Disclaimer:
La trama es original y está basada en los personajes de la serie animada "Miraculous: Les aventures de Ladybug et Chat Noir". Los personajes son propiedad de Thomas Astruc.
Los personajes originales así como las situaciones aquí presentadasson ficticios y cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.
[PROHIBIDA SU COPIA Y/O ADAPTACION]
[Todo el crédito de la portada es de LadyDoptera]
Esta historia está dedicada a LadyDoptera.
Con mano nerviosa tachonaba con fuerza el recién terminado diseño de un elegante vestido de noche, era tal la presión que ejercía que hasta el papel se rasgaba al paso de la punta de grafito. Siguió así hasta que el lápiz resbaló de su mano acompañado de unas lágrimas que se marcaban en el destrozado papel.
toc, toc - un suave golpeteo en la puerta llamó su atención, tomando un pequeño pañuelo de su bolso seco las lágrimas que aún permanecían en sus ojos, dio una pequeña expiración y vistió una vez más su forzada sonrisa - Adelante.
Al momento entró Ana, su secretaria con unos papeles en la mano - te traigo los albaranes de las telas que han entrado hoy en el almacén. - al dejar los papeles sobre la mesa de su jefa se paró en seco al ver el maltrecho papel.
Marinette al darse cuenta de la reacción de su secretaria se apresuró a quitar la muestra de su frustración, arrugando el papel lo arrojo a la papelera para después tomar los albaranes de la mano de Ana - Lo siento, era un diseño que al final no me gusto. - aunque le rehuía la mirada su asistente se dio cuenta de su expresión y de sus ojos rojos, clara muestra de que había estado llorando.
Sin decir nada más se dispuso a volver a su lugar de trabajo, con la mano en el picaporte se giró dubitativa a su jefa - Marinette...si necesitas algo sabes que puedes contar conmigo. No sé, tomar un café o solo charlar...ejem - se aclaró la voz para poder continuar - todos sabemos que no es fácil por lo que estás pasando pero si necesitas desahogarte...pues aquí me tienes. - la azabache levantó la mirada y solo pudo ver a la chica con cariño.
Se levantó y se acercó a su asistente, sin pronunciar una sola palabra la abrazó - Gracias Ana, aprecio de verdad tus palabras y las tendré presente.
Había pasado algo más de un mes desde la fallida boda y sin tener noticia alguna de Adrien, solo el consuelo de sus padres y de sus amigos la habían conseguido mantener en pie. No fue sencillo sobrellevar la situación ya que además de verse destrozada por dentro tuvo que soportar la presión mediática. No era una simple persona la que se casaba ese día, era Adrien Agreste heredero de uno de los imperios de la moda más importante de Europa, así que no era de esperar que su enlace pasara desapercibido, en la prensa del corazón de todo el mundo se había hecho eco del evento, fotos de ellos dos aparecían constantemente en las portadas de las revistas o en algún noticiero y la repentina desaparición del joven empresario no había hecho más que avivar la maquinaria de la curiosidad y la frivolidad de los medios informativos. Decenas de hipótesis se habían vertido en las páginas de la prensa sensacionalista, desde que él la había abandonado por otra mujer hasta un suicidio encubierto, todo absurdo. Ante los extraños hechos de la desaparición la policía mantenía la posibilidad de un secuestro y bajo esa pesquisa seguían su investigación. Ella era la única que sabía la verdad de todo y únicamente la había compartido con el maestro Fu.
Aún no sabe cómo tuvo la entereza de al siguiente lunes a la fecha de la boda presentarse en la empresa, las miradas furtivas y los cuchicheos no se hicieron esperar, estos la acompañaron a lo largo de los pasillos hasta llegar a su despacho, donde al fin se pudo refugiar de ese malsano morbo de la curiosidad. Por si fuera poco ese mismo día recibió la visita de un abogado que decía venir en representación de Adrien, no iba negar que se sentía nerviosa viendo como ese hombre entrado en canas revisaba una y otra vez su documentación frente a ella. No se podía imaginar de que otra manera Adrien la lastimaría ahora, a fin de cuentas el mayor de los daños ya se lo había hecho despreciándola y alejándola de él. Si lo pensaba bien lo único que la ataba a él era su trabajo así que no era de extrañarse que ese hombre estuviera ahí para despedirla. Cuando el letrado por fin ordenó sus papeles en dos pequeñas y perfectas columnas miro a la azabache con una extraña sonrisa, Marinette tomó aire y se preparó para lo que fuera a venir ahora.
- Muy bien - sin dejar de verla aproximó su silla un poco más al escritorio - no se preocupe por tanto papel son solo las cláusulas contractuales las cuales ya han sido revisadas y aprobadas por el señor Agreste, usted únicamente tiene que firmar al final de estas dos hojas, a no ser que quiera revisar los documentos.
- No - una única sílaba salió en un casi imperceptible hilo de voz de su garganta. Ella solo quería terminar cuanto antes con esto, firmar y salir de ahí lo más discretamente posible. No necesitaba otro golpe a su ya maltrecho orgullo.
-Excelente, - tomó las primeras hojas de cada columna y las colocó frente a ella - por favor firme sobre la línea.
Con mano temblorosa tomó la pluma que él abogado le ofrecía, le resultaba difícil posicionarse sobre la línea para firmar, se ayudó presionando su antebrazo con su otra mano. Notaba como la presión se le bajaba, sus latidos acelerados retumbaban dentro de sus oídos, su respiración se había vuelto pesada. Quería acabar ya con eso, firmar y salir corriendo pero no podía, algo en su interior la frenaba sabía que su lugar era ahí.
- ¿Pasa algo señorita Dupain? - inquirió el letrado al ver que ella no se movía.
Respondió con un simple movimiento de negación de su cabeza. Apretó en un fina línea sus labios y cerró con fuerza sus ojos antes de estampar su rúbrica en ambos documentos. La pluma resbalo de entre sus dedos, dejándola caer sobre la mesa a la vez que dos solitarias lágrimas escapaban de sus ojos.
- Magnifico. - con rapidez tomó las hojas y las colocó en sus respectivas columnas, guardó su pluma en el bolsillo interior de su americana - Permítame ser el primero en felicitarla.
Marinette abrió los ojos de más ante las palabras de aquel hombre, ¿acaso se estaba burlando de ella?, ¿no tenía suficiente sin tener que aguantar el sarcasmo de un desconocido? - ¿Como dice? - en sus palabras se notaba lo acerado de su voz.
- ¡Oh!, mil perdones señorita Dupain. Siento mi falta de tacto, el señor Agreste...su prometido aún está desaparecido. Me deje llevar por la emoción ya que él parecía muy interesado en que tuviera estos documentos preparados para hoy.
La azabache lo miraba desconcertada - ¿De qué está hablando?, ¿Cuando vio usted a Adrien? - ahora su pulso estaba acelerado por la ansiedad de querer saber más.
- El me visitó el viernes por la mañana con un encargo urgente, quería que redactara un documento en base a una serie de directrices que él mismo me dio.
- ¿El viernes?, el día de la boda. - hablaba más para ella, en su cabeza estaba tratando de encajar la nueva información.
- Así es, el día que lamentablemente desapareció. Y me recalcó que hoy me presentará aquí para que el documento fuera firmado por usted. Si se da cuenta verá la firma de él al extremo de la suya.
Marinette seguía sin entender lo surrealista de la situación, si lo pensaba con detenimiento no hacía falta un abogado para despedirla, con el simple hecho de que Adrien llamara al departamento de recursos humanos era más que suficiente para que la echaran.
Clavo la vista en el hombre - ¿Que es lo que he firmado? - preguntó exigente.
- Me disculpo una vez más, no sé porque pensé que usted sabía del objeto del documento. Pues bien mi querida señorita Dupain-Cheng en este acuerdo el señor Agreste le concede a usted total y pleno poder sobre la compañía y sobre su patrimonio...es decir, en este momento es usted la nueva dueña de la empresa Agreste.
Hola,
Esta historia es la continuación a partir del final original de "Tanto Amor...Tanto Odio".
Cada sábado se subirá un nuevo capítulo, deseo que la disfruten.
Saludos.
Lordxv
