vino abajo. Los ojos del gato eran enormes y azulísimos, un color profundo con vetas celestes, índigo y grises. Lo miraban con seriedad, pero al mismo tiempo irradiaban una calidez perturbadoramente familiar. Eran unos ojos de los cuales Dean muchas veces se había quedado prendado. Su cerebro se negaba a aceptar lo que el golpeteó incesante de su corazón le avisaba. Hasta que el animal ladeó la cabeza y soltó un maullido con una voz demasiado grave como para un gatito tan pequeño.
Oh, mierda.
Sin duda alguna. Era Cas. Después de tantos días sin verlo desde aquel…incidente en el taller de Bobby, Cas por fin estaba frente a él. Solo que no era cas-cas.
Dean quería gritar, reír y llorar. Todo a un tiempo. Pero en vez de eso, simplemente se puso de pie, caminó al refri –seguido por la mirada atenta y desconcertada de Sam—, sacó una lata de cerveza y se la bebió allí mismo, al seco –de a cuatro o cinco grandes sorbos. Regresaba de una cacería. Un ghull había decidió que la carne bien madura era de su agrado, devorándose a más de la mitad de los residentes del asilo de ancianos "Placidos Días". Sí, sus últimos días no fueron muy placidos que digamos. Dean, armado de un lanza-llamas que seguramente Bobby extrañaría, había sitiado a la criatura en su escondrijo. Se trataba de una grieta medio cubierta por un tronco mohoso, a primera vista no muy profunda, pero que examinada con ojo crítico de cazador, daba cuenta de adentrarse monte abajo para abrirse en un laberinto de cuevas con olor a cadáver, tapizado de insectos y enredaderas. En resumen, Dean tuvo que correr y revolcarse –cuando el ghull había dado pelea- sobre lodo mugroso y pútrido. Así que, sintiendo el burbujeo de la cerveza fría en su estomago calmar su ánimo, decidió que antes de lidiar con el asunto de Cas y su nuevo par de orejas puntiagudas, se daría una buena ducha. Esto lo hago por mí, se repitió, el hecho de que hacía días que no veía a Cas y de que los gatos tengan el olfato muy desarrollado no tiene nada que ver.
"Mira, Sammy. De dos cosas estoy seguro. Primero, Gabriel es un grandísimo imbécil. Y segundo, estoy hecho un asco. Cuida a Castubelo por mientras y ya veremos que hacer" dijo Dean fingiendo tranquilidad, antes de meterse al baño.
Sam, una vez que su hermano cerró de golpe la puerta tras de sí, tomó a Cas por debajo de las patitas delanteras, lo miró directo a los ojos –demasiado azules para un felino- y sonriendo, dijo "No puedo creer que te guste ese tipo, Cas"
