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A todos mis queridos lectores:
Suplico a ustedes sepan perdonar e indultar esta travesura de mi parte. Sucede que, entre página y página de la segunda y tercera parte de El Color del Cristal, (que escribo cada vez que puedo y que mi gato Gandalf no me muerde los dedos sobre el teclado) me tomo ciertas recreaciones, como cualquier ser inmaduro que no debió haber nacido aquí sino en los intrincados pasadizos del laberinto de Jareth... De acuerdo, estoy divagando, perdón por la eutrapelia.
Decía yo, que - como muchos habrán notado ya - me resulta sumamente difícil ser breve al escribir, por lo que me he enconado en practicar el cuento corto. Hasta ahora, y salvo muy contadas ocasiones, sólo me he sentido a gusto en el transcurso del extenso viaje sólo posible con una novela. Pero, como en la vida hay que intentar superarse, he garabateado un par de tonterías y sin razones con ánimo de jugar y, de serme permitido el honor, homenajear humildemente a todos aquellos escritores de Fanfictions que someten al pobre Jareth a sus antojos y caprichos (como quien les habla)
Por eso, y porque me son de gran estima, les obsequio mi primer relato corto: "Con el sol a mis pies", como el primero de una serie de pensamientos, vivencias y otras yerbas de "El diario del mago" (sí, adivinaron: confesiones, chismes y pormenores de la pluma del rey de los gnomos)
Sepan disculpar mi atrevimiento, tómenlo como un tentempié hasta que "Un Campo de Estrellas" y "La Quinta Semana del Mes" estén ya listas.
Sin más, y con una enorme gratitud por vuestra virtud al ser tan pacientes conmigo, les dejo un gran abrazo.
Muchas gracias por estar allí.
Kiara
Con el sol a mis pies.
Era temprano por la tarde cuando entré en la habitación. A estas horas, después del almuerzo pero antes de los momentos de recreación, existe un breve lapso de tiempo que los afortunados llamamos hora de sueño o siesta deliciosa después del atiborramiento del mediodía (Soy único precisando situaciones, no me contradigan)
Como decía, había yo entrado a la recámara con claras intenciones de holgazanear con estilo y de calcinarme los pies con el sol que irrumpía a través de los cristales y, afortunadamente, daba de pleno sobre mi cama (excepto en la cabecera, entonces hubiese sido insoportable… Soy un sujeto flemático, no una iguana)
En fin, decía yo que al ingresar, percibí con regocijo que el sol entibiaba bastante (lo suficiente como para dormir plácidamente) ya que a veces, en invierno, se daban situaciones donde el frío prevalecía por demás durante el día y el sol no podía hacerle ni mella. Recuerdo que me acerqué a la ventana, miré hacia afuera,…y me dije "¿Qué haces aquí parado? Mejor disfruta tu bendita siesta." Y fue entonces cuando me di cuenta.
- ¡¿Dónde demonios está mi cama?!
Giré sobre mis pies, disparando la vista en todas direcciones, y tropecé con la brillantez del suelo, donde a esa hora y gracias a la fusta cruenta del sol recortábase una silueta, renegrida y extensa: la de mi propio ser. Junto a ella, sobre la piedra, una nota: "Período de Reorganización Creativa. Disculpe las Molestias."
- ¡Bah, período de todos los demonios! – rugí.
De pronto todo quedó a oscuras. Giré velozmente sobre mis pies y he aquí que mi deliciosa media tarde habíase desvanecido. El sol había desaparecido, en su sitio una luna mortecina bostezaba en su luz parpadeante como si aquéllas fuesen altas horas de la noche.
- ¿¡Pero qué es esto!? – me indigné. Miré la nota otra vez. No atiné siquiera a resoplar lo que ya de por sí me había llevado algunos segundos rumiar, cuando el tenue halo lunar apagóse de pronto dejándome absolutamente en penumbras. ¿Qué demonios…? Me acerqué con rapidez y descubrí entonces que a quien habían raptado era a la ventana. Ah, condenados momentos aquellos… ¿por qué a mí, por qué ahora? Si no hubiese sido porque había… ¿qué era lo que había ido yo a buscar? Oh, sí: la cama. Y la buscaba precisamente porque deseaba… ¿yo deseaba? ¿Y entonces por qué en vez de aparecer, las cosas desaparecían? ¿No es que uno al desear hace surgir cosas? ¿Cosas? ¿Qué cosas? ¿Había ido a buscar algo? ¿Qué se me había perdido? ¿Yo, perdido? Si yo siempre sé dónde estoy parado. Un sujeto más centrado que yo es inútil buscar. ¿Buscar? ¿Buscar a quién?
- ¡No…! – Grité - ¡Están reorganizando mis pensamientos! ¡Odio eso, lo detesto…!
¿Yo había alzado la voz? Imposible, un caballero de mi estirpe no acostumbra esos exabruptos. Sólo que mi indignación era tal que…
- ¡Quiero mi cama, mi sol y mi almohada, ahora mismo…! – rugí entonces. Un leve silencio me hizo taconear de impaciencia, pero al parecer rindió frutos. Un sillón de varios cuerpos apareció iluminado escasamente por unas velas.
Resentido, frustrado y deprimido, caminé en pos de él y me senté en la orilla, asumiendo resignado que no había nada que yo pudiese hacer. Habría que esperar, otra vez, a que al escritor se le acabaran de ordenar las ideas que tendría para mí, en aquella nueva historia. Aaah… No deja de ser traumático, créanme, yo sólo quería mi siesta. Pero entonces entré aquí, buscando quién sabe qué cosa, y entonces…
¿En qué estábamos?
